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Benetton en La Patagonia: peligro de nuevos y masivos desalojos
Por sebastian hacher ((i)) - Tuesday, Nov. 18, 2003 at 1:36 PM
sebastian@riseup.net

Una nueva amenaza de desalojo: el estado y Benetton quieren una hectarea más.

Benetton en La Patag...
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En la Patagonia argentina, Benetton y el estado provincial de Chubut preparan un nuevo desalojo; esta vez son 8 familias formadas mayoritariamente por mujeres, niños y ancianos. El objetivo sumar una hectarea más a las 900.000 que ya posee el grupo italiano en La Patagonia, y montar allí un emprendimiento turístico aprovechando el trazado del tren.

Tanto el estado como la empresa, consideran impresindible para llevar adelante su proyecto borrar del lugar a más de 50 personas humildes y desmantelar la Escuela Nro. 90 que educa y alimenta a 18 de esos chicos, algunos de ellos con problemas de desnutrición.

Ofreciendo sólo inciertas promesas de futuras casas en diferentes pueblos y sin siquiera pensar en integrar a las familias al proyecto de desarrollo, apuran la expulsión de los pobladores para "recuperar" el contol total de la zona.

Aqui presentamos la historia de un nuevo desalojo que todavía se puede evitar.



-El tren de la patagonia.

La Trochita, uno de los mas famosos trenes de La Patagonía, fue terminado en 1945. Durante décadas fue el transporte principal para las mercaderias y animales de la Argentine Southern Land Company, un conglomerado de estancias inglesas donadas por el estado argentino luego del genocidio étnico conocido como "La Campaña al Desierto".

La mayoría del trazado del tren y las estaciones recorrían las propiedades inglesas y cientos de poblados, moviendo "hasta 6 trenes grandes por día. La compañía cargaba la lana, hasta la hacienda, yeguarizo, las vacas, estaban de punta a punta las vias cubiertas por el trencito" según cuenta Roberto Yañez, un ferroviario jubilado que vió nacer y morir al tren.

Con la llegada del asfalto y los camiones en la década del 70 el transporte en tren comenzó a declinar en la Argentina. En los 90, durante la era menemista, la política privatizadora llegó también al transporte público y La Trochita, orgullo de antaño, terminó que caer en desgracia. Ramal que para, ramal que cierra, dijó Menem, quebrando la resistencia de los ferroviarios contra las privatizaciones y dejando a miles de ellos sin trabajo.

Esa misma política de apertura económica menemista permitió al grupo Benetton comprar a bajo precio la Argentine Southern Land Company (en adelante "La Compañía), haciéndose dueño del 9% de las mejores tierras de la región patagónica.

Hoy, más de 10 años después, el nuevo proyecto turístico auspiciado por el gobierno de la provincia de Chubut consiste en reflotar el tren patagónico montando un paseo guiado por la región y, por más que los funcionarios provinciales involucrados niegan toda relación con los italianos, una de las ofertas centrales del paseo será la visita a las propiedades de Benetton. La proganda oficial del tren lo presenta como "Un verdadero Viaje a los Orígenes que sale desde la Estación Cabecera El Maitén hacia Leleque, donde además visitará el Museo Leleleque y podrá degustar de un asado patagónico en la estancia de la firma Benetton".

El museo es también propiedad de los Benetton, y en el servicio ofrecido por el tren y llamado "SCHE" (servicio charteres especiales) el pasajero abonaría todo junto; boleto de tren, entrada al museo y comida campestre en las instalaciones del italiano, dejando claro hasta donde llega la integración entre estado y empresarios.

Claro que para llevar adelante el proyecto tienen una pequeña dificultad, un "trámite" como lo llama Miguel Mateo, coordinador general del tren; son los casi 50 niños que con sus madres viven en la estación de trenes de Leleque, y la escuela a la que concurren ellos e incluso los hijos de los peones de Benetton.


-La estación


En todas las estaciones de La Trochita, además del andén y el tanque de agua hay casas construidas con los mismos durmientes de quebracho que las vías, donde anteriormente vivian los empleados ferroviarios con sus familias. Con el cierre del tren, allí sólo quedaron unos pocos empleados, la mayoría jubilados y de a poco, trabajadores rurales que no tenían donde vivir y se instalaron allí con autorización de las autoridades ferroviarias.

