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Gatillos buenos, gatillos malos y diálogos de sordos de una economía indexada
Por Alejandro Bercovich - Friday, Feb. 23, 2018 at 1:22 PM

23 de febrero de 2018 | Panorama semanal

Gatillos buenos, gat...
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Un debate teórico por twitter entre un economista simpatizante del oficialismo y un crítico moderado que tachaba de "populista" al kirchnerismo puso de manifiesto el principal problema del equipo económico para resolver lo que Mauricio Macri en campaña definía como "lo más fácil" de dejar atrás: la inflación de dos dígitos. Luego de una preocupante disparada de los precios mayoristas en enero, consecuencia a su vez de la devaluación de diciembre que continuó a inicios de este mes, y tras la mayor demostración de fuerza del sindicalismo en la era Cambiemos, el intercambio de tweets reveló una falencia elemental: no hay acuerdo en el Gobierno sobre qué causa el aumento del costo de vida. Tampoco sobre cuán indexada está la economía. Es decir, cuánto influye la inflación pasada sobre la presente.

El músculo movilizador y la organización que logró exhibir el ecléctico frente social-gremial-político que copó el centro porteño el miércoles puso a la vez al mundo de los negocios a sacar cuentas sobre las paritarias en curso. Si bien esa 9 de Julio no alcanza para estructurar una alternativa que amenace la reelección de Macri el año próximo, sí sobra para poner en jaque las discretas gestiones del maltrecho Jorge Triaca de evitar que las paritarias superen el 15%.

La bisagra entre el comedido debate entre los economistas académicos y el cántico alusivo a la madre del Presidente que Hugo Moyano pidió callar, haciéndose el magnánimo, cuando ya se había viralizado entre la multitud, es la cláusula gatillo. La reclamó el jefe de la CTA y diputado kirchnerista Hugo Yasky desde ese mismo escenario, para todas las paritarias, consciente de que el año pasado no era más que un premio consuelo para los que firmaban acuerdos por menos del 25%. Ya obtuvieron las suyas, más silenciosamente, Marcelo Mindlin para Edenor y el grupo italiano ENEL para Edesur. También las conquistaron, con sus matices, los fondos de inversión que compraron los nuevos bonos en pesos de Luis Caputo, las petroleras con el precio de sus combustibles, los rentistas que alquilan sus departamentos y los bancos con los créditos UVA.

Eppur si muove

Los dos economistas que se cruzaron en twitter son Iván Werning, investigador del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y hermano de Vladimir, un ex JP Morgan que reporta como virtual ministro "auditor" a la Jefatura de Gabinete, y Martín Rapetti, director del CIPPEC y de la maestría en Economía de la UBA. El primero arrancó admitiendo que para los profesionales formados en las teorías dominantes hoy, es natural creer que inercia es una idea vieja, algo forzada, que no pasa estándares modernos y quizá hasta incoherente". Si bien dijo no compartir esa visión y pidió "tener la cabeza abierta", detalló que "la mayoría de los modelos teóricos no tienen inercia" y suponen que los agentes se mueven con "expectativas racionales e incluso información perfecta".

Rapetti, el más destacado discípulo de los economistas radicales heterodoxos que asesoraron a Raúl Alfonsín, replicó que "cuando la gente no tiene expectativas racionales y le cuesta forjar una idea sobre cómo será el futuro, el pasado puede ser una fuente útil para proyectar el futuro aún ante un cambio de régimen". Y tras citar a los estudiosos de ese fenómeno en los 80 (Percio Arida, Edmar Bacha y el mismísimo José Luis Machinea), agregó que "la inclinación a regirnos por el pasado es todavía mayor cuanto menor es la credibilidad en la voluntad y efectividad de la nueva política monetaria".

Lo que los dirigentes sindicales más combativos empezaron a notar es que muchos empresarios ya consiguieron "regirse por el pasado" y actualizar sus precios en base a la inflación pasada. Algunos por el poder para fijar los precios que tienen en sus mercados oligopólicos o poco competitivos, y otros (como los distribuidores de electricidad) por resoluciones gubernamentales como la 63 y la 64 del Ministerio de Energía de febrero del año pasado, que pusieron en vigencia la Revisión Tarifaria Integral (RTI) para Edenor y Edesur y que les concedieron "cláusulas gatillo" (así, textual) tanto para sus cuadros tarifarios como para la actualización de las deudas que les reconoció el Estado a cambio de más gradualismo en los tarifazos. Si esos dirigentes aceptaran que los sueldos de sus afiliados se pactaran en función de una inflación futura (supuestamente más baja, pero que en realidad no conocen), estarían rindiéndose sin dar la pelea.

Experimentos

Las cláusulas gatillo, así, se convirtieron en el eje de una discusión paritaria en la que el Gobierno ya consiguió correr el arco, tal como admitió la noche del miércoles por TV el propio Yasky. ¿Por qué? Porque empatar con la inflación empezó a parecerse un triunfo. Según un balance detallado del primer bienio de Cambiemos que publicó el lunes el Centro de Investigación y Formación (CIFRA) de su CTA, que nunca dejó de cuestionar las mentiras del INDEC bajo la gestión de Guillermo Moreno, los salarios privados todavía siguen un 4,2% por debajo de diciembre de 2015 en términos reales. Los públicos, un 6,3%. Y sin embargo, si les adosaran una cláusula gatillo automática, muchos aceptarían el 15% que hoy consideran inadmisible.

En el equipo económico admiten que el programa para bajar la inflación tiene mucho de "experimento" y que no hay antecedentes de haberla aplacado con metas como intenta hacer Federico Sturzenegger desde el Banco Central. "Pero ojo, peor es fijar el tipo de cambio como en la convertibilidad", comparó uno de sus integrantes ante la consulta de BAE Negocios. A su juicio, ahora hay mucha menos incertidumbre respecto de la inflación que hace un año. "Está todo más acotado y alineado", aseguran.

El informe de CIFRA sostiene todo lo contrario: que la inflación "siete provincias" (un promedio de los números provinciales que utilizó mientras duró la manipulación del INDEC) fue mayor en 2017 (27,2%) que en 2015 (26,5%). El propio INDEC de Jorge Todesca dio cuenta de que el último trimestre de 2017 tuvo más inflación que el mismo lapso de 2016.

La paritaria que inauguró las cláusulas gatillo, que se cerró en octubre de 2016 para los estatales bonaerenses, fue del 15% más un gatillo que terminó activándose. "Era clave resetear las expectativas ahí", dijo a este diario uno de los funcionarios que la impulsó. Ahora el gatillo está de vuelta en el centro de las negociaciones. Y la impresión que les da a cada vez más empresarios es que, tras la fuerte movilización del miércoles, el Gobierno corre riesgo de complicarlas en caso de no aceptarlo. Porque las expectativas racionales solo existen en los modelos de los libros.

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