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De traidores e infiltrados en el anarquismo venezolano
Por Publicación Anarquista Libertad! - Friday, May. 18, 2007 at 10:11 AM

Ciertos personajes de Venezuela intentan acomodar el anarquismo al chavismo (anarcochavismo), dejando de lado toda ética, compromiso y coherencia libertarias -es decir, sin ninguna clase de verguenza- mientras los anarquistas que se precian siguen de pie en la lucha sin acomodamientos oportunistas y policíacos.

De traidores e infiltrados
en el anarquismo venezolano

En Venezuela surgen organizaciones anarquistas a cada rato. Es un fenómeno nuevo, quizás único. Aunque tienen una particularidad: son organizaciones virtuales, es decir, no tienen militantes, existen en los debates estériles de los foros de la Web y son siempre fundadas por los mismos tipos. Estos falsos anarquistas son chavistas hasta la médula y se la pasan criticando al resto del anarquismo universal que no apoye a Cuba y a Chávez. La acusación: son anarquistas liberales, anarquistas cipayos (término que curiosamente los nacionalistas de derecha utilizan con profusión). Dentro de esta categoría se incluya a todos los anarcosindicalistas, y en especial a la CNT española, y a los anarquistas venezolanos genuinos, opositores de Chávez, quizás la única oposición cuyas críticas verdaderamente molestan al chavismo, ya que el resto de la izquierda si no apoya activamente, lo suele hacer críticamente (aunque puede existir alguna excepción, es claro). El Frente de Acciones Libertarias venezolano se define como:
“una estructura horizontal basada en los principios fundamentales de apoyo mutuo, la autogestión y el cambio social de abajo hacia arriba. Sabiéndonos sujetos políticos y activadores de la justicia integral, accionamos desde diversos flancos como lo son: el ecologismo, el antipatriarcado, la pedagogía para la autonomía, la lucha obrera, campesina e indígena. Nuestra lucha está en las calles, en el proceso educativo, en las fábricas, en nuestras casas, en nuestro día a día. El poder se logrará destruir una vez construyamos redes anticapitalistas y cooperativas”.
¿Qué tiene esto de anarquista? Todo, aunque están ausentes muchas de las ideas fundantes del anarquismo (comunismo, revolución, destrucción del Estado y de toda autoridad polìtica, igualdad, libertad). Y ahí es donde reside el problema, ya que se utiliza una fraseología anarquista o por lo menos libertaria para ocultar los valores opuestos. Para el FAL el despertar popular “es el mismo que llevó a la presidencia a Evo Morales, Rafael Correa y así otros; es el despertar popular principal causante de la formación de estos gobiernos en América latina y el caribe por ahora porque de una u otra manera llegaron porque el pueblo lo decidió, el pueblo indígena, los explotados, los obreros campesinos etc… quizás no fue la mejor decisión en todos los casos pero así pasó. Ahora el despertar está, quizás como se comentaba no absuelto a errores, o conductas desesperadas, pero hay un pueblo dispuesto a optar por cambios necesarios para trasformar el sistema que los mató, los explotó, los esclavizó, aun a sabiendas que esos cambios no llegarán por completo para su generación”.
Pasamos de la organización horizontal y solidaria a la aceptación del Estado popular. El reformismo como forma de llegar a la anarquía, pero del peor, aún más nefasto que el bolchevique porque pretende el apoyo a un militar nacionalista –algo ajeno totalmente al anarquismo- participando en elecciones, renunciando a toda violencia de autodefensa contra el Estado. Además se asume que los anarquistas debemos conferir algún tipo de legitimidad a los gobiernos apoyados por el pueblo, como si no existieran además regímenes de derecha apoyados por el pueblo y como si el Estado pudiese tener algún elemento revolucionario aprovechable.
