J., la valiente primera joven que se animó a romper el silencio y con ella una seguidilla de otras valientes que reconocieron en ella su propias historias de violaciones por parte del ginecólogo y profesor Carlos Anzaldo, nos encuentran hoy en el inicio de este juicio. Hace más de un año que lo reclamamos junto a la Comisión de Apoyo a las Víctimas de Cinco Saltos.
Alrededor de estas jóvenes y mujeres que nombraron sus experiencias de violación se desató toda una maquinaria compleja que puso de relieve la hegemonía masculina: dudar de las víctimas, suponer que “algo habrán hecho”; argumentar que un médico no puede hacer “semejante cosa” son apenas una muestra de cómo una sociedad puede hacerse partícipe de la impunidad especialmente para con ciertos hombres “notables”. Hubo instituciones que por acción u omisión se sumaron a la sinfonía propinada por Anzaldo. Ver articulo completo
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