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Detras de nosotr@s estamos ustedes
Por matias y federico -
Wednesday, Apr. 26, 2006 at 8:14 PM
ahora que se viene el Encuentro en Rosario por la "Sexta declaración" enviamos una nota escrita hace un tiempo sobre lxs zapatistas y nosotrxs mismos. salu
Detrás de nosotr@s, estamos ustedes[1] -Un postergado debate sobre las resonancias del zapatismo- Hace poco más de 11 años, irrumpió
el zapatismo. Era 1994 y “acá no pasaba nada”. Las privatizaciones, la
desocupación y la precariedad laboral se instalaban para quedarse, mientras un
sector de la población jugaba con las pompas de jabón del uno a uno y el resto
se ajustaba los cinturones a la espera del “salariazo” (versión menemista de la
“teoría del derrame”). Con una izquierda algo desorientada tras la caída del
muro y la derrota de los ‘70, el zapatismo cae como regalo por la chimenea
anunciando -como cierta canción de Fito- que no todo está perdido, que en
México hay unos indígenas encapuchados que nos vienen a ofrecer su corazón. Y
entonces tod@s nos hacemos zapatistas, del MST a Fidel Nadal, de Javier
Calamaro –con su disco de solidaridad con Chiapas- a Hebe de Bonafini. Hasta el
último boy scout cayó bajo el sortilegio de los comunicados rebeldes del EZLN,
escritos por la misteriosa pluma de
Marcos, el Sub. Pero desde los acontecimientos
del 19/20 de Diciembre de 2001, esos ecos cibernéticos, con sabor a pipa rancia,
ya no parecen ser tan bienvenidos por estas pampas. ¡Claro! Acá echamos a un
gobierno electo, constitucional, que “desoyó” los reclamos sociales, no como “esos
chiapanecos tibios que no quieren tomar el poder” y “le hacen el juego al
presidente Fox”. Aunque es posible que esta tendencia de repudio (encarnada por
un mayoritario sector de la izquierda partidaria e “independiente”) comience a
revertirse a raíz de El problema que vemos es que para
una izquierda -a menudo- mecanicista y soberbia, la revolución amanece en la
otra esquina y por eso no tiene sentido el proyecto zapatista, consistente en la
construcción de un poder de base que prefigure la sociedad que anhelamos. Pareciera
que de lo que se trata es de cambiar el mundo desde el sillón de Rivadavia:
primero el cambio político (“EL gobierno” de los trabajadores y el pueblo,
mediados por el partido o el frente) y sólo después el cambio social, porque de
lo contrario se cae en el reformismo (y en el espontaneismo). De todas formas queremos creer
que hay otra izquierda y otras gentes que siguen con un ojo puesto en Caracoles del mundo uníos (las bolsas de resistencia) Desde su aparición pública -insurgencia-
el primero de enero de 1994[2], una de las preocupaciones
centrales de los zapatistas es la de impulsar y coordinar las luchas de la
sociedad civil global, sin descuidar nunca el desarrollo de las organizaciones
a nivel local, ya que lo local y lo global son parte de una misma lucha, que
cuanto más se despliega y se entrelaza, multiplica su potencia. Esta política
se sintetizó en Su lucha es “Por la humanidad, contra
el neoliberalismo”, pero no desde una perspectiva “reformista” de cambiar el
modelo manteniendo el sistema, sino considerando al neoliberalismo como la máscara
actual del capitalismo, máscara sin ojos, que nos impide ver a es@s otr@s que
resisten. Porque ver implica sentir, y sentir nos obliga a actuar. En palabras
de Marcos: Al tratar de imponer su modelo
económico, político, social y cultural, el neoliberalismo pretende subyugar a
millones de seres, y deshacerse de todos aquellos que no tienen lugar en su
nuevo reparto del mundo. Pero resulta que estos "prescindibles" se
rebelan y resisten contra el poder que quiere eliminarlos (…) Sabiéndose
iguales y diferentes, los excluidos de la "modernidad" empiezan a
tejer las resistencias en contra del proceso de destrucción/despoblamiento y
reconstrucción/reordenamiento que lleva adelante, como guerra mundial, el
neoliberalismo.[3] (…) Nombremos cualquier rincón del
planeta y seamos perseguidos junto a homosexuales, lesbianas y transexuales;
resistamos con las mujeres al impuesto destino de decoración idiota; resistamos
con los jóvenes a la máquina trituradora de inconformismos y rebeldías;
resistamos con obreros y campesinos a la sangría que, en la alquimia
neoliberal, convierte muerte en dólares; caminemos el paso de los indígenas de
América Latina y con sus pies hagamos el mundo redondo para que ruede.[4] De todas formas (además de
fomentar las redes de resistencia), tal vez el mayor triunfo de la política
zapatista sea aquella con nombre de bichito: hoy por Chiapas caminan los
caracoles, municipios autónomos, ejercitando la democracia directa y la economía
comunitaria: “La organización es
la siguiente: en el sudeste mexicano existen 32 municipios autónomos, bajo
control zapatista, que a su vez se agrupan en cinco caracoles. Cada caracol
reúne a los delegados de los consejos autónomos de su área, que integran así Los caracoles son a la vez
nómades y sedentarios. Nómades pues con su gelatinoso cuerpo van dejando babas
por las redes del mundo, afirmando que el autogobierno es posible. Sedentarios
porque a ese autogobierno lo están construyendo ya, en el territorio,
fortaleciendo los caparazones contra las lluvias y los vientos de la desidia.
