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Ismael: Crónica de una muerte reiterada
Por re: Lo menos pensado -
Sunday, Feb. 01, 2015 at 7:18 PM
Ismael Sosa tenía 24 años. Se lo llevó la policía el sábado último,
mientras el recital de La Renga comenzaba en Villa Rumipal, durante los
cacheos previos, cerca de las 21 hs. Ese cachondeo siniestro que
tanto les gusta a los policías y eventuales agentes de seguridad. Esa
ceremonia ritual represiva en la que el abuso de poder está permitido,
casi legitimado.
Fue con la novia al
recital, Ismael. Ella pasó el control y siguió adelante, empujada por
la vorágine previa y la masa de gente enajenada. Ismael se quedó atrás,
tal vez quejándose porque algún policía lo tocó de más, o lo verdugueó
impertinentemente, como para no perder la costumbre. Cuando ella se dio
vuelta, Ismael ya no estaba. Había desaparecido. Como en la oscuridad
de nuestro pasado reciente, casi. Podemos saber que algunos transeúntes
preguntaron a los agentes de seguridad adónde lo llevaban a Ismael, ya
ensangrentado y notablemente golpeado. Lo llevamos a curarse, habría
respondido algún oficial, víctima de un sadismo infinito.
Otra chica que por ahí
pasaba, entre tantas, tampoco había superado el control de la puerta.
Andate porque se están llevando gente, acá, le advirtieron, mientras
empezaba a quejarse. Mirá, pendejo, que el lago es grande, amenazaron
a otro detenido eventual, como una declaración de principios en los
horrores de un presente cercano. Había gendarmes, también. Muchos.
Por las dudas, al final
del recital, cuando paradójicamente la tensión había disminuido, la
policía de infantería ya pegaba de a cuatro y disparaba balas de
goma. Se calcula que hubo entre 15 y 20 detenidos. Algunos fueron
liberados, otros aún continúan en cautiverio legal, y algunos
desaparecieron. Como Ismael, quien curiosamente fue encontrado, días
después, muerto en el lago de Embalse Río Tercero.
La misma noche de su
desaparición, Victoria, su novia, salió a buscarlo. Recorrió comisarias
y hospitales. (Lo buscó tanto que hasta perdió el micro de vuelta hacia
Buenos Aires, que finalmente partió sin ella, a las cinco de la mañana
del domingo) Pero nada. A Ismael se lo había tragado la tierra. O el
agua.
Su hermano Facundo
también viajó desde Buenos Aires, desde el Oeste, a buscarlo. A
averiguar sobre su paradero. Se apersonó en la Comisaría de Río
Tercero. No le quisieron tomar declaración. Cuando preguntó por qué lo
retuvieron, le esquivaron la pregunta. Se comportaban raro. Como si
tuvieran algo que esconder, tal vez. Durante las horas subsiguientes a
la búsqueda de Ismael, Facundo fue perseguido, cargoseado
correspondientemente por la policía en territorio cordobés. Operación
de rutina.
Finalmente, el jueves,
la familia de Ismael Sosa fue notificada por la Fiscalía de Río
Tercero. Habían encontrado un cuerpo. El cuerpo de Ismael, el rockero
de la bicicleta. Un cuerpo joven que lleva, hoy, las cicatrices, los
golpes y los ultrajes de un aparato policial represivo hasta el
paroxismo, amparado (por acción u omisión) por el Estado y el sistema
judicial. Los nombres pasan, las víctimas se actualizan. La Historia
oscura se repite, periódica, incansable, como la condena de Sísifo que
se proyecta una y otra vez sobre nuestra rebeldía joven. Quizá sea
hora, entonces, de una vez por todas, de empezar a cambiar la Historia.
Facundo
Di Cuollo
Fuente:
Lo
Menos Pensado