Julio López
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13 MOVIMIENTO ASAMBLEARIO – PARA DEBATE FILOSOFIA BARATA SOBRE EL MOV. ASAMBL.
Por Nicolás - Saturday, Oct. 04, 2003 at 3:25 AM

El primero de mis escritos, luego de hacer un balance de todo lo enviado y donde trato más que nada de compartir con ustedes los cambios en mi forma de pensar en este último tiempo y mis opiniones sobre algunas cosas.

13 – FILOSOFÍA BARATA SOBRE EL MOVIMIENTO ASAMBLEARIO.

El primero de mis escritos, luego de hacer un balance de todo lo enviado y donde trato más que nada de compartir con ustedes los cambios en mi forma de pensar en este último tiempo y mis opiniones sobre algunas cosas como el rol de los partidos de izquierda en el Movimiento Asambleario o mis impresiones sobre la Segunda Interbarrial Nacional.
Un poco de revisionismo y una crónica sencilla sobre los cambios en mi cabeza.
Es largo pero interesante para poder encontrar experiencias por las que pasaron varias asambleas.

Saludos revolucionarios,
Nicolás.

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FILOSOFÍA BARATA SOBRE EL MOVIMIENTO ASAMBLEARIO


INTRODUCCIÓN

Desde que empecé a participar en el Movimiento Asambleario en febrero de 2002, siempre me interesó, por diversos motivos, tratar de entender qué caminos iba tomando y cuáles eran las perspectivas a futuro de las Asambleas.
Casi todas las Asambleas, en mayor o menor medida, antes o después, han atravesado caminos similares, proyectos similares, debates similares, reflujos similares, separaciones similares, algunas incluso, como nuestra Asamblea Popular de Martínez, desapareció por el propio peso de los acontecimientos.
En junio del año pasado, hace poco más de un año, escribí el documento “Hacia dónde van las Asambleas”, en el que ponía por escrito todos los pensamientos que en ese momento se peleaban dentro de mi cabeza, y que me pedían a gritos un poco de organización y análisis. Quería empezar un debate que sentía postergado en el interior del Movimiento Asambleario, ya que parecía que todos estuviéramos viviendo un presente lleno de proyectos y de supuesta construcción, pero sin pensar en el futuro y por lo tanto en el “para qué” hacíamos lo que estábamos haciendo.
Hace un tiempo, y a pesar de no participar más activamente de las Asambleas desde octubre
de 2002, que siento de nuevo la necesidad de expresar lo que tengo en la cabeza, mis sentimientos sobre este Movimiento que vi nacer y del cual no puedo desprenderme del todo. Sigo sintiendo que el Movimiento Asambleario tendrá el futuro que sus integrantes quieran, pero ese camino debe ser pensado, consensuado, debatido, ya que no se podrá caminar a ciegas y sin objetivos claros.
A través de la casilla de la Asamblea, único refugio todavía “vivo” para los que participamos alguna vez de la Asamblea de Martínez, y de las páginas de Indymedia, me interesé por todos los debates que se dieron sobre este tema.
Hoy empiezo con este documento, que sencillamente es un cúmulo de ideas y pensamientos más que un análisis objetivo del Movimiento de Asambleas.
Algunas aclaraciones antes de empezar: Si por momentos parece que hago análisis objetivos, lo hago sin ninguna “fuente” más que mi propia subjetividad.
Esto, ni ninguno de los documentos que les he enviado, debe ser tomado como una verdad absoluta, solo quiero fomentar aún más el debate sobre qué caminos se nos presentan frente a nosotros.
Acepto todas las críticas que quieran, para eso estoy escribiendo, para seguir con el debate.

