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CGT reúne mesa chica para alistar diálogo poselectoral
Por Mariano Martín -
Tuesday, Oct. 17, 2017 at 9:18 AM
• DIRIGENTES BUSCAN HACERLE SABER A MACRI QUE NECESITARÁ A LOS GREMIOSMartes 17 de Octubre de 2017 | La cúpula de la central descuenta un triunfo del Gobierno y evalúa estrategias para neutralizar la euforia por una reforma laboral compartida por los empresarios.
Foto: Jorge Triaca
La mesa chica de la CGT se reunirá esta semana para preparar la reanudación del diálogo con el Gobierno para después de las elecciones del domingo. La clave para los dirigentes será acordar una estrategia común frente a la previsible euforia en la administración de Mauricio Macri y en el empresariado, como quedó expuesto la semana pasada en el Coloquio de IDEA. En la central descuentan un resultado global favorable al Ejecutivo en el comicio y, aunque dan por sentado que habrá un ajuste posterior, disienten en cuáles serán las prioridades de Cambiemos: si la reforma laboral o la reducción del déficit fiscal.
Lo que no cambió en las últimas semanas es la hegemonía del sector más dialoguista de la CGT. Pocos gremialistas sostenían la necesidad de reanudar un plan de lucha y menos lo hicieron a medida que pasaban los días y se afianzaban las encuestas con buenas proyecciones para Cambiemos: las que llegaron a los sindicatos le adjudican al oficialismo un triunfo de entre dos y cuatro puntos en la provincia de Buenos Aires y un rango de 35 a 37% en el conteo nacional. Esa última perspectiva, advierten, le dará aire al entusiasmo gubernamental pero no le alcanzará para emprender a solas reformas o ajustes impiadosos.
A diferencia de las declaraciones públicas más usuales, en la cima de la central descreen que la prioridad pueda ser la modificación de las normas laborales. Con un Congreso que mantendrá la paridad actual de fuerzas suponen que el Gobierno desistirá definitivamente de una reforma integral y se abocará, tal como prometieron funcionarios como el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el vicejefe de Gabinete Mario Quintana, al plan de blanqueo laboral, al relanzamiento de las pasantías y, eventualmente, a la creación de una agencia evaluadora de tecnologías médicas, un permanente reclamo de obras sociales y prepagas.
Esa relativa tranquilidad está abonada por los compromisos que asumieron con la CGT referentes parlamentarios como Miguel Pichetto o Diego Bossio, más allá de la obvia oposición esperable del kirchnerismo a cualquier iniciativa gubernamental que pudiese implicar la reformulación de esquemas laborales.
Frente a ese escenario creen en el triunvirato de secretarios generales que la primera pulseada a librar tras las elecciones será un debate público sobre la pertinencia de cambios laborales más de fondo, como los reclamados en IDEA, o incluso la necesidad de una liberación de las tarifas de los servicios públicos, la generalización del IVA al 21% (y la consecuente eliminación de algunas exenciones), o hasta la suba de la edad jubilatoria.
Uno de los triunviros le reconoció a este diario que sin siquiera la necesidad de programar medidas de fuerza desde las organizaciones sindicales, el Gobierno chocará antes con la reprobación popular en caso de pretender un avance en esa línea. Y que la CGT sólo tendrá que ubicarse como factor de interlocución entre el Ejecutivo y la sociedad. Se trata, en definitiva, del mejor escenario para el gremialismo tradicional descartado un triunfo electoral peronista: la recuperación de su condición de árbitro y hasta cogestor en la aplicación de planes de ajuste, siempre a partir del compromiso de Macri de no afectar los pilares del poderío de los sindicatos, como el modelo de negociación, el esquema de negociación en paritarias, el sistema de obras sociales y la preeminencia de las leyes nacionales por sobre los acuerdos puntuales.
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