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Lunes 17 de julio de 2006 | LA VISIÓN MEDIÁTICA DE LA "OLA DE DELINCUENCIA"

Contenido de clase y política en la instalación del tema de la seguridad

Prensa de Frente
Prensa de Frente

Por Prensa de Frente

Si se está atento al discurso de los medios de comunicación, la sensación de inseguridad será algo de sentido común. La sumatoria de distintos hechos delictivos se presenta como una “ola” que no puede más que generar miedo e impotencia al “ciudadano de a pie”. Ante esto, la conclusión que se difunde es que es necesario aumentar la rigidez de las penas y reducir la edad de imputabilidad. Vale destacar que los hechos que más comúnmente trascienden las fronteras mediáticas son aquellos que tienen como víctimas a los sectores más pudientes de la sociedad. Conviene prestar atención a cuál es el telón de fondo de las últimas noticias policiales.

El auge del discurso sobre un supuesta “ola de inseguridad” se da en una coyuntura en que la derecha política se ve imposibilitada de definir una figura que aglutine a los diferentes sectores. A su vez, el gobierno de Néstor Kirchner avanza, hasta el momento, con una clara ventaja rumbo a las elecciones presidenciales del año próximo.

La sensación de inseguridad es fruto, principalmente, de un campaña mediática, ya que según las últimas estadísticas no hay incrementos en las acciones delictivas ni en las muertes por causas violentas. No es casual que este tema vuelva a impulsarse bajo la frase que “en Argentina sólo hay derechos humanos para los delincuentes”, en el momento en que en La Plata comienzan los juicios contra las principales figuras de los grupos de tareas operativos de la última dictadura militar. Tampoco se puede obviar la discusión parlamentaria sobre la modificación del Código Penal, la oposición la cual es el caballito de batalla del ingeniero Juan Carlos Blumberg.

Una parte importante de los últimos hechos delictivos más mediáticos estuvieron protagonizados por miembros de diversas fuerzas represivas del Estado. En el caso del asesinato de un policía que intentó frenar un asalto en el barrio porteño de San Telmo, no fue otro que un gendarme quien le dio muerte. Otro de los casos más resonantes, y muy simbólico sin dudas, fue el secuestro, la tortura y muerte de un adolescente acusado de robar un televisor en Moreno, realizado por dos hermanos pertenecientes a la Marina. En el correr de esta semana, la jueza que lleva el caso Bragagnolo dictó la falta de mérito de los doce jóvenes imputados por la muerte del muchacho, y en cambio quedó como único detenido un agente de la policía federal. De igual manera se intentó mostrar el tiroteo en Belgrano como un acto delincuencial más, cuando claramente fue producto de una persona desequilibrada.

Si bien es innegable que la violencia delictiva ha ido creciendo en las últimas décadas, es evidente también que la heterogeneidad de los delitos, así como sus modus operandi, dan señales de que se trata de prácticas crecidas al calor de la marginalidad. Los jóvenes que hoy salen a delinquir, de una manera mucho más violenta que en el pasado, no son más que el producto de una política económica desarrollada sobre la base de la expulsión del sistema productivo de las grandes mayorías populares.

Los intentos mediáticos de simplificar este tema llevan a una concepción casi genética del problema. Así se pudo escuchar esta semana a la periodista Karin Cohen decir que el hombre que disparó en la avenida Cabildo sorprendió a los transeúntes ya que lo lógico es que “un delincuente sea morochito y petiso” *.

La problemática de la inseguridad no es un terreno que suele ser cómodo para las organizaciones populares. En este sentido es válido recordar que éstas, como actores sociales dinámicos, tienen el importante desafío de definir, por un lado, un política hacia la llamada “inseguridad”, y a la vez desarrollarse como ámbitos de contención de los sectores excluidos, allí donde se cristalizan las contradicciones del sistema.

* Según un informe oficial, el 60 % de los aspirantes a policías de la provincia de Buenos Aires tiene el mismo preconcepto sobre el perfil del “delincuente”, y además considera como un método válido torturar en busca de información.

Volvieron las velitas + Mi Buenos Aires querido


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