Julio López
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Martes 17 de julio de 2007 | Privatización de la guerra

Empresas de seguridad: los nuevos mercenarios

En estos tiempos de avances del capital por sobre el estado, la guerra parece no ser una excepción. En el ámbito interno de los estados (en especial los subdesarrollados) lo que aparece es un retiro de este en muchas de sus funciones. En el ámbito interestatal encontramos al mundo configurado en un nuevo orden con una única superpotencia tanto en lo económico como en lo militar, que ejerce de manera unilateral su imposición imperial, lo que se puede denominar como “unimultipolaridad”. Sin embargo aparecen enormes grietas, que se han visto en los últimos años.

La caótica situación vigente en Irak pone de manifiesto la importancia de la "tercerización" de ciertas funciones de defensa por parte de Estados Unidos. Más allá de la "racionalización presupuestaria" y de la dimensión ideológica inicial de la tercerización, se inició una reflexión estratégica. Implicado en una guerra de baja intensidad, pero de largo aliento, contra el "terrorismo" en todo el mundo, y sin dejar por ello de preparar sus fuerzas armadas para grandes confrontaciones, Estados Unidos no pude permitir que se debilite su liderazgo retirándose totalmente de los espacios de menor importancia estratégica. Es importante agregar que el fin del mundo bipolar generó una reducción (principalmente en la ex URSS) en el personal militar, lo que generó una suerte de “mano de obra desocupada” dispuesta a ofrecer sus servicios al mercado. Las prácticas de tercerización (outsourcing) también se desarrollaron rápidamente en el seno de las fuerzas armadas estadounidenses, bajo el efecto conjunto de la globalización del sector militar-industrial, de la reducción de armamentos y de las exigencias de "racionalización" de los presupuestos de defensa. La contratación del “excedente” anteriormente mencionado, que empieza a gestarse en todo el mundo le permitió a EEUU tener un rápido crecimiento en sus fuerzas militares. Las reducciones de la guerra en el tamaño de las fuerzas militares de los EEUU condujeron a una superabundancia hacia fuera de personal militar. Absorbieron muchas de ellas en las compañías militares privadas establecidas, que ampliaron sus operaciones en los años 90; otros crearon sus propias firmas.

Otra dificultad que se ve en estos tiempos de “post guerra fría”, además de la emergencia de amenazas no tradicionales, la creciente polarización entre estados centrales y “estados fallidos”, es la falta de reglas de juego consensuadas en las relaciones internacionales. Esta última mención es fundamental para descubrir algunos de los principales motivos por los que algunas potencias deciden invertir en la contratación de fuerzas militares privadas (cuyo costo económico es realmente muy alto). La condición legal de los civiles contratados varía enormemente. A veces están sujetos a las leyes del territorio en el que actúan y, en otras ocasiones, a las de su país de origen, pero, a menudo, la distinción no está clara.

De todas formas, aquellas prácticas mercenarias, tenían como característica, una definición ideológica clara y cierta autonomía de acción por la que ejercían sus prácticas violentas mediante tácticas clandestinas. En la actualidad, si bien se mantienen algunas premisas, las CMP surgen con un tipo de organización de carácter empresarial. Además, ante la falta de consenso internacional anteriormente mencionada, no necesitan operar en la clandestinidad y muchas veces son los estados quienes las contratan para ejercer prácticas en las que el estado se encuentra inhibido por algunos reglamentos internacionales. Por ejemplo, para interrogatorios, ya que no pesan sobre éstas reglamentos internacionales vinculados al respeto por los Derechos Humanos, que solo afectan a los estados nacionales.

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