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"El Capital ante la crisis epocal del capitalismo", de Luis Arizmendi
Por Miguel Ãngel Adame Cerón, Rebelión - Monday, Nov. 06, 2017 at 10:39 PM

06-11-2017 | Tiempos pre-apocalípticos

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Sobre la crisis epocal

Veamos lo que refiere Luis Arizmendi en su libro “El Capital ante la crisis epocal del capitalismo” (IPN, 2016). En primer lugar que la crisis actual del capitalismo no sólo es una más de las crisis cíclicas de sobreproducción que son intrínsecas al desarrollo contradictorio de este sistema, sino que se trata de una crisis límite (o crisis de límites, diríamos siguiendo a Jorge Veraza: el geográfico, el energético, el ecológico, el poblacional) en el proceso de reproducción de la vida de la sociedad planetaria. Siguiendo al teórico marxista ortodoxo húngaro de principios del siglo XX, George Lukács, la llama Luis Arizmendi crisis epocal o de toda esta época o era, porque –podríamos decir– se trata de una crisis de crisis. Esto porque se combinan y retroalimentan varias crisis sectoriales, como la económica, la ambiental, la alimentaria (y también le podemos integrar la migratoria, la política, la bélica, la jurídica y de derechos humanos y la ética). Se trata, pues, como Arizmendi la caracteriza de una crisis peligrosa y hasta detonadora de colapsos.

Sin embargo, el autor deja claro que –contra lo que pudiera pensarse–: “la crisis no se concibe como sinónimo variable de un derrumbe ineluctable para el capitalismo, sino con una compleja dialéctica en la que incluso puede jugarse el apuntalamiento de su dominio” (p. 18). La obra de Karl Marx El Capital (de la que estamos celebrando sus 150 años de publicación de su primer Tomo en alemán) puede dar cuenta de las crisis del capitalismo, y por tanto, la epocal (también llamada por su envergadura civilizatoria), porque para L. Arizmendi a partir de la ley de la forma valor expuesta y desarrollada en El Capital, se teje la teoría de la crisis que atraviesa la totalidad de dicha obra; Marx –dice Luis Arizmendi– que esta ley que impera en la sociedad burguesa es una forma histórica que surge para “hacer vivible la situación invivible que significa la presencia de un peligro universal de muerte” (p. 19).

División de los capítulos

El libro está dividido en 6 capítulos que conforman 6 ensayos escritos en la primera década del siglo XXI, pero vigentes en esta segunda, que están armados con la explícita intención de demostrar la actualidad, es decir, la vigencia del magnum opus de Marx: El Capital, Crítica de la Economía Política, para comprender problemáticas cruciales de estos peligrosos tiempos y para debatir y dialogar con teóricos marxistas, principalmente con algunos de los que han leído y recuperado El Capital y que Luis Arizmendi ubica, por un lado, dentro de la vertiente de los “clásicos o críticos” y, por otro, dentro de la vertiente de los que han caído en “los mitos del capitalismo”.

Los primeros tres capítulos del libro de Luis Arizmendi se dedican a este debate, el primero a la “nueva lectura alemana” en polémica con Michael Heinrich, seguidor de la obra de Hans-George Backhaus; el segundo a la lectura y los aportes histórico concretos del fallecido marxista ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría, y el tercero a los planteamientos de la marxista polaca-alemana Rosa “Roja” Luxemburgo.

Los segundos tres capítulos tratan las cuestiones siguientes: la crisis alimentaria y el planetary management o control planetario del siglo XXI, la crisis ambiental mundializada y el planetary management y, por último, los retos de los derechos políticos, sociales, ambientales, etc., frente a los peligros que produce la crisis epocal.

Antes de pasar a reseñar sucintamente cada uno de los capítulos que componen el libro, voy a destacar algunos de los conceptos recuperados, retrabajados e innovados por L. Arizmendi a partir del propio Karl Marx y de autores marxistas críticos como Bolívar Echeverría (con el que L.A. mantuvo colaboración y ha sido asiduo lector y continuador de su obra) y Georgy Lukács; conceptos que Arizmendi usa a manera de herramientas heurísticas para escudriñar, denunciar y esbozar algunas posibles salidas a la crisis epocal capitalista.

Conceptos

El de la legalidad del capitalismo como combinación esquizofrénica o esquizoide, contradictoria y dialéctica de progreso-devastación, y que en el siglo XXI adopta su choque más radical. Legalidad a la que hay que oponer otras trayectorias alternativas viables y posibles: ecológicas y autogestivas.

