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Transgénicos: veinte años despuès 1
Por Luis E. Sabini Fernandez - Sunday, Jun. 03, 2018 at 9:50 PM
luigi14@gmail.com

Una recapitulación de los veinte años “transgénicos” vividos particularmente en Argentina y las resistencias habidas al implante de una tecnología al servicio de los grandes consorcios transnacionales y el despojo sistemático de las tierras periféricas.

Han pasado casi veinte aos, un perodo considerable para enjuiciar efectos, y podramos ser optimistas si pensamos en la impunidad con que a fines del siglo pasado se exaltaba en el periodismo comercial argentino, en los medios de incomunicacin de masas en general, el tecnodesarrollo de productos transgnicos; la inocencia y/o la docta ignorancia con que se hablaba entonces de las frmulas de la agroindustria y de las virtudes milagrosas del glifosato el herbicida apto para la sobrevida de plantas transgnicas, mejor dicho el matatodo salvo la planta que tiene un gen protector propio u obtenido mediante transgnesis que es lo ms comn─, y lo que dio lugar a una nueva industria; la ingeniera gentica, prestamente rebautizada biotecnologa; el prefijo vida vende mucho, los laboratorios bien lo saben.
Seguimos acumulando bombas de tiempo; el papel de Argentina como el de la inmensa mayora de los estados nacionales sigue siendo nefando, anodino o cmplice en las conferencias mundiales sobre biodiversidad u otras de ndole similar organizadas desde la ONU, para atender la problemtica ambiental. 2
Durante los primeros quince aos del nuevo siglose registra un avance sostenido, aunque persistan los bolsones de resistencia. Es el ingreso paso a paso de ms y ms estados, de ms y ms regiones al universo de la siembra directa, de la quimiquizacin de los campos, al reino de la agroindustria.
En Amrica del Sur, luego del aposentamiento de las transnacionales agroindustriales en la Repblica Unida de la Soja (Argentina Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia), avanza lentamente la sojizacin y la transgenetizacin en el norte sudamericano. Es cuando Gustavo Grobocopatel, un campesino sin tierra y polticamente chavista segn sus propias definiciones, inicia su operacin de implante del modelo agroindustrial en Venezuela. Conflicto a la vista, porque Chvez, polticamente advertido de los procesos del capitalismo globocolonizador se haba opuesto terminantemente al ingreso de OGM en el campo venezolano.
Colombia y su gobierno, orientado desde Israel y EE.UU., acepta sin mayores dificultades la modernizacin rampante que nos sigue revelando que la tecnologa de gran escala es parte del problema, no de la solucin, como procuran hacernos creer desde las usinas ideolgicas del rgimen, incluidos los personales regulatorios pblicos.
En este aspecto seguimos como hace veinte aos. La FDA, por ejemplo, prosigue su poltica prescindente, su cesin de responsabilidad, depositndola en las empresas, que ya sabemos no se rigen por la responsabilidad social sino por la rentabilidad y a secas.


En 2010 se forja una red en Argentina, la de Mdicos de Pueblos Fumigados. La actividad, la investigacin y la denuncia de mdicos comprometidos ante la contaminacin ambiental y la consiguiente produccin de enfermedades vena de tiempo atrs, pero en ese ao se concreta la red, en buen medida como resultado de la valiente gesta vecinal en Barrio Ituzaingo, en la provincia de Crdoba, que logra se compruebe finalmente la accin contaminante de la agroindustria.
Una coyuntura territorial, fsica, hizo una diferencia decisiva como para que el aparato judicial pudiera actuar (o no tuviera ms remedio que hacerlo): muchas ciudades han ido perdiendo su cinturn de quintas, las que provean tradicionalmente de verdura y fruta a las ciudades; la agroindustrializacin ha ido desplazando y desmontando la pequea produccin rural y la ciudad se provee as desde megacircuitos; por ello se produce a menudo el fenmeno de que la produccin rural en base a bateras qumicas llega hasta los lindes de una ciudad; eso fue lo que pas con Barrio Ituzaingo en Crdoba. Al principio, eso signific la risuea novedad para los nios de ver sobrevolar las avionetas descargando su veneno. Pero muy pronto los vecinos ms perspicaces empezaron a unir la ola de enfermedades que arreciaba entre ellos con aquellos sobrevuelos. Finalmente se pudo verificar que, por ejemplo, el agua de los depsitos hogareos estaba totalmente contaminada con los herbicidas con los que rociaban y preservaban los cultivos de soja. Se logr finalmente, 2012, una ordenanza prohibiendo el vuelo rasante o incluso el uso de mosquitos fumigadores a menos de 500 metros para glifosato y 1500 m. para endosulfn. Adems fueron procesados productores y aviadores por dao consciente.
De ms est sealar la insuficiencia pattica de tales restricciones.


