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¡Hello, Lenin! Neocomunismo en Alemania
Por Mosca Cojonera - Saturday, Sep. 17, 2005 at 12:58 AM
fliegecojonera@hotmail.com

En medio del desencanto, crece el neocomunismo en Alemania El alto nivel de desempleo provoca frustración, a 16 años de la caída del muro




BERLIN.- Las elecciones de mañana en este país son una inagotable caja de Pandora.

No sólo porque por primera vez compite una mujer, criada en el Este, o por la gran paridad que sorprendentemente exhiben las encuestas de opinión, sino, sobre todo, porque su convocatoria reveló la impaciencia colectiva ante el proceso de reunificación que hace tres lustros cambió la historia, hizo soñar al mundo y a los jóvenes, que cantaron el comienzo de una nueva era.

El muro ya no está, pero las encuestas dicen que, dieciséis años después -y mientras el mundo sigue cantando- uno de cada cinco alemanes quisiera hoy separar de nuevo al Este del Oeste, y la "pared mental" que parece haberlo reemplazado se hace presente en las elecciones, con intereses muy distintos según se trate de ossis o de los wessis (orientales y occidentales, respectivamente).

El síntoma alimenta mucho más que crueles bromas de oficina. Porque, sobre ese cansancio y cual moño de paquete, creció y se proyecta como posible tercera fuerza un partido neocomunista -el llamado Partido de Izquierda (PDS)- heredero de las cenizas de aquel que convirtió a medio país en una cárcel. Los sondeos le dan el 10 por ciento de intención de voto. Y pese a que los candidatos de los partidos mayoritarios -Angela Merkel, de la Democracia Cristiana (CDU) y el canciller Gerhard Schröder, de la Social Democracia (SPD)- casi no hablan del asunto, corren ríos de tinta de azorados analistas locales que, sencillamente, no lo pueden creer.

"Yo voy a votarlos, porque son los únicos que dicen la verdad", sintetizó, convencido, un médico clínico. "No es necesario ser pobre para apoyarlos", añadió.

El hombre que los lidera es de los que transpiran el escenario recitando la melodía que infla el corazón. "¡Dejen de enviar soldados alemanes a lugares como Afganistán, donde no tenemos nada que hacer! Lo que necesitamos es paz, trabajo y buenos salarios", dice. Y la concurrencia -que aquí rara vez supera las 5000 personas- lo ovaciona conmovida.

Se llama Oskar Lafontaine; tiene 62 años y suficiente astucia como para complicar, por distintos caminos, tanto las aspiraciones de Merkel como las de Schröder. A este último, particularmente, se la tiene jurada: Lafontaine fue años atrás su ministro de Finanzas, pero dejó el puesto, desencantado -dijo- por el "giro" hacia la derecha del gobierno socialista.

"Así da gusto"

Pero también a él se la tienen jurada. "Así vive la izquierda de lujo", tituló semanas atrás el tabloide Bild, al mostrar fotos de las vacaciones de Lafontaine, en una casona de cinco siglos de antigüedad en la isla mediterránea de Mallorca. "Así da gusto ser comunista", añadió.

Facturas aparte, Lafontaine parece haber encontrado un nicho ante la desesperanza de millones de alemanes, castigados por el alto desempleo -que supera el 11 por ciento- y la incertidumbre con que ven el futuro. Lo logró entre los wessis, pero sobre todo en el Este, donde la desocupación se multiplica por dos y supera el 20 por ciento.

Es que en tiempos de crisis la reunificación es percibida como un barril sin fondo que enerva, traga fortunas y deja insatisfechos a unos y a otros.

Las cifras oficiales dicen que todos los años la economía alemana dedica 80.000 millones de euros (tanto como todo el Producto Bruto Interno de la Argentina) de su presupuesto al desarrollo del Este. Pero aún así no alcanza. Entonces, los ossis se quejan y los wessis los tildan de llorones y de haraganes. Los ossis replican que los wessis son prepotentes. Y sobre tales tópicos sigue creciendo el desencuentro.

"Por mí, cerraría de nuevo el Este y dejaría adentro a todos los ossis, así están contentos", comentó un oficinista. "¿No es el Este un poco desagradecido? ¿Acaso olvidaron todo esto?", preguntó hace poco el Bild, al publicar fotos de la ex República Democrática Alemana (RDA) con interminables colas en espera de alimentos.

"La memoria es selectiva. Olvida lo malo y añora lo bueno. Los del Este sólo se acuerdan ahora de que antes allí había trabajo, medicina y educación para todos, aunque fuera una ficción", se dijo ayer en medios diplomáticos.

Los ejemplos abundan. En Templin, la ciudad oriental a la que Angela Merkel llegó cuando tenía tres meses, el neocomunismo hace furor.

"¡Es un sueño! Jamás pensé que volvería la izquierda", dijo una vendedora del mercado, donde los carteles se exhiben en ruso y en alemán. Ella dijo que votaría a Lafontaine porque promete lo que quiere para sus hijos: trabajo y buen sueldo.

¿No es lo que quieren todos? -preguntó.

Sí, pero él nos entiende de tal modo que no parece del Oeste -contestó la mujer.

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