Los caracoles chiapanecos, pero también los asentamientos de los sin tierra,
las comunidades del MOCASE y los mapuches, las fábricas recuperadas que se
niegan a engrosar la normalidad del mercado capitalista, los centros culturales
y sociales de todo el mundo, la organización en las villas, las asambleas
barriales, son prueba de este doble movimiento, de afirmación y expansión, de
poder local y “contagio” global. Pero el zapatismo es sólo una
de las sillas que arman la ronda de la rebeldía. No intenta instituirse en modelo revolucionario para
ser importado y copiado, como bien dicen: “aquí estamos y un
espejo somos. No la realidad, sino apenas su reflejo. No la luz, sino apenas un
destello. No el camino, sino apenas unos pasos. No la guía, sino apenas uno de
tantos rumbos, que a al mañana conducen...”[6] Hoy los zapatistas acaban de
dar otro salto adelante: Como los municipios autónomos ya están bastante
avanzados en su organización, el EZLN lanzó Resonancias del fuego y la palabra La insurgencia de 1994 es la primera rebelión
post-muro en cobrar resonancia mundial y ayuda a derribar el discurso, expandido por las perspectivas postmodernas y
neoliberales, de la caída de los grandes relatos, el fin de la historia, la
imposibilidad de la resistencia y la construcción social y el cambio por fuera
de la lógica mercantil y de la forma representativa de la democracia formal
liberal. Pero también es la primera en articular con tanto ímpetu al fuego y la
palabra. El lenguaje y la práctica
izquierdista se encuentran bastante secos y alienados y, como decía Guy Debord,
“no es posible combatir la alienación bajo prácticas [y palabras] alienadas.”[7] Contrariamente, el
zapatismo airea los conceptos, renueva las consignas: “mandar obedeciendo”,
“para todos todo”, “detrás de nosotros estamos ustedes”, “somos la dignidad
rebelde”, “un mundo donde entren muchos mundos”. Pero esto sólo es posible
porque hay en ellos una búsqueda, un principio contagioso, útil, seductor y deseante:
trasformar la realidad y crear nuevas prácticas. Compañer@s muy cercanos a
quienes escribimos estas líneas nos han dicho en reiterados debates sobre
zapatismo: “¡Qué vivos, dicen que no quieren tomar el poder ni hacer la
revolución pero están en la selva, encapuchados y armados hasta los dientes!”. Es
que las armas en manos de zapatistas no simbolizan lo mismo que en manos de
Montoneros, el ERP, las FARC o De todas maneras sería
totalmente erróneo y malintencionado afirmar que las organizaciones recién
mencionadas no apostaban a construir nuevas relaciones sociales. Sin ir más
lejos, la mayoría de los militantes del PRT-ERP y Montoneros, se desvivían por
el hombre nuevo, llegando a vivir en la clandestinidad, con la pastilla de
cianuro bajo la lengua, lo que prueba su entrega total al proyecto de cambio
social. Tampoco podemos olvidar que cualquier proyecto de cambio social,
cualquier organización está enmarcada en procesos cambiantes que hacen fluir
las contradicciones, los debates, las rupturas, las alianzas. Por eso, no
pretendemos descalificar estas complejas y ricas experiencias. Por el
contrario, debemos aprender de ellas, para transitar con mayor firmeza este
nuevo ciclo de protestas que recién comienza a abrirse, es decir, teniendo en
cuenta que hoy estamos en otros procesos sociales y políticos, donde
seguramente entren en juego nuevos espacios de lucha y distintas discusiones. Un poder que es otro poder Se acusa a los zapatistas de no
comprender el poder, pero la izquierda, ¿entiende el funcionamiento del poder?
