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El estrepitoso fracaso del imperio en el Consejo de DDHH de la ONU
Por Resumen Latinoamericano - Sunday, Jun. 24, 2018 at 1:00 PM

Por Carlos E. Lippo, Resumen Latinoamericano, 23 de junio de 2018.-

El estrepitoso fraca...
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“La Comisión de Derechos Humanos de la ONU fue un organismo que fue debilitado deliberadamente por parte de las grandes potencias, que lo debilitaron a través del doble rasero y del doble estándar de conducta”. Fermín Toro Rodríguez, ex embajador de Venezuela en la ONU. 

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU es un organismo intergubernamental creado por resolución de la Asamblea General en marzo de 2006, teniendo como objetivos declarados: fortalecer la promoción y protección de los derechos humanos y hacer frente a situaciones de violaciones de los derechos humanos a nivel mundial; sesiona en la sede de la ONU en Ginebra durante tres períodos anuales, teniendo un carácter casi permanente puesto que además puede reunirse en cualquier momento por decisión de la mayoría de sus miembros. Está conformado por 47 de los países miembros de la ONU, que son electos por votación secreta de los miembros de la Asamblea General por períodos de tres años, pudiendo ser reelectos hasta por dos periodos consecutivos.

El Consejo, que sustituye a la anterior y muy desprestigiada Comisión de DDHH, ha sido creado a proposición de los Estados Unidos y de las potencias de la Unión Europea, se enmarca en el proyecto de la pretendida reforma de democratización de la ONU y a juicio de Fermín Toro Rodríguez, nuestro embajador en los días de su creación, mantiene entre su normativa una serie de principios y reglas que son peligrosos, perjudiciales y nocivos para los estados débiles del sur del planeta; siendo además el caso que presentando un falso carácter de amplitud según el cual admite las denuncias de violaciones de derechos humanos no sólo de todos los estados miembros sino de algunas ONG acreditadas ante él, pretende erigirse en una especie de tribunal global ad hoc en materia de derechos humanos, con capacidad de sancionar a cualquier estado y hasta de ordenar su intervención con el pretexto de que se trata de un estado violador de los derechos humanos.

Que el Consejo de Derechos Humanos ha sido creado con la intención de convertirlo en un instrumento más de dominación del imperio y sus aliados en contra de países más débiles que no les sean afectos es algo que ya se anunciaba desde su inicio, por el carácter decididamente mafioso y truculento de la votación que le dio origen, en el desarrollo de la cual y para presionar el voto favorable de los demás miembros, los EE UU que eran los principales proponentes de su creación, optaron por votar en contra del proyecto de resolución junto a Israel, Islas Marshall y Palau, sus eternos aliados en los casos de sus más deleznables posturas en ese organismo multinacional; 170 países votaron a favor; y 3 países: Venezuela, Irán y Bielorusia nos abstuvimos; siendo el caso, según dijo nuestro embajador, que no votamos en contra simplemente por no figurar como “comparsa” de los Estados Unidos.

La intención de convertirlo en un instrumento al servicio del imperio y las grandes potencias queda demostrada además por el hecho de que habiéndosele dado una mucha mayor jerarquía que la que tenía la Comisión, que dependía del Consejo Económico y Social (ECOSOC), no sólo es que no se le hizo depender de la Asamblea Nacional, lo que hubiese representado una importante reforma de carácter democrático, sino que se aumentó su dependencia de la Oficina del Alto Comisionado para los DDHH, quien siendo en la práctica el segundo funcionario más importante de la organización, casi un subsecretario general, obviamente tiene que contar con la anuencia y el apoyo del imperio y sus potencias aliadas.

Quien tenga dudas sobre este papel protagónico asignado por el imperio al Consejo para la promoción de la  intervención militar de aquellos países que no le son afectos, debe recordar que la invasión de Libia por parte de la OTAN en marzo de 2011, que fue justificada por medio de una interpretación fraudulenta de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, la cual no determinaba una amenaza para la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión por parte de Libia, sino que sólo señalaba una preocupación por la presunta violación de derechos humanos, fue emitida sólo después de que ese hermano país fuese expulsado del Consejo de DDHH por la Asamblea General con base en un informe totalmente sesgado elaborado por dicho organismo bajo la coordinación de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, quien dirigió el debate, y que señalaba falsamente, entre otras muchas atrocidades, que el Coronel Gadafi había incurrido en delitos de lesa humanidad al ordenar  el bombardeo aéreo de los “rebeldes” de Benghazi.

