El quiosquero de acá en frente no lo podía creer. Todo lo que mira todas las tardes en televisión siempre ocurre lejos, bien lejos de su pequeño local. Programas de chismes, noticieros para abuelas, talks-shows prefabricados; nada parecía real. La televisión era apenas un ruido, un aparato destinado a llenar el ambiente con algo.
Hoy fue distinto; cuando a las dos de la tarde dejó el mostrador y se asomó a la vereda, descubrió que mucha gente hacía sonas las bocinas y aplaudia desde las puertas de su casa. La tele, mientas tanto, le devolvía la imagen simétrica que se vivía en el microcentro, en la calle Florida y en el patio de las escuelas.
Algunos canales incluso trasmitieron en duplex, lo que se catalogó como "la televisión unida por la paz". Comentaristas, conductores y hasta algunos invitados se mostraron conmovidos frente a cámara, tratando de mostrar que los argentinos "en este tema estamos todos unidos". Cientos de personas protestaron en la calle en el marco de una difusa convocatoria por la paz o contra la inseguridad, y en algunas zonas adquirió cierta masividad.
El quiosquero se emocionó con la escena, recordó el mundial, juntó la bronca que siente todos los días por tanto trabajo para nada y comenzó a batir las palmas. Se dejó arrastrar, se sintió bien y no supo por qué. El efecto dominó de la protesta mediátizada lo había envuelto también a él.

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