En la tarde del sábado alrededor de mil personas se movilizaron al domicilio del jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, en el barrio de Villa Ortuzar. El escrache estuvo organizado por la Comisión de Jóvenes Autoconvocados por la Masacre de Cromañón, integrada por sobrevivientes, familiares de los pibes fallecidos y distintos grupos y personas que se solidarizan con los reclamos de justicia. El escrache surgió como necesidad de mostrar el más enérgico repudio a Ibarra, no sólo por su responsabilidad en los trágicos hechos en el recital de Callejeros, sino también por el nombramiento de Juan José Alvarez al frente de la Secretaría de Seguridad de la Ciudad.

La manifestación se realizó en medio de un operativo intimidatorio montado por la policía federal, cuyo jefe, Aníbal Fernández, se abrazó con Alvarez en la asunción de éste el día viernes.

Juan José Alvarez es reponsable intelectual directo de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. En ese momento los medios masivos de comunicación funcionaron como cobertura para el poder. Esa manipulación servil de la información se repite en estos días, lo cual fue señalado por los manifestantes. El gobierno ordena. La policía reprime. Los medios encubren, tratando de aislar a quienes plantean las responsabilidades políticas de la masacre de Once, tratando de mostrar a las víctimas como victimarios, criminalizando sus movilizaciones.
Mediante el miedo quieren desmovilizar. Tanto el lunes como el jueves, la policía -infantería, brigada, camiones hidrantes- actuó deteniendo manifestantes de manera masiva y arbitraria. De esta manera pretenden que la protesta no cuestione el orden establecido. Pero el incendio mostró la corrupción enquistada en el Estado y la escala de valores empresaria, que coloca el lucro por sobre la vida. Y en las calles volvió a estallar la bronca ante la injusticia. Hoy le tocó a Ibarra.

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