Para una gran parte de la izquierda, el dominio del poder es patrimonio
exclusivo de la clase dominante, con sus aparatos de Estado (instituciones
jurídicas, ejecutivas, legislativas, represivas y educativas), las Iglesias,
los sindicatos, los bancos, las empresas, los medios. Esto es en parte así.
¿Pero qué pasa con la aceptación de ese poder, con su “reproducción” por parte
de la sociedad civil? La concepción zapatista del
poder es que éste no es algo que está arriba, intocable, oprimiendo con toda su
fuerza. No prohíbe y reprime (hasta determinados límites) pero intentará
impedir lo posible, la creación por fuera de su lógica. Eso se vio con las
experiencias de “socialismo real”, que descuidaron la construcción de un poder
paralelo, antagónico al poder capitalista y se dedicaron a tomar el cielo por asalto para desde allí
realizar todos los cambios. Esas experiencias enseñaron a muchos movimientos
que no basta con “tomar el poder” (Estado, medios, industrias), porque más que
poseerlo al poder se lo ejerce, si no se termina con la lógica burguesa de
mando-obediencia (el sistema patriarcal, el individualismo, el espectáculo, la
mercancía, el trabajo asalariado y su respectiva división social del trabajo). Concluyente (abriendo las puertas de la praxis) Entonces, después de este
recorrido por el mundo zapatista, ¿no es posible hablar de un “inconciente
zapatista” en nosotrxs, en nuestras prácticas? ¿No es también nuestra la
búsqueda del “mandar obedeciendo”, del “caminar preguntando”, de no esperar
hasta el día de la revolución sino de ir construyendo nuevas relaciones
sociales en nuestra práctica diaria? ¿No es esta revista un caracol
zapatista? ¿No buscamos construir un movimiento estudiantil asambleario y
autoorganizado que no esté regido por una “casta” de militantes especializados?
¿No buscamos socializar y construir conocimientos, reflexionando en vinculación
a nuestro accionar? ¿No propugnamos por destruir toda jerarquización y dominación
del hombre por el hombre, construyendo en su lugar “un mundo donde entren
muchos mundos”? ¿No es nuestra la lucha contra el personalismo, el oportunismo
y el corporativismo encarnada en la consigna “para todos todo”? Detrás de nosotr@s, estamos
ustedes. Porque estas líneas no son para los ombligos, para que nos lean los
mismos de siempre (eso esperamos), son para tod@s l@s rebeldes. Para todos los
que organizan la rebeldía cotidiana, silenciosa, subterránea. Un ojo mas otro
ojo, a través del pasamontañas. Apostilla o glosa Este texto bien podría haber
comenzado ironizando al manifiesto: “Un fantasma recorre el planeta tierra, es
el fantasma del zapatismo. Todas las fuerzas del viejo mundo se han reunido en
santa cruzada para destruirlo: el NAFTA, el PRI, el PAN, el PRD, el Juez
Garzón, ETA, James Petras, la izquierda tradicional…” Pero de lo que no nos
arrepentiremos es de su final: “Vamos a vencer, no porque sea nuestro
destino, o porque así esté escrito en nuestras respectivas biblias rebeldes o
revolucionarias, sino porque estamos trabajando y luchando para eso.”[8] Federico y Matías, (Esta es una nota inédita que forma parte de
la también inédita revista Ojo x Ojo N° 3, publicación editada por el Colectivo de Trabajo
Periodismo, de la facultad de periodismo y comunicación social de [1] “En otras palabras, los zapatistas no son
un ‘ellos’ sino un ‘nosotros’. ‘Detrás de nosotros estamos ustedes’, como dijo [2] Recordemos que la insurgencia del primero
de enero de 1994 coincidió con la incorporación de México al TLC (Tratado de
Libre Comercio) que dicho país firmó junto con Canadá y EE.UU. Para ese
entonces los zapatistas ya llevaban diez años construyendo el EZLN. La
aparición del zapatismo en México fue fundamental para la caída de la dictadura
del PRI y sirvió de referencia a miles de mexicanos que se oponen a seguir
siendo representados por los partidos tradicionales. [3] Subcomandante Insurgente Marcos, “7 piezas
sueltas del rompecabezas mundial”, México, junio de 1997. [4] Subcomandante Insurgente Marcos; “La pluma
puede ser también una espada”; [5] Agencia [6] Subcomandante Insurgente Marcos; “Discurso
en El Zócalo”, 11 de marzo 2001; http://www.ezln.org/marcha/index.html [7] Guy Debord,; [8] Subcomandante Insurgente Marcos; “El
Mundo: siete pensamientos en mayo