La cosa no termina en la retórica intelectualmente pobre y recontra izquierdista sino en la apología del Comandante: “tenemos Hugo Chávez de presidente, un hombre que está llamando a la construcción de una vez por todas de un nuevo modelo de relaciones sociales, no capitalistas”. Y de la apología semirreligiosa y personalista, se pasa a la diatriba a los compañeros que honestamente resisten al milico fascista rojo de Chávez: “Reconociendo esto, conjunto al despertar popular y con la férrea idea de que como anarquistas promulgamos que la revolución se lleva acabo de abajo hacia arriba cual es nuestro trabajo? Seguir una falsa ortodoxia del anarquismo y alejarnos de los procesos sociales? Sentarnos a escribir artículos de lo que no nos gusta del gobierno? Criticar por criticar? NOOOOOOO…….. Esto sí representa una verdadera sombra estúpida en nuestras cabezas, hipócrita, falsa, y pequeño burguesa! Hasta cuando los mismos que dicen creer en la igualdad y en la libertad, siguen sentados en sus sillas a criticar por criticar, a creer que la utopía bajara por obra y gracia del espíritu, esto es anarquismo pregunto?”
Es increíble cómo se puede pretender que los anarquistas nos traguemos semejantes cuentos. Claro, criticar es equivalente a no hacer nada. A estar sentado esperando a que baje la utopía. Es una falta de respeto a todos los que dieron la vida por la revolución y un desconocimiento de lo que han hecho los anarquistas históricamente. Es considerar que la única forma de hacer realidad a la Utopía es no de abajo arriba como insinuaban sino de arriba hacia abajo, desde el poder.
Como si fuera poco, califican al resto de los anarquistas como derechistas y reparten comunicados por Internet hacia el mundo sin hacer una sola crítica al proceso chavista, ya que, si se supone que a pesar de ser anarquistas apoyan a Chávez, algún error debe haber cometido, alguna diferencia deben tener con él. Sino, ¿para qué son anarquistas? ¿No sería mejor autodefinirse como chavistas estatistas y hacernos el favor de ignorarnos? Si los anarquistas nunca sirvieron para nada, con excepción del anarquismo bolivariano, ¿para qué reivindicarse como tales?
Hay una respuesta: buscan neutralizarnos, confundirnos, ya que en los regímenes de izquierda la oposición anarquista siempre termina mostrándose peligrosa, cuando no molesta. Provocan a que los anarquistas discutan si es o no conveniente apoyar a regímenes de izquierda, si es necesario conformar frentes con la izquierda y cosas por el estilo. El anarquismo tradicional es considerado ineficaz, pequeño burgués, derechista, infantil, contrarrevolucionario. Intentan construirnos un nuevo anarquismo, uno que funcione, que sea eficaz. Seguramente tan eficaz como fue el bolchevismo en la Unión Soviética, eliminando millones y retornando como boomerang al capitalismo del que provino. O como el socialismo turístico de prostitutas universitarias de Fidel Castro. No soportan el anarquismo, por eso quieren transformarlo, anularlo, cambiarle su esencia.
Es esta una táctica que presenta ciertas similitudes con las utilizadas por los neonazis para limpiar su imagen frente al mundo. Inventan una discusión sobre un tema que no tiene controversias, como la masacre de millones en lo que comúnmente se denomina Holocausto, para poner en duda su grado de veracidad. Se argumenta que en realidad los campos de concentración eran campos de trabajo y que los hornos crematorios servían para hacer pan para los hambrientos, o que fue todo un invento del judaísmo internacional con filmaciones trucadas en Hollywood para esconder la propia barbarie de los aliados. Lo mismo ocurre con este tipo de falsas controversias ingeniadas por el enemigo para provocar disensos internos al movimiento anarquista sobre temas que a las claras no deberían tenerse. Lo que se busca es aislar a los anarquistas –El Libertario, Comisión de Relaciones Anarquistas, Cruz Negra Anarquista de Venezuela y otros- que combaten al régimen y convertirlos en invisibles, imperceptibles, una voz disonante dentro de un gigantesco coro virtual de voces anarcogubernamentales y complacientes con el poder.
Lamentablemente, muchos que se dicen anarquistas muerden el anzuelo y plantean “apoyos críticos” a los regímenes de izquierda. Y es especialmente en los sectores del anarquismo “plataformista” donde esta actitud se da frecuentemente. Lo triste es que si bien dicen ser un anarquismo renovado que no quiere caer en los errores del pasado, tiende a repetir su propia historia, nacidos de la desilusión por la derrota anarquista en Rusia y del otrora pujante movimiento makhnovista. Recordemos que Piotr Archinov, uno de los fundadores del plataformismo junto a Makhno, decidió reintegrarse al bolchevismo y volver a Rusia luego de haber luchado por años valientemente dentro del anarquismo. El error -y la traición a los ideales anárquicos- los pagó con su vida poco tiempo después, víctima del Estado bolchevique al que dio su “apoyo crítico”.