En 2015 han sobrevenido algunos hitos que podran tener significacin mundial para la implantacin de OGM (o su prohibicin); Steven Druker, un estadounidense que viene bregando por frenar la transgenetizacin acrtica de los cultivos, publica, en EE.UU., un nuevo libro, Altered Genes, Twisted Truth (Genes alterados, verdades en entredicho). Druker representa una red de refractarios a los alimentos GM que mantiene un juicio contra la FDA desde hace por lo menos 15 aos.
En marzo de ese mismo ao la OMS declara, a travs de su IARC (International Agency for Research on Cancer, Agencia Internacional para la investigacin sobre cncer) que el glifosato es probablemente cancergeno. Estamos hablando del herbicida que ha sido desde mediados de la dcada de los 90 hasta ahora la llave maestra para la implantacin de vegetales transgnicos. Cuya toxicidad fue advertida hace mucho. Veinte aos demorando el juicio.
Monsanto-Bayer no qued conforme, claro est, con el dictamen del IARC, que pateaba en contra de los intereses de las transnacionales y sus apoyos gubernamentales. No bien salido el informe de la IARC, los comentarios desde los laboratorios afectados fueron del tipo: No es tan peligroso, el alcohol lo es ms. Con lo cual no negaban ─observemos esto─ la toxicidad del herbicida pero a la vez le daban algo as como el rostro risueo de una copita. Magistral maniobra, habra comentado Macchiavello.
Entonces, otro ente asesor, el JMPR (Joint Meeting FAO-WHO of Pesticide Residues, Comit Conjunto sobre Residuos de Pesticidas), otro ente asesor de la OMS, devolvi la tranquilidad a los fabricantes de glifosato y a la agroindustria en general, dictaminando que es poco probable que haya riesgo de que el glifosato sea carcingeno para los seres humanos, en una exposicin a travs de la dieta. En mayo de 2016, entonces, es decir 14 meses despus, la OMS da marcha atrs con su dictamen de un ao antes: el sistema de puertas giratorias revelaba su funcionamiento (una vez ms, obviamente).
El JMPR desplaza el foco de atencin: estima las ingestas diarias admisibles (IDA) de plaguicidas para las personas, dejando a un lado la atencin sobre quienes trabajan y trajinan a diario con un veneno, concentrando la atencin en los consumidores. Y respecto de stos, se establece una suerte de hacer de necesidad virtud: los laboratorios no slo emplean, y abundantemente, txicos para ofrecernos alimentos sino que nos quieren hacer creer que eso es admisible (es la jerga que emplean), aceptable, acercndonos peligrosamente a la idea de lo saludable.
Observe el lector cules son las funciones que la misma JMPR presenta como propias; recomendar lmites mximos para residuos de plaguicidas []. Est fuera del anlisis si puede haber produccin de alimentos sin plaguicidas.
Cuando declaran que es poco probable que haya riesgo [] en una exposicin a travs de una dieta, no slo ignoran a los que trabajan con dicha sustancia, sino tambin a los miles de campesinos que se han suicidado (especialmente en India) con un vaso de glifosato (porque las polticas crediticias los han fundido).
Ingesta diaria admisible IDA. Ingesta diaria resultado de una determinada forma de producir alimentos. Que si fuera necesaria, en todo caso habra que reconocer que es txica, pero con Public Relations nos quieren hacer creer que no genera enfermedad.
Esta comisin, JMPR asesora a la FAO, a la OMS y a sus estados miembros. Tal vez lo ms significativo est en cmo se integra la JMPR.
Dice su folletera oficial en internet: Seleccin de los miembros. Los expertos desempean sus funciones a ttulo personal, y no como representantes de su pas u organizacin. En una palabra, no responden sino a su visin e inters personal, que es seguramente muy, pero muy bien atendido por laboratorios que ganan miles de millones de dlares anuales. Constituido entonces el JMPR por una casta de profesionales cooptados.
Se trata de una comisin organizada desde el mundo empresario, pero investida de autoridad a travs de las redes de la ONU como para que se presenten como ciencia. En rigor, se dedica a calibrar cuanto veneno, cuntos txicos podemos ingerir sin caer fulminados tan de inmediato como para que se rastree la causa.


