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¿Quién es Mariela Tulián? Entrevistamos a la mujer cacique, autora de 'Zoncoipacha'
Por Anoticiarte - Wednesday, May. 03, 2017 at 4:27 PM

Mariela Tulián, es autoridad casqui curaca de la Comunidad Tulián, del Pueblo Nación Comechingón – de San Marcos Sierras-, y es autora del libro “Zoncoipacha – desde el corazón del territorio – El legado de Francisco Tulián”. Cuando terminé de leer el libro, la necesidad de entrevistarla se hizo urgente. ¿Quién es Mariela Tulián?

¿Quién es Mariela ...
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Necesitaba conocer a quién demostró, con un trabajo de investigación increíble, que el territorio de San Marcos Sierras, al norte de la provincia de Córdoba, le pertenece a la Comunidad Comechingón Tulián, no sólo por derecho ancestral, sino también por los antecedentes jurídicos irrefutables que Mariela Tulián sacó a la luz, evidenciando que la Corona Española, luego de un largo juicio iniciado en el año 1804, le reconoce al cacique Francisco Tulián el derecho de la Comunidad sobre el territorio y ordena su devolución. Seguramente no hubo en toda América un logro semejante. Que el invasor español le reintegre el territorio a una comunidad indígena, es un hecho histórico único, que estaba ignorado por la historia. Luego fue el Estado Nacional Argentino quien avasalló el derecho de soberanía y autogobierno de la Comunidad en 1892. El reclamo por el territorio aún sigue vigente para la Comunidad Comechingón Tulián. “Zoncoipacha” es un libro que esclarece por su legitimidad de origen e inapelable verdad histórica y conmueve por la espiritualidad que transmite en cada párrafo.

“Todo está guardado en la memoria” dice la canción de Gieco y Mariela Tulián sabía que era verdad, que todo aquello que sus mayores repetían de generación en generación, no era un mito, que era cierto que un cacique llamado Francisco Tulián, le había exigido a España, con las mismas reglas de juego legales impuestas por la Corona, la recuperación del territorio para su comunidad y que lo hizo posible sin derramar ni una sola gota de sangre pero muchas de tinta, porque aquel cacique no era un salvaje iletrado como la historia falseada aseguraba; era un indio inteligente, lúcido y tenaz, convencido del derecho de los hijos a vivir junto a su madre, la tierra. Pero los reclamos sobre el territorio no pueden comprenderse plenamente sin considerar la trascendente cosmovisión del pueblo Comechingón. En “Zoncoipacha” Mariela Tulián nos acerca también a la espiritualidad de su pueblo, que está presente en todo lo que describe.

¿Quién es Mariela Tulián? Viajé expresamente hasta San Marcos Sierras para entrevistarla. Lo único que ella pidió, fue que el reportaje lo hiciéramos en la plaza de San Marcos Sierras, un lugar sagrado para su comunidad. Esto fue lo que hablamos:

-¿Por qué preferiste que la entrevista la hiciéramos aquí, frente a la plaza de San Marcos Sierras?

Esta plaza, es un gran cementerio y lo es desde épocas anteriores a la conquista. Cuando el español llegó nos impuso la iglesia justo ahí, ocupando parte de nuestro cementerio y era una forma de intentar cortar nuestras raíces. Aquí están nuestros ancestros, nosotros de alguna manera les debemos a ellos todo. Para la iglesia era una forma de tratar de cortar esos lazos ancestrales. Cuando terminó el juicio a la Corona, el territorio es devuelto del 17 de marzo de 1806 a las 9 de la mañana, en este lugar. Francisco Tulián es conducido y es acompañado por toda la comunidad y un representante del gobierno español le entrega los documentos, en nombre de la Corona, que acreditan la devolución del territorio. En esa casa de la esquina se firmaron esos papeles, se leyeron y ambos, Francisco y el Comisionado, firmaron el documento de devolución del territorio. Después, en la conquista del desierto, en 1881, cuando se sanciona la ley 854, uno ve toda la resistencia que la comunidad intenta hacer. Nuestra comunidad organiza una comitiva que viaja a Córdoba y firman un convenio con el gobernador, donde se compromete a respetar la propiedad comunitaria. Pero la Provincia desconoce todo esto en 1892 cuando con un acta disuelve las comunidades existentes, había 9 comunidades indígenas que son disueltas por un papel que dice que a partir de ese momento dejan de existir. Después vienen al territorio y dicen: Ustedes tienen esto y se lo vamos a quitar. Ahí hay una contradicción legal, no tiene sentido, porque un papel invalida al otro.

