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PODEMOS y la propiedad natural
Por K. Raveli - Saturday, Jun. 02, 2018 at 6:51 AM

Raras veces llegamos a tratar (en Indymedia y otros lugares presuntamente críticos hacia el capitalismo) la cuestión fundamental de los Bienes Comunes y de la propiedad, como se ofrecía aquí hace unos días, en "Ser y (o?) tener. Humanidad o simple animalidad" http://argentina.indymedia.org/news/2018/05/921634.php

PODEMOS y la propied...
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Más allá de la alienación del trabajo salariado.

Tan importantes como la cuestión de la explotación del trabajo y de la apropiación privada de las ‘riquezas’ que se debaten en “PODEMOS tener propiedades privadas?” encontramos otros asuntos igualmente importantes para abordar, desarrollar y desmitificar. Y de-normalizar, es decir: mirar desde una ética NATURAL y no desde la ‘normalidad’ de las normas sistémicas, las que definen régimen político y sistema económico vigente.

Empezando por lo menos con los siguientes cuatro, siempre relacionados con los anteriores, y que delatan lo que encubren realidades políticas como las de “Podemos” y de muchas más “izquierdas”, con sus vagos discursos “socialistas”, “anarquistas”, “marxistas”, etc. (1):

1. El concepto de “casa”, familia y patriarcado.

2. La representación dominante de ‘vivienda’ y su correlación arquitectural y urbanística capitalista.

3. La cuestión hereditaria.

4. La aceleración del individualismo, de la soledad y de la robotización social.



1. La noción de “casa”, familia y patriarcado.

Es impresionante constatar como no hayan aparecido estos otros aspectos sociales tan importantes como reveladores detrás de la polémica sobre el “chalé” adquirido por dos representantes del Podemos español, presuntamente opositores o críticos hacia el actual régimen político y sistema económico. Por ejemplo, una elección de vida – y hacer “familia” - en un barrio típico del aislamiento popular, del “pueblo” o de “la calle”.

Es decir: todo lo contrario del intentar o hacer palpitar la propia historia lo más posible integrada en un entorno vivo, colectivo, participativo. Y naturalmente, o sobre todo, en función del originario aprendizaje inter-subjetivo de unos niños que puedan nacer – de una pareja, en este caso –. Lejos por lo tanto de un marco cercano o más accesible de coetáneos, escuelas, cuidados, entretenimiento, consumo – y actividades colectivas… - y al contrario muy coherente con todo lo que cada vez más nos impone la cultura consumista, individualista lo más posible retirada de un colectivo natural. Justamente por medio de sus separaciones urbanísticas y arquitectónicas clasistas, por ejemplo. O por empezar.

Reproduciendo así nuevas generaciones más atadas y condicionadas por un concepto cerrado y alienado de familia-criadero. Aislada en su ‘respectivo’ - eso es - piso o pisito, o peor aún chalet, donde se reproducen y facilitan costumbres y cierres patriarcales, consumistas y de valorización competitiva de enriquecimiento esencialmente individual, o mejor dicho: individualista. Y propietario por supuesto, cuando eso es posible según la “posición social” de cada guarida y de su(s) respectivo(s) dueñ@(s).


2. La noción dominante de vivienda y su correlación arquitectural y urbanística. Capitalista.

Todo esto se manifiesta lógicamente gracias a ese concepto prácticamente totalitario de lugares de vida y de reproducción estandardizados, presuntamente auto-suficientes, bien guardados por paredes, puertas, llaves, sistemas de seguridad y todo lo que se está engendrando de privatización, miedo y seguridad. Presuntas o inducidas. Sea que hablemos de barrios burgueses, de chalets con piscina, etc. que de apartamentos en grandes o menos grandes inmuebles. Donde todo se reproduce igual o casi idéntico en cada ‘vivienda’, núcleo por núcleo “familiar” o, cada vez más, persona sola por persona sola. Fenómenos que la mayor parte de los términos y lenguajes corrientes reproducen y enfatizan; o enajenan más aún, como por ejemplo privacidad, intimidad, libertad, tranquilidad, confort, seguridad, etc.

Es decir, que hablamos de un aspecto esencial del sistema, además del mismo léxico y cultura, o de las “relaciones de producción”: su aparato de generación arquitectónica y urbanística. Determinante como las fábricas, el salario, el ‘derecho positivo’, las policías, la sanidad industrial, etc. Con arquitectos y urbanistas dedicados a reproducir de forma cada vez más sofisticada y encubierta los parámetros, esquemas y códigos de gestación del núcleo atomizado básico del sistema, la familia nuclear clásica. De evidente imprenta patriarcal y, entonces y por supuesto, propietaria. Lo más posible “independiente”, es decir aislada de lo colectivo. Desde luego el todo integrado de forma inconsciente por las “masas”. Sean clases propietarias intermedias o al contrario llanamente obreras. Con sus respectivas alienaciones de “clases medias”… precisamente fomentadas en lo esencial sobre la base de baremos propietarios.

Enfatizando de manera muy física, material y estructural el aislamiento y la competitividad consumista de esta civilización cada vez menos comunitaria, entonces inhumana. Es decir, cada vez más embrutecida por la ética individualista neo-liberal materialista. Con un proceso muy concreto, estructurado y determinado para la interiorización personal, individual o del núcleo reproductor llamado familia de cultura, valores y moralidad general del sistema.
Un aspecto más de esa robotización colectiva (2) que veremos enseguida, además de otros relacionados con ecología y biodiversidad urbana, las cuestiones energéticas, de los transportes, etc.