MIS PENSAMIENTOS HACE UN AÑO ATRÁS

Hace un año atrás, cuando las Asambleas populares, barriales o vecinales estaban en su etapa de mayor prosperidad, me pasaban por la cabeza algunas ideas raras, que por supuesto el tiempo se fue encargando de sacarlas de mi cabeza.
Por un lado, a partir del Argentinazo, yo me formé una determinada imagen de lo que quería el pueblo, y creí creer lo que a la gente le había pasado por la cabeza, sentí que la gente había hecho un cambio en la conciencia y estaba lista para tomar su destino en sus manos.
Sentía que no quería una revolución, y menos que menos sentí que el 20 de diciembre haya sido un momento pre-revolucionario. Sentí que la gente quería empezar a tener más participación en los asuntos políticos, económicos y sociales del país, pero siempre dentro de los caminos constitucionales y, lamentablemente, dentro de las instituciones. O sea, quería tener y obtener mayor participación en las decisiones pero manteniendo la forma electoral para elegir a sus “representantes”, pero haciendo que los mecanismos impidieran corrupción, acumulación de poder y exigía además revocabilidad de mandatos. Querían cambiar el país pero no querían una revolución, como algunos decían excitados por ahí.
Con la aparición de las Asambleas y más que nada de los métodos asamblearios, creí que era el momento que lo que en criollo muchos denominamos el “campo popular”, estaba empezando a pasarle por arriba a las formas tradicionales de hacer política que eran los Partidos. Esto en realidad sucedía hacía mucho, los piqueteros, los jubilados, los docentes, los organismos de derechos humanos, los sindicatos combativos, los trabajadores de la cultura comprometidos, algunas personas con apellidos de peso a nivel social, firmes en sus convicciones, su solidaridad y en sus luchas por un país mejor, hacía tiempo que tenían mucho más crédito que cualquier político.
Por otro lado las Asambleas tenían esa posibilidad de poder sumar tanto a jóvenes como a viejos, a trabajadores ocupados, como desocupados, a estudiantes como a jubilados, a amas de casa como a profesionales, etc, etc, etc.
Nos unía el barrio, pero también las ganas de dar vuelta el tablero y barajar de nuevo, en forma más justa y no solo en el barrio o el municipio, sino en toda la nación.
Entonces pensé que los que de una u otra manera “militaban” en el campo popular, iban a acercarse a las Asambleas para a partir de ahí construir el Poder Popular del que tanto necesitábamos. La militancia pasaba ahora por las Asambleas y los MTD, “únicos movimientos que respetaban los métodos realmente asamblearios – que me parece que a este punto del partido no hace falta que los nombre – y de los cuales estaban naciendo los nuevos sujetos revolucionarios, la nueva conciencia de hombre libre que se necesitaba para refundar el país” – y en mi opinión también el continente, pero me parecía mucho.
Muy lindas palabras y muy lindos pensamientos los míos, pero claro, la realidad es cruel.
Por supuesto, faltaba los más difícil, los Partidos de izquierda.
En mi cabeza estaban, todo el “campo popular”, toda la “gente”, devenida en “pueblo” que tomaba su destino en sus manos y a la que le cambiaba la conciencia (tomando estos dos conceptos “gente” y “pueblo”, de la misma manera que lo hace Miguel Bonasso en su libro “El palacio y la calle”), todas las clases sociales y todas las actividades del ámbito nacional, faltaba solo que los partidos de izquierda también se acercaran a las Asambleas y ayudaran a construir el Poder Popular.
El problema era cómo harían estos militantes del campo popular y los militantes de los partidos de izquierda especialmente, para “dejar a un costado sus actividades singulares y adentrarse en un movimiento que los recibía a todos con los brazos abiertos, pero que no dejaba lugar a singularidades o intereses particulares”.
Mi pobre cerebro no entendía nada, me decía desde dentro “chabón, ¿vos te creés que toda esa gente va a dejar de lado su lugar de militancia durante años, para CONFLUIR (con mayúscula, porque yo era un tipo que en esa época agrandaba todo) en un Movimiento Asambleario, para que entre todos levantemos al país? No, Nicolássss, no seas ingenuo”.
Pero lo fui. Creía fervientemente que todo tipo que militaba, debería CONFLUIR en el Movimiento de Asambleas y desde ahí construir, construir y construir, sin personalismos, sin intereses de grupo o personales, y aportar como nunca antes a hacer de esto el más grande y nuevo Movimiento Asambleario, ayudando a la transformación de la conciencia de aquellas personas que todavía no lo habían hecho, pero que estaban predispuestas.
El cruce de experiencias y la diversidad de las distintas luchas ahora unificadas, las nuevas herramientas de lucha que suplantaban a las que hasta ese momento no habían dado resultado, hacían posible la utopía.
Todo este kilombo de cosas de por sí ya era difícil de entender, pero además había algo que quedaba colgado: como dije más arriba, la gente, ahora pueblo, no quería, siempre según mi punto de vista, tocar las instituciones, las quería reformar, hacerlas más justas... Uno podía decirles que cambiar todo para que no cambie nada no sirve, les podía hablar de la Revolución, les podía hablar de la autogestión, de la España Libertaria, etc. Pero no, estos tipos querían mantener las instituciones y tener “representantes” más justos y honestos. Habían tirado abajo un gobierno, pero no querían llevar hasta el fondo el gran levantamiento que habían hecho con sus manos, con sus cuerpos, con sus conciencias. Y entonces me preguntaba quién carajos era yo para decirle a la gente lo qué tenía que hacer. Si soy tan coherente con mis convicciones de la autodeterminación de los pueblos, cómo hago para decirles lo que más les conviene, si ellos tienen otra idea de cómo tienen que ser las cosas.
En mi Asamblea me cansé de decir que prefiero mil veces que el pueblo se equivoque por motus propio, a que un hijo de puta se equivoque en nombre del pueblo.
Entonces terminé entendiendo que había que construir Poder Popular e ir ocupando espacios de poder dentro del Estado, para poder también crecer como Movimiento y darle el ejemplo a la gente de lo que se puede lograr a partir de métodos más justos de redistribución, no sólo de la riqueza, sino de todo.
En resumen, creía que había no solo un estado de movilización en la gente, sino un cambio de conciencia en la mayoría del pueblo, incluso de aquel que no salió a la calle. Creía que la gente no quería cambiar las instituciones, pero si sacar a todo el plantel político, sindical y judicial del medio, para suplantarlo por otro más justo y transparente. Creía muy fuertemente en el potencial de las Asambleas y los MTD como Movimientos que atraían cada vez más gente y mostraban otra forma de hacer todo, política, económica, cultural y socialmente hablando (y en esto no me equivoqué).
Creía que todos los militantes iban a “quemar el carnet” de sus organizaciones y se iban a sumar para ayudar a construir este Movimiento con sus ricas experiencias anteriores. Y finalmente, creía que la forma de construcción debía ir en dos caminos paralelos y entrelazados: el hacer de hecho, sin importar si se estaba en el poder o no, o sea la construcción de un contra-Poder, y la organización del Movimiento, para ser cada vez más fuertes, pero también... y entre muchas otras actividades organizativas, la de preparar programas de gobierno y participar en las elecciones (demás está decir que no me refería a estas últimas elecciones, que fueron una trampa, una farsa y una mentira – en las que cayeron muchos).
Con estos y otros pensamientos escribía hace más de un año el documento “Hacia dónde van las Asambleas”.

BREVE RESUMEN DE “HACIA DÓNDE VAN LAS ASAMBLEAS”

En el documento que escribí hace un año, como ustedes seguramente leyeron, comienzo con algunas premisas básicas sobre las Asambleas y, vistas las condiciones de ese momento, planteo tres posibles futuros, que denomino “Asambleas en estado puro”, “Estado paralelo” y “Movimiento Político de Asambleas Populares”. La primera forma está vista como una isla entre muchas otras islas, con sus actividades concretas, pero sin lucha por el Poder, sino más bien apuntando a la concreción de proyectos muy focalizados.
La segunda forma tiene en cuenta la manera simbólica en que se puede construir un Estado dentro de este Estado, en parte en forma simbólica y en parte en forma real – en ese momento di el ejemplo del Club del Trueque, ahora puedo citar a las Fabricas Recuperadas – mostrarle a la población que hay otra forma de organizar la sociedad. En este caso señalé las grandes dificultades que para ser totalmente “independientes del Estado”.
Para finalizar, el Movimiento Político de Asambleas no era otra cosa que el reflejo de todo lo escrito más arriba, por supuesto con claros detalles de la forma organizativa y de la importancia de luchar por el Poder del Estado. Señalaba claramente que si bien las elecciones me parecían importantes, lo que más debería tenerse en cuenta dentro del supuesto Movimiento era la concreción de los diversos proyectos colectivos, pero que una cosa no quitaba la otra.

Lo más importante en todo el documento es la insistencia en que el futuro del Movimiento Asambleario debe ser debatido y no vendrá solo, a partir de una conjunción de los astros, sino que hay que tener muy en claro para donde se quiere ir, para que el conjunto de las personas-ciudadanos-asambleístas vayan para ese lado y tenga una identidad política clara como Movimiento.
Se plantea que si se quiere efectivamente cambiar la realidad, se debe luchar por el Poder.

LA INSOSTENIBLE LEVEDAD DE LA REALIDAD

Pasado el envío del documento, para los primeros días de agosto de 2002, empiezo de a poco a pegarme la cabeza contra la pared, a veces muy poquito, a veces de manera sorpresiva y muy dolorosa. Las situaciones que se sucedieron, desde la Segunda Interbarrial Nacional, el 17 de agosto de 2002, hasta la última Asamblea a la que asistí, el 14 de octubre del mismo año, me hicieron pensar y repensar miles de veces las posibles salidas del laberinto en el que se habían metido las Asambleas, en las formas que habían tomado y en la no concreción de ciertos debates que habían hecho retroceder a las Asambleas del protagonismo que tuvieron en un principio, que lejos de crecer, las había llevado a un “reflujo eterno”, eufemismo de algunos asambleístas para no admitir que mucha gente había abandonado la lucha o cambiado la forma y el medio para llevarla a cabo.
Finalmente las elecciones le dieron a la sociedad el aspecto de cambio, del famoso “cambiar todo para que no cambie nada”, del que hablaba más arriba. Y la gente fue y compró. Entonces ahora la gente, ya no más pueblo, está nuevamente tranquila con el nuevo equilibrio y orden institucional.
Pero mejor veamos cuales fueron para mí los hechos que de a poquito me fueron marcando que las cosas no estaban bien dentro de este bendito Movimiento.
1) La Segunda Interbarrial Nacional, a la que fui como delegado y salí espantado.
2) La famosa Comisión de Organización de Parque Centenario, en la cual había puesto mis porotos, que fue vaciada de contenido, tergiversada en sus objetivos, aparateada y usada en forma partidaria... y por todo eso y con razón, nunca puesta en funcionamiento.
3) El aparateo de los militantes de los partidos de izquierda, que más que ayudar, querían dirigir el Movimiento Asambleario.
4) Luego empiezo a darme cuenta que todas mis premisas sobre el cambio de conciencia en la gente era errado, donde me doy cuenta que el “campo popular” no va a CONFLUIR en el Movimiento Asambleario, sino todo lo contrario, que el Movimiento Asambleario es parte del “campo popular”.
5) La ruptura y desaparición de la Asamblea Popular de Martínez por el propio peso de las circunstancias.
6) Las elecciones presidenciales y el re-acomodamiento del Sistema.