El FAL es un grupo de infiltrados pagados por el gobierno de Chávez. Servicios del Estado cuya tarea no es secuestrar opositores sino hacer otro tipo de guerra contra ellos (1). Los asesinos a sueldo del Estado actúan cuando estos métodos son insuficientes. También los integrantes del Proyecto Acracia, el Teseracto Bolivariano Anarquista Salom Mesa y otras organizaciones que surgen de la nada -o mejor dicho, del gobierno de Venezuela- tienen posturas similares. Y tienen una manada de agentes que se presentan en todos los foros y discusiones de internautas con el fin de presentar el “anarquismo chavista” al resto del mundo hispano. Firman con seudónimos y nicks tales como “Floreal Castilla”, “Bakunin y señora” que han sido rastreados por compañeros por la red hasta computadoras que se situaban en edificios públicos gubernamentales de Venezuela. Este es el caso de Floreal Castilla –cuyo verdadero nombre es Feliciano Castilla- que es uno de los que mejor evidencia la operación de inteligencia de los servicios venezolanos.
Este hombre viene haciendo todo el daño imaginable al anarquismo en Venezuela, desde hace años. Pasó de la ortodoxia libertaria cuando era articulista en la prestigiosa revista Ruta de los años ´60, a la heterodoxia colaboracionista y nacionalista. Inventa organizaciones virtuales, que solo existen por la Web y que solo duran unos pocos meses hasta que son desenmascaradas. Ese es el caso de la Tendencia Obrera Comunista Anarquista y la Federación Comunista Anarquista venezolana, creadas para manipular opiniones y a incautos bien intencionados.
El tal Castilla patrocina una supuesta agrupación anarquista que se denomina Iniciativa Comunista Libertaria, y difunde por internet en todos los foros o agencias de noticias de izquierda y afines al anarquismo comunicados apoyando al régimen de Chávez cada día o día por medio. Y no sólo lo hace en medios de habla hispana, donde ya está muy desprestigiado, sino que también lo hace en italiano, francés e inglés. Esta es su única faceta visible ya que no se le conoce a esta “agrupación” actividad alguna. Este infiltrado ha sido expulsado de muchos de estos sitios anarquistas pero siempre se las arregla para aparecer. Su mayor logro “práctico” fue realizar un desfalco contra la Fundación Anselmo Lorenzo, la conocida casa editorial anarquista española. Para muestra de la retórica energúmena de Floreal Castilla basta un botón: “Socialismo sin Patria es mero capitalismo; Patria sin socialismo es mero bonapartismo. Queremos socialismo y queremos Patria. Los reproches bizantinos en el frente revolucionario del proceso debemos dejarlos de lado; no les hagamos caso; no nos distraigamos con bagatelas. Si debemos volver a hacer la guerra con arcos y flechas, ¡la haremos! ¡Hay que defender a Venezuela! Sin Patria no hay socialismo.”
Pero esta manipulación no solamente pretende confundir acerca del anarquismo con relación al gobierno de Venezuela sino que se propone confundir, minar y sembrar la desorientación en los posibles lectores en el campo ideológico. Esto se logra publicando inexactitudes y mentiras como éstas, que ni vale la pena demostrar en cuán alejadas de la verdad están: “En otra parte he dicho que tanto Proudhon como Bakunin parten de un axioma filosófico indemostrable: que el individuo es anterior a la sociedad. El camarada Kropotkin, al contrario, parte de la comunidad, de la sociedad, admitiendo el axioma aristotélico según el cual “la sociedad es anterior al individuo”. Proudhon es platónico (de Platón; las “ideas” de Platón) mientras que Kropotkin es aristotélico (Aristóteles fue un taxonomista; Kropotkin viene de las ciencias naturales, geógrafo, antropólogo, por eso se dirige a la “multitud” y no a la “masa”). Proudhon y Bakunin parten de Dios; de la Biblia, si se quiere; Kropotkin parte del mundo de la organización humana en la cual ve el “apoyo mutuo” como factor de la evolución y no “la lucha por la existencia” –es decir, el darwinismo social, tan aquilatado por los filósofos capitalistas y por sus derivados anarcoliberales”.