3. La cuestión hereditaria.

Todo esto, fundado lógicamente sobre la herencia. Otro aspecto esencial de la apropiación privada de los bienes comunes, sean naturales como el espacio, que artificiales como lo que producimos con nuestro trabajo o actividad. Bienes casi siempre elaborados de manera colectiva, colaborativa o compartida, aunque con funciones personales más o menos individualizadas, como en un taller o empresa. Por supuesto, señor patrón y señor propietario!
Hablamos en efecto de un aspecto esencial de la apropiación individualista, hoy pilar casi indiscutible, como es la transmisión hereditaria de esas privatizadas ‘riquezas’, productos, bienes... llamados sin vergüenza y de forma todavía más caricatural ‘fortunas’! Como un chalet, precisamente. Aspecto normal, según ética o principios imperantes – pero para nada naturales! - para quienes las han logrado – o precisamente heredado – en esta secuencia alienada y sumamente alienante de cosificación de la vida y del entorno.
Y, para la delincuencia del Capital y por medio de la propriedad privada, también de cosificación o reificación de las personas, empezando con el trabajo salariado.

Cuando además en este planeta, con este sistema, somos cada vez menos los que hemos “conseguido” alguna propiedad, mientras que en principio tendría que ser – al contrario - parte del enriquecimiento público o colectivo. Es decir: bienes comunes tan mancomunados como libremente localizados. En una sociedad mínimamente sana. Es decir: más abiertamente compartidos, como por ejemplo cualquier medio de transporte.
Todo esto y hoy en particular, también o sobre todo por razones ecológicas!
Véase uno de los productos más absurdos y alienados de esta civilización, el coche particular.
Hasta transformado en símbolo de prestigio personal, además de reproductor de conocidas patologías individualistas y competitivas. Amén de las más burdamente consumistas y despilfarradoras.


4. Aceleración del individualismo, de la soledad personal y de la robotización social.

Sobre esta concepción de una ‘normalizada’ o ‘normal’ apropiación personal de bienes o productos comunes, observamos el establecimiento de una sociedad progresivamente atomizada, y más aún de crecientes vivencias de soledad, aislamiento y hasta incomunicación. Basadas en primer lugar y precisamente sobre unas vidas encerradas cada uno en su ‘casa’ y ‘oficio’. Este último ahora a menudo precarizado, claro. Cada vez más dependiente y desintegrado de la propia vida y del entorno.
Además: donde las nuevas tecnologías van poco a poco instaurando una verdadera robotización de las personas (2). Dependencia, condicionamiento, control más o menos virtual, telemático, de inducción directa de consumos, enajenaciones publicitarias, modas absurdas y ridículas, dependencias culturales y de entretenimiento, semánticas y costumbres lingüísticas alienas y un largo y alucinante listado que podemos continuar...



Notas:

(1)
“Es impresionante constatar como gran parte de los que se consideran de izquierdas, sobre todo en los países imperialistas, están gravemente afectos del cáncer propietario, de los valores del "tener" (haber) como expresión del "ser" de la persona, de esas necesidades de propiedad inducidas por la cultura capitalista, en definitiva. Lo que luego conllevan todas esas formas de degeneración ética y estética, además de económica, de dependencia de modas y consumos. Mientras que, en otros movimientos sociales (en la India, o en Abya Yala, por ejemplo) asistimos justamente ahora a un creciendo de luchas sobre el Bien Vivir, con respecto a los Bienes Comunes, (Ama Lurra/Pacha Mama, etc.), aquí la degeneración individualista propietaria, que se transfiere luego hacia los demás valores y creencias personales y sociales, está llevando - entre otros factores - a importantes sectores de trabajadores a asumir posturas ideológicas y políticas cada vez más capitalistas, cuando no reaccionarias. Es la capitalización (propietaria) de varios sectores obreros. Por ejemplo, vemos esto de forma impresionante con relación a la vivienda, que además es un fenómeno que engarza y se multiplica con la concepción tradicional, conservadora y burguesa de la familia y de la reproducción.” (Nota (2) en “EKILE KLASEA EUSKAL HERRIAN, borrador de debate comunista. Conocer la propia clase, primer paso para poder superar su sumisión”, en http://barcelona.indymedia.org/usermedia/application/2/Clase_obrera.ekile.pdf


(2)
Traducido desde “Robotizzazione e alienazione dall’essere collettivo” (http://www.sinistrainrete.info/lavoro-e-sindacato/11012-karlo-raveli-robotizzazione-e-alienazione-dall-essere-collettivo.html)
“El fenómeno se puede definir en varios modos, pero podemos presentarlo como un condicionamiento, dependencia o sujeción generalizada bajo valores, lenguajes, códigos, signos, significados, estímulos, normas, imágenes, horarios, ritmos, cadencias que recibimos de manera individualizada y absorbemos, asumimos y reproducimos con modalidades cada vez más intensas, tan inconscientes como decisivas. Sobre todo por medio de determinadas tecnologías homologantes de ‘comunicación’, cada vez más difundidas y preponderantes. Cuando no prácticamente forzosas”.

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