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07 BIS MOVIMIENTO ASAMBLEARIO – PARA DEBATE HIPÓTESIS SOBRE EL PIQUETE URBANO
Por Nicolás - Friday, Sep. 19, 2003 at 1:12 AM

Les ofrezco una pequeña yapa, un documento que me llegó después de haber terminado la organización de esta serie, pero que es de enero de este año.

07 BIS – HIPÓTESIS SOBRE EL PIQUETE URBANO.

Les ofrezco una pequeña yapa, un documento que me llegó después de haber terminado la organización de esta serie, pero que es de enero de este año. El autor, nuevamente Ezequiel Adamovsky, analiza esta vez la realización del Piquete Urbano y rescata la participación de varios sectores sociales, unidos para un fin común y una acción concreta.
Luego da su opinión sobre las formas de coordinación asamblearias, haciendo un análisis claro sobre la Interbarrial de Parque Centenario y planteando sus puntos de vista.
Se los quiero enviar por una razón en particular, así como estoy de acuerdo casi en su totalidad con su documento anterior “¿Qué quedó del Que Se Vayan Todos?”, esta vez disiento en muchos puntos de vista, y me parece muy interesante que este artículo pueda fomentar aún más el debate que se está teniendo en estos momentos sobre la forma más apropiada de coordinación.
Debajo de su artículo, mis comentarios, como para comenzar con el debate.

Saludos revolucionarios,
Nicolás.

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Hipótesis sobre el "Piquete Urbano" y las formas de coordinación asamblearias
por Ezequiel Adamovsky

El 19 de Diciembre de 2002, unas 600 personas de más de 45 grupos diferentes realizaron un "Piquete
Urbano" (PU), consistente en el bloqueo del Banco Central, la Bolsa de Comercio, y otras entidades
financieras de la zona del microcentro de la ciudad de Buenos Aires. Con el permiso del lector, quisiera
ofrecer algunas reflexiones sobre este evento, y acerca de las formas de coordinación asamblearias en
general. Las ofrezco como hipótesis provisorias para seguir pensando, más que como certezas absolutas y
cerradas.

Como miembro de la Asamblea Popular Cid Campeador, tuve la oportunidad de participar activamente en la
concepción, organización y realización del PU. Por varios motivos que desarrollo más abajo, creo que el PU
constituyó una experiencia novedosa de acción directa y de articulación de una multiplicidad de
movimientos, grupos, e individuos. El hecho de que haya sido llevada íntegramente a cabo siguiendo
criterios de horizontalidad, hace que el PU pueda ofrecer algunas claves para repensar la cuestión de la
coordinación de acciones entre las Asambleas y otras organizaciones, un tema crucial para los nuevos
movimientos autónomos surgidos de la rebelión del 19 y 20 de diciembre de 2001.

La idea

La idea de realizar un "Piquete Urbano" surgió en la Asamblea Popular Cid Campeador a principios de
octubre. Un asambleísta presentó entonces el proyecto, argumentando que el PU serviría para varias cosas
al mismo tiempo. En primer lugar, para promover acciones directas, un tipo de medida más radical que las
que se acostumbra a desarrollar habitualmente. Era de prever que el 20 de diciembre, en el aniversario de
la rebelión, habría grandes marchas y manifestaciones que, en opinión de ese asambleísta, no estarían a la
altura de lo que fueron las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, o al menos en su espíritu: "Si
después de un año de intensa organización popular lo mejor que sabemos hacer es organizar otra marcha
más, entonces este año habrá servido de poco", sostuvo. La idea era, entonces, organizar una acción
directa masiva como parte de las acciones a realizar en el aniversario de la rebelión. En segundo lugar, la
idea del PU era atacar los sitios y símbolos del poder económico, para transmitir el mensaje de que allí
estaba la principal responsabilidad de la crisis Argentina: "Siempre estamos marchando a Plaza de Mayo, al
Congreso, a Tribunales, como si los culpables de la crisis fueran sólo los que detentan el poder político. Es
hora de atacar también a los banqueros, las corporaciones, y los grandes empresarios, que fueron los que
se beneficiaron de años de saqueo de nuestro país", señaló el asambleísta. En tercer lugar, la idea del PU
era recuperar el protagonismo para las Asambleas, y proponer una medida propia como parte de las
movilizaciones del 19 y 20, capaz de convocar también a otras organizaciones y sectores: "Estamos siempre
movilizándonos detrás de las convocatorias de partidos políticos o centrales sindicales; es hora de que
recuperemos la iniciativa y propongamos nuestras propias acciones y convocatorias", agregó el asambleísta
que tuvo la idea. La Asamblea discutió la propuesta, y ese mismo día la aprobó por unanimidad. Ahora se
trataba de pasar de la opinión a la acción, y hacer que la idea del PU se convirtiera en realidad.