Por otra parte, la falsa democratización en el tratamiento del tema de los derechos humanos por parte del Consejo queda evidenciada por el hecho de que las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que logran ser acreditadas ante el organismo son aquellas que tienen estrechas vinculaciones y/o una gran dependencia política y financiera del imperio; tal es el caso de: “UN Watch”, una organización no gubernamental con sede en Ginebra cuyo mandato es supervisar la actuación de las Naciones Unidas según el criterio de su propia “Carta”, fundada en 1993 bajo la presidencia de Morris B. Abram, antiguo embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, que además participa de forma activa en la ONU en calidad de ONG reconocida como entidad de carácter consultivo especial ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) y como ONG asociada con el Departamento de Información Pública de la ONU (DIP); así como el de la ONG venezolana de nombre “Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos” (PROVEA), reconocida opositora de nuestros gobiernos revolucionarios, que según denuncia del Presidente Maduro y de muchos investigadores y analistas, recibe financiamiento de la NED (National Endowment por Democracy) y de la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), así como de Rights & Democracy, fundada por el parlamento canadiense, según el investigador Yves Engler. Siendo además público, notorio y comunicacional pues aparece en su propia página web, que es financiada y asesorada por entidades tales como: la embajada británica, la Fundación Ford, la Fundación Open Society, de George Soros, la Unión Europea (UE) y la Fundación Merck, una farmacéutica de procedencia alemana con gran presencia en el mercado venezolano, que siendo de las que ha recibido mayor cantidad de divisas preferenciales por parte del gobierno revolucionario ha generado el mayor desabastecimiento inducido en rubros tan importantes como anticonceptivos y antibióticos.

Tal como había previsto nuestra cancillería que podría ocurrir al momento de su creación y a pesar de ser miembros actual del Consejo de DDHH desde el año 2012, al igual que lo era Libia hasta su expulsión a comienzos de marzo de 2011, hemos sido objeto de un fuerte asedio en dicho organismo desde el 2014, siempre bajo la dirección del actual Alto Comisionado para los DDHH, el príncipe jordano Zeid Ra’ad Al Hussein, un hombre de la más plena confianza del imperio que llegó al altísimo cargo que ocupa con el apoyo de algunas ONG´s financiadas por la CIA y el Departamento de Estado a través de la USAID, como “Amnistía Internacional” y “Human Rights Watch”, después de haberle prestado importantes servicios como jefe diplomático de la UNOPROFOR (Fuerza de Protección de las Naciones Unidas), entidad que fungió de agencia militar aliada a la OTAN durante la guerra de Yugoslavia, para la supuesta “asistencia humanitaria”, el “socorro de víctimas” y la creación de “zonas de seguridad” en aeropuertos y regiones fronterizas de lo que hoy conocemos como Croacia y Bosnia-Herzegovina.

Siendo el caso que este extremadamente linajudo “perro fiel del imperio”, a pesar de que nuestro país ha aprobado con honores tres “Exámenes Periódicos Universales” consecutivos y ha contado con un apoyo mayoritario para neutralizar cuanta maniobra en su contra ha urdido en el seno del Consejo de DDHH, ha sido autor y/o patrocinador principal, entre otros, de los siguientes medios de ataque en contra nuestra:

•       Innumerables declaraciones públicas en defensa de los terroristas opositores cuyas acciones generaron casi medio centenar de víctimas mortales, entre febrero y mayo de 2014, en especial del agente de la CIA Leopoldo López, autor intelectual de los hechos, desde que tomase posesión de su cargo a finales de ese mismo año.

•       Un informe sobre el “deterioro de los derechos humanos en Venezuela”, que habiendo sido emitido en el 2015, ha servido de matriz de opinión para los medios y laboratorios de propaganda  locales para intentar criminalizar al estado venezolano.