El de planetary management que indica la dominación o control tecnocrático autoritario del planeta por las fuerzas capitalistas.

El del mito del progreso, que mediante la mundialización ascendente y prometedora a nivel económico y político y el dominio desmesurado y agresivo (hybris) en las relaciones sociedad-naturaleza; ofrece el espejismo de bienestar y confort por la técnica para expandir el estándar de vida de los ciudadanos, las sociedades y las naciones.

Las trends y las transiciones que como fuertes tendencias que operan en los diferentes ámbitos en los que se mueve el capital, tienden a empujar cambios o continuidades de procesos a favor del sistema capitalista, primordialmente a nivel global o mundial pero también a nivel nacional o local.

El del proto-Estado global o transcapitalista mediante el cual las fuerzas de la hybris del capital, gobiernan con instituciones internacionales como el FMI, el BM, la ONU, el G-8, produciendo las violencias políticas destructivas y generando pobrezas y millones de muertes.

Definiciones acerca de lo que fue el siglo XX, entre las que destacan: el siglo de la mundialización de la gran industria y del petróleo, el siglo de la violencia, los odios y los asesinos: el siglo de “las tinieblas”. Así cabría completar con esta otra definición de Jorge Veraza quien dice que el siglo XX es el siglo de la expropiación de la conciencia histórica del proletariado a través de la espacialización del desarrollo imperialista mundial y del dominio mismo de éste (como plantean Veraza y V. Martínez).

Capitulado

Pasemos ahora a los capítulos vistos uno a uno, pues cada capítulo es en realidad un ensayo que problematiza situaciones de la primera década del siglo XXI pero que continúan agudizándose en esta segunda década.

1. El primer capítulo: “Los claroscuros de la nueva lectura de El Capital”, en la que cuestiona las ambivalencias de Michael Heinrich, principalmente porque desvanece el fundamento material, la contradicción valor/valor de uso como núcleo de la crítica a la modernidad capitalista desde la Crítica de la Economía Política. Aquí Luis Arizmendi critica a 3 tipos de lecturas reduccionistas de El Capital: la positivista-empirista, la historicista y la armonicista o modular ya que ellas no reconocen cabalmente las leyes del desarrollo capitalista, su universalidad pues plantean la obra de Marx como un estudio de caso decimonónico o que sólo captó la libre competencia y no los monopolios, etcétera.

2. El segundo capítulo: “La trascendencia de la lectura de El Capital de Bolívar Echeverría para América Latina”. Arizmendi considera que diferencia de otras lecturas reduccionistas u otras más completas como las estructuralistas, epistemológicas o genético-estructurales, la de B. Echeverría es la “más avanzada” pues es una lectura praxeológica-concreta e histórico-crítica. Destaca el acento que puso Echeverria sobre la violencia intrínseca del capitalismo como violencia económica anónima que pone en peligro de muerte a los sujetos pero que genera complicidad de los dominados cuando se introyecta e integra este dispositivo, que también se manifiesta como violencia política y de Estado. También destaca la importancia que para B. Echeverría tuvo el proceso de reproducción y el valor de uso para oponerse a los procesos esquizoides y de acumulación capitalista.

Arizmendi retoma las aportaciones de Echeverría a partir de su lectura de El Capital, en torno a la cuestión de los países periféricos, completando y alternando las concepciones que manejó el latinoamericanista Ruy Mauro Marino al respecto sobre la dialéctica de la dependencia, el subdesarrollo permanente, el intercambio desigual, la violación de la ley del valor y la sobre-explotación de los trabajadores periféricos, especialmente latinoamericanos, al ceder y transferir plusvalor las burguesías nacionales a las burguesías metropolitanas. Así, Echeverría aportó el concepto de “renta tecnológica” que domina y abusa de la renta de la tierra por lo que se mundializa dicha transferencia y que el “proto-Estado global” intensifica de modo violento a favor del capital tras-nacional globalizado. Se desarrolla así la pugna entre Estados contra-hegemónicos y Estados hegemónicos trasnacionales y entre las rentas. Sin embargo se trata de una pugna desigual pues la composición orgánica de capital del capital trasnacional subordina (y obtiene más ganancia extraordinaria respecto) a los capitales nacionales menos tecnologizados.