La última táctica de Castilla consiste en hacer extractos de reportajes e historias que tienen que ver con el anarquismo argentino y difundirlos por la red: un texto de O. Bayer, otro del historiador Juan Suriano y otro en el que se reproducen palabras del compañero A. Fiorito (de La Protesta), que fueron todos publicados hace un tiempo por la revista Sudestada y los comunicados de la agrupación Red Libertaria, sobre “La resistencia anarquista en los 70”, evidentemente editados sin responsabilidad ni consentimiento de los autores originales. Pero nunca falta el ingenuo o el atolondrado que se engancha: desde Córdoba (Argentina) un grupo llamado Organización Anarquista le responde llamándole “Compañero Floreal” al foro de Kaos en la Red, queremos creer que por desconocimiento de la bajeza de este personaje policíaco.
No son los únicos incautos en esta historia: los integrantes del FAL han difundido un comunicado por Ainfos (no muy seria a la hora de chequear información) reivindicando la “no renovación de la concesión a la televisora Radio Caracas Televisión” por ser ésta de derecha y opositora. No vamos a defender desde este lugar a emisoras de derecha (quizás habría que quemarlas a todas), pero nunca aplaudiríamos un acto de gobierno, y mucho menos de censura. Previendo las críticas de sectores genuinamente anarquistas advertían estos miserables impostores que “ya saldrán los anarco-capitalistas y los burgueses a reaccionar, afirmando que esto representa un atropello por parte del estado y que representa un mayor dominio por parte de éste”. Este tipo de comunicados denota la esencia policíaca y gubernamental de esta pandilla de infiltrados. Como era de esperar, el apoyo del FAL a la censura gubernamental no fue el único sino que fue también festejado por Castilla. Como broche de oro, el FAL apoyó la candidatura de Hugo Chávez en las elecciones del 3 de diciembre de 2006, con el pretexto de defender la revolución contra la derecha capitalista y burócrata, proponiendo la unidad de todos los socialistas revolucionarios en un gran bloque (léase, un partido único de apoyo al gobierno).
El Proyecto Acracia es otra de los increíbles vasos intercomunicantes entre el chavismo y el anarquismo. Reconocen a Hugo Chávez Frías como a un “líder nato e indiscutible” de los movimientos progresistas, lo cual nos va preparando el estilo de anarquismo que van a proponer. Según sostienen, la Revolución Bolivariana es “el primer paso necesario para horizontalizar la distribución del poder de acción y decisión entre los ciudadanos venezolanos; afirmamos que en la medida que las comunidades sean capaces de solventar de manera autogestionaria, asamblearia y horizontal sus problemas y conflictos, el rol que juega el Estado como monopolizador de la coerción y la violencia quedará cada vez más sin sentido, hasta el punto que su existencia se haga injustificable. Así que nuestro objetivo es el mismo que el de Chávez.” Pero para que no queden dudas, afirman que su proyecto “no pretende ser un proyecto paralelo al bolivariano pues nuestros objetivos son los mismos; lo que pretende es convertirse en arista autocrítica de este proceso de cambio”.
Sus objetivos son los mismos que los del presidente Chávez, los cuales según esta incoherente organización serían los de alcanzar la anarquía en algún momento no tan lejano. Y pecan de utópicos o por lo menos ingenuos cuando predicen la desaparición del Estado debido a que se tornaría superfluo en el futuro, algo que habla a las claras de que su visión del Estado no se basa en la de ningún teórico clásico anarquista, quienes siempre describieron al Estado como una institución con tendencia a la expansión y perpetuación, razón por la cual se enfrentaron a los socialistas autoritarios en la primera Internacional.