•       Un informe emitido en el 2017 que da cuenta de “terribles violaciones” de los derechos humanos supuestamente ejecutadas por nuestro gobierno en contra de aquellos “pacíficos” manifestantes opositores que de abril a agosto del mismo año, llegaron al extremo de quemar vivos a no menos de 23 personas por la única razón de que presumían que eran chavistas a causa de su fenotipo. Informe que sirvió de base para que la ONG “UN Watch”, mencionada en un párrafo anterior, solicitase infructuosamente la expulsión de nuestro país del Consejo de DDHH, ante la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2017.

•       Un extensísimo apartado en su informe anual sobre la situación de los derechos humanos en el mundo, presentado ante el Consejo de DDHH en marzo del presente año, en el cual además de reiterar ampliamente las acusaciones en perjuicio de Venezuela, llega al extremo de oponerse a la celebración de las elecciones presidenciales convocadas para el 20 de mayo; tocando un tema de la exclusiva incumbencia de los venezolanos.

•       Una solicitud para la creación de una comisión especial de la ONU para investigar las “violaciones” de los derechos humanos en Venezuela, formulada el pasado lunes 18, durante la sesión inaugural del Consejo de DDHH.

•       Un informe fechado hace dos días en el cual se sugiere una intervención de la Corte Penal Internacional (CPI) para juzgar las “violaciones” de los derechos humanos en Venezuela; informe que en opinión de Alfred de Zayas, experto independiente al servicio de la ONU, “carece de objetividad, ya que para su elaboración era fundamental escuchar a todas las partes involucradas”.

En suma, una verdadera obsesión fatal la de este funcionario, altísimo cipayo del imperio, que no parece haber encontrado ningún otro estado violador de los derechos humanos en todo el planeta, que no sea el estado venezolano.

He dicho y tengo la plena convicción de que el imperio ha sufrido durante la semana en curso un estrepitoso fracaso en el seno del Consejo de Derechos Humanos de la ONU por las siguientes razones:

•       A pesar de todo su pedigrí, su formación académica y su experiencia en intervenciones militares de países no afectos al imperio y a pesar de todo el empeño que ha puesto en ello, Zeid Ra’ad Al Hussein, no ha podido lograr nuestra expulsión del Consejo de DDHH, como si lo logró su antecesora, Navi Pillay, con Libia en el 2011, en los días previos a la invasión de la OTAN. No lo ha logrado aún y es altamente probable que no lo logre, habida cuenta de que según sus propias palabras sólo permanecerá en el cargo hasta mediados del presente año.

•       Este 18 de junio Zeid Ra´ad Al Hussein, en el marco de un discurso en la 38ª sesión del Consejo de Derechos Humanos, el mismo discurso en el cual propusiese la creación de una comisión para investigarnos, no pudo soslayar la obligación de instar a las autoridades de EE.UU. a acabar con la práctica de separación forzada de niños de las familias inmigrantes que entran ilegalmente en territorio estadounidense a través de su frontera con México. Al Hussein describió esta práctica de la Administración Trump como “abuso intolerable contra los niños”, recordando que según la Asociación Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) “es sancionada por el gobierno” y puede causar “daños irreparables para toda la vida”.

Siendo oportuno señalar que estas dos derrotas del imperio en el seno del Consejo de DDHH, por vía de su “pupilo de oro”, Zeid Ra’ad Al Hussein, fueron antecedidas por otra que tuvo lugar en la sesión del lunes 14 de mayo, en la que Al Hussein reclamó que terminase la ocupación israelí de Gaza y dijo que los habitantes de la Franja viven “enjaulados en un suburbio tóxico”. Y como si esto fuera poco, es necesario reseñar que a proposición del mismo funcionario el Consejo decidió el envío de un equipo internacional a la zona para abrir una investigación independiente por supuestos crímenes de guerra; dándose el caso de que Estados Unidos y Australia fueron los únicos de los 47 estados del Consejo que votaron en contra y que entre los 19 estados que se abstuvieron estuvieron Reino Unido y Alemania, dos de sus más fieles aliados.

Para concluir, me es altamente placentero señalar que la mayor demostración de que el fracaso ha sido realmente estrepitoso es la renuncia del imperio a formar parte del organismo, tal como fuese anunciada por sus más altas autoridades diplomáticas, con una mezcla de cinismo, prepotencia y frustración, el día siguiente al de la 38ª sesión.

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