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Marcha contra los narcos: todos juntos a ninguna parte
Por Indymedia Rosario - Saturday, Jun. 29, 2013 at 12:27 AM
rosario@indymedia.org

La concurrida manifestación contra las narco bandas realizada esta semana dejó un tendal de análisis por desandar. Partiendo de una convocatoria del llamado campo popular local, impulsada por el periodista y referente de Pueblo Sur, Carlos Del Frade, terminó siendo la más puntual, rápida y antinómica movilización al ser tomada por las autoridades estatales y modificados sus objetivos.

Marcha contra los na...
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Lo visto en el recorrido desde la Plaza Pringles al Monumento a la Bandera, pasó de lo paradójico a lo  bizarro. Funcionarios y dirigentes partidarios de variopinta procedencia política tomaron como propia la iniciativa lanzada semanas atrás por Del Frade, promoviéndola desde el Concejo Municipal con el objeto de repudiar a los narcos y dar apoyo a la Justicia que, el último tiempo, mostró algunos avances en materia investigativa, que derivaron en amenazas al Ministro de Seguridad, Raúl Lamberto, al Secretario de Seguridad Comunitaria Ángel Ruani y al juez Juan Carlos Vienna. Esta apropiación resignificó el espíritu de la marcha y ubicó a los responsables políticos de implementar las medidas necesarias para combatir las economías delictivas en la cabecera de una multitud que los abucheaba. Atrás, último y no es figurativo, estaba Del Frade fue caminando tras una heterogénea columna que contemplaba con cierta desilusión.

Para iniciar un análisis que supere las rencillas partidarias, vale definir algunas cuestiones básicas. En primera instancia, históricamente las poblaciones han ocupado las calles juntando fuerzas para exigir a actores más o menos concretos la efectivización de determinados derechos, sean derechos humanos, civiles, políticos, sindicales. La gente expresa deseos colectivos en la calle, para  marcar determinada correlación de fuerzas a quienes detentan alguno de los poderes formales o fácticos, con el objeto que se modifique alguna situación que percibe injusta.

Ahora bien, ¿está mal que la dirigencia partidaria participe de las exigencias activas de la sociedad? Aun teniendo responsabilidad pública sobre el hecho que origina el reclamo, el funcionario/a que se precie de popular puede y debe ser capaz de acompañar –subrayado: acompañar-  la movilización social. La calle es aun hoy un ámbito de disputa, donde se ejerce presión, se expresan intereses y es un escenario que marca la cancha de la política. Los funcionarios que se consideran progresistas, se supone, ven en la movilización social una forma de tensionar la orientación de las acciones de Estado con anclaje social, lo que deja en off side a los que priorizan las mezquindades electorales al derecho a la vida y la dignidad del ser humano.

Partiendo de esta base conceptual de análisis, no se entiende lo que el Partido Socialista pretendió al apropiarse, resignificar y encabezar una marcha contra el narcotráfico. Red delictiva que es lo que es gracias a la policía fogoneada por Carlos Alberto Reutemann, Jorge Obeid y Hermes Binner con su estrategia de ‘hacer la plancha’ durante cuatro años de mandato y, ya fuera de la gobernación , esgrimiendo cierta defensa del ex jefe policial Hugo Tognoli comprometido hasta las entrañas por, al menos, proteger a los narcos.
Por otra parte, amplios sectores del tupacamarizado justicialismo acudieron a la convocatoria gustosos de vociferar contra un vapuleado gobierno provincial que, aunque tarde, tuvo algunos momentos de lucidez que ayudaron a suavizar la lectura social de que del primer al último funcionario protegía  a los narcos.

Más allá de lo leguleyo, el narcotráfico en el marco constitucional actual, bajo el sistema político que nos rige, debe ser un delito atacado desde todos los niveles de gobierno, mediante una distribución equitativa del ingreso y las oportunidades, la articulación con las organizaciones de anclaje territorial y trabajo serio, una depuración real de la fuerza policial que parte desde una formación adecuada y un control civil fuerte de la misma y, sin dudas, una democratización real de la justicia alejada de las conveniencias temporales y las ‘riñas electoraleras’.