En muchos casos, la mudanza se realizaba para poder enviar a los chicos a la escuela sin que tengan que recorrer todos los días largos trechos a caballo o caminando.

Durante toda la segunda mitad del siglo XX, la estación Leleque soñó con ser un pueblo, con correo, policía y ruta propia. Don Yañez, con 74 años y más de 40 en el lugar, cuenta que "Esto era hermoso, no había problemas, no había robos. Los Serquís tenían boliche ahí donde esta el museo, y se llenaba de gente cuando estaba la esquila. Era una maravilla, entraba por los cuadros, traficaba por la ruta que estaba por ahí, había bastante gente, con familias grandes y por eso se hizo la escuelita aca. Uno andaba como dueño, andaba por los campos, cazaba un bicho, buscaba huevos de avestruz. Una vez dijieron que iban a hacer una aldea, llegamos a medir los terrenos, pero al final lo pararon".

Con el cierre del tren y la llegada de los nuevos dueños a la zona, todo cambió, y todos lo viejos pobladores coinciden en que para peor. Laura, empleada de La Compañía desde hace 40 años, conocedora de los origenes y los devenires de la zona, nos explica que "Benetton cuando recién entró hizo un despido de gente impresionante. Si antes había 250 personas trabajando, ahora no alcanzan a 100 en toda la zona que depende de Leleque".

Junto con ello, también acapararon nuevas tierras; Laura explica que "El paso al Rio Chubut, que es un camino vecinal no tendría que estar cerrado. Tienen tres tranqueras con llave, y para entrar tenes que pedirle permiso a ellos, y pescar no podés por mas que tengas permiso, porque no te dejan. Al fondo viven familias, pero no pueden salir por ahí, tienen que hacer 90 km de más. "

La vieja estación Leleque también sufrió las transformaciones. Don Yañez se lamenta de que "Ahora estamos encerrados y podemos salir nada mas para arriba", porque desde hace años las viejas rutas comunitarias fueron incorporaradas a los campos de Benetton. Leleque quedó como una isla de una hectarea en medio de un mar de alambrado, y ni siquiera se puede transitar por las viejas rutas provinciales.

Los problemas con los pobladores por este motivo son frecuentes. Don Yañez protagonizó algunos de ellos, recorriendo esos viejos callejones, "una vez me atajó el administrador para pelearme. Me dijo que por qué le andaba recorriendo el campo. Yo le dije "señor, yo no le ando recorriendo ningún campo, yo trafico hace 40 años por acá". No le pegué ni el me pegó, yo igual me cubrí, no tenía nada mas que el rebenque, y él andaba con guardaespaldas".

Hace 3 años el hostigamiento de los administradores de La Estancia, al mando un gerente sintomáticamente llamado Ronald Mac Donnals, se transformó en proyecto concreto. La intención de La Compañía era desocupar las casas, desarmar la estación y trasladar todo a la parte de atrás del museo, para armar el paseo completo. Y si bien el plan no prosperó por un recurso de amparo que declaró a la estación patrimonio provincial, la idea quedó flotando en el aire, y la amenaza de desalojo comenzó a alterar la vida de los pobladores del lugar.

Y el estado, para no variar, se convirtió en el encargado de hacer el "trabajo sucio" de sacar a los pobladores del lugar.


-Los desalojados de siempre.


Una rápida recorrida por apellidos de las familias amenazadas basta para tener una idea de la situación; Nahuelquir, Curiñanco, Antieco, Quilaqueo; todos nombres originarios del pueblo Mapuche, campesinos arrebatados de sus tierras y obligados a trabajar por salarios magros para que los usurpadores se sigan enriqueciendo.

La situación social en el paraje es crítica. Las casas no tienen agua potable, y para conseguirla hay que saltar un alambrado de Benetton e ir con baldes o bidones hasta un arroyo que en invierno se convierte en un rio de barro. No hay gas, y la casa y la recolección de huevos de avestruz está registringida por el capricho de La Compañía. Tampoco hay un puesto sanitario, según los pobladores porque la estancia se opuso. Varios señalan que "el agente sanitario mismo dijo que había hablado con MacDonnals pero el le dijo que no". El médico, entonces, va una vez por mes, cuando "ya todo el mundo está curado. El mes pasado todos lo chicos estaban con tos, y cuando llegó ya estaban todos bien".