-Todos los que alguna vez hicimos algún trabajo de investigación, sabemos lo difícil que resulta acceder a ciertos archivos. ¿Cómo te fue a vos? ¿Cómo iniciaste este trabajo tan exhaustivo y significativo?

De manera personal inicié esta investigación, a pedido de mi familia en el año 2004. Uno de los primeros expedientes a los que llegué fue un documento que estaba en manos de una familia de nuestra comunidad; allí consta como la Provincia de Córdoba se apropia de nuestro territorio. Es de 1892, no había mapa adjunto, pero al comienzo de este documento hay una pequeña síntesis, de sólo un párrafo, del juicio. Y esa síntesis nos dio elementos para investigar y ver que, primero el juicio existió, que como decía nuestra memoria oral, había sido una tarea muy ardua que le había llevado mucha labor a Francisco y a Leandro Tulián, cuando la historia oficial decía que había sido sólo una dádiva del marqués de Sobremonte y nada más, una historia que es parte de la historia que duele; el ninguneo, la invisibilización de esos grandes logros, desmerecer esas grandes metas que todavía tenemos y añoramos, porque necesitamos volver al equilibrio, a sentirnos plenos viviendo en el territorio.

-En uno de los documentos que vos mencionas en tu libro “Zoncoipacha” dice que Francisco Tulián no firma porque no sabe, lo que es falso, porque vos has encontrado cartas de su puño y letra. ¿Vos crees que de alguna manera subestimaron la capacidad de ir a fondo del Cacique Tulián?

Sí, es probable. Hay a lo largo del expediente un par de episodios que marcan una subestimación de ellos como actores válidos. Por ejemplo, se expone una carta, donde el molino es entregado por 200 años a Mateo Anero – que era el ayudante del cura – y eso no es así, en el expediente se ve como un sobrescrito, un tachado y en verdad no dice eso la carta, pero hasta hace muy poco, la familia que posee el molino, repetía que el molino se les había entregado a ellos en uso por 200 años. Pero Francisco logra desestimar eso en el expediente del juicio, logra demostrar la invalidez de esa dádiva. A lo largo de la investigación y a lo largo de toda nuestra historia vemos la subestimación, pero como parte de la estrategia misma de confusión que se crea.

-¿Hoy en día también, crees que los subestiman?

Sí, es terrible, es doloroso. Por ejemplo, en la Provincia de Córdoba se está pretendiendo modificar la ley 9814 que es la ley de reordenamiento territorial. Esta misma mañana, estuvo visitándonos un profesor de la Universidad Nacional de Córdoba que, por un proyecto de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la provincia, se está haciendo la evaluación de un trabajo de reordenamiento territorial que se hizo en San Marcos Sierras entre 2008 y 2009 y después entre 2011 y 2012. Nosotros participamos en un primer momento para exigir el reconocimiento de nuestros derechos en ese proyecto. Nos vimos en una situación muy desfavorable, eran un total de 72 personas, 71 actores más nosotros y nuestra voz era ignorada ante la voz de los dueños de los restaurantes, de los hostel, de las inmobiliarias y nos retiramos de esa mesa y fue un proceso muy duro que recrudeció todas las amenaza hacia nosotros. Incluso, en una de esas primeras reuniones, en el mismo salón de la Municipalidad de San Marcos, una persona que construía pozos de agua, me dijo a mí: “vos vas a aparecer con un tiro en la cabeza en medio del campo, y va a ser por todo lo que están haciendo” y lo dijo frente a toda esa gente, lo dijo frente al intendente, al juez de paz, frente al comisario y nadie dijo ni hizo nada. Ese proceso de validación territorial fue recrudeciendo las agresiones a nuestra gente. Y siguen insistiendo tantos años después, porque eso sucedió en 2008 y principios del 2009 y esta mañana siguieron insistiendo porque de alguna manera, ellos pretenden que nosotros creamos que nos están dando participación en el ordenamiento territorial. La provincia pretende ahora modificar esta ley de ordenamiento territorial y lo están utilizando como insumo para demostrar que nosotros participamos de este proyecto que inició la Universidad Nacional de Córdoba. Nosotros dejamos claro que el convenio 169 de la OIT plantea que ante cualquier desarrollo sobre una propiedad comunitaria indígena, es la Comunidad la que debe determinar cómo va a ir ese desarrollo, hacia donde va a ir orientado; nunca vamos a dar el consentimiento para que las inmobiliarias decidan como se lotea nuestro territorio.

