Desde su asunción, el gobierno macrista implementó una serie
de medidas de manual neoliberal tendientes a incrementar aceleradamente
los índices de desempleo. Como en la década del '90, la apuesta
es forzar al conjunto de los trabajadores a soportar peores salarios y condiciones
laborales aún más precarias, lo cual facilitaría el
arribo posterior de una lluvia de dólares en inversiones
no por mítica menos repetidamente anunciada. Desde ese primer momento
se han sucedido crecientes expresiones de resistencia y malestar, que llevaron
a instalar en la agenda pública, como reclamo de mínima, la
necesidad de frenar los despidos.
A pesar de la cortina mediática cada vez más cerrada, esta
demanda terminó por imponerse por su propio peso. Un punto de inflexión
fue la convocatoria unificada de todas las centrales obreras -aunque Barrionuevo
jugó a las escondidas a último momento- el pasado 29 de
abril.
De esa movilización surgió el impulso que terminó
concretándose en la madrugada de hoy en la forma de una muy limitada
Ley de Emergencia Ocupacional, no retroactiva, que fija la doble indemnización
por 180 días, y la cual está a punto de ser vetada, total
o parcialmente, por Mauricio Macri, con argumentos que difícilmente
podrían persuadir a pibes de salita de 3.
Hasta hace un puñado de días, el gobierno nacional negaba
los despidos masivos, incluso los que implementó en forma directa.
Por ejemplo, a fines de abril el sonriente Ministro de Trabajo, Jorge
Triaca (h), anunció un sorprendente incremento del empleo del 0,5%
en febrero. La consistencia de sus indicadores laborales fue puesta en
cuestión por su mismo gobierno diez días después,
cuando convocó -lobby mediante- a un conjunto de empresarios a
lanzar un Acuerdo de Estabilidad Laboral en la Casa Rosada
y con Macri a la cabeza. Como el compromiso no incluía ningún
tipo de sanciones ante su incumplimiento, menos de 48 horas después
las patronales de Techint, Massalín y el Banco Hipotecario demostraban
con nuevas cesantías y conflictos cuánto vale su palabra.
¿Cuál es la dimensión real de lo que está
sufriendo la clase? Esta misma semana, un relevamiento del Centro de Economía
Política Argentina (CEPA) señaló que en el último
mes se incrementó en 14 mil el número de despedidos, un
9,36 por ciento, lo cual eleva a 154.786 personas las que se quedaron
sin trabajo desde diciembre. De acuerdo a este informe, la construcción
y la industria tomaron ahora la delantera, después de los despidos
masivos en todos los niveles del Estado impulsados por Macri desde diciembre.
Otros sectores manejan cifras aún peores. Oscar Romero, jefe del
bloque Justicialista y miembro
del secretariado nacional de SMATA, aseguró que de acuerdo a estudios
de su equipo técnico, en 4 meses hubo casi 268.000 despidos, desglosados
de la siguiente manera: 197.208 despidos en el sector público y 70.349
en el sector privado.
Más allá de los índices reconstruidos, ante los
datos ausentes, ocultados y manipulados con cinismo desde el Estado, el
dato más importante nuestra clase lo conoce bien: cada despido
es una tragedia personal y familiar.
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