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Hotel Bauen: proximamenente atendido por sus dueños (los trabajadores)
Por sebastian hacher ((i)) - Thursday, Jul. 17, 2003 at 3:09 AM
sebastian@riseup.net

Otra experiencia de recuperación de fuentes de trabajo

Hotel Bauen: proxima...
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Bauen hotel: proximamente atendido por sus dueños.
(los trabajadores)


Siguiendo con la línea de plantear algunos elementos para entender y analizar los diferentes procesos de recuperación de fuentes de trabajo, está vez describimos el proceso del ex-hotel cinco estrellas Bauen, cuyos trabajadores están en el edificio esperando la autorización para comenzar a trabajar. Al no pertenecer al ámbito industrial, este proceso tiene muchas particularidades propias de la actividad hotelera y sus trabajadores. Esa característica, lejos de poner a este caso por fuera del movimiento de fábricas recuperadas, entendidas como un proceso social complejo y diverso, demuestra hasta que punto puede llegar la complejidad de este fenómeno que a pesar del "bajo raiting" que tienen los conflictos sociales en los medios de comunicación, se mantiene mas vigente que nunca. Así que presentamos estas líneas como aporte al conocimiento de estos procesos, sabiendo siempre que son incompletas y deben estar en constante elaboración. En este caso en particular tenemos una ventaja; estas líneas pueden ser completadas y precisadas con el testimonio que quiera escribir algunos trabajadores del hotel que suelen visitar estas páginas.

Textos: Sebastian Hacher ((i))
Fotos: Fernando ((i))


"no ves que va la luna rodando por callao..."

La Av. Callao empieza a pocos metros de donde aburridos policias vallan el Congreso para cuidarlo y cuidarse a si mismos de los fantasmas de la rebelión popular. Caminando hacia el lado de Av. Corrientes, el pasado mítico de poetas, tangueros, locos, enamorados y conspiradores no se deja adivinar en las caras de oficinistas apurados, estudiantes absortos, cadetes con walkman y turistas de paso que transitan sus baldosas sin ningún respeto ni emoción. La mística de Callao y Corrientes duerme en la sartén de un vendedor de maní.

Y sin embargo casi llegando a Corrientes suena un piano; una melodía que desde la calle apenas se escucha como un murmullo perdido entre los poco sinfónicos rugidos de colectivos y taxis. Pero adentro, atrás del tapiado que esconde la entrada, cada tecla multiplica su sonido contra las paredes de un amplio salón vacío y melancólico de murmullos, donde cada nota parece perdurar para siempre. Es el Bauen Hotel, cerrado desde el 2001, y donde hoy 40 trabajadores resisten esperando que recuperar su fuente de trabajo se haga realidad.

Fundado en 1977, el Bauen fue considerado uno de los hoteles cinco estrellas mas lujosos de Buenos Aires. Tenía 220 habitaciones, pent house, varios salones para eventos, piscina, teatro, restaurant, piano bar y un renombre internacional que todavía se deja oír en los catálogos de las agencias de viaje.

Pasar por la puerta era encontrarse con un mundo ajeno, casi prohibido para la mayoría de los mortales; mujeres de vestidos largos, hombres de saco y camisa almidonada, perfumes caros y shampang importado. Casamientos de alta sociedad, empresarios venidos desde lejos, artistas, políticos, turistas; el Bauen era parte de la Buenos Aires que brillaba con esa soberbia que tienen los zapatos de charol recién lustrados.

Pero un día la estrella se apagó, y mostró que el rey de 20 pisos estaba desnudo. Fue el 28 de Diciembre del 2001, un día que nadie recuerda ni recordará por eso, sino por la caída del tercer presidente en menos de diez días.

En el hotel quedaba solamente una turista norteamericana que demoraba en irse. El último empleado la había ido a buscar siete veces, pero ella insistía en no bajar, alargando la letanía. A las cuatro de la tarde, cuando por fin firmó la salida, tocaron los clarines de la muerte del hotel; las luces se apagaron por última vez, el piano lloró en silencio y la poca gente que quedaba salió por la puerta de atrás con la seguridad de no volver.

Esa misma noche la ciudad ardió; el por entonces presidente de la nación Rodriguez Saa renunciaba en medio de una nueva rebelión popular y la Casa Rosada era asediada por miles de manifestantes autoconvocados que resistían el embate policial antes de dirigir su furia hacia el Congreso.