A pesar de la desatención, o quizás como parte de ella, todas las mujeres del lugar recibieron gratuitamente y tienen colocado el DIU, el Dispositivo Intra Uterino que impide que puedan quedar embarazadas nuevamente.

Silvana Vazquez es la Directora y una de las dos maestras de la escuela Nro. 90 de Leleque. Los alumnos, divididos en dos pequeñas aulas, reciben todos los días una comida caliente y educación hasta completar el 9 año del EGB. Ella narra con angustia las peripecias que estan viviendo alumnos y personal de la escuela. "Hace dos o tres años que no podemos llevar a cabo proyectos que tenemos. Queremos hacer una huerta orgánica, plantar árboles, pero estamos todo el tiempo con la fecha para irnos. Es una situación estresante, a pesar del lugar que es tranquilo, porque no sabemos que nos va a pasar el año que viene".

"Comenzaron a venir -continua- a presionar a las familias directamente, a las madres que estan viviendo con sus hijos en las casas, iban casa por casa, pero por la escuela no vinieron nunca. Iban dando en cada una de las viviendas una noticia diferente, nunca nada estaba claro, pero el ente que apareció presionando fuertemente fue la gente del ferrocarril."

Una de las principales promesas que recibieron los pobladores de parte del estado fue la de entregarles casas y terrenos en Esquel o El Maitén, a bajo costo o subsidiadas por créditos del estado. A Patricia, con 6 hijos, le dijieron que "nos iban a hacer una casa de bajo costo en Esquel. Que teniamos que conseguir el terreno y ellos se hacian cargo de los materiales". A Norma y a sus 9 hijos, les ofrecieron un trato diferente. Cuenta que le preguntaron "si tenemos algún lugar a donde irnos, o si podíamos buscar algún lugar donde irnos, porque quieren arreglar para que venga gente de turismo a trabajar aca". A Doña Candelaria, pensionada ferroviaria de 87 años, le prometieron primero una casa en Esquel, que rechazó porque ir al pueblo para ella es como "estar detenida", y entonces comenzaron a decirle que tratarían de que se quede a vivir allí. Pero a su vecino, Don Yañez, le dijieron que "va a ser dificil que la viejita de aca al lado se pueda quedar".

Y así con todas y cada una de las familias.

Las variadas promesas nunca se cumplieron, pero la amenaza del desalojo se volvió cada día mas concreta. "Queremos hacer el traslado antes del verano", explica impavido el funcionario del ferrocarril, como si se tratara de un simple movimiento de cosas.

A finales de Agosto, para aumentar la presión, una circular del tren reglamentaba una vieja aspiración de los administradores de La Compañía; la prohibición de tener animales, desde ganado hasta perros y gallinas, una de las pocas formas de subsistencia que tienen los habitantes del lugar.

Las presiones continuaron con intentos de cambiar a los chicos de escuela, proponiendo incluso derivarlos a internados de la zona. Patricia cuenta que "Cuando vino Don Mateo me dijo si yo había pedido el pase de los chicos. El se quería llevar los documentos de los chicos y sacarlos de la escuela, pero yo no se los dí". El mismo funcionario también redactó pedidos de terrenos a nombre de la familia de ella y su familia en El Maiten y Esquel, para acelerar los trámites. Cuando le preguntamos por la situación de Patricia y sus hijos, Miguel Mateo justificó sus intervenciones diciendo que "yo le hice la nota a la señora como favor, porque pidió el terreno pero no la hizo. Le dije que la lea y se quede con una copia".

Pero para Patricia las cosas son diferentes. Nos explica que el funcionario "ha querido que le firmemos planillas, pero no le he firmado ninguna, porque no se leer".


-El viejo oficio de resistir.

De a poco, y con la amenaza del desalojo cada vez mas cerca, los pobladores han comenzado a organizarse. Patricia nos cuenta que cuando llegaba el delegado del tren "recorría una casa y después otra, y no sabíamos que les decía a los demás, nunca nos reuniamos nosotros, y ahora si, ahora hay mas unión y charlamos entre todos".

