El artículo original está en http://argentina.indymedia.org/news/2003/07/121225.php Imprimir comentarios.
Hotel Bauen: proximamenente atendido por sus dueños (los trabajadores)
Por sebastian hacher ((i)) -
Thursday, Jul. 17, 2003 at 3:09 AM
sebastian@riseup.net
Otra experiencia de recuperación de fuentes de trabajo
Bauen
hotel: proximamente atendido por sus dueños.
(los trabajadores)
Siguiendo con la línea de plantear algunos elementos para entender y analizar los diferentes procesos de recuperación de fuentes de trabajo, está vez describimos el proceso del ex-hotel cinco estrellas Bauen, cuyos trabajadores están en el edificio esperando la autorización para comenzar a trabajar. Al no pertenecer al ámbito industrial, este proceso tiene muchas particularidades
propias de la actividad hotelera y sus trabajadores. Esa característica, lejos de poner a este caso por fuera del movimiento de fábricas recuperadas, entendidas como un proceso social complejo y diverso, demuestra hasta que punto puede llegar la complejidad de este fenómeno que a pesar del "bajo
raiting" que tienen los conflictos sociales en los medios de comunicación, se mantiene mas vigente que nunca. Así que presentamos estas líneas como aporte al conocimiento de estos procesos, sabiendo siempre que son incompletas y deben estar en constante elaboración. En este caso en particular tenemos una ventaja; estas líneas pueden ser completadas y precisadas con el testimonio que quiera escribir algunos trabajadores del hotel que suelen visitar estas páginas.
Textos: Sebastian
Hacher ((i))
Fotos: Fernando ((i))
"no ves que va la
luna rodando por callao..."
La Av. Callao empieza a pocos metros de donde aburridos
policias vallan el Congreso para cuidarlo y cuidarse a si mismos
de los fantasmas de la rebelión popular. Caminando hacia el lado
de Av. Corrientes, el pasado mítico de poetas, tangueros, locos,
enamorados y conspiradores no se deja adivinar en las caras de
oficinistas apurados, estudiantes absortos, cadetes con walkman y
turistas de paso que transitan sus baldosas sin ningún respeto
ni emoción. La mística de Callao y Corrientes duerme en la sartén
de un vendedor de maní.
Y sin embargo casi llegando a Corrientes suena un piano; una melodía
que desde la calle apenas se escucha como un murmullo perdido
entre los poco sinfónicos rugidos de colectivos y taxis. Pero
adentro, atrás del tapiado que esconde la entrada, cada tecla
multiplica su sonido contra las paredes de un amplio salón vacío
y melancólico de murmullos, donde cada nota parece perdurar para
siempre. Es el Bauen Hotel, cerrado desde el 2001, y donde hoy 40
trabajadores resisten esperando que recuperar su fuente de
trabajo se haga realidad.
Fundado en 1977, el Bauen fue considerado uno de los hoteles
cinco estrellas mas lujosos de Buenos Aires. Tenía 220
habitaciones, pent house, varios salones para eventos, piscina,
teatro, restaurant, piano bar y un renombre internacional que
todavía se deja oír en los catálogos de las agencias de viaje.
Pasar por la puerta era encontrarse con un mundo ajeno, casi
prohibido para la mayoría de los mortales; mujeres de vestidos
largos, hombres de saco y camisa almidonada, perfumes caros y
shampang importado. Casamientos de alta sociedad, empresarios
venidos desde lejos, artistas, políticos, turistas; el Bauen era
parte de la Buenos Aires que brillaba con esa soberbia que tienen
los zapatos de charol recién lustrados.
Pero un día la estrella se apagó, y mostró que el rey de 20
pisos estaba desnudo. Fue el 28 de Diciembre del 2001, un día
que nadie recuerda ni recordará por eso, sino por la caída del
tercer presidente en menos de diez días.
En el hotel quedaba solamente una turista norteamericana que
demoraba en irse. El último empleado la había ido a buscar
siete veces, pero ella insistía en no bajar, alargando la letanía.
A las cuatro de la tarde, cuando por fin firmó la salida,
tocaron los clarines de la muerte del hotel; las luces se
apagaron por última vez, el piano lloró en silencio y la poca
gente que quedaba salió por la puerta de atrás con la seguridad
de no volver.
Esa misma noche la ciudad ardió; el por entonces presidente de
la nación Rodriguez Saa renunciaba en medio de una nueva rebelión
popular y la Casa Rosada era asediada por miles de manifestantes
autoconvocados que resistían el embate policial antes de dirigir
su furia hacia el Congreso.