Está claro que el kirchnerismo no está abierto a regalar colaboración, aunque los muertos se cuenten de a cientos. Tan claro es eso como que la reacción tardía del socialismo en su segundo mandato en la Provincia fue después que le estallara en la cara la sangre de Mono, Jere y Patón, los tres militantes del Frente Darío Santillán, asesinados a inicios de 2012 en Villa Moreno. Cimbronazo instalado por el alto nivel de movilización de un campo popular rosarino que, con sus altibajos y contradicciones, sabe dar muestras de unidad. Más allá del compromiso real de algunos integrantes del oficialismo nacional, la problemática fue tomada orgánicamente por el kirchnerismo para ‘cantarle la pica’ al PS en una provincia que quiere recuperar a cualquier precio.  La marcha se hizo rápido, muy rápido. Tanto que, en realidad parecían correr para ver quién tocaba la pared primero y ganaba el juego. Juego que de lúdico tiene poco, deja tendales en los barrios de Rosario, y mientras se realiza vienen más “monos” a ocupar el terreno narco-comercial.

Párrafo aparte merece la lectura acerca de quienes se movilizaron otra vez por este tema y marchan, no corren, y dan discursos con los pies embarrados, no vociferan poco creíbles expectativas de unidad, paz y amor desde prolijos escenarios. En esto, verlo a Del Frade al final, planteando que no tenía nada que ver con el conglomerado de funcionarios de la cabecera y que su lugar era “estar atrás con los que sufren”, es sin dudas heroico pero poco efectivo. Del Frade, con las coincidencias y disidencias que se han planteado sobre todo a partir de su polémica denuncia sobre Marcos Escajadillo, -quien tras ser señalado como cómplice de los narcos fue ‘reubicado’ en la Subsecretaría de Protección Civil de la Provincia-, es alguien que investiga, se mete y compromete hasta las entrañas en estas problemáticas.

El periodista, escritor y político es un personaje del campo popular que, con mayores y menores simpatías, genera adhesión, respeto y agrupa diversidades. Por más que no sea en la actualidad un “político institucionalizado”, Del Frade va a ir por la revancha  de la banca que le birló la jugada del PS y el PRO. Viendo su trayectoria, nadie duda que el referente de Pueblo Sur está con los que sufren. Lo que también es verdad es que no sólo fue desplazado y ninguneado en su propia convocatoria, sino que se auto desplazó de los que concurrieron por los objetivos que él marcó inicialmente. Caminando sólo y atrás de todo, no se está con los que sufren. Se está contemplando lo que no fue, pero puede disputarse en conjunto. La marcha fue convocada por Del Frade y las organizaciones se sumaron e hicieron propia esa convocatoria. Los funcionarios se pusieron adelante, pero no encabezaron la movilización, cosa que sí podría haber hecho Del Frade respondiendo al deseo colectivo de que esté en la columna. Autodesplazarse del desplazamiento infringido no es una opción para quien, según rezan los afiches callejeros, quiere intentar en 2015 ser parte de un organismo del Estado cuyos integrantes se eligen por el voto popular. Puede ser una actitud de peso simbólico para un investigador honesto, buena gente, periodista sensible. Como él mismo repite en cada espacio radial: “no basta con ser buenos”. En política además, hay que saber jugar con lo construido.

Esta nota no pretende cerrar los análisis, sino aportar humildemente a abrirlos. Los elementos que le dieron origen fueron, primero, una marcha rápida, contradictoria, de dudoso espesor político y con más objetivos que consensos. Luego, el interrogante que ella dejó acerca de qué pasa con los que se embarran las patas y sufren con los barrios a las redes delictivas.

Las tensiones expresadas pusieron en vidriera las inescrupulosas roscas políticas. La reprochable intención de, mediante la apropiación y resignificación política de la iniciativa, generar una fantasía de participación en un tema candente,mostró que había más techos que puertas para sumarse. Algo que se corroboró en que la movilización fue ejecutada de manera suficientemente expeditiva como para que se saque la foto y nadie pregunte ‘¿Y? ¿Cómo seguimos?’.

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