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Ni banderas ni términos apócrifos
Por Teresita Saravia* / La Voz de Córdoba - Tuesday, Jan. 30, 2018 at 11:03 AM

29 de enero de 2018 - Acerca de la negación de argentinidad del pueblo mapuche y la pretensión de señalarlos como chilenos, como si ser chilenos fuera un deshonor, es una falacia total. Mapuche significa “gente de esta tierra”, hay mapuches en Chile y los hay en Argentina.

Ni banderas ni térmi...
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Colores propios. Wipala, el estandarte símbolo de los pueblos originarios.

Azorada tras la lectura del artículo de Juan Manuel Lozita y Raúl Alejandro Verblud, publicado por este diario y titulado “Banderas y términos apócrifos”, quiero señalar una serie de errores conceptuales e históricos orientados hacia una peligrosa tendencia. Los autores de la publicación lamentan que se minimice un detalle, pues bien, yo creo que no hay que minimizar su mensaje.

Soy coya, madre y abuela que ama profundamente su país, Argentina, pero no la argentinidad fabricada por un decreto o por la imposición de mesianismos nacionalistas de los que tenemos sobrada experiencia y que nunca sembraron actos heroicos sino que diseminaron sangre y lágrimas de muchas familias compatriotas.

Soy una mujer “originaria” y, si no les gusta el término, soy aborigen, indígena, soy una “india”, que sabe que su cultura milenaria es raíz de este hermoso pueblo argentino. Soy “una india” segura de que las palabras “pueblos originarios” no siembran confusión sino señalan raíces, que tendrían que enorgullecer a la sociedad de este país.

El concepto de “Patria” es mucho más rico que lo definido por el artículo de Lozita y Verblud. La integridad cultural no supone la uniculturalidad en un país pluricultural. Esta multiculturalidad es real, no sólo porque la construyen también las sociedades indígenas, sino porque en su historia y tradición participaron hermanos “negros”, con orígenes afro, y personas de diversas naciones europeas como lo son España, Italia y otras, como así también familias de procedencia asiática. La unidad cultural será imposible si niega o desprecia la diversidad de culturas.
La expresión “son pocos los descendientes de nativos” contradice los datos de diversas universidades nacionales e incluso a un estudio realizado hace poco tiempo por este diario.

Falacias

Acerca de la negación de argentinidad del pueblo mapuche y la pretensión de señalarlos como chilenos, como si ser chilenos fuera un deshonor, es una falacia total. Mapuche significa “gente de esta tierra”, hay mapuches en Chile y los hay en Argentina.

Simplemente quiero recordar que la cordillera de los Andes, recurso orográfico que sirvió a ambos estados como límite territorial, fue desde siempre espacio de convergencias de los hermanos mapuches, que se movilizaban desde el Atlántico al Pacífico y viceversa.

Guste o no a quienes responden a un nacionalismo cerrado, los “pueblos originarios” preexisten a estos Estados. Aunque fuese cierto que todos los mapuches vienen de Chile, estas construcciones históricas olvidan que muchos de ellos están en Argentina desde hace siglos. Sería como negar a los bisnietos de italianos nacidos aquí la argentinidad porque sus antepasados vinieron de Europa.

En cuanto a “esa bandera a cuadros multicolores”, esa expresión me dolió en el alma por la descalificación que contiene. No es extraño que nacionalismos recalcitrantes sean descalificadores.

Por las dudas que estas personas no sepan, se llama Wipala y no es una bandera porque, como bien dicen estos autores, el término bandera es de la modernidad europea cuando surgieron los estados nacionales.

La Wipala es un emblema con una rica simbología y es anterior a la época colonial, es milenario, es preincaico. Lleva muchos mensajes y algunas resignificaciones, como por ejemplo cuando actualmente flamea en espacios populares está diciendo: ¡las culturas originarias seguimos existiendo! ¿Eso es peligroso? No es una moda ni una corriente exótica, es la esperanzadora concientización popular de los valores vigentes de las culturas ancestrales que enriquecen al país.

Fomentar el miedo

Una confusión lamentable que fomenta el artículo “Banderas y términos apócrifos” es equiparar sucesos dolorosos como la llamada “conquista del desierto” con gestas heroicas como la batalla de Obligado o la guerra en Malvinas. Estas últimas son una lucha por la libertad mientras que la “conquista del desierto”, digámoslo con claridad, fue un asalto a mano armada.

El artículo fomenta el miedo en los argentinos afirmando que nosotros los originarios queremos un Estado distinto. Lamentablemente mucha gente les cree y logran el desprestigio de nuestras comunidades, que son discriminadas como terroristas.

Me preocupa la exhortación que hacen a los organizadores de festivales, “de anteponer el orgullo patrio por encima de todos”. ¿No somos parte de ese orgullo?

También preocupa la exigencia a los gobernantes, legisladores, jueces, funcionarios públicos y finalmente al pueblo en general a estar atentos; atentos, ¿a qué? ¿A la prohibición de nuestra simbología? ¿A reprimir y censurar nuestra manera de expresarnos? ¿A vaciar los escenarios y espacios comunitarios de nuestras voces? Todo esto me suena a mesianismo intolerante que hace décadas atrás ejercieron ciertos grupos que se arrogaron el título de “salvadores de la Patria”.

