Fue aprobada en la Legislatura Porteña la llamada "Ley de
Centros Culturales". Los partidos políticos Frente Para la
Victoria y el PRO votaron por unanimidad. La noticia salió
con bombos y platillos en Pagina 12, Clarín y La
Nación.
Con este anterior párrafo está todo dicho y
podríamos concluir esta editorial, pero bueh...
Todo
legal, todo será medido
El 29 de Diciembre quedó promulgada esta ley que fue
promovida por el espacio
MECA
(Movimiento de Espacios Culturales Autónomos) y otros grupos
afines. El MECA en un principio intentó llevar al poder
legislativo porteño este proyecto de ley como una iniciativa
popular, mas luego el FPV tomó la posta.
Para que entre a regir, falta el visto bueno o la vetación
del poder ejecutivo.
No está en discusión la motivación del
MECA en estas notas urgentes. Fueron meses, luego del desalojo de la
Sala Alberdi (marzo 2013), de hostigamiento hacia casi todos los
espacios culturales autónomos de la ciudad, hubo
allanamientos, hubo
robos
que ejecutaron uniformados de la Policía Metropolitana, hubo
clausuras y hasta desalojos en varios espacios de la ciudad. Tampoco,
por supuesto, está en discusión la necesidad de
la existencia de esos espacios. La única duda planteada es
si la solución a tanto atropello es una ley.
La ley, cualquier ley, dice muchas cosas que no se cumplen,
la ley protege derechos
que el mismo ente que debería resguardarlos los vulnera.
Al entrar en rigor esta nueva ley, todo espacio cultural que hasta
ahora era autónomo y autogestionado queda encasillado en las
gafas del estado. Los centros culturales serán catalogados,
clasificados, e inspeccionados más aún.
Habrá una clasificación por metro cuadrado, la
ley ordena establecer categorías, a las que rotula con
letras.
La ley no clausura las clausuras, las refuerza con normativas, y para
colmo establece requisitos que son excluyentes para quienes andamos de
a pie. Para habilitar un espacio auditorio se deberá contar
con una suma importante de dinero para contratar a la empresa que hace
el estudio
Avanzan
los negocios y la exclusión
La cultura es un negocio y la cultura la manejo yo - así
piensan los funcionarios del estado, así lo demostraron con
el caso de la Sala Alberdi. Sólo quienes allí
pasaron un rato o unos ratos saben que todo el fenómeno de
la toma de la sala de teatro y el acampe de principios del 2013 fue un
hecho cultural profundo para quienes allí andaban
resistiendo. ¿Y qué resistían esas
personas? Justamente, que la cultura no sea un negocio, que no se
privatice la cultura.
Claro que a lxs funcionarios de gobierno esto de la resistencia no les
gustó e hicieron todo tipo de canalladas porque no
querían resolver el conflicto, querían continuar
con sus planes de privatización y elitización,
tan resueltxs estaban que no dudaron en ordenar una
represión descomunal hacia artistas, periodistas y
solidarixs, represión que dejó un saldo de 3
compañerxs heridos de bala de plomo, uno de ellos,
todavía tiene el plomo en la pierna, al día de
hoy.
La cuestión base que motiva a lxs funcionarios es entender a
la ciudad de Buenos Aires como una empresa, no como una ciudad, es una
empresa de turismo que debe ser rentable, (y lo es), atractiva para el
turista medio o alto, pulcra al punto de parecerse a cualquier otro
punto turístico urbano del planeta.
La cuestión es
el negocio y a la cultura no pueden verla como otro cosa que una parte
del negocio.
Otrora gobiernos militares atrayeron al turismo e intentaron ocultar
sus crímenes con megaeventos como la copa de futbol mundial,
para lograrlo deseaban ocultar lo "feo", como una villa de emergencia,
así fue que ocultaron un barrio al que se conoce como Ciudad
Oculta.
Los gobiernos actuales y recientes sobre ese concepto de ciudad
atractiva para turistas vienen sacando a palos a la gente en
situación de calle, y también a la gente que se
la rebusca vendiendo sus artesanías o cosas usadas o cosas
compradas en la calle, en la vereda.
En San telmo, otrora barrio obrero de rebosante cultura popular,
policía de diferentes uniformes no permiten que se expresen
los músicos callejeros.
Corre el 2009 y Macri - en plena campaña electoral - no
titubea en ordenar el desalojo de una huerta, sí, una huerta
comunitaria, llamada Huerta Orgázmika. Con
cínicas excusas golpearon al perro y al compañero
que cuidaban esa noche el lugar y no conformes con ello una topadora
arrasó con todas las plantas (verduras, hortalizas, hierbas
de uso medicinal), desgarrándolas de la tierra y
arrojándolas a basureros.
Todo el hostigamiento a los espacios culturales alternativos ejecutados
por el gobierno, ¿de donde surgen? de la necesidad del
estado de controlarlo todo y eliminar o alejar aquello que no le
favorece.
Hecha
la ley, hecha la trampa
Pero nosotrxs no somos quienes podremos hacer trampa, porque
está todo medido y premeditado en la nueva ley, la trampa la
hará el gobierno, que por más ley o derecho que
tengas a tu favor, lo que rige la acción del gobierno es el
negocio y el poder, no custodiar tu desarrollo como individux curiosx,
no, el negocio es el negocio y rige el mercado en el mundillo
capitalista-patriarcal que todavía atravesamos.
El modus operandi del gobierno es siempre el mismo, no cambia aunque
cambie el funcionario. Ayer entraba sin permiso a inspeccionar un
centro cultural y lo clausuraba porque la gente bailaba un tango y la
habilitación era para despacho de bebidas, (caso El
Café de los Patriotas), mañana actuará
igual con el beneplácito de una ley que vos mismo pediste.
No
existía hasta este momento una ley que reconozca a los
centros culturales, y esto les daba autonomía,
porque si de cultura hablamos, y más
específicamente de contracultura, es decir, una alternativa
al mercado de la cultura o la cultura establecida, estas alternativas
deberán resistir en el mundillo de las habilitaciones del
estado, y eso, no está bueno, no está bueno
buenos aires.
FUENTES
revistaelabasto.com.ar
/
nosdigital.com.ar
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