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"Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación"
Por Adrian Berardi - Friday, Sep. 17, 2010 at 3:37 PM

Marcha nacional por la educación

Pequeños pasos marcan lo que vive la Ciudad de Buenos Aires, lo que siente el mundo de la educación; esos pequeños pasos son de los pibes argentinos, pequeños adolescentes que decidieron tomar la vanguardia de la lucha por una educación mejor, digna y sobre todo pública.

Ayer, 16 de septiembre de 2010, estos jovencitos fueron la cabeza de la marcha que recordaba aquellos sucesos de 1976, donde pibes de su edad fueron víctimas de la dictadura militar, este hecho llamado "la noche de los lápices" fue el motivo que reunió a estos adolescentes secundarios, con jóvenes universitarios y docentes, y todos juntos ocuparon la Avenida de Mayo para recordar a los gobernantes que la educación no se vende, se defiende.

Esta gran marcha nacional por la educación, aunó el pensamiento de lucha, resistencia y defensa de la educación pública; unió a la comunidad educativa bajo un interés común, y volvió -como tantas otra veces- a poner en discusión el sistema educativo en su conjunto. Pero esta vez no fueron los más experimentados quienes dieron el puntapié de arranque a esta nueva etapa de la lucha cotidiana por la educación, sino los más pequeños; ellos fueron y son hoy el ejemplo a seguir, la vanguardia en esta lucha.

¿Qué dirán los grandes pensadores de la derecha nacional que veían una adolescencia perdida? Nosotros les podemos decir que la juventud se encontró en la calle para defender la educación pública, asumiendo su rol de pueblo -a pesar de su poca edad- y acompañada por padres y docentes, por estudiantes universitarios y terciarios, acompañada por trabajadores, dejando en claro que este pueblo no cambia de idea… pelea... pelea por la educación.

Este hecho transparenta una realidad social, muestra el surgimiento de una generación que se compromete con el futuro y esta es la contradicción perfecta a las mentiras dilapidarias de los grandes pensadores apocalípticos, este hecho es un ejemplo de solidaridad y compromiso, se defiende lo público contra lo corporativo y lo sectario; estos pequeños adolescentes están construyendo su futuro sabiendo que no pueden ser comprados por un celular de última generación, estos jóvenes están desafiando el futuro y siguiendo el ejemplo de todos los que pasaron por esa época de la vida en la cual entre fantasías y exaltación defendieron la educación pública.

Hoy, la educación convulsionada debe tener en cuenta que estos pequeños adolescentes están asumiendo el rol de una pequeña potencia, están madurando en el recorrido de la defensa de sus derechos, estos adolescentes -sin la edad aún para votar -, decidieron no esperar para ejercer ese derecho y delegar la defensa de su educación, decidieron ser ellos quienes la defienden y salen a la calle a decirle a los gobernantes que si no les interesa defender un derecho de todos, ellos lo van a hacer, solos o acompañados, y asumieron el rol de ser el ejemplo de todos los adolescentes del país, diciendo a gritos, luchamos por el libre pensamiento, luchamos por que todos puedan saber leer y escribir, luchamos porque la educación pública no desaparezca.
Las imágenes de los pasos erizan la piel, los cánticos nos recuerdan a generaciones pasadas que fueron sepultadas con tortura y terror; los hijos del Cordobazo estaban presentes, pero también los nietos y los bisnietos; y justo acá, en la bisagra que une el pasado con el presente, justo en la unión generacional, justo cuando sabemos que no son un puñado de estudiantes desperdigados sino la comunidad académica en su conjunto. Hoy las voces no se pueden silenciar, ni la luz que emite las imágenes se puede apagar, hoy está claro que esta marcha no fue el cierre de una lucha, pero tampoco el principio, sino fue la muestra de la continuación del esfuerzo constante para seguir manteniendo la educación pública, pero también fue la mezcla generacional perfecta que asegura la defensa futura de nuestra educación.

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