Con el minu del IARC-JMPR, podemos verificar que estamos lejos de haber superado el tecnooptimismo con el cual se implantara la agroindustria basada en productos qumicos. No slo la de alimentos transgnicos, ciertamente, sino desde antes la llamada agricultura a gran escala.
Este movimiento del capital (de la industria y de la tecnologa) sigue, al parecer, gozando de buena salud, valga la paradoja de usar tamaa expresin para agentes de las ms extendidas y atroces enfermedades fuera de control.
De cualquier modo, en estos veinte aos el ensanche de la resistencia a la invasin qumica parece haber crecido, porque se advierten ms los efectos no buscados de tantos desarrollos promisorios.
La advertencia de Rachel Carson, de hace ms de medio siglo, Primavera silenciosa, sigue en pie.
Porque ya conocemos el origen de algunas manifestaciones de esa invasin qumica, porque hemos verificado transformaciones relevantes a nivel planetario, como la temible plastificacin de los mares y el depsito de milimtricas o micromtricas partculas de plstico sobre los fondos marinos, ahogando los ciclos vitales all existentes (tengamos presente que el fondo ocenico es ─tal vez era─ el mayor almcigo planetario).
Porque la humanidad se est adueando, mejor dicho hacindose esclava de toda una gama de enfermedades nuevas ─como las autoinmunes─ a las cuales muchas hiptesis asocian con productos qumicos desconocidos actuando en nuestros cuerpos.
Porque la cuestin de los alimentos transgnicos y su implantacin depende de agentes qumicos protectores de tales cultivos mediante la eliminacin del resto de la competencia (un crudo ments agrcola al liberalismo filosfico, por cierto).

En 2015 sobreviene la prohibicin total de OGM en Filipinas. Ignoramos cmo se procesar esta ltima poltica con un presidente filipino como el actual, partidario acrrimo del asesinato pblico de narcotraficantes y de mano dura contra el delito, con acentos xenfobos. Claro ejemplo que los transgnicos sirven para un barrido o para un fregado. En ese mismo ao registramos la lucha por ingresar con OGM en el granero de Europa, la rica tierra ucraniana. Europa ha sido hasta ahora el continente con menor produccin transgnica, a partir de una resistencia social bastante amplia (muy pocos pases han autorizado OGM, como Espaa).
En 2016, al lado del escalofriante retroceso en el mbito de la OMS que ya vimos, sobrevino otro episodio de potencial amplitud y posible alcance mundial: los militares de la provincia china de Heilongjiang han dispuesto la prohibicin de soja GM durante cinco aos. Es apenas una provincia, pero china, es decir, se trata de una poblacin de ms de 40 millones de habitantes.
No queda claro si la prohibicin de soja GM rige nicamente para sus militares o cubre el consumo provincial. La decisin proviene de la sospecha que tienen sus investigadores de que una serie de enfermedades nuevas o multiplicadas tienen que ver con el hasta ahora intenso consumo de soja GM o de alimentos confeccionados con dicha soja (origen EE.UU., Brasil, Argentina).
Aunque transitoria y parcial la medida, coloca un gran interrogante sobre el porvenir de la soja GM. Fundamentalmente, porque se suma a otras muchas advertencias.
Aunque por las latitudes platenses sigamos ajenos y en el mejor de los mundos. Los 20 millones de ton. del 2000 son ahora ms de 50 y los 70 millones de lts. de glfosato de entonces son ahora unos 350 millones (la diferente proporcin en los aumentos de cultivo y herbicida revelan que cada vez se aplica ms agrotxico por unidad de suelo).
Esa impavidez es fronteras adentro. Estuvo de visita en febrero de 2017 un periodista italiano, Gaetano Pecoraro, 3 que qued asombrado y atemorizado por el estado sanitario del pas en las zonas fumigadas (un tercio aproximado de toda la Argentina), donde registr una inusitada cantidad de casos de cnceres, malformaciones congnitas, anencefalias y otras enfermedades vinculadas con toxicidad.
Pero de esto hablar Pecoraro en Italia. Porque aqu ni nos enteramos.

1 Este texto se present como prlogo a la segunda edicin de Transgnicos: la guerra en el plato, Buenos Aires, 2000 y 2017.
2 Vale la pena recordar que en dichos encuentros ha habido algunas voces de alerta como aconteci con la delegacin boliviana que no acord en la cumbre mundial de cambio climtico de 2010, en Cancn la aceptacin del lmite de 2 grados centgrados para el calentamiento planetario recordndonos que ya 1 constitua una alteracin de consecuencias gravsimas.3
3 https://youtu.be/ZFzmkI8I5iE.


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