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Lunes 14 de diciembre de 2009 | Otra visión sobre el accionar del Estado terrorista

Familia Pomar, no hubo errores ni negligencia

<b>Foto:</b> Clarín
Foto: Clarín

Por Pampa Roja

A dos días del hallazgo de los cuerpos de la familia Pomar, dos movilizaciones se llevaron a cabo en Pergamino. Una distinta de la otra. La primera se limitó a señalar “negligencia” e “inoperancia” policial. La segunda que tuvo un contenido auténticamente popular ligó el accionar policial con la corrupción, el gatillo fácil y la política de “tolerancia cero”. Casi termina en la toma, por lo menos de hall, de la Jefatura departamental de Pergamino.

Las diferencias entre estos dos fenómenos de movilización marcan los dos enfoques que la sociedad hace sobre este sonado caso que promete seguir dando que hablar. La diferencia está en el contenido de las mismas.

La primera se inscribe en la lógica de las marchas que exigen la remoción de las cúpulas policiales por “inoperantes”. Supuestamente, para estos sectores de la sociedad, la policía bonaerense “cometió un error” al no buscar a la familia Pomar como era debido. Pero, debemos seguir pensando que la maldita policía que quemó vivo a Cabezas, que voló la Amia, que acribilló a Maxi y Darío, que masacró a los rehenes en Ramallo, hace algo sin intención.

Por otro lado, la segunda movilización ubicó a la policía, la justicia, los políticos y los medios en la misma bolsa y asoció este accionar, ya no con un mero error de inoperantes, sino con un modus operandi ligado a su necesidad de imponer el terror del que ellos hacen su negocio particular. A la “santa alianza” de policías, medios, políticos y jueces simplemente no les convenía la hipótesis del accidente. Embarcados en la teoría de “mano durísima” y la persecución de la infancia esta historia no les servía. Para los políticos que no le pagan a los docentes lo que deben y se gastan el presupuesto en armas y mercenarios les favorecía la teoría del secuestro o el padre asesino, maltratador y/o traficante para seguir sus planes de militarización de la sociedad. A los medios, la historia de un hombre que estudió y trabajó como cualquiera no les sube el rating. Todos, desde La Nación a Página/12, se sumaron a las campañas de rumores urdidas en los círculos policiales y judiciales. Confundir el periodismo con ramplones boletineros de la policía es una muy mala costumbre de los que no conocen la historia argentina. Con periodistas como estos los militares informaban que estábamos ganando en Malvinas o los desaparecidos vivían en Europa.

Este amor por las tramas truculentas no es más que una reedición del terrorismo estatal. El estado en crisis necesita de un enemigo social al cual perseguir para poder sacar la mirada del pueblo del auténtico genocidio del hambre, el chagas, el dengue, la gripe A y cuanto virus asociado a la miseria se floree por la región.

Acaso, todos los rumores infundados sobre la familia Pomar, no fueron una reedición civil del “por algo habrá sido” utilizado en la dictadura de los setenta.

Claro, cuando el barco se hunde, políticos, jueces y medios salieron como locos a pegarle a la policía, como si hasta minutos antes no hubieran sido parte del mismo combo terrorista. No es que la policía no tenga responsabilidades, pero ninguna de sus viejas mañas hubiera sido posible sin un paraguas político construido por todos los actores de este desastre.

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