Son mujeres pobres. La mayoría de ellas, bolivianas. Por si fuera poco, parece que cometieron un delito terrible: prestaron sus cuerpos para ser mulas del tráfico de cocaína. Por unos pocos pesos -ni siquiera sabemos cuántos; ni siquiera ellas sabían cuántos- y sin demasiadas posibilidades, pretendieron cruzar la frontera haciendo un negocio que si sale bien, arroja ganancias fabulosas que no son para ellas y si sale mal, son ellas las únicas que pierden. No tuvieron suerte. Estas mujeres nunca tuvieron suerte. Más información en Sección Género