“Está claro que en el actual marco político abogar por la exterminación del Estado de la noche a la mañana nos destruiría a nosotros mismos, pues las amenazas internas y externas exigen de nosotros una constitución orgánica de defensa. Pero así mismo, está claro también que la actual estructuración del Estado no hace más que impedir la destrucción de los privilegios y la nefasta verticalidad burocrática.” Es asombroso como se puede pasar de postular la imposibilidad de destruir el Estado de un solo golpe debido a que pondría en riesgo la continuidad de la revolución –una revolución ilusoria, por otro lado – y acto seguido reconocer que el Estado impide la profundización de la misma revolución. Además, decir que el Estado debe conservarse para la defensa de los enemigos internos y externos de la revolución, es un modesto eufemismo para eludir un término como Dictadura del Proletariado, claramente vinculado al marxismo. El Estado como un mal necesario, idea ancestral de la burguesía liberal.
El punto principal y común denominador en la argumentación de todos aquellos que apoyan al régimen de Chávez desde un supuesto anarquismo pasa por sostener una visión etapista del proceso revolucionario. La revolución por etapas no es lo mismo que el reformismo, debido a que el reformismo no se propone la transformación radical del sistema sino que se limita a mejorar lo existente, a “perfeccionar” un modelo. Es decir, en una política reformista no se cambian las bases estructurales del sistema, las relaciones sociales de producción y de clase, sino que se las mantiene, optimizándolas. En cambio, el etapismo revolucionario profesa la necesidad de que el proceso revolucionario debe cumplir ciertas etapas o fases, basándose en el supuesto de que cada etapa se corresponde con condiciones históricas, económicas y sociales específicas. Cuando las condiciones están dadas, los cambios son posibles y si se apresuran los tiempos el proceso puede fracasar y malograr la revolución. Esta ha sido desde siempre uno de los pilares de las políticas de todos los partidos socialistas autoritarios, comunistas, trotskistas y marxistas-leninistas y ha servido como argumentación para justificar la Dictadura del Proletariado, la Nueva Política Económica de Lenin, la represión a los “apresurados” anarquistas y social revolucionarios en Rusia y fue la estrategia del PC en España del 36 al 39, frenando la revolución para priorizar la guerra y boicoteando la obra colectivizadora de los anarcosindicalistas. Frente a la revolución que avanzaba siempre se dio desde el poder la misma respuesta: “las condiciones no están dadas”. Y se reprimió consecuentemente. Lo novedoso en estos anarcochavistas es que no hace falta que nadie desde el poder les ponga freno, sino que se lo ponen ellos solos, proponiendo un anarquismo auto contenido y reprimido que es capaz de esperar obedientemente a que se den las condiciones adecuadas para que el Estado se diluya por innecesario.
Por supuesto, como no se les escapa la contradicción propia, acusan de dogmáticos a todos aquellos anarquistas que se ciñen a la etimología de la palabra. Y postulan un anarquismo antidogmático pero vacío de principios, donde la incoherencia disfruta de un lugar privilegiado, donde la contradicción está tan a la orden del día como la justificación de la consecución del fin por cualquier medio. Según nuestra visión, un anarquismo sin principios está condenado a la negación de sí mismo, como ideología y como práctica revolucionaria. Equivale a sostener una incoherencia tal como que la libertad total incluye también la posibilidad de negar la libertad al otro, o que la mejor forma de alcanzar la libertad es delegándola en la autoridad del Estado, el cual nos conducirá a la revolución y a la anarquía. El anarquismo está contra el Estado por definición, porque quien conserva para sí el dominio y la administración sobre las cosas, tiene el poder sobre los hombres. Y eso incluye a sus manifestaciones más visibles, desde los ejércitos hasta las elecciones.
Si bien los anarquistas –argumentaba Luigi Fabbri- al ser socialistas tienen la misión de atacar al capitalismo, “su función específica, como anarquistas, es la de combatir la autoridad estatal, no solo en sus manifestaciones inherentes al régimen capitalista sino también en su propia esencia constitutiva del Poder gubernamental. Descuidando tal función, se podrá ser demócrata, socialista, sindicalista, lo que se quiera, pero no se puede ser anarquista” (Dictadura y Revolución, Proyección, p.64).
