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Costureras, subregistradas e invisibilizadas
Por Mónica Basterrechea -
Tuesday, Mar. 13, 2018 at 8:31 PM
Lunes 12 de marzo de 2018 | La industria de confección de ropa históricamente ha empleado en su mayoría mano de obra femenina, ya sea en las fabricas o trabajo a domicilio -modalidad de tercerización-.
La mayor parte del trabajo se nuclea en el trabajo a domicilio. Por esa razón, se encuentra subregistrada estadísticamente e invisibilizada socialmente.
La ropa que usamos todos los días es realizada por cientos de miles de costureras a lo largo y ancho del país que carecemos de los derechos laborales elementales: Salario mínimo, vital y móvil, obra social, aportes jubilatorios, indemnización por despido, ART, licencias pagas, entre otros.
El pago a destajo, por prenda producida, es la vía que encuentran para explotarnos aún más, porque la necesidad nos empuja a trabajar las horas que sean necesarias para llevar una vida al borde de la supervivencia. Aunque eso implique poner a trabajar a nuestros hijos, madre jubilada, quien pueda dar una mano. Donde pretenden una remera por $2,50, el destajo y las tarifas miserables son un combo explosivo para nuestra vida. Llegamos a los 50 años con la vista reducida, la espalda doblada y la cabeza cansada. Y, además, sin jubilación. A las obreras a domicilio nos dan la tela sin el hilo. Lo que a cualquiera resultaría ridículo, es la norma en esta industria.
Por lo tanto, el trabajo a domicilio es sumamente conveniente para ahorrar costos: no invierten en máquinas, no pagan energía eléctrica, aportes patronales ni ART, trabajamos sin horario, nos dejan sin trabajo sin consecuencia alguna y nos cuesta organizarnos sindicalmente porque estamos cada una en su casa sin mucho tiempo para pensar en todos estos problemas.
A esto se suma el problema de la doble jornada, porque ya sabemos que las mujeres deben hacerse cargo del hogar y los hijos. Ni hablar si sos madre soltera o separada. Esta situación empeora en los talleres clandestinos, donde la intensidad del trabajo es aun mayor y no hay espacio temporal ni físico para ocuparse debidamente de los chicos, aunque seas un varón comprometido con la crianza.
Las compañeras de las fabricas no se encuentran en mejores condiciones, porque los salarios de convenio de esta industria son de los mas bajos de la economía.
El conjunto de los costureros registrados es sometido constantemente a distintas formas de fraude salarial, deudas, cuando no el cierre imprevisto de sus lugares de trabajo. La norma es exprimirnos a mas no poder. El acoso laboral también es moneda corriente. Costureras muy baratas y en pésimas condiciones de trabajo, registradas y no registradas, somos las que sostenemos esta industria, que gobierno tras gobierno es presentada como ejemplo de la industria nacional.
Resulta sumamente alentador la masividad y la fuerza que parece haber adquirido el movimiento de mujeres. Como sindicato, entendemos que es necesario que nuestras organizaciones tomen no solamente los reclamos gremiales propios de las mujeres (como igual salario por igual trabajo, extensión de las licencias por maternidad y paternidad, licencias por violencia de género, jardines maternales y de infantes dentro de los lugares de trabajo, entre otros también importantes) sino que también debemos incorporar la concientización y la lucha por aspectos que exceden nuestro terreno, para formar tanto a las compañeras como a los compañeros en una cultura anti patriarcal.
Esta es una lucha que debe empezar hoy, porque la opresión de género nos coloca en desventaja de nuestros compañeros, a la vez que nos separa de ellos y así permite que nuestros patrones -y patronas- nos exploten más.
Entendemos que los desafíos principales que enfrenta el movimiento son dos. Por un lado, superar la dispersión que brota de la propia masividad del fenómeno -ejemplo, en el Encuentro Nacional de Mujeres, un evento de incuestionable importancia nacional e internacional, se convocan más de 50 talleres de múltiples temáticas, que no son resolutivos ni se plantean tareas o medidas a realizar-. Sería importante avanzar en un formato de organización democrática donde establezcamos estrategias comunes y acciones concretas.
A la vez, es necesario generar espacios de debate específicos para los problemas más urgentes, como los femicidios, la violencia de género, el aborto, la prostitución, entre otros. Por otro lado, es necesario empezar a desentrañar el contenido del propio colectivo.
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Mónica Basterrechea es Secretaria General del Sindicato Argentino de Trabajo a Domicilio Textil y Afines (SATaDTyA-CTA)
www.agenciacta.org/spip.php?article26673