No se asusten, que aunque ya les estén pesando estas páginas leídas, me encantaría tratar de analizar cada una de estas cosas enumeradas arriba.

LA SEGUNDA INTERBARRIAL NACIONAL

Fuimos varios compañeros de la Asamblea a la sede de Sociales, cercana a Parque Centenario, yo tenía el mandato para hablar cuando fuera mi turno, aunque cada moción de orden la tomábamos entre todos los compañeros que estábamos presentes.
Sinceramente me puse muy contento cuando algunas Asambleas se salían del típico discurso de enumerar con voz estentórea los 800 puntos de un programa que parecía más una bajada de línea y una expresión de buenos deseos, que un verdadero discurso sobre puntos de acuerdo. La mayoría de ese pequeño grupo de Asambleas “disonantes” era bastante crítico con la Interbarrial de Parque Centenario y reclamaba un cambio en las formas organizativas.
Por otro lado, también me puse contento cuando escuché al 95 % de las más de 100 Asambleas de todo el país hablar de “unidad”, de “congreso de organizaciones en lucha”, de “repudiar las elecciones truchas”, y de algunas consignas interesantes, que me daban la pauta que nuestra Asamblea estaba a años luz de alcanzar semejantes conclusiones.
Lo que más me llenó el corazón fue escuchar hablar tanto de “unidad”. Esa palabrita, tan chiquitita cuando uno la escribe, pero que significa tanto, que tiene un contenido tan amplio y lleno de esperanza, para los que hace años venimos luchando de una forma u otra por cambiar las cosas, retumbaba en mis oídos y cada vez que salía de la boca de algún delegado-compañero-asambleísta, la sonrisa se me iba dibujando en la cara.
Sensación, que como sabrán los que han estado presentes ese día, solo me pudo haber durado hasta el mismo final de la jornada, donde la unidad se partió en mil pedazos.
Cuando fue mi turno de “decir unas palabras”, lo único que atiné a pronunciar fue hacer pública la separación definitiva de nuestra Asamblea Popular, de la Asamblea Vecinal de los possistas, radicales (porque ahora no es lo mismo), conservadores, acomodaticios de turno y servicios de inteligencia, que no hacían posible la construcción para ningún lado.
Sería un dato irrelevante si no fuera porque a partir de ahí, en nuestra casilla de internet, hemos recibido muchísimas declaraciones de otras Asambleas que también se dividían, aunque por otros motivos, lo que transformó nuestro comunicado en algo lamentablemente profético.
Sobre el final de la Segunda Interbarrial Nacional, todo venía más o menos bien, hasta que llegó la hora de las votaciones.
Y en ese momento empezaron los kilombos de todo tipo, y este humilde delegado, y otros muchos asambleístas tan ingenuos como yo, empezamos a ver la verdad de la milanesa. No solamente los delegados que debían votar – yo no tenía ese mandato, sino otro compañero – eran mayoritariamente de partidos de izquierda, sino que parte de los que les tocó en suerte la coordinación de la Asamblea, también. Entonces, por ejemplo, si había 30 positivos, 20 negativos y 15 abstenciones, “ganaba la abstención” (una triste realidad de ese momento, que luego quedó como chiste en nuestra Asamblea). Osea que se sumaba para el lado que calentaba el sol y no para el lado democrático. Los gritos invadían el espacio, gritaban adelante, atrás, en la coordinación, en todos lados. La pelea sustancial era si había que aprobar el “Congreso de organizaciones en lucha” o “Asamblea de organizaciones en lucha”, se ve que para los aparatos de partidos no es lo mismo. Luego, los ingenuos pero ya no tanto, nos venimos a enterar que en realidad había una interna entre el MST, PO, PTS por sus respectivas Asambleas “de sectores en lucha”, que como sucede en países surrealistas como el nuestro, cada Partido tiene el suyo y no lo comparte con nadie. Claro que los asambleístas a secas, no entendíamos nada de lo que pasaba.
La tan pronunciada, tan seducida, tan saboreada entre los labios, tan repetida “unidad”, en los hechos no existía.
El climax del encuentro fue cuando una vez votado el punto importante para los Partidos de izquierda, un asambleísta (¿?) le hace una seña a algunos delegados de Asambleas, diciéndoles “vamos, vamos”, y de buenas a primeras se levantan como 10 delegados al mismo tiempo y se retiran, cuando quedaban votar muchas otras propuestas todavía. Claro que el ingenuo del asambleísta “a secas” no sabía que esos delegados eran de algún partido.
Por otro lado, cosa que también sucedió, se habló hasta el cansancio de la “unidad de acción”, pero muy pocas Asambleas se atrevieron a plantear también la “unidad en la organización”. Es fácil entender que cuanto menor sea el grado de organización de este movimiento, más fácil es poder absorberlo hacia el interior de otro.
Cuando uno empieza a sugerir “unidad en la organización”, saltan todos como leche hervida y te empiezan a atacar, ya que cada sector quiere ser el que dirija esa organización y por lo tanto tiran la verdadera unidad a la basura. La unidad de acción es muy linda para demostrar fuerza en la plaza y en una marcha o en un escrache. Muy lindo, nos vamos luego a casa con ese sabor dulzón de saber que somos muchos tirando para el mismo lado. Los que tienen el Poder se sigue cagando de risa, se ríen y ellos también tienen el sabor dulzón de saber que nosotros somos muchos pero estamos divididos, que siguen teniendo la sartén por el mango. Lo importante, y sin perder de vista la unidad en la acción, es la unidad de organización, tener los huevos para ponernos de acuerdo y armar un movimiento de masas capas de sacar a estos hijos de puta. Pero sin mezquindades entre nosotros y tratando de acordar en los puntos que tenemos en común, que son un montón.

