En los últimos días casi al mismo tiempo en que caían algunas "manzanas podridas" del cajón de la corrupción policial, se lanzó un plan de seguridad con miles de policías y 2000 gendarmes en las calles.

Ante el estado de emergencia del conurbano bonaerense, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires Felipé Solá ha lanzado una campaña destinada a clausurar los desarmaderos, un negocio que estaría relacionado con el robo de automóviles, el delito que causa más muertes. Las cifras que muestra el gobierno señalan que el 80% de los policías que son asesinados mueren resistiendo asaltos automovilísticos.

En cuanto a la Ciudad de Buenos Aires, una de las primeras medidas del nuevo plan fue montar "un gran anillo alrededor del asentamiento" en la Villa 31 de Retiro, usando 300 efectivos, perros y la policía montada. También la Legislatura Porteña aprobó en general una ley seca para la ciudad, que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas en kioskos después de las 23 horas. Las campañas electorales se comienzan a sentir fuerte y los discursos sobre la seguridad agudizan el miedo que se ha instalado desde los grandes medios de comunicación.

En un mundo donde la imagen parece serlo todo, cualquier cosa es posible. Tony Blair, por ejemplo, es capaz de bombardear junto con Bush un país en ruinas como Irak, usar documentos falsos para justificarse y acto seguido organizar una cumbre de gobiernos progresistas.

Y así son las cosas; una esquizofrenia mediática, que también se traslada a la Argentina, que tranforma la realidad en un juego de gestos destinados a entrener al televidente, en ilusionarlo como en las novelas de antaño.

El presidente Néstor Kirchner (o K, para estar a la moda) acaba de viajar a Inglaterra para participar de esa cumbre. Allí criticó a los Organismos de Crédito Internacionales que son responsables de la crisis en la Argentina. Lo dijo casi al mismo tiempo en que John Taylor, del departamento del tesoro norteamericano, y Horst Köhler, del FMI coincidian en elogiar sus primeras ocho semanas de gobierno, y se mostraban optimistas por las posibilidades de que Argentina llegue a un acuerdo con el fondo antes de Setiembre.

Y si la derecha recalcitrante sigue tildando a Kichrner de "izquierdista" es sencillamente porque, como todo dinosaurio, solo vive de gestos, pero la realidad existe detrás de los gestos, o se esconde abajo de ellos.

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