No se puede deshacer con la práctica lo que se declama con la ideología. No son anarquistas aquellos que sostienen la necesidad del Estado aunque se lo justifique coyunturalmente o por razones de fuerza mayor. Tampoco podemos avalar el caudillismo y la obediencia al líder. Los anarquistas no se asocian con partidos políticos –siempre diseñados para tomar el poder-, no participan de elecciones ni apoyan candidatos, ni colaboran con los gobiernos. Y mucho menos pueden apoyar proyectos autoritarios que intentan hacer la revolución desde arriba hacia abajo, donde las masas laboriosas juegan un rol pasivo, beneficiándose del asistencialismo revolucionario pero anulando su capacidad de acción revolucionaria.
Y la realidad es que en Venezuela no se ha hecho ninguna revolución y los logros que esgrime el gobierno se reducen a la nacionalización de algunas empresas y la reducción de los niveles de pobreza, esto último algo que si bien es bueno no necesariamente debe impulsarnos a apoyar al Estado. De ser así los anarquistas deberíamos apoyar a cualquier gobierno que baje un punto el nivel de desempleo o reduzca la pobreza estructural o mejore la calidad de la salud y la educación. En Argentina los “éxitos” de Juan Perón entre 1945 y 1955 no se diferencian mucho de los de Chávez, con excepción de la justificación ideológica, aunque ambos dentro de una retórica nacionalista. También hay gobiernos de derecha que han obtenido algunos de estos logros, por lo tanto, siguiendo esta lógica ¿deberíamos apoyarlos?
La Revolución Bolivariana no pasa de ser un reformismo con retórica nacionalista de izquierda y antiimperialista. Sostienen desde los sectores simpatizantes al oficialismo que la revolución está en marcha pero hay que profundizarla, es decir, todavía no se ha hecho. Por las medidas político-económicas que toma el gobierno de Chávez y a juzgar por los datos y resultados en cifras del propio gobierno, la revolución nunca estuvo en marcha, sino más bien un proceso reformista sustentado en las excelentes rentas que otorga el petróleo.
Algunos de los fetiches que esgrimen los anarcochavistas y los bolivarianos en general, son la disminución de la cantidad de pobres, los mejores índices de escolaridad y de alfabetización, el mejoramiento y la gratuidad del servicio de salud, la nacionalización de empresas, las experiencias de autogestión, la participación popular y la ausencia de represión a los militantes populares y trabajadores. Lamentablemente, todo esto es en su mayor parte falso, aunque algunas mejoras se hayan conseguido.
Por empezar, si bien es verdad que disminuyó la pobreza en los inicios del gobierno, según el Instituto Nacional de Estadística de Venezuela (http://www.ine.gov.ve) –fuente indudable- la pobreza extrema bajó del 29,5% (en 1997) al 16,9% (2000), pero luego comenzó a subir hasta un 30,2% (2003) y luego disminuyó hasta estacionarse alrededor de un 28%. Alrededor de un 20% de la población está desnutrida y más de la mitad de la población está por debajo de la franja de pobreza, cuando en 1997 esta cantidad era solo un poco mayor. Estos datos los proporciona el propio gobierno y no responden a una manipulación de la prensa burguesa e imperialista. Los índices de escolaridad, alfabetización y salud no son tan impresionantes como los que maneja Chávez en sus discursos, aunque ha habido mejorías. Pero Venezuela está muy lejos de haber desarrollado la capacidad hospitalaria y sanitaria como para atender a los pobres de América Latina, como sugieren los bolivarianos más entusiastas Deseosos de ser comparados con los estándares de salud y educación de Cuba, agitan sus exiguos avances en la materia como un estandarte, aunque su fracaso queda peor evidenciado cuando ni siquiera pueden alegar la existencia de un bloqueo, como sus vecinos insulares. Pero, ¿pueden apoyar los anarquistas a gobiernos, incluso con guarismos superiores en calidad y cantidad? Si los números estadísticos sociales de Venezuela fueran aceptables, ¿deberíamos apoyar a su gobierno (o a cualquier otro)? Los anarcochavistas creen que sí deben hacerlo. Siguiendo su línea de razonamiento, todos los anarquistas deberían estar al tanto de las mejoras que realicen los gobiernos de las regiones en las que habitan, para apoyarlos en caso de que mejoren la salud o la educación u otorguen beneficios sociales a los trabajadores.