Cuando el avance de la infantería empujó a cientos de personas por Callao hasta Corrientes, ninguno tuvo tiempo de notar que frente al Bauen decenas de fletes desfilaban para llevarse lo que ahora eran los restos del hotel.



-Pasado

"Nos hacían renunciar todos los años, y nos volvían a tomar con otra empresa, para que perdamos la antigüedad. Y si te negabas, quedabas afuera. Cambiaban de empresa todo el tiempo, y yo la verdad no sé si esta silla es de un testaferro y la mesa de otro".

Asi lo recuerdan ahora los ex-empleados, reunidos en lo que antes fue una sala para gerentes. El edificio se construyó con un préstamo del Banade, del que sólo se pagaron algunas cuotas. En 1997 Bauen S.A. le vendió el hotel a la empresa chilena Solaris, que luego de despedir a un centenar de trabajadores y no pagar a ningún proveedor, pidió la quiebra en diciembre del 2001. Como la propiedad del edifico estaba en discusión, el juez lo sacó de la quiebra, y hay un juicio en el Banade que desde hace siete años duerme en corte suprema de justicia.

"Cuando lo cerraron sentí una tristeza enorme", cuenta Gustavo, que se presenta como presidente de la cooperativa. "Yo soñaba una vez por semana que volvía acá. Sufrí mucho cuando me fui. Yo lo quiero mucho a este lugar. Y cuando volví lo primero que hice fue pararme en el último lugar donde estuve antes de irme, como diciendo para mi no pasó nada. Yo no puedo creer que estamos acá adentro otra vez".

Y nadie lo hubiera creído hace un año atrás. Frente al cierre no hubo ningún atisbo de lucha. "Nos juntábamos para ver si cobrabamos, pero no pasaba de eso. El sindicato nunca hizo nada, si alguien se iba a quejar siempre o te suspendían o te buscaban la vuelta para hecharte".

La tristeza es algo que comparten todo. "Teníamos algo especial, eramos como una familia". Y las paredes, las habitaciones todavía intactas, los pisos lustrados y las mesas de mantel de paño todavía guardan los recuerdos de una vida hermosa. "Aca bauticé a mi hijo" me cuenta un trabajador cuando pasamos por uno de los salones. Y los demás hablan por si mismos, parecen decirme "Aca conocí a mi novia, aquí estaba con mi amigo, acá viví tal o cuál historia".


Cuando el paso por el Bauen era ya un recuerdo, una "buena marca" en el curriculum de 150 trabajadores, Gustavo se encontró con un amigo que le presentó a gente del MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), con quienes comenzaron a reunirse para ver que podían hacer.

El 23 de Marzo, ya organizados y luego de que les fuera negada la explotación del inmueble, los 40 miembros de la flamante cooperativa decidieron tomar posesión del edificio y pedir la guarda judicial. La tenencia del inmueble les fue otorgada por 60 días y que hoy se extiende de palabra..

Gabriel lo recuerda así: "Esto estaba lleno de tierra, de puertas, de maderas tiradas. La tercer noche miramos y faltaban luces, y estábamos ahí y nos agarró la locura de empezar a limpiar todo. Empezamos y estuvimos hasta las 5 de la mañana, para dejarlo como el último día que nos fuimos de acá."


-Presente

Para los trabajadores del Bauen el presente es el punto justo entre los recuerdos de un pasado que todos aman y los sueños de un futuro que planifican día a día. El presente es angustia de saber que pueden, que quieren, y de que sin embargo tienen que seguir esperando para empezar a trabajar.

"Los políticos tienen otros tiempos" nos explica un trabajador de mantenimiento. "Para ellos dos semanas no es nada, y a nosotros nos cuesta sangre. Cada segundo es un mucho". Y entonces el presente también es lucha, es golpear puertas, presentar proyectos, andar de un lado a otro esperando que a alguien, por fin, los habilite para empezar a trabajar.

La solidaridad, dicen, es enorme. "Desde el primer día llegaron las asambleas, los vecinos del barrio que nos ofrecían comida, hasta que nos vayamos a bañar a la casa de ellos si no teníamos agua". Ahora "sobrevivimos comiendo arroz y fideos, y los que pueden haciendo changas por ahí". También algunas asambleas ayudan aportando bolsas de comida.