-En tu libro “Zoncoipacha” es muy esclarecedor el concepto de “territorio”. ¿Cómo te llega a vos este concepto tan particular sobre el territorio, tan diferente, donde la tierra no es una propiedad privada, sino comunitaria?

Este concepto es parte de mi memoria oral y es parte también de una convivencia con el territorio, porque no es sólo palabras, es acción, es vivir dentro de un entramado de vida, donde uno comprende que lo espiritual tiene mucha importancia. Todas las acciones que hacemos en la defensa del territorio nos van reafirmando todo el tiempo ese sentimiento tan profundo, ese amor y esta necesidad de proteger esta forma de vida que es nuestra cultura. Somos hijos de la madre tierra. Nosotros tenemos como uno de los elementos más importantes al tacu, al algarrobo, es nuestro alimento y es, a su vez, una medicina muy importante, tenemos hasta el color del algarrobo en nuestra piel, nuestros músculos están fortalecidos por esa harina de algarroba y para nosotros el tacu significa árbol de la vida, en ese gran entramado de vida el tacu tiene un lugar preponderante.

-En “Zoncoipacha” se conceptualiza al territorio como un “ser vivo” ¿podrás ampliar este concepto?

Ahora, justamente, estoy escribiendo un texto sobre el territorio, tratando de hacer entender que el territorio es un ser vivo. Nuestro territorio está habitado por un montón de seres, algunos espirituales, que nos afectan mucho, que nos determinan, que nos ayudan, que necesitamos que sigan vivos y tenerlos cerca. Con este tema del desmonte y los fantasmas que van apareciendo sobre el territorio, como el fantasma de la minería, el fantasma de los bosques exóticos, el raleado de bosques para la ganadería intensiva, vemos que peligran muchas cosas que son muy fundantes de nuestra cultura, como por ejemplo las hierbas medicinales. Buscamos que se comprenda que el territorio garantiza nuestro buen vivir. El buen vivir es un concepto muy rico y amplio; implica estar en equilibrio con uno mismo, con las demás personas que nos rodean y con los espíritus que están entre nosotros y nos determinan. Implica también estar en equilibrio con nuestro pasado, en nuestro presente, para poder llegar a proyectarnos en el futuro. Que no se puede proyectar nada hacia el futuro sin estar en equilibrio con el pasado, es muy propio de nuestra comunidad, no creo que el resto de la sociedad sea tan consciente como nosotros de esa necesidad de equilibrio.

Y esto lo digo aquí, recordando, una vez más, que la plaza de San Marcos es un cementerio; pisamos sobre un cementerio todos los días y eso nos genera muchas inseguridades y mucho dolor. Nosotros como comunidad en algún momento llegamos a decirnos, no vamos pisar en el centro de la plaza, porque hay una gran chacana – una cruz andina- allí y se hacen tantas actividades públicas sobre la plaza que nos llevan todo el tiempo a pisar allí; necesitamos retornar al equilibrio con nuestro pasado y eso se hace cada vez más importante recordarlo, porque la provincia crea la Reserva Arqueológica Quilpo sobre nuestros sitios sagrados, que serán utilizados como un insumo turístico de parte de la Provincia. Son todas cuestiones así de tanta prepotencia, y esos fantasmas del utilitarismo, y el turismo empresarial sobre lo que es nuestra espiritualidad.