Cuando el avance de la infantería empujó a cientos de personas
por Callao hasta Corrientes, ninguno tuvo tiempo de notar que
frente al Bauen decenas de fletes desfilaban para llevarse lo que
ahora eran los restos del hotel.
-Pasado
"Nos hacían renunciar todos los años, y nos volvían a
tomar con otra empresa, para que perdamos la antigüedad. Y si te
negabas, quedabas afuera. Cambiaban de empresa todo el tiempo, y
yo la verdad no sé si esta silla es de un testaferro y la mesa
de otro".
Asi lo recuerdan ahora los ex-empleados, reunidos en lo que antes
fue una sala para gerentes. El edificio se construyó con un
préstamo del Banade, del que sólo se pagaron algunas cuotas. En
1997 Bauen S.A. le vendió el hotel a la empresa chilena Solaris,
que luego de despedir a un centenar de trabajadores y no pagar a
ningún proveedor, pidió la quiebra en diciembre del 2001. Como
la propiedad del edifico estaba en discusión, el juez lo sacó
de la quiebra, y hay un juicio en el Banade que desde hace siete
años duerme en corte suprema de justicia.
"Cuando lo cerraron sentí una tristeza enorme", cuenta
Gustavo, que se presenta como presidente de la cooperativa.
"Yo soñaba una vez por semana que volvía acá. Sufrí mucho
cuando me fui. Yo lo quiero mucho a este lugar. Y cuando volví
lo primero que hice fue pararme en el último lugar donde estuve
antes de irme, como diciendo para mi no pasó nada. Yo no puedo
creer que estamos acá adentro otra vez".
Y nadie lo hubiera creído hace un año atrás. Frente al cierre
no hubo ningún atisbo de lucha. "Nos juntábamos para ver si
cobrabamos, pero no pasaba de eso. El sindicato nunca hizo nada,
si alguien se iba a quejar siempre o te suspendían o te buscaban
la vuelta para hecharte".
La tristeza es algo que comparten todo. "Teníamos algo
especial, eramos como una familia". Y las paredes, las
habitaciones todavía intactas, los pisos lustrados y las mesas
de mantel de paño todavía guardan los recuerdos de una vida
hermosa. "Aca bauticé a mi hijo" me cuenta un
trabajador cuando pasamos por uno de los salones. Y los demás
hablan por si mismos, parecen decirme "Aca conocí a mi
novia, aquí estaba con mi amigo, acá viví tal o cuál
historia".
Cuando el paso por el Bauen era ya un recuerdo, una "buena
marca" en el curriculum de 150 trabajadores, Gustavo se
encontró con un amigo que le presentó a gente del MNER
(Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas), con quienes
comenzaron a reunirse para ver que podían hacer.
El 23 de Marzo, ya organizados y luego de que les fuera negada la
explotación del inmueble, los 40 miembros de la flamante
cooperativa decidieron tomar posesión del edificio y pedir la
guarda judicial. La tenencia del inmueble les fue otorgada por 60
días y que hoy se extiende de palabra..
Gabriel lo recuerda así: "Esto estaba lleno de tierra, de
puertas, de maderas tiradas. La tercer noche miramos y faltaban
luces, y estábamos ahí y nos agarró la locura de empezar a
limpiar todo. Empezamos y estuvimos hasta las 5 de la mañana,
para dejarlo como el último día que nos fuimos de acá."
-Presente
Para los trabajadores del Bauen el presente es el punto justo
entre los recuerdos de un pasado que todos aman y los sueños de
un futuro que planifican día a día. El presente es angustia de
saber que pueden, que quieren, y de que sin embargo tienen que
seguir esperando para empezar a trabajar.
"Los políticos tienen otros tiempos" nos explica un
trabajador de mantenimiento. "Para ellos dos semanas no es
nada, y a nosotros nos cuesta sangre. Cada segundo es un
mucho". Y entonces el presente también es lucha, es golpear
puertas, presentar proyectos, andar de un lado a otro esperando
que a alguien, por fin, los habilite para empezar a trabajar.
La solidaridad, dicen, es enorme. "Desde el primer día
llegaron las asambleas, los vecinos del barrio que nos ofrecían
comida, hasta que nos vayamos a bañar a la casa de ellos si no
teníamos agua". Ahora "sobrevivimos comiendo arroz y
fideos, y los que pueden haciendo changas por ahí". También
algunas asambleas ayudan aportando bolsas de comida.