Otro supuesto punto a favor del gobierno de Chávez es que no se reprime a los trabajadores ni a los militantes populares. Los bolivarianos lo dicen sin tapujos: “en Venezuela no se persigue a los anarquistas”, aunque en realidad sólo se refieren a los anarcochavistas, sus colaboradores. Por otra parte, la represión está aumentando: en todo el 2005 se reprimieron 18 protestas populares, en 2006 se reprimieron 74 manifestaciones y en lo que va del 2007 ya se contabilizan 23 manifestaciones reprimidas por las diversas policías y guardia nacional. Las protestas eran en su mayoría reclamos laborales, pero también se reprimió reclamos por servicios públicos, reclamos por viviendas dignas, etc. Hubo un total de 99 detenciones y 39 heridos, según datos aportados por el Programa Venezolano en Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea). El panorama se presenta aún más oscuro para el futuro, debido al creciente armamentismo del gobierno de Chávez. Con el pretexto de la amenaza contrarrevolucionaria exterior e interior, el Estado compra armas pagadas con recursos que se extraen de la clase trabajadora y que van en su perjuicio, además con la sombría expectativa de que se utilicen para reprimir a los trabajadores.
Una miríada de organismos alternativos de “participación popular” fueron creados por el gobierno de Chávez, la mayoría dirigidos por militares. Esta es la versión bolivariana de los lamentables CDR cubanos mixturada con el estilo de los punteros políticos del peronismo, es decir, control social de las comunidades más chantaje para los disidentes y aquellos que no “participan”. Estos son los espacios de participación que se respaldan desde el anarcochavismo, en organizaciones sin autonomía ni independencia del poder político. Esto no es una especulación distorsionada por la distancia -como sostendrán algunos- ya que el propio Chávez afirmó que quienes no estaban con la revolución bolivariana eran contrarrevolucionarios, y acusó a los sindicatos de ser organizaciones contrarrevolucionarias porque no quieren renunciar a su autonomía y someterse a la tutela del Estado. Para Chavez sólo son revolucionarios los que estén dispuestos a unirse al PSUV, su proyecto partidario de poder. Esta dicotomía entre estar con el gobierno o estar con la contrarrevolución que plantea Chávez, cierra los caminos a cualquier tipo de participación horizontal, crítica, independiente, libre y autónoma desde fuera del Estado, el gobierno y el poder, tanto desde la izquierda revolucionaria como desde el anarquismo. De esta forma no es posible acelerar ningún proceso revolucionario ni otorgar una orientación libertaria a los supuestos avances populares, como proponen los anarcochavistas, quienes sumisamente argumentan que colaborar con el gobierno es profundizar la revolución.
Con respecto a la tan festejada autogestión, según los compañeros del El Libertario, “solo ha ocurrido en términos muy limitados y bajo control del aparato gubernamental, que ha estatizado empresas agrícolas e industriales en bancarrota o con graves problemas judiciales, operándolas bajo régimen de capitalismo estatal y sin ninguna intención de dejarlas en manos de sus trabajadores”.
Tampoco desde el sindicalismo combativo las versiones no difieren demasiado de la opinión de los anarquistas no colaboracionistas –qué lamentable es tener que aclararlo-. El dirigente de la UNT, Orlando Chirino, sostuvo en un reportaje que se publicó en Aporrea.org que “el programa que ofrece el Presidente está preso de una concepción reformista, que no se plantea la ruptura definitiva con la lógica capitalista.” En Venezuela no existe control obrero de la producción, participación de los trabajadores en las decisiones, ni cogestión y mucho menos autogestión. Según este dirigente sindical marxista, los grupos multinacionales están invirtiendo en Venezuela en los sectores estratégicos y explotando mano de obra venezolana, lo cual es justificado desde el poder aduciendo la existencia de multinacionales buenas, es decir, existe un capitalismo bueno, cuyas inversiones son mostradas a la opinión pública como un avance. Chávez compra –no expropia nada, en realidad- empresas privadas para el Estado y negocia con los empresarios que se las venden satisfechos. Pero cierto capitalismo bueno como la empresa Sidor (del grupo Techint Argentina), no son estatizadas porque se vinculan a presidentes amigos de Chávez, como lo es Kirchner. El papel expropiador del Estado se reduce a un mínimo, aunque la tendencia sea hacia un capitalismo de Estado, sin abolición de la propiedad privada de los medios de producción, ni la explotación salarial, distante –por lo moderado- incluso del socialismo leninista. Si desde el punto de vista del marxismo la revolución bolivariana no tiene mucho de revolucionaria, menos aún lo tiene desde un punto de vista anarquista.