-Sabemos cómo fue de nociva para todos los pueblos originarios de América la actitud de la iglesia durante el saqueo colonial. Y leemos en “Zoncoipacha” el enfrentamiento directo que tuvo la Iglesia con el Cacique Tulián. ¿Cuál es hoy, en el día a día, la relación de tu Comunidad, tan llena de espiritualidad, con la Iglesia?

Nuestra postura es tratar, como con todas las entidades, de mantener un diálogo sin dejar de defender nuestros derechos ante cualquier cosa que suceda en nuestro territorio. Y de parte de la iglesia sigue habiendo un gran miedo hacia el trabajo de la comunidad; cuando nosotros hacemos una ceremonia se escuchan las campanas de la iglesia, pero siempre, siempre, en todas nuestras ceremonias hacen sonar las campanas. Tienen mucho recelo, mucho miedo, ellos saben que nosotros sabemos de toda la mentira que intentan tapar.

El mismo deán Funes afirma en su alegato del 24 de abril de 1805 que la Capilla está en ruinas. En otra cartas se relata también el estado ruinoso del lugar y que es usado como corral de cabras –
Como digo en el libro; que hacia 1804, a la iglesia le faltaba el techo, y la iglesia se usaba como corral de cabras. Hoy, si ves la iglesia, en el frente dice 1734 y si uno pregunta, ellos dicen que es la fecha de restauración de la iglesia, que la iglesia está restaurada en esa fecha y hay documentos donde queda claro que no es así. Ésa es la postura de la iglesia, el seguir mintiendo, el seguir sosteniendo una fachada, una apariencia y que en profundidad, nos duele, porque nos han metido el miedo y la falsa moral para tapar nuestras costumbres, nuestra cultura y eso duele, porque cuando la identidad no puede ser ejercida, sobreviene el dolor.

-En “Zoncoipacha” hay algunos párrafos sobre el amor y el miedo que te pido me amplíes un poco.

El amor y el miedo, son los dos sentimientos más poderosos que pueden dominar a cualquier ser, sea humano, una planta o un animal, son los dos sentimientos que pueden determinar nuestro comportamiento. Los seres humanos somos seres de amor, cuando nos domina el sentimiento del miedo erramos el camino, hacemos daño incluso a las personas que queremos. Y todo eso para nosotros es de mucho valor y eso nosotros lo vemos reflejado en nuestro territorio. Nuestro territorio es el que posee la sabiduría, no las personas.

-En “Zoncoipacha” también decís que esta cosmovisión de tu pueblo no es sólo mística y que hoy muchas ramas de la ciencia asumen conocimientos que, en verdad, para ustedes son ancestrales.

Claro, por ejemplo, nuestras mujeres parían en el agua; hoy en día se dice que parir en el agua es lo más sano, lo más natural, que es llegar a la vida casi desde el mismo elemento y que alivia a las mujeres el dolor del parto. Nosotros, tanto en el río San Marcos como en el río Quilpo tenemos diversas parideras, son sitios donde se paría en el agua y creo que en toda la provincia debe haber parideras. Hoy en día la ciencia habla de eso como algo novedoso y en verdad es ancestral para nuestras mujeres.

-Hablando de mujeres, en tu libro “Zoncoipacha” se lee: “Reclamamos la identidad de las mujer pero con respeto a su dualidad, con todo lo que significa ser mujer espiritual y portadora de la comunidad de la vida de nuestras comunidades. La función esencial de las mujeres dentro de la comunidad es cumplir un rol de complemento y dualidad” ¿Podrás ampliar también este concepto?