Los trabajadores presentaron un proyecto de expropiación que
duerme, como muchos otros, en los despachos de la legislatura
porteña. En su búsqueda, golpearon puertas en el gobierno
nacional, en la cámara de diputados y hasta evalúan -sin muchas
expectativas- una oferta de la vieja patronal, que propone
entregarles el hotel en alquiler, siempre y cuando le hagan una
quita de parte de los 4 millones que debe al estado.
"Los domingos -cuenta Gabriel- cuando todos están
durmiendo, me agarran ganas de agarrar un martillo, sacar las
maderas y abrir para empezar a trabajar, porque tenemos todo,
tenemos ropa de cama, televisores, las habitaciones, los
proveedores.... Tenemos todo, es solo una desición política lo
que falta acá... Podemos, pero no es lo que se debe. Si
legalmente venimos bien, queremos seguir llevándolo así".
Y sin bien todos coinciden en las ganas y las urgencias, también
lo hacen en las razones para esperar la habilitación legal.
Gustavo lo explica así. "Nuestra actividad es distinta a la
de las fábricas. En un hotel necesitas un montón de
habilitaciones y de seguros, para los ascensores, los incendios,
todo. El edificio no está en malas condiciones, pero si un
pasajero se lastima con una astilla o se cae y se quiebra una
pierna y no tenés los seguros, vas preso".
-Futuro
Mientras conversamos me da la sensación de que si alguien
viniera a darles en ese momento la habilitación para trabajar,
se abrazarían llorando y al instante saldrían corriendo a
cumplir cada uno con su tarea.
Las posibilidades son miles y se confirman al recorrer parte del
hotel, que todavía mantiene, a pesar del año y medio de estar
cerrado, parte del lujo de antaño. "Pensamos arrancar con
140 habitaciones y algunos salones al principio", nos
cuentan. "Nosotros estamos capacitados para hacer todo, no
es que en cada puesto va a estar alguien que tiene que aprender.
Somos gente que tiene muchos años en el oficio".
Para mantenerse en forma y no perder tiempo, cada uno trabaja
preparando el ansiado minuto cero. El que está en compras, habla
con proveedores, mira precios y hace acuerdos a futuro. El que
trabaja en ventas, estudia el mercado, se comunica con compañeros
que están en otros hoteles y sigue los flujos de turistas. El
que está en mantenimiento hace magia para que todo esté en
orden y funcionando con lo poco que se tiene, y el que limpia
hace que todo brille como en las mejores épocas. Y así todos y
cada uno de ellos, esperando salir al ruedo, a competir
"como el mejor de los hoteles de tres etrellas".
Y también piensan en "devolver toda la solidaridad que
recibimos". Y planifican; un comedor en el hotel, el no
tercerizar los servicios para que "no venga alguien de
afuera a explotar gente como nos hacían a nosotros", poner
una escuela de cocina con pasantías pagas (a diferencia de la
mayoría de las escuelas del rubro que hay en el país) y hasta
abrir una fundación cuando les vaya bien.
En cuanto a la organización del trabajo, también piensan
implementar cambios. "Muchos van a hacer de todo, pero lo
que es bueno es que en un momento dado, el que esta limpiando va
a tener que dejar la escoba e ir a una asamblea donde va a tener
que tomar decisiones. Si bien somos todos nuevos en toma de
decisiones, hemos llegado a comprender de lleno como tiene que
ser el funcionamiento de una cooperativa. Todos hemos trabajado
bajo patrón en algun momento, pero estamos concientes de que en
esta autogestión tenemos que tomar decisiones nosotros".
La incorporación de nuevos trabajadores, un tema que por ahora
es música del futuro, se plantea no como la toma de nuevos
empleados sino de nuevos miembros de la cooperativa. Saben también
que indirectamente van a generar muchas fuentes de trabajo, que
van a tratar de tener como proveedores a otras empresas
recuperadas. Y dicen que todo eso lo saben porque no se trata de
convertirse en "nuevos empresarios", sino de demostrar
que los trabajadores lo pueden hacer.
"Este es un sueño que vamos a hacer realidad", nos
dice uno de ellos. Y nos quedamos con esa frase, que le devuelve
un poco de la magia perdida a la Av. Callao, casi Corrientes.
Buenos Aires, 17 de Julio del 2003