Llaman a “no convertirse en cómplices” está claro de qué. Pero tras la lectura de dicho artículo queda en el aire flotando la sospecha de que ellos no se atreven a decir “hasta dónde hay que llegar para demostrar que no hay complicidad”. Soy coya madre y abuela, deseo y lucho para que mis nietos no vivan en una Argentina como la que propone esta gente.

* Presidenta del Instituto de Culturas Aborígenes

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Banderas y términos apócrifos
Por La Voz / Córdoba - Tuesday, Jan. 30, 2018 at 11:06 AM

Banderas y términos ...
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25 de enero de 2018

Por Juan Manuel Lozita y Raúl Alejandro Verblud*

Debemos tener mucho cuidado cuando se mencionan las palabras "pueblos originarios", ya que producen confusión y división.

Córdoba es cuna de peñas y de los más grandes festivales folklóricos del país. Cientos de referentes de la música popular nacional congregan año tras año miles de espectadores para disfrutar el canto a la vida que es la música.

Pese a los festejos, nos invade una gran preocupación por un hecho minimizado pero de gran trascendencia a la hora de evaluar lo que algunos pretenden imponer en nuestra patria: banderas de aborígenes y terminologías falsas.

Por empezar, es bueno clarificar el concepto de patria: una integridad territorial, social, cultural, política y económica reflejada en un grupo de personas congregadas en pueblo que posee un pasado, vive un presente y proyecta un futuro en común.

Se puede tener diferentes orígenes, de hecho en la Argentina son pocos los descendientes de nativos, pero todos conformamos una única identidad nacional, denominada pueblo argentino.
Abogamos que debemos tener mucho cuidado cuando se mencionan las palabras “pueblos originarios”, ya que producen confusión y división.

Como sabemos, “pueblos originarios” es una expresión creada en 1974 en Georgetown (Guyana Británica) durante el primer encuentro preparatorio para la Confederación Internacional Indigenista realizada en puerto Alberni (Columbia Británica), financiado por el Word Church Council de Oxford, Inglaterra. Como vemos, la terminología es foránea y sus intenciones no son claras.

Del mismo modo es preocupante la aparición de folcloristas con banderas o insignias que representan a los mal llamados mapuches (son los araucanos provenientes de Chile) en el sur, y a otros pueblos aborígenes del norte englobados bajo esa bandera a cuadros multicolores que hasta hace 20 años no se conocían y hoy sólo falta que la hagan jurar.

Se nos hace muy difícil de entender el motivo de esta nueva moda, que por lo menos tiene como intención reemplazar a la verdadera y única bandera de la patria, que es la que creó nuestro prócer Manuel Belgrano y nos representa ante la comunidad internacional hace más de 200 años.

Pues bien, el origen de estas banderas es apócrifo, ya que ninguna etnia aborigen, en los siglos XVIII o XIX, tenía telas flameantes para representarse a sí misma. Las banderas son un producto de la modernidad con el advenimiento de los estados nación, surgidos en Occidente.

Es incomprensible también que el mal denominado pueblo “mapuche”, y originario de la región de Arauco en Chile, sea considerado como pueblo nativo argentino.

De hecho según el registro histórico de la Nación, de este lado de la cordillera de los Andes vivían los onas, huarpes, ranqueles y tehuelches, entre otros, que eran sus víctimas hasta la conclusión de la Conquista del Desierto, de la cual se pueden sacar muchas conclusiones que no vienen al caso.

Más curioso aún es el hecho de que la bandera a cuadros multicolores represente a un abanico de pueblos aborígenes, distantes territorialmente entre sí y de culturas diversas como los wichis, qom, mocovíes, diaguitas, etcétera. En un contexto de tantos problemas económicos y antagonismos sociales como el que vivimos los argentinos, la aparición de esto es muy llamativa y tiene una sola intención: la de generar más divisiones y posibles cesiones territoriales en un mundo cada vez más denso en términos geopolíticos.

Pedimos reflexión a todos, en especial a quienes se olvidaron de la verdadera Bandera argentina, esa que juramos en cuarto grado de la escuela primaria, a la que rendimos honores en los actos patrios, la que nos representa en todo el mundo y por la cual hace tan sólo 36 años, 649 compatriotas dejaron la vida en Malvinas y en el Atlántico sur.

A los organizadores de los festivales y a quienes dicen llevar folklore como expresión cultural nacional los exhortamos a que dejen atrás las modas pasajeras y foráneas y antepongan el orgullo patrio por encima de todo, ya que la responsabilidad de llevar la patria a través de la cultura folklórica debe primar.

A los gobernantes, legisladores, jueces, fiscales y funcionarios públicos en general, les queremos esclarecer que nuestra insignia nacional es una sola, la que supimos conseguir, luchar y jurar con gloria a morir.

El alto deber de conducción del Estado no sólo es función de ustedes a la hora de cumplir el horario laboral habitual. Sus funciones deben corresponderse como tales las 24 horas los 365 días del año, tanto en actividades públicas como privadas.

Al pueblo en general que sepa diferenciar de forma concreta las intenciones y los fines de esta corriente exótica que apela generalmente a métodos violentos y de coerción de las libertades a las cuales los argentinos estamos acostumbrados a soñar y tener.

Exijamos a nuestros representantes los valores de nuestra Bandera: unión, libertad, responsabilidad, porvenir, entrega y muchos otros que a través de más de 200 años de historia miles de patriotas nos legaron. No nos convirtamos en cómplices silenciosos del oprobio segregacionista.

* Integrantes de la Fundación 20 de Noviembre

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