Y así terminó la Segunda Interbarrial Nacional, personalmente me hizo sonar los campanazos en mi cabeza, haciéndome dar cuenta...y no solamente a mí, de lo que estaba pasando en el interior del Movimiento Asambleario. Entendí claramente que con tanto “afiliado” era imposible construir un Movimiento Político nuevo, aunque por otro lado, los discursos que había escuchado, estaban a las antípodas de ese objetivo colectivo.
Llegué a mi casa desilusionado bien y desilusionado mal, bien porque entendía perfectamente que la mayoría de las Asambleas estuvieran en desacuerdo, por lo menos tácito, de formar un Movimiento Político, aunque yo tuviera otra idea, respetaba el pensar de las mayorías. Pero estaba desilusionado mal porque empezaba a entender como habían jugado su propio juego algunos Partidos de izquierda que yo respetaba muchísimo hasta ese momento, y como sin saberlo le hacían el caldo gordo a la derecha, el verdadero enemigo dentro de las Asambleas.
En conclusión, es evidente que usaron las Asambleas para poder tirar agua para su molino y todo lo contrario a ayudar con su experiencia a construir, quisieron cooptar y dirigir... o por lo menos evitar la organización para poder dirigirlas desde “su” organización.
Igualmente los Partidos de Izquierda tienen un capítulo reservado en este documento.

LA COMISIÓN DE ORGANIZACIÓN

Cuando aparece la propuesta de la Comisión de Organización de la Interbarrial, que según mis registros aparece en la Interbarrial del 30 de junio de 2002, pasando su aprobación “a debate”, por 16 votos contra 9 “a favor” y 2 “en contra”, yo me dije para mis adentros que empezaba a haber un poco de esperanza, porque si bien se notaba hasta ese momento una gran agitación y positivismo en lo que era la Interbarrial, reflejado principalmente en el cambio de funcionamiento por delegados, también se notaba cierto estancamiento en clarificar los caminos a seguir y en la parte organizativa.
Mi actitud fue “¡por fin!”, como queriendo decir que a partir de esta Comisión se iban a empezar, de a poco, a dar los pasos hacia la mejor organización de los esfuerzos de la Interbarrial, aceitar mecanismos para hacer más rápida la información, el “ida y vuelta” de propuestas de las Asambleas a Parque Centenario y además empezar a hacerse más fuerte como Movimiento. Por otro lado la importancia de la Comisión, por sí misma, requería que todas las Asambleas estuvieran más pendientes de enviar delegados y de preocuparse por la organización misma del Movimiento.
Se empezaba, a mi parecer, a dar los primeros pasos hacia una Organización (con O mayúscula) de un Movimiento y enriqueciéndola de todos los métodos asamblearios y de democracia directa. Osea que la cosa venía bien parida.
Pero no... de nuevo mi cabeza me decía “Nicolásssss, no seas ingenuo”, recordándome la voz y la frase de una compañera del Centro de Estudiantes de la facultad. Era muy difícil que, primero, las organizaciones ya existentes, nos dejaran crecer cualitativamente y, segundo, ¿estaban las Asambleas del Movimiento Asambleario suficientemente maduras, para hacer ese paso cualitativo?.
Y bueno, en la realidad, a esas dos dudas, tuve que agregarle el miedo muy fundado de las Asambleas en ser aparateadas desde la Comisión y además de centralizar el poder.
El resultado fue el que todos sabemos.
En la Interbarrial del 30 de junio de 2002 la formación de la Comisión pasa a debate. Es puesta a “consideración de las Asambleas”, aunque no queda claro si las Asambleas hubieran sido consultadas aunque la propuesta hubiera sido aprobada.
En la Interbarrial del 7 de julio pasa a debate por 11 votos a “favor”, 1 “en contra” y 11 “a debate”.
En la Interbarrial del 14 de julio pasa a “consideración de las Asambleas”, ya con una mochila de 7 condicionamientos muy precisos, “para evitar que nos pase por encima” decían algunos, que por supuesto ya la condenaban antes de nacer.
El 21 de julio casi se produce el milagro, a no ser por las 13 Asambleas que no tenían mandato.
Este día, otro de los días surrealistas de este país y de este pueblo, marca uno de los puntos más altos de desorganización y desconfianza asamblearia: luego de votar primero los 7 condicionamientos a la Comisión de Organización – entre los cuales se encontraba el “enlace con otros sectores”, “organizar la Interbarrial”, “organizar las marchas” y le atribuía algunas facultades “ejecutivas” – aprobando por completo los 7 puntos, cuando se vota la formación lisa y llana de la Comisión, 13 Asambleas no tienen mandato y se posterga para más adelante.
Si pensamos que hacía 21 días que se estaba hablando del tema, es difícil pensar que no se tenga mandato expreso para la votación, a menos que se tenga mandato expreso para la no-votación. (Y ahora me saltan al cuello los asambleístas de aquellas Asambleas que no tenían mandato, a los que no tengo otra cosa que pedirles disculpas, pero es así como yo pienso).
El 28 de julio la Comisión de Organización nace formalmente, pero obviamente no en los hechos, por 17 votos a favor, 8 en contra, 9 abstenciones... y 4 Asambleas que hacen salvedades, pero claro, quedarán perdidas en el olvido, desfavorecidas por el “ida y vuelta” horizontal, que algunas veces juega en contra. Solo una de aquellas salvedades será puesta a “consideración de las Asambleas”, aunque nunca más se tendrá noticias, se la llevará el viento que recorre las esquinas empedradas de los barrios al atardecer, acompañando su vuelo se escuchará algún bandoneón lejano, entonando algún tango de invierno.
Lo que sigue son más condicionamientos a una Comisión ya formada, pero que los desconfiados no querían hacer crecer, los Partidos querían manipular y los bien intencionados, creo, eran demasiado pocos. Se tenía la sensación que se había creado la Comisión al pedo, pero eso sí, la parte, con Comisión o no, con mandato o no, que se encargaba de reunirse con otros sectores, funcionaba bárbaro. “Unidad de los que luchan”, si, “unidad asamblearia”, la semana que viene.
Y así pasaba el tiempo y en cada resolución aparecía el aviso clasificado de la Comisión “Reunión los martes a las 18:00 en Colombres”. Cuando finalmente voy a la reunión de la Comisión de Organización, con un mandato de la Asamblea, me encuentro que tal Comisión no existía y que nunca antes había funcionado.
Indudablemente faltó voluntad política para llevarla adelante. Y los asambleístas que seguían yendo a la Interbarrial, se ganaron un poroto y perdieron otro. Lo ganaron porque supieron ver a tiempo los manejos poco claros que se le iban a dar a la Comisión, y se lo perdieron, desgraciadamente diría yo, porque desaprovecharon la posibilidad de dar un salto cualitativo importante a nivel organizativo, y si le hubieran puesto voluntad, a lo mejor, digo a lo mejor, podrían haber sorteado los obstáculos y empezar de a poco a construir la estructura de un verdadero Movimiento.
Para mí, luego de ese intento fallido de la Comisión de Organización, la Interbarrial de Parque Centenario, en ese momento en el Viejo Correo, tenía los días contados.

LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA DENTRO DEL MOVIMIENTO ASAMBLEARIO

Bueno, esto es como los libros “Elige tu propia aventura” de nuestra infancia, los que no quieran leer críticas a los Partidos de izquierda, pueden pasar directamente al próximo capítulo.