Uno de los ejemplos que tomaron los pobladores es el de la estación Nahuelpan del mismo trazado ferroviario, adonde están llegando unos 12.000 turistas al año. A diferencia de la estación Leleque, la de Nahuelpan está en el interior de una comunidad Mapuche, y las casas de la estación, donde viven varios pobladores de la zona, fueron arregladas por la municipalidad.

Como allí no esta Benetton, los pobres parecen no molestar, y varios de ellos venden tortas fritas, organizan cabalgatas u ofrecen artesanias Mapuche a los visitantes. Prane, uno de los Tehuelche que vive en Nahuelpan, nos cuenta que cada vez que pasa el tren, gana entre 40 y 80 pesos, y que la mayoría de las veces, la demanda termina superando a la oferta de panes y tortas que cocina en su hogar.

¿Por qué si en Nahuelpan se pueden quedar y trabajar, en Leleque los habitantes de la estación tienen que irse?. Aunque la respuesta parezca obvia, para los funcionarios del tren es un enigma dificil de resolver. O de disimular. Para Miguel Mateo, "si el tren comienza a funcionar como antes, tenemos que recuperar con mas razon las casas para el ferrocarril" y se queja de su suerte diciendo que "como es gente de escasos recursos, quizás he hecho mal en informarles todo".

Patricia ve las cosas de otra forma. Siente "que a nosotros no nos hacen valer. A lo mejor nos ven que no tenemos capacidad". Pero todas ellas, desde la más joven hasta Doña Candelaria, son expertas -como cualquier mujer Mapuche- en hilar y tejer a mano o con telar, además de -damos fe- se excelentes cocineras, y actividades que se pueden aprovechar para ofrecer a los futuros turistas.

Los chicos de Leleque también tienen mucho para decir. La maestra cuenta que "Llegó a la escuela un proyecto del Ministerio de Educación con el Correo Argentino, donde los chicos escribian cartas con sobres ya pagos por el correo. Hicimos un trabajo de todos los alumnos del tercer ciclo, y ellos escribieron cartas de lectores a todos los diarios del país. Ellos plantean la situación de angustia que están viviendo, que quieren quedarse, que no quieren que se cierre la escuela".

Incluso los mismos empleados de Benetton están descontentos con la situación. Laura nos confirma que "no es solamente el ferrocarril el que quiere sacar a la gente, sino que también pinchan de aca, porque no quieren tener gente ajena a la compañía aca adentro. Es mal vivir nada más, en otras estancias de ellos hicieron lo mismo".


-El viejo oficio de desalojar.

Los atardeceres en Leleque, entre los cerros y el horizonte alambrado por Benetton son un espectáculo imponenente. El viento hace volar de los arboles unas pelusas que parecen pequeños copos de algodón, y mientras todo se va tiñiendo de dorado, se escuchan las risas de los chicos que juegan al futbol dentro de los límites de la estación.

Es un espectaculo patagónico, hinóspito pero con la belleza que sólo puede tener la naturaleza.

Y es un vida tan tranquila que la llegada de una visita o cualquier hecho fuera de lo común se convierte en noticia por semana, y incorpora al largo rosario de anécdotas y vivencias que, compartiendo un mate amargo, nos regalan los pobladores del lugar.

Por la noche, el silencio solo se interrumpe con el crujir de la leña en las estufas, y el ladrido de algunos perros que a lo lejos defienden las obejas de algún zorro en busca de alimento.

Pienso que tan sólo por el hecho de no desmantelar ese lugar, de no borrar la sonrisa de un puñado de chicos, Benetton no tiene derecho a aduñarse de un centímetro más.

Pero no se trata solo de eso, sino de una seguidilla de desalojos e injusticias que viene sucediendo desde hace mas de 100 años, y que la llegada de los nuevos reyes de La Patagonia no hizo mas que reavivar.

La compra de una provincia entera, el desalojo de los Curiñanco hace un año, de la estación Mayoco antes, el cierre y desvio de rios y caminos comunitarios, el alambrado de tierras fiscales y reservas indígenas, son los antecedentes de este caso de peligro de desalojo, quizás el más grande y más auspiciado por el estado en los últimos años.

¿Permitiremos que se queden con un pedazo más de país?.

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