El 18 de febrero mucha gente marchó detrás de hombres y mujeres de la Justicia, cuyas historias individuales resumen sus quiebres y requiebres con el poder de turno al que sirven lealmente, hasta que aparece alguna otra versión en el horizonte. Algunos de los que se encolumnaron con ellos y los aplaudieron, quizás creyeron de buena fe que marchaban por verdad y justicia, o que homenajeaban a alguna especie de mártir. Con estos sistemáticos profesionales de la impunidad y el encubrimiento, nadie puede esperar verdad y justicia. Ninguno de ellos se preocupó jamás por verdad y justicia para los trabajadores, a los que persiguen y condenan si se organizan y defienden lo que es suyo; ni por verdad y justicia para los pibes fusilados por la policía; para los presos torturados en cárceles y comisarías o para los desaparecidos desde 1983 hasta hoy. Además: RECHAZO A LA CÁRCEL PARA JÓVENES EN CACHEUTA / NIÑOS DE LAS PERIFERIAS: CRÓNICA DE OTROS DOLORES Más información en Indymedia Derechos Humanos |