Por último en este capítulo Arizmendi trata el concepto echeverriano de ethos, concebido éste como una totalidad económica, política, cultural y ética en el objeto y el sujeto como estrategia elemental y forma de organizar el proceso de reproducción vital, individual y social. con el que Bolívar Echeverría lleva a cabo un desciframiento de los diferentes tipos de “modernidades capitalistas”, concretamente de un cuádruple ethe o cuatro “espíritus” y “complicidades” que se establecen entre los comportamientos y la modernidad capitalista transfigurada: el realista, el clásico, el romántico (o progresista) y el barroco (de resistencia-integración propio del barroquismo latinoamericano y desarrollado particularmente por las comunidades indígenas desde su inserción forzada al capitalismo y su mercado).

3. El tercer capítulo “Rosa Luxemburgo ante el relanzamiento del marxismo crítico en el siglo XXI”. Aquí L. A. plantea que la lectura de Luxemburgo es la primera lectura poderosa de “El Capital” aunque presenta deficiencias respecto a los esquemas del capital del tomo II. Rosa Luxemburgo lleva a cabo una crítica a la militarización como campo de acumulación y plataforma de la barbarie y la importancia que tienen las áreas precapitalistas y las colonias en disputa por su control, con la violenta proletarización y expropiación de los recursos, para la continuidad de la acumulación y la exacerbación de la barbarie. Luis observa que esto ha sido y es clave para entender la dialéctica de la relación precapitalismo-capitalismo o sea cómo los procesos reproductivos no capitalistas son integrados al capitalismo. R. L. planteó la ley general de la acumulación capitalista desde la teoría de la economía global y la guerra mundial como retroceso a la barbarie o devastación. Respecto cuestiones políticas de movilización, concibió –dice L. A.– que la espontaneidad es más que un proceso coyuntural, pues implica autogestión, y se inscribe entre la acción de las masas y los partidos, implica creatividad de los sujetos en la historia, por ejemplo las huelgas autoeducativas. Rosa Luxemburgo –según Luis– también planteó la importancia de las luchas anticapitalistas y las de autodeterminación nacional o nacionalistas (aunque sean estadocéntricas).

4. El cuarto capítulo “Crisis alimentaria y planetary management en el siglo XXI”. Aquí inicia planteando el entrecruzamiento y la simbiosis esquizoide entre el mayor desarrollo tecnológico y de las fuerzas productivas y la mayor crisis alimentaria en la historia de la humanidad y la mutilación radical de la vida humana. El progresismo capitalista prometió abundancia y superación histórica del hambre (y la pobreza), pero en el siglo XX y XXI ha reproducido lo que sucedió en Londres en 1934: “personas hambrientas con excedentes de alimentos frente a ellas” (p. 116). La segunda mitad del siglo XX sucedieron procesos de soberanías alimentarias en varios países periféricos (1945-1973), luego la revolución verde y luego la generación de una “escasez artificial de alimentos” porque en el inicio del siglo XXI se “cuenta con las capacidades productivas para proveer alimentación al casi el doble de la población mundial contemporánea! (p. 122). Sucede pues, dice Arizmendi, que nos encontramos frente a una crisis alimentaria global y frente a una subordinación del consumo de alimentos a las corporaciones; o sea frente a una nueva geopolítica del hambre. Aquí cita a Thomas Pogge que señaló que actualmente cada año en promedio mueren 18 millones de personas por hambre-pobreza.

5. El quinto capítulo: “Planetary managament y la crisis ambiental mundializada”. Luis Arizmendi comienza señalando el papel desde el establishment, tanto del liberalismo ambientalista como de los Estados para en contrapesos tratar de regular y administrar la acumulación global e impedir que el sobrecalentamiento y la pobreza generalizada se desboquen. Respecto al sobrecalentamiento están los “acuerdos” en los protocolos internacionales para no incrementar la temperatura planetaria más allá de 2º C, ante los efectos de los gases de la industria fosilista y sus impactos en los circuitos geo-biofísicos en una dinámica no lineal: sumideros terrestres, ciclos oceánicos y sumideros marinos, la desestabilización de los albedos del ártico y el metano del permafrost siberiano, entre otros. Enseguida Arizmendi lleva acabo una correlación entre las “eras del carbono” y las revoluciones tecnológicas.