Como expliqué al comienzo de este documento, mi concepción de lo que se iba formando en el Movimiento Asambleario era muy determinada. Para mí las diversas agrupaciones, especialmente los Partidos de Izquierda – que en tantos años no pudieron construir ninguna alternativa potable de poder – iban a sumarse a las Asambleas y ayudar, a partir de sus ricas experiencias, a construir un Movimiento. Pasó todo lo contrario, los militantes de los partidos de izquierda quisieron dirigir el Movimiento Asambleario, en el mejor de los casos quisieron llevarse cuadros y militantes a sus partidos y creyeron que era “revolucionario” que de buenas a primeras, las Asambleas acordaran un “programa” de ¡77! puntos, un interminable rollo de buenas intenciones, tratando de condicionar el devenir asambleario.
Como si esto fuera poco, tampoco se contentaban con ver solamente y de a poquito la destrucción de varias asambleas, de ver solamente la cantidad impresionante de vecinos - sin ninguna ideología política clara, pero con las ganas de participar - que se empezaban a ir espantados, sino que los diversos partidos se peleaban entre ellos para ver quien la tenía más larga o quien llevaba más gente a su partido. Por lo que el daño fue doble, primero por el solo hecho de querer dirigir y “hacer de izquierda” un movimiento que no nació de izquierda, pero que podía llegar a serlo, luego porque hicieron que los vecinos se fugaran nuevamente a sus casas, y no les tuvieron paciencia. Ellos hablan de “reflujo”, yo digo que fue perderse la oportunidad histórica de hacer trabajo de hormiga y ayudar al cambio de conciencias. Parece que en el partido aprenden a ser “revolucionarios”, pero no saben lo que es tener “tacto”, palpar el terreno, analizar las situaciones y saber dónde, cuándo y cómo decir lo que tenés que decir. Estoy de acuerdo en que las ideas hay que defenderlas a muerte, pero también es bueno saber cómo discutirlas y rebatirlas, una materia que tienen previa varios, y diría todos, los partidos de izquierda.
Por otro lado, y como alguien dijo por ahí, a un cierto punto de los acontecimientos, yo me preguntaba por qué los partidos no dejaban los espacios a los “cani sciolti”, a los que tenemos una ideología de izquierda pero no militamos en ningún partido, a los que, después de tanto escepticismo, volvimos a creer y encontramos un lugar donde nos sentíamos identificados. Me preguntaba: “si no vienen a sumar, no vienen a construir, tienen su propio ámbito de discusión, qué están haciendo?”. Lo que estaban haciendo es lo que ellos mismos critican, meterse en un movimiento nuevo y tratar de coparlo, para llevarse cuadros y evitar que se organice y se haga más fuerte que sus propias organizaciones, por otro lado “hacer bien los deberes” con el grupo de iluminados que dicen ser sus respectivos Dirigentes. Me daba la sensación de que no entendían que el Movimiento Asambleario no quería dirigentes, de que no entendían que “el vecino del piso de abajo”, no iba a decir de la noche a la mañana que quería una revolución socialista, pero sí iba a ir entendiendo que el socialismo le iba a resolver muchos problemas a él y a sus nietos, pero si se lo explicaban, no si se lo exigían.
Hay que tener cuidado al hablar de “Pueblo”, decir que el pueblo quiere tal o cual cosa, sin palpar en la realidad lo que realmente sucede, es pecar de soberbio e iluminado, creyendo que todos quieren lo que verdaderamente uno quiere en forma absoluta y egoísta. El pueblo no es revolucionario y no saber aceptar eso es ser ciego.
Los militantes de los partidos de izquierda no pudieron evitar llevar el carnet del Partido cada vez que fueran a su asamblea. Aclaro que la ideología se lleva a cualquier parte, porque forma parte de nuestra forma misma de ser, pero una cosa es la ideología y otra el Partido, esto no hace falta aclararlo, pero por las dudas...
Lamentablemente para las asambleas, los verdaderos enemigos, la derecha y los servicios de inteligencia – que estuvieron infiltrados en todas las asambleas al inicio de este fenómeno – aprovecharon la volada y usaron el kilombo de los partidos para asustar a la gente con el fantasma de la izquierda. Hablaban pestes como esta: “El brazo activista (post adolescente, institucionalmente inmaduro y por lo tanto “mercado fácil”) de organizaciones, movimientos y grupos sectoriales y partidarios, se apropió cuantitativamente del espacio vecinal y comenzó la prédica de sus ritos pretendiendo imponer ideologismos, por aprobación sin debate, de las consignas de sus mandantes ocultos, aunque fácilmente identificables.”
Conclusión: le dieron de comer a los leones.
Pero quizás ese no fue el peor papel de los partidos de izquierda, sino el que jugaron en la Interbarrial de Parque Centenario.
Todos nos emocionamos cuando en la primera Interbarrial Nacional, levantaban la mano al mismo tiempo más de 700 personas, aunque más no fuera para aprobar una larga lista de expresiones de deseos, nos reímos cuando se pidió un aplauso al vecino que votaba desde el balcón de su casa, pero también nos enojamos mucho cuando empezamos a ver que al fin y al cabo no sabías cuales eran las asambleas independientes y cuáles tenían un grado de militantes de partido tan grande que terminaban siendo una unidad básica del partido, pero en una plaza.
Los militantes de los partidos de izquierda deberían haber contribuido a construir un Movimiento, no a destruirlo. El papel asqueroso que tuvieron en la Interbarrial, hizo que el propio Movimiento se empezara a fraccionar entre los asambleístas que “eran de partido” y los que “no eran de partido”.
Si bien un tropezón no es caída, la frustración de la Interbarrial y el aparateo de los Partidos de izquierda en el Movimiento Asambleario, dejó sus marcas, ya que ayudó a que muchos vecinos huyeran despavoridos nuevamente a sus casas a ver la realidad por televisión, y muchos de los que se quedaron, tengan miedo de organizarse por miedo a repetir esa experiencia. Si hubo algo que lograron los Partidos, fue desilusionar a muchos que todavía los veíamos con respeto. Los Partidos de izquierda se deben una autocrítica sobre el paupérrimo rol que jugaron en el movimiento asambleario.
Voy a terminar esta crítica con un fragmento de un artículo que recibí por Internet, de Javier González, titulado “¿En qué anda la izquierda?”.
“Además y como si todo esto fuera poco, entre las distintas corrientes marxistas existe la competencia por saber quien es más marxista. Cuando se leen las publicaciones partidarias, periódicos y páginas web, queda la sensación de que la izquierda no ha podido romper con la visión dogmática, sectaria y religiosa que la viene caracterizando desde hace años. Da la sensación que todos los golpes que ha sufrido la izquierda, fundamentalmente en los últimos años, no han sido del todo asimilados. Así las publicaciones partidarias no difieren mucho de las religiosas, donde se repiten dogmáticamente las enseñanzas bíblicas. Plagadas de elaboraciones y conceptos que nunca se ponen a discusión del conjunto de los trabajadores, porque se repiten como "verdades reveladas" y se tratan de imponer sin cuestionamientos, a la clase. Elaboradas en un comité central, entre cuatro paredes, las políticas de la izquierda son un muestrario de desaciertos año tras año. Caen, generalmente, en un Horangelismo de fin de milenio. Casi ninguna de sus predicciones se han cumplido y este desengaño ha provocado la deserción de cientos de valiosos compañeros y el traspaso de unos cuantos dirigentes hacia políticas "más reales": los partidos burgueses.
A modo de contribución al debate
Sobre las mismas bases de siempre, sin autocríticas, sin discusión democrática que permita a los partidos de la izquierda romper con la burocracia y el autoritarismo, la soberbia y las disputas de tipo sectaria y matriz religiosa por quién es el grupo más marxista; no pueden construirse
herramientas fundamentales para la organización de los trabajadores en vistas a generar cambios revolucionarios. Por este camino, más allá del crecimiento lógico producto del proceso creciente de luchas sociales que vivimos que se ha dado en las distintas agrupaciones, no llegamos a
constituirnos más que en furgón de cola de las experiencias burguesas y abonando al desarrollo del virus fascista siempre en estado latente. Discutir nuevas formas de organización, el centralismo democrático, "la conciencia desde fuera" en la clase trabajadora, los cambios producidos en los modos de producción, el concepto de "vanguardia esclarecida", etc. siempre fue tildado de hacer revisionismo, de querer hacer dócil al marxismo. Esta postura "religiosa" de la izquierda sectaria, se contradice absolutamente con el espíritu del marxismo, el "dudar siempre de todo" pregonado por Marx es abandonado por una aceptación dogmática e inflexible de las elaboraciones teóricas.”
Ningún partido de izquierda será verdaderamente revolucionario hasta que no democratice el funcionamiento dentro de su propia estructura de partido.