Nuestra cosmovisión plantea a la mujer como complemento pero a la vez en igualdad de condiciones de lo que se ve hoy en la sociedad. Por ejemplo: ancestralmente y en la actualidad, las mujeres podemos ejercer cualquier cargo; de hecho yo soy casqui curaca de la comunidad. Y eso era mucho más común de lo que se cree; lo que sucedió es que la colonia trajo el machismo. El machismo es una herencia más de la conquista y eso está probado en distintos archivos. Hay muchas caciques, líderes mujeres que fueron muy maltratadas, estigmatizadas pero que a la vez quedaron en la historia de distintos pueblos indígenas. Puedo mencionar, por ejemplo, a Juana Azurduy, es un claro ejemplo. Hay una líder, la Gaitana le llaman, que quedó en la memoria de Colombia y Venezuela, era cacique y era la líder de la comunidad cuando el español llegó al territorio. Y como ella hay otras líderes ancestrales que fueron desconocidas por la historia, que no llegaron a nuestros oídos y ese silencio no es una simple omisión; es un plan para sostener el machismo, el patriarcado que no tiene justificativo. En otros pueblos, los hombres son hijos del sol y las mujeres de la luna; nosotros, somos hijos del Inti Puka, del Sol Rojo del pueblo Comechingón, es un Sol que es padre y madre, construido con la arcilla de nuestra madre tierra, es un símbolo que aúna lo femenino y lo masculino, el gran padre no podría tener forma sin la arcilla de nuestra madre tierra, de esa manera los hombres son hijos del sol y nosotras, las mujeres, hijas de la luz de ese sol. Nosotros vemos que en la actualidad, el hombre genérico ha asumido una propiedad sobre la madre tierra, de la misma manera que cree que a la mujer puede poseerla como una propiedad privada, el machismo es una extensión de la idea de la propiedad privada.

-Al iniciar la lectura de “Zoncoipacha” lo primero que uno encuentra es un hermoso poema tuyo a Lautaro, tu pequeño hijo fallecido. ¿Encontraste en el arte de escribir, algún alivio al dolor interminable de perder un hijo?

En parte sí y en parte no. Nosotros entendemos de otra manera la muerte. Mi hijo sigue estando conmigo y sigue estando, de una manera, que nadie más puede. Él está conmigo, a mi lado cada segundo de mi vida. Parte de él está conmigo y parte de mí está con él, en esa dimensión espiritual donde él está. De alguna manera, Lautaro es mi ancestro, es mi abuelo, él ya me superó, él ya está en ese lugar en el que ojalá alguna vez yo esté. De alguna manera está intercediendo y hablando de mí con mis mayores, con Francisco Tulián, con Leandro Tulián, con Francisca Tulián, mi abuela y con otros tantos líderes. Está intercediendo por mí en una dimensión directamente con los espíritus. Eso me provoca un gran orgullo, una gran sensación de protección. Lautaro me protege. Él siempre tuvo muchas manifestaciones de gran inteligencia siendo niño y mucha exigencia de libertad. Lautaro estuvo cuatro años y nueve días en estado de coma; mil cuatrocientos sesenta y nueve días. Los médicos nos enseñaron a contar los días desde un principio, esperábamos que él despertara o se terminara yendo. Lautaro tuvo la total inteligencia y sensibilidad para esperar que nosotros supiéramos hacer el proceso para que él pudiera partir, de alguna manera él espero eso. Yo lo entregué en ceremonia el 5 de agosto del 2014 y él se fue el 15 de agosto, diez días después que supe hacer el proceso de despedirlo. Parte de despedirlo, es recordarme todos los días a mi misma que su ciclo ya se había cumplido. Durante cuatro años y nueve días sufrió y sufrió mucho, por eso yo no puedo permitirme, de alguna manera, poseerlo, debo liberarlo y sostener cada día esa libertad.

Ya de regreso a Buenos Aires, sobre los casi mil kilómetros que nos distancian, vuelvo a la pregunta inicial: ¿Quién es Mariela Tulián? Y puedo decir que Tulián es Tulián. Si le parece que mi respuesta es redundante, que no responde nada, le digo que prefiero esta fórmula de identidad, porque los aparentes signos de relación de igualdad no son iguales; Tulián , la mujer, me permitió entender a la Comunidad Tulián, pude conocer al conjunto desde la persona, sus palabras se cargan de la autoridad de su comunidad, es capaz de convencer antes de haber dicho, su verdad está en la condición de quien las pronuncia. Tulián es Tulián, Mariela es Francisco, es Leandro, es Francisca, es Lautaro, es los 300 comechingones asesinados en “las Cañas”, es todos los que fueron y es los hijos que de sus hijos vengan.

Le recomiendo que lea “Zoncoipacha” en sus páginas encontrará una reivindicación historica única y podrá conocer un poco más a una mujer extraordinaria.

Roberto Famá Hernández

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