La coyuntura de inicios del siglo XXI pone a la cuestión ambiental-energética en una situación crítica, pues se presenta una disputa de Estados y capitales para obtener la maximización de las ventajas económicas del patrón fosilista petrolero antes que el oro negro se agote (p. 154). Capitales globales y particulares colisionan (de ahí brotan, dice L. A., las posturas entre científicos y negacionistas del cambio climático antropogénico o, mejor, capitalocénico). A continuación L. A, realiza una conexión entre los ciclos de revoluciones tecnológicas y lo que llama “depredaciones históricas” que cada vez han sido más cínicas, programadas e inestables. De esta manera concluye este capítulo señalando que ante el caos climático (que está afectando y afectará más a los países del sur) es clave la transición tecnológico-energética del patrón fosilista por uno basado en ecotecnoenergías alternativas; sin embargo dicha transición sigue bloqueada.

6. Capítulo sexto. “Los retos del derecho ante la crisis epocal del capitalismo en el siglo XXI”, plantea que el derecho moderno necesita ser reconceptualizado críticamente ante las situaciones de crisis epocal y la global governance, teniendo como base el proto Estado trasnacional de “gobernanza mundial” que impone normas y reglas para generar la imposición del “Estado de excepción”, o sea de volver legal lo que es ilegal y hacerlo mundial. Así L. A. revisa aquí 3 tipos de tecnologías peligrosas y entonces tres tipos de derechos vinculados a ellas: 1) la ingeniería genética (patentes, etc.): bioderechos, bioseguridad, bioriesgo, nanoderechos; 2) la geoingeniería: (tecnoderechos, derechos climáticos, etc.); 3) ingeniería nuclear que intenta reemplazar al petróleo como energía opcional o sustituta, sin poner en riesgo a los monopolios (derecho nuclear y ambiental). Así Arizmendi plantea que es necesario para estos tiempos promulgar, gestionar nuevos derechos modernos desde el valor de uso, teniendo a la vida social-natural como fundamento. Esto es, darle importancia a la afirmación cualitativa del proceso de reproducción vital de las naciones y sus derechos de seguridad, protección, derecho ambiental, etc., para confrontarlos con el proto Estado global.

Consideraciones y observaciones

Considero que si bien este libro de Luis Arizmendi critica el progresismo y sus mitos, habría que dar más énfasis al hecho de que el progreso capitalista desde inicios del siglo XX y más ahora en el siglo XXI no es verdadero progreso, lo que se puede constatar porque el desarrollo de sus “fuerzas productivas” se trasmutó a fuerzas destructivas y definitivamente el progreso tecnológico es cada vez más generador de nocividades que se extienden al ámbito del consumo: con lo que queda configurada la subsunción del consumo bajo el capital (como la define Jorge Veraza). Se trata de un anti-progreso degradador globalizador de toda la reproducción humana y ambiental.

En este texto de L. A. se habla de la tendencia barbárica a que lleva el capitalismo como opción histórica real, sin embargo la situación actual de devastaciones, desastres y colapsos multidimensionales que el capitalismo mundial ha ya generado como capitaloceno, indica que ya estamos en la barbarie, y la peligrosidad de la acumulación capitalista ha mutado ya a una situación pre-apocalíptica (Adame, “En el pre-apocalipsis planetario”, 2017).

Cuando L. A. habla en este libro que con la crisis epocal se ha abierto una fase de transición, es decir de definiciones del rumbo histórico humano y planetario, que puede durar muchas décadas, definitivamente habría que decir que tanto el planeta como la humanidad se encuentran (¡nos encontramos!) ya en un estado de emergencia generalizada, y efectivamente –como dice Arizmendi– los desenlaces son inciertos. Sin embargo, el sector capitalista más violento sigue predominando y dominando esas tendencias globales y, entonces, el capitalismo como un todo, sigue llevando a la humanidad y a la Tierra al precipicio apocalíptico.

En definitiva de trata de un libro que hace radiografía crítica de algunos de los aspectos más importantes que el capitalismo contemporáneo ha producido y ponen al conjunto de la poblaciones humanas en grave peligro de muerte y, por tanto, en la necesidad de seguirlo resistiendo y confrontándolo clasista y nacionalistamente con Estados que se perfilan mínimamente como contrahegemónicos (como los llamados Estados progresistas o posneoliberales latinoamericanos que desgraciadamente han sido fuertemente debilitados, incluido el Estado venezolano), con soberanías, con luchas ecológicas, democracia real y autogestión. Queda pendiente (para otros libros, de los que Arizmendi ya tiene contemplados para completar una trilogía) el desarrollo de esta parte de la luchas, resistencias y autoorganizaciones anticapitalistas y socialistas-comunistas para valorar la importancia que sigue teniendo y tendrá El Capital de Karl Marx, para armarse teórica y políticamente contra el pre-apocalipsis en el que el capitalismo nos subsumió.


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