ALGUNAS ACLARACIONES SOBRE LO ESCRITO ARRIBA

Tengo la necesidad de hacer algunas aclaraciones sobre lo que escribí arriba sobre los partidos de izquierda.

1) Tengo muy en cuenta que el verdadero enemigo es el capitalismo y no la izquierda, tengo muy en claro que en las asambleas el enemigo está en la derecha, justamente porque está como invisible pero está siempre, con los que la juegan de buenos pero buscan su interés personal, los servicios, los que escriben desde “el vecino común” cosas como las que reproduje arriba, atacando a los que luchan, con los que quieren la “liberación nacional”, pero primero quieren la liberación de Seineldín, con los vecinos de los CGP o de las diversas municipalidades, que se la dan de progres, y un sin número de personajes ocultos entre “la gente común”, controlando que todo salga bien y se desarrolle dentro de los márgenes. El enemigo NO es la izquierda, pero si ellos no hacen autocrítica, nosotros tenemos que decirles que se portaron para el orto.
2) No solamente quiero señalar, sino que también admiro, la fervorosidad, la pasión, la dedicación, la claridad que tienen la mayoría de los militantes de base de los partidos de izquierda. A ellos, aunque no solo a ellos, se les deben muchas cosas positivas de las asambleas, el explicarle a los demás las formas asamblearias en los primeros días de la experiencia, la polenta por llevar adelante determinados proyectos, el esfuerzo para que no se cayeran muchas asambleas, etc. También gracias a ellos, aunque no solamente a ellos, fue posible que las asambleas no cayeran en querer “arreglar el farolito de la esquina que no funciona”, y tomara un tinte de izquierda, anticapitalista y de entrever la posibilidad de lograr otro tipo de sociedad, y justamente no dejarle el camino libre a la derecha. Yo les critico el ir a la asamblea perteneciendo al Partido, no el hecho de la dedicación y empuje que caracteriza a muchos de ellos.
3) El concepto de “cani sciolti” (“perros sueltos” en italiano), es usado en ese país justamente para etiquetar a los militantes de los años ’60 (“sessantottini”) y ’70 que luego no pertenecieron al PCI y que vagan por la vida como perros sueltos, sin una identificación con ningún partido, pero con una identidad política muy clara. Si traemos en concepto a la Argentina, quise nombrar a aquellos militantes de los años ´70, que en un momento se jugaron la vida por cambiar las cosas, pero que luego no confluyeron en ningún partido, y también simplemente a los miles y miles de “compañeros” que tienen muy en claro su ideología, pero no militan en los partidos.
4) Los partidos de izquierda no fueron los responsables absolutos de que la mayoría de la gente haya vuelto a sus casas. Si bien, siempre según mi punto de vista, tuvieron bastante responsabilidad en el famoso “reflujo eterno”, también hicieron lo propio la derecha, las circunstancias objetivas - digamos un “reflujo lógico” - y principalmente los propios vecinos que se fueron, que no se bancaron seguirla peleando o en algunos casos decidieron pelear desde otro lado.

MI CAMBIO DE CONCIENCIA

Como dije más arriba, yo tenía una determinada idea de lo que eran las cosas, una idea que estaba bastante errada. Por eso, a partir del fracaso de la Interbarrial, del fracaso de la Comisión de Organización, también empecé a darme cuenta lo que realmente estaba sucediendo en el Movimiento Asambleario.
Por empezar, caí en la cuenta que el movimiento de asambleas era un factor más de lucha, como muchos otros, no era ni el único, ni el mejor, simplemente era un movimiento más entre todos los que conforman en famoso “campo popular”, las Asambleas, desde este nuevo punto de vista para mí, se ponía al lado, y no delante, de los docentes, MTDs, sindicatos combativos, movimientos de jubilados, movimientos estudiantiles, partidos políticos de izquierda, fábricas recuperadas, movimientos de los pueblos originarios, ecologistas, organizaciones de derechos humanos, diversos movimientos culturales, etc, etc, etc.
Así que la pregunta era entonces preguntarse por quién estaban constituidas las asambleas y cuál era la característica única que tenían las asambleas y no otros movimientos.
Era claro que los asambleístas que además pertenecen a otras organizaciones, no van a renunciar a esas organizaciones para dedicarse por completo a cada asamblea, está visto que estos compañeros se fueron yendo, priorizando sus actividades y lugares de lucha anteriores, o se han quedado y han alternado su tiempo tanto en su organización, como en la asamblea de su barrio.
Por otro lado, los “cane sciolti”, encontramos en las asambleas un lugar de lucha que nos identificaba, que nos interesaba por lo novedoso y apartítico y por los métodos ultra democráticos de la democracia directa. Claro que además de discutir problemas barriales, nos interesaba también discutir sobre política nacional. Este tipo de gente es quizás la que más defiende el espacio asambleario, primero porque vale la pena defenderlo, pero además está ese plus de significado, donde sentimos la asamblea como “nuestro” espacio de lucha, es éste y no otro, por eso defendemos su funcionamiento, las actividades, y evitamos los aparateos de derecha e izquierda, porque sentimos que es el espacio que elegimos para llevar adelante la lucha. Los que no militan más que en sus propias asambleas, entenderán mejor de lo que estoy hablando. Es algo que trasciende la lucha misma, es sentir que podés fundar un pequeño espacio libre con otros compañeros, y es como que lo alimentas todos los días, lo vas llenando de significado, es como un hijito chiquito, al cual le vas enseñando a crecer, donde le transmitís lo mejor y a veces también los defectos, pero es como que lo vas amamantando día a día, y lo vas viendo crecer. Y lo defendés igual que una madre a su hijo, con uñas y dientes.
Además de eso, es posible preguntarse si las Asambleas no se han formado o cumplen el papel de ser grandes grupos “multisectoriales”, donde las dos o tres horas de asamblea funcionan más como un intercambio de opiniones e información de los diversos grupos que ahí se juntan, incluso para realizar actividades en común.
La pregunta sobre la identidad Asamblearia, queda a mitad de camino.
Empecé a darme cuenta que si el Movimiento Asambleario tenía un futuro, iba a ser a partir de la creación de una red organizativa de asambleas, que venía más bien del lado de las zonales, como la de Vicente López, la de la Zona Norte de Capital, más que de la creación “por decreto” de una Interbarrial.
Entonces uno también empieza a resolver cuestiones que tienen que ver con su intimidad como luchador, es decir, dónde puedo luchar y con qué medios para lograr mejores resultados, obviamente que en la asamblea de Martínez ya no había posibilidades, por las razones que detallo más adelante.