Queda claro entonces que al anarcochavismo le sobra la primera mitad del término y que no tiene absolutamente nada que ver con el anarquismo. Es más, es su servil tergiversación a efectos de confundir, falsear, desnaturalizar el pensamiento y la acción anarquista. La única dicotomía a la que no se puede renunciar desde el anarquismo es la de Anarquía contra Estado. Nunca podría ser participar del gobierno o servir a la burguesía y/o el imperialismo, como quieren hacernos creer los anarcochavistas. Desde su posición obediente a los dictados del líder, es más probable que se practique la delación y el espionaje que la solidaridad con los perseguidos por el poder. Muy libertarios, muy revolucionarios pero trabajando con protección policial.
Para los verdaderos anarquistas es mucho más difícil la situación: no apoyar a Chávez –el líder poderoso- es mucho más arduo que cobijarse bajo su ala como los anarcochavistas, pero ésta es la actitud que se espera de un anarquista. Inclusive porque en el caso de que triunfase un golpe de Estado de la derecha, los anarquistas que no apoyaron al gobierno, también serán perseguidos por el enemigo común: la burguesía y el imperialismo. En caso de que el chavismo perdure, la alternativa es el aislamiento y una represión silenciosa por el gobierno con la complicidad muda de la izquierda antiimperialista internacional, como ocurrió con el anarquismo en Cuba.
Para los anarquistas no hay disyuntiva posible: participar del gobierno es colaborar con el enemigo, y por lo tanto dejar de ser anarquista. Si existe un proceso revolucionario, una revolución en marcha, aunque tenga tintes gubernamentalistas o autoritarios -lo cual es la situación más probable y frecuente- los anarquistas debemos participar sin apoyar al gobierno, desde la base horizontal, profundizando la dirección de los acontecimientos hacia la anarquía y el comunismo. Si no es posible hacer esto, es porque no existe un proceso revolucionario, porque no hay ninguna revolución en marcha o es que ha triunfado la contrarrevolución, adueñándose del poder. Ya lo decía Malatesta en una época en que, aparentemente, teníamos las cosas un poco más claras: “Podemos mantener relaciones de cooperación con partidos no anarquistas mientras compartamos con ellos un enemigo común contra el que hay que luchar y al que no podemos abatir solos; pero, a partir del momento en que un partido toma el poder y se constituye en gobierno, no podemos mantener con él mas que relaciones de enemigo a enemigo” (Pensiero e Volontá, 1 de agosto de 1926, en V. Richards, “Malatesta, Vida e ideas”, Tusquets, 1977).

Lobisón

Aclaración: Podría ocurrir que algunos de los integrantes de las organizaciones venezolanas que consideramos falsos anarquistas actúen de buena fe y sirvan inconscientemente a los gobiernos que deberían combatir, aunque terminan apoyando. Este artículo ha sido escrito con la intención de rechazar y poner en evidencia ciertas prácticas anti-anarquistas de supuestas organizaciones libertarias y no con la intención de denostar a aquellos que ingenuamente apoyan a Chávez, con la esperanza de acercarse a una sociedad más justa. Pido disculpas anticipadamente a aquellos que arbitrariamente puedan sentirse mostrados como servicios del gobierno sin serlo en verdad.

Notas
(1) No es relevante en sí como el gobierno de Chávez retribuye a sus aliados, es decir, si son asalariados o beneficiados con otro tipo de “premios” o prebendas, desde puestos políticos o candidaturas dentro del PSUV, empleos en dependencias del Estado, becas u otra clase de “favores”. Incluso existe la posibilidad de que trabajen gratuitamente para el gobierno, tan solo por fidelidad a su jefe.

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