Que se puedo decir de Diana una luchadora travestis del cono urbano bonaerense, que no es poca cosa. Diana vive y milita en La Ferrere en el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL). Diana como alguna vez dijo sabe, en su cuerpo, lo que significan los códigos represivos como el que rige en la provincia de Buenos Aires. La conocí allá por el 2004 casualmente organizando la lucha contra la modificación del código contravencional de la Ciudad de Buenos Aires. Unos meses después era detenida, junto a su hermana que también es travesti, por una causa armada por la policía bonaerense. Diana y Johana, fueron alojadas en el destacamento 20 de Junio en el lugar más alejado de La Matanza. ¿Quizás pensando que allí se olvidarían de ellas?. Allí comenzamos nuestra amistad sentadas en el piso tomando mate, barrotes de por medio.

Diana tiene una lucidez que la caracteriza, ninguna palabra que sale de su boca es a medias tintas. Sus palabras son dagas certeras que interpelan a quien las recibe, primero como individuo y luego, como parte de una sociedad que reproduce la discriminación y la marginalidad hasta el hartazgo. Y así sencilla sin ninguna ostentación escribió desde la cárcel, donde cada tanto van a parar sus huesos o los de alguna otra tavesti que el poder intenta normalizar, alumbrada apenas con la lamparita del pasillo que conecta las celdas: “De este oscuro e inútil lugar, que jamás en la historia de la humanidad, ha logrado los objetivos con las que fue creado, les hacemos llegar nuestro más cálidos abrazos y profundo agradecimiento por la actitud de compañerismo y afecto que surge de ustedes. Queremos hacerles saber que podrán encerrarnos a uno, dos, tres o veinte años, pero no besaremos nunca sus botas. Ni la humillación, ni los golpes, ni las rejas lograran nuestra obediencia. No estamos paradas sobre esta tierra para ver como crecen los monopolios a costilla de nuestra explotación, de los/las que sufrimos hambre y frío. No nacimos para trabajar y ver como unos cuantos aplastan sus culos sobre terciopelo, y ordenan nuestras vidas a su antojo.”

Diana esa chica de barrio mezcla con hippie de aparente frágilidad, no es una persona fácil de doblegar, ni mucho menos amedrentar. En siete oportunidades denuncio al personal de la comisaría 4ta de La Matanza por apremios, lesiones y amenazas. Hoy, Diana, alterna su militancia con su secundario que esta a punto de finalizar. Y entre actividades varias se da tiempo para formar parte del grupo redactor de El Teje.

¿Cual es tu participación en la revista?

Me ocupo de la parte de salud y policiales. Es mi primera experiencia en este tipo de proyectos y es muy importante porque no es cualquier periódico. Es un periódico que hace oír la voz de las travestis que éramos interpeladas por cualquier otro que se arrogaba el derecho de hablar sobre nosotras, diciendo que sentíamos o pensábamos. El Teje viene a recuperar la palabra travesti y darla a conocer. Yo pienso El teje como una apertura hacia el afuera, supongo que no solo va a llegar a mano de las travestis o a un grupo de travestis. Aunque la cultura travestis no es una, es quizás una grupo de micro culturas con una diversidad absoluta.

Vos, Marlene, Lohana hace mucho tiempo que vienen militando cuestiones que las afectan como colectivo y desde ese lugar de organización que tienen ¿vos crees que este proyecto no hubiese sido posible si no tuvieran una institución como El Rojas por detrás?

Yo creo que de todas maneras podría haber sido posible. El Rojas vino a cubrir un poco la parte monetaria que es importante. Creo sin embargo se podría haber encarado un proyecto similar, tal vez no con esta calidad pero con el mismo mensaje en otro contexto con otro material con otras herramientas. Pero quizás en otra institución no hubiesen tenido la apertura que tiene El Rojas con un área especifica que trabaja estas cuestiones.

En la revista hay una nota sobre el proyecto de ley sobre identidad de género, elaborado por el partido socialista. ¿Podrías hacer una apreciación personal sobre eso?

En principio estamos de acuerdo porque parecería que no, aunque nos soy reformista, estoy de acuerdo con que salga la ley. En ciertas ocasiones apelamos a la interpelación del estado para poder para ganarle algún derecho pero no nos limitamos solamente a eso. Ahora, que salga como pretenden se podría discutir y es un poco lo que cuestionamos. Como se pretende que salga con una comisión evaluadora que va a decidir si vos podes acceder a ese derecho. En este caso se sigue con la misma teoría de la psiquiatrización de la identidad de género y era unos de los puntos que discutíamos en el encuentro latinoamericano de diversidad. Además la gente que esta trabajando en este proyecto no conoce nuestra realidad, muchas personas creen que saben lo que sentimos y lo que queremos y continúan reproduciendo esta sociedad heterosexual, heteronormal. Como la diputada Augsburger que nos seguía tratando en masculino. Pero esto no es un ataque, yo no tengo ganas que mi militancia se convierta en un corregir de pronombres. No tengo ganas de estar en un lugar donde diga que soy Diana y explicar que se trata de una persona femenina. Si queremos trabajar sobre una temática o una legislación al respecto por lo menos minimamente intento ir a la fuente. Un periodista hace eso, va a la fuente. Esto es un proyecto de ley entonces tiene que haber un equipo de personas que estudien esto en términos de derecho, socialmente, culturalmente el tema que vas a abordar y lo que pretendes modificar. Quienes están trabajando en esta legislación deben convocarnos a las personas que estamos interesadas en que esto se modifique.