Por otro lado, también cambió mi forma de pensar al pueblo, a ese pueblo que había salido a cambiar las reglas del juego, porque ese pueblo, al ver que las Asambleas no pudieron solucionarle sus problemas en el corto plazo, y además por ese cagazo característico de medio pelo de clase media, volvió a su casa, su cambio de conciencia quedó a mitad de camino o cumplió la profecía de la clase media: se la dan de revolucionarios por un rato y no aceptan su condición pequeño burguesa que deben romper, por lo que en el momento de la ruptura, se cagan en las patas y vuelven a sus casas.
El pueblo que había invadido las asambleas, volvió a ser “gente” y se recluyó en sus casas a esperar nuevamente al Mesías, en este caso K., y a ver la realidad por televisión... de paso aprovechó para hacer un zapping por Videomach, Gran Hermano, Operación Triunfo y Fútbol de primera. La gente volvió a comprar el Olé y entrar en la famosa fábula del “pan y circo”, esperó a que haya elecciones, votó y ahora tiene esperanza. Que lindo!, vamos a un corte, con más información, en Síntesis.
Aquí vale una aclaración, que la clase media tengamos una mentalidad pequeño burguesa, es algo que tenemos que aceptar como clase, o mejor dicho como semi clase. Pero aún con esta mentalidad, tenemos la posibilidad de romper con los lazos de clase que el Sistema quiere que tengamos - aspirando siempre estar un escalón más arriba en la escala social - y poder hermanarnos en un proyecto de sociedad distinta.
La gente optó por la comodidad de lavarse las manos, ocuparse de sus asuntos y dejar que los “especialistas” se encarguen de hacer política. Y esto no es culpa de ellos, o digamos que en parte no es culpa de ellos, porque debemos aceptar que es fruto de la falta de educación política y educación a secas con las que el Poder viene pegando a la población desde hace como 200 años, haciendo de la ignorancia del pueblo, su mayor base de sustentación para reproducir su dominación.
También es cierto que cuando hay que correr a la liebre, no tenés tiempo de hacer nada más que eso, incluso en el peor de los casos, cuando no tenés nada para comer, y el estómago te hace ruido continuamente, no podes estar preocupado porque se vayan todos, tenés que ingeniártelas para llevar el puchero a tu casa a la noche. Estos efectos también son gracias al Poder, que además de ignorantes, crea hambrientos y ocupados (y preocupados) por no llegar a serlo.

Para finalizar, la idea del Movimiento Político de Asambleas quedó en el olvido, las Asambleas están muy lejos de eso, ni siquiera lo tienen en cuenta, aunque no comparto la idea de evitar luchar por el Poder del Estado, ya que la gente eligió la vía pacífica, electoral e institucional como camino de cambio. No tomar en cuenta eso es pecar de ceguera política. Pero las Asambleas tienen un desafío más grande, tienen que ver si son capaces de armar un programa en común que la unifique a todas, tienen que ver si son capaces de armar programas de gobierno. Tienen que ver si son capaces de vencer el miedo a organizarse.
Al contrario de lo que pensaba antes, no es posible un Movimiento Político de Asambleas Populares que se presente a elecciones en forma aislada, sino que se debe construir un Frente con todas las organizaciones en lucha, pero no se puede hablar de unidad si no se habla primero de crear un movimiento que aglutine bajo un solo programa a todas las asambleas, de lo contrario no podrían luchar en forma unida, por esa unidad.
Este fue a grandes rasgos el cambio principal en mi forma de pensar esta realidad tan dinámica.

LA ASAMBLEA POPULAR DE MARTÍNEZ

Lo que sucedió en la Asamblea Popular es parte de lo que yo escribía hace poco más de un año sobre “la asambleas en estado puro”. Al no tener proyectos concretos que hicieran que la gente tomara la Asamblea como punto de referencia, la Asamblea se cayó por el propio peso de las circunstancias.
De entrada costó mucho separarse de la Asamblea Vecinal, donde, teniendo en cuenta el ámbito de Martínez, había fachos, radicales, possistas y hasta servicios de inteligencia que querían que las cosas no se fueran de mambo. Muchas veces tomaban discursos reformistas o autonomistas a ultranza, para evitar todo debate político e ideológico dentro de la asamblea y evitar la organización de los vecinos.
Para el momento de la separación y gracias a las peleas que teníamos todos los martes, la gente se iba yendo y no volvía más. Terminamos siendo poco menos de 30.
Yo tenía esta sensación: cada martes agarraba un ladrillo, le ponía cemento y lo ponía sobre la pared a medio hacer, ellos venían, lo sacaban y no lo tiraban... me lo daban en la mano... entonces el martes siguiente repetía la operación con el “mismo” ladrillo. ¿Se entiende la metáfora?
Luego de la separación, muchos de los que decían estar presentes y comprometidos, finalmente le dieron prioridad a otras cosas y no estuvieron más. Por lo que la Asamblea Popular, con la que fuimos a la Segunda Interbarrial Nacional, representaba en los papeles a unas 20 personas, aunque nunca pudimos hacer una asamblea con más de 10. El trabajo, la facultad, fueron las primeras cosas que hicieron que mucha gente valiosa no apareciera más, pero con razón, aunque luego también a eso se sumó que muchos de nosotros empezamos a poner las reuniones de los sábados en un tercer o cuarto plano, y las ganas no eran las mismas, y las discusiones eran las mismas. Los métodos asamblearios quedaron olvidados y la Asamblea era más un Club de amigos que una asamblea organizada. Y eso del Club de amigos es bueno, porque tiene que ver con los nuevos lazos sociales que se dieron en las Asambleas, pero no puede ser absorbente de lo otro.
En un momento determinado, se dejó de ir a la Interbarrial de Parque Centenario, se dejó de ir a la Interbarrial de Vicente López, éramos cada vez menos y cuando no faltaba uno a la cita, faltaba otro, con lo importante que era la presencia siendo tan pocos.
Yo empezaba a llegar a mi casa con frustración y desgano, a las puteadas, cada sábado a la noche.
Finalmente con mucho esfuerzo de la Asamblea, y contra mi pronóstico, realizamos un Festival contra el hambre y la represión, que fue un éxito. Aunque no se sumó gente nueva a la Asamblea, por lo menos logramos hacer una actividad concreta, luego del fracaso de realizar un boletín, vaya uno a saber por qué. La realidad nos mostraba que cada vez éramos menos, hasta que en una Asamblea se planteó la necesidad de no romper los mecanismos asamblearios, de participar en la Interbarrial y en la Comisión de Organización y de generar actividades conjuntamente con otros grupos, ya que nosotros no podíamos ni garantizar nuestra propia presencia. Al darme cuenta que ni siquiera existía la Comisión de Organización, que la Interbarrial se iba a pique, seguir levantando una bandera asamblearia en Martínez, en vez de ver de qué otra manera podía luchar, ya no tenía sentido para mí.
Finalmente se resolvieron reuniones para ver de qué manera seguíamos con la Asamblea, reuniones donde cada uno expresó su punto de vista, pero persistieron demasiado las diferencias. Estábamos todos de acuerdo en la ideología... o casi de acuerdo, pero teníamos una concepción distinta de cómo llevar adelante la Asamblea, y siendo tan pocos, la dispersión nos condenó.