Los trabajadores presentaron un proyecto de expropiación que duerme, como muchos otros, en los despachos de la legislatura porteña. En su búsqueda, golpearon puertas en el gobierno nacional, en la cámara de diputados y hasta evalúan -sin muchas expectativas- una oferta de la vieja patronal, que propone entregarles el hotel en alquiler, siempre y cuando le hagan una quita de parte de los 4 millones que debe al estado.

"Los domingos -cuenta Gabriel- cuando todos están durmiendo, me agarran ganas de agarrar un martillo, sacar las maderas y abrir para empezar a trabajar, porque tenemos todo, tenemos ropa de cama, televisores, las habitaciones, los proveedores.... Tenemos todo, es solo una desición política lo que falta acá... Podemos, pero no es lo que se debe. Si legalmente venimos bien, queremos seguir llevándolo así".

Y sin bien todos coinciden en las ganas y las urgencias, también lo hacen en las razones para esperar la habilitación legal. Gustavo lo explica así. "Nuestra actividad es distinta a la de las fábricas. En un hotel necesitas un montón de habilitaciones y de seguros, para los ascensores, los incendios, todo. El edificio no está en malas condiciones, pero si un pasajero se lastima con una astilla o se cae y se quiebra una pierna y no tenés los seguros, vas preso".


-Futuro

Mientras conversamos me da la sensación de que si alguien viniera a darles en ese momento la habilitación para trabajar, se abrazarían llorando y al instante saldrían corriendo a cumplir cada uno con su tarea.

Las posibilidades son miles y se confirman al recorrer parte del hotel, que todavía mantiene, a pesar del año y medio de estar cerrado, parte del lujo de antaño. "Pensamos arrancar con 140 habitaciones y algunos salones al principio", nos cuentan. "Nosotros estamos capacitados para hacer todo, no es que en cada puesto va a estar alguien que tiene que aprender. Somos gente que tiene muchos años en el oficio".

Para mantenerse en forma y no perder tiempo, cada uno trabaja preparando el ansiado minuto cero. El que está en compras, habla con proveedores, mira precios y hace acuerdos a futuro. El que trabaja en ventas, estudia el mercado, se comunica con compañeros que están en otros hoteles y sigue los flujos de turistas. El que está en mantenimiento hace magia para que todo esté en orden y funcionando con lo poco que se tiene, y el que limpia hace que todo brille como en las mejores épocas. Y así todos y cada uno de ellos, esperando salir al ruedo, a competir "como el mejor de los hoteles de tres etrellas".

Y también piensan en "devolver toda la solidaridad que recibimos". Y planifican; un comedor en el hotel, el no tercerizar los servicios para que "no venga alguien de afuera a explotar gente como nos hacían a nosotros", poner una escuela de cocina con pasantías pagas (a diferencia de la mayoría de las escuelas del rubro que hay en el país) y hasta abrir una fundación cuando les vaya bien.

En cuanto a la organización del trabajo, también piensan implementar cambios. "Muchos van a hacer de todo, pero lo que es bueno es que en un momento dado, el que esta limpiando va a tener que dejar la escoba e ir a una asamblea donde va a tener que tomar decisiones. Si bien somos todos nuevos en toma de decisiones, hemos llegado a comprender de lleno como tiene que ser el funcionamiento de una cooperativa. Todos hemos trabajado bajo patrón en algun momento, pero estamos concientes de que en esta autogestión tenemos que tomar decisiones nosotros".

La incorporación de nuevos trabajadores, un tema que por ahora es música del futuro, se plantea no como la toma de nuevos empleados sino de nuevos miembros de la cooperativa. Saben también que indirectamente van a generar muchas fuentes de trabajo, que van a tratar de tener como proveedores a otras empresas recuperadas. Y dicen que todo eso lo saben porque no se trata de convertirse en "nuevos empresarios", sino de demostrar que los trabajadores lo pueden hacer.

"Este es un sueño que vamos a hacer realidad", nos dice uno de ellos. Y nos quedamos con esa frase, que le devuelve un poco de la magia perdida a la Av. Callao, casi Corrientes.

Buenos Aires, 17 de Julio del 2003

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