LAS ELECCIONES Y EL REACOMODAMIENTO DEL SISTEMA

Hace poco más de un año yo expresaba mi preocupación sobre el devenir del Movimiento Asambleario, haciendo hincapié, entre otras cosas, en que el Sistema se iba a reacomodar en dos años. No lo decía por las elecciones, mi preocupación era que el Movimiento Asambleario no estuviera lo suficientemente organizado, para evitar que el Sistema se reacomodara y cambiara algo para que no cambie nada, volviendo a tener el pleno control del Poder. Aclaremos que nunca nadie le sacó Poder al Sistema en este año y medio, pero por lo menos no tenía el “pleno control” de éste.
Con las elecciones presidenciales, se puso de manifiesto nuevamente el equilibrio “institucional” que tanto tembló el último año.
No me voy a explayar con respecto a esto, ya que comparto casi en un 100 % el documento “Qué quedó del Que Se Vayan Todos” de Ezequiel Adamovsky, que les he enviado con anterioridad. Veo las cosas muy parecidas a él y por lo tanto me evito (y les evito) volverlas a escribir (leer).
Estas elecciones fueron para mí una verdadera fantochada, la izquierda partidaria no tendría que haber participado, pero igualmente queda el sabor amargo de la posibilidad histórica perdida por la izquierda (y aquí me refiero a los militantes y no a los partidos), de poder organizarse y unificarse, antes de que lo hicieran los dueños del Poder. Organizarse para demostrarle a la gente que puede transformarse nuevamente en pueblo y construir otro tipo de sociedad.

Este documento termina aquí, ya que siento que es bastante melodramático. Me faltan muchas cosas todavía, pero merecen un documento aparte que separe esta visión negativa y revisionista, de otra más optimista, analítica y con propuestas a futuro.

Hasta la próxima entonces, espero que les haya interesado leer esto tanto como a mí escribirlo, espero ansioso vuestras críticas.

Abrazos revolucionarios
Nicolás Furlanis
04/08/03
Corregido en la madrugada del 3/10/03

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otra más y van
Por ... - Saturday, Oct. 04, 2003 at 6:43 PM

Es realmente aburrido ver las distintas maneras en que se le achacan a los partidos de izquierda tantas cosas... Aburrido por la falta de imaginación y por lo lineal,porque aunque digan que no,es justamente el único polo que se critica con tanta vehemencia.Y lo que da es risa porque entre tanta crítica a la izquierda se olvidan de darle al menos una mención de saludo a la bandera al rol nefasto que jugó toda la centroizquierda, tirando para atrás, desmovilizando, y peleando por lavar el que se vayan todos hasta las últimas consecuencias! Por eso ay ay ay,el que escribió eso de ahí arriba no será un ibarrista?

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es aburrido e irritante ver...
Por uno - Saturday, Oct. 04, 2003 at 10:20 PM

a los soberbios que se quejan cada vez que les dicen que se equivocaron. Los soberbios que dicen "autocritica las pelotas".
Porque cada vez que se hacen los boludos o responden con violencia estan reivindicando lo que hicieron, es como un escupitajo en la cara.
Celebro el escrito de Nicolas, pero no porque critique a los partidos de izquierda, sino por ser fiel historicamente. Si hay autistas y soberbios que quieren escribir su propia historia y decir que los partidos de izquierda no aparatearon a las asambleas, tienen derecho a hacerlo.

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Excelente el texto de Nicolas
Por Juan Salvo - Sunday, Oct. 05, 2003 at 11:02 AM

Creo que los asambleistas tenemos que empezar a escribir la historia del movimiento asambleario para ver en que nos equivocamos, que nos falto, como podemos mejorar.

En cuanto a la critica a los compañeros de la izquierda partidaria, es mas que certera, y esta hecha desde el lugar de compañero. El que no lo piensa asi, es porque no la leyo entera.

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a modo de respuesta
Por Nicolás - Tuesday, Oct. 07, 2003 at 4:32 AM

Me da risa que al primero que critica a la izquierda partidaria lo tilden de ibarrista y algunos hasta de servicio.
Amigo "...", la cagada que se mandó la izquierda le dió pie a la derecha para jugarla de callada y desunir a las asambleas. Te recomiendo una lupa y que leas lo que escribí con más atención.
Ahora voy a publicar el último documento, el 14, donde propongo entre otras cosas conformar un movimiento de masas del campo popular y que tenga la capacidad para presentarse a elecciones. Seguro que van a saltar muchos que me van a tildar de "pequebú" de "electoralista", de "reformista" y hasta de "centroizquierdista" (jajaja). A todos ellos les recomiendo desde ahora, tener una lupa a mano.

Es increíble como la crítica a la izquierda enseguida se pone en primer plano y no se tienen en cuenta otros muchos conceptos que escribí en el documento.

a "uno" y a Juan no tengo demasiado que decirles, gracias por leer el documento y continuar con el debate.

Un saludo
Nicolás.

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La unificación del todo
Por El aguila blanco - Sunday, Oct. 29, 2006 at 4:14 PM
inhargc@hotmail.com El octavo mundo

Stephen Hawking quiere una explicación la mas sencilla para hacer entender la unificación del todo, y lo ultimo de el ha sido anunciar la pelicula que prepara producir sobre uno de sus libros, que trata sobre un viaje atraves del tiempo. Pues quiero que alguien me diga si en esta pagina web no explica lo suficientemente claro como para entenderlo cualquiera.> http://humano.ya.com/dneptuno/

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