El llamado a la acción y la organización

Al día siguiente de haberla aprobado, la Asamblea mandó por todas las cadenas de e-mail y a todos los
contactos la propuesta del PU, invitando a todas las organizaciones del campo popular a discutir la idea y
enviarnos sus opiniones. Simultáneamente, un grupo de asambleístas visitamos personalmente a otras
Asambleas y grupos, para invitarlos a participar. La respuesta de la mayoría fue inmediatamente favorable,
lo que nos impulsó a llamar a una primera reunión preparatoria para el 29 de octubre. Superando
ampliamente nuestras expectativas, 27 grupos distintos acudieron a la convocatoria. En las sucesivas
reuniones, el número de participantes fue aumentando, hasta llegar a las más de 45 organizaciones que
finalmente participaron en la acción.

Todas y cada una de las decisiones –desde la misma idea general del PU, hasta las cuestiones logísticas y
de seguridad más puntuales, las consignas, los vínculos con la prensa, etc.– se tomaron en forma
totalmente horizontal, en asambleas coordinadas rotativamente. Cualquier asistente (incluso quienes venían
a título individual) pudo manifestar sus opiniones en las reuniones de organización, mientras que cada
grupo participante tenía derecho a un voto. Para el coordinar las acciones el 19, se eligieron
democráticamente 8 personas, cada una de un grupo diferente. A pesar de las intensas discusiones y
desacuerdos planteados, en sólo seis reuniones generales logramos darle forma al PU.


Una coalición diversa y plural

Lo más notorio del PU, y a la vez uno de sus desafíos mayores, fue la conformación de una coalición entre
la extraordinaria multiplicidad de sectores que participaron: Asambleas, organizaciones piqueteras,
sindicatos combativos, partidos políticos, colectivos de arte, grupos gay/lésbicos, organizaciones de
ahorristas, colectivos de resistencia global, estudiantes, grupos ambientalistas, y asociaciones de derechos
humanos. No existe en nuestro país ningún antecedente (al menos que yo recuerde) que muestre tal
heterogeneidad de grupos trabajando juntos. ¿Piqueteros junto a gays? ¿Ahorristas junto a sindicatos?
¿Asambleas junto a grupos de arte? ¿Colectivos de resistencia global junto a nacionalistas? ¿Trotskistas
junto a (otros) trotskistas? Articularlos en la acción fue uno de los principales logros del PU.

¿Cómo conseguimos que tal diversidad de grupos se interesara en participar de la acción? Es probable que
la respuesta sea, simplemente, que se trataba de una buena idea, o que apuntaba a un enemigo que todos
compartimos: el capitalismo. También es probable que haya influido el hecho de que el llamado a la acción
haya sido hecho en primer término por una Asamblea, organización de la cual nadie podría pensar que
busca acumular políticamente para su propia causa en desmedro de otras. No creo que, por ejemplo, un
partido político hubiera podido convocar a esa diversidad de organizaciones: la mayoría sencillamente no
habría confiado en la convocatoria.

Pero también es posible que la forma en que se apeló al apoyo de los demás haya tenido algo que ver. El
llamado a la acción invitaba explícitamente a todos los tipos de grupo –uno por uno, a los grupos de arte
político, feministas, asambleas, ahorristas, etc.– en lugar de llamar al "Pueblo" o al "campo popular" en
general. Una hipótesis probable es que ese tipo de apelaciones "desagregadas" interpela más efectivamente
a la multiplicidad de sujetos oprimidos en la sociedad actual.

¿Cómo logramos ponernos de acuerdo entre tantos grupos diferentes? Una hipótesis probable es que el PU
no fue posible a pesar de esa diversidad, sino precisamente gracias a ella. La misma heterogeneidad del
espacio de trabajo, planteado en términos radicalmente horizontales, obligó a negociar diferencias y a
postergar discusiones meramente ideológicas en favor de la realización de una acción práctica contra un
enemigo en común: el sistema capitalista. Relacionada con lo anterior, otra hipótesis pensable es que los
grupos que participaron genuinamente en esta negociación de diferencias sufrieron un proceso de
contaminación recíproca. Es probable que ninguno de ellos haya salido de la experiencia igual a como
entró. La negociación de las diferencias, cuando se da naturalmente en un ámbito horizontal, estimula el
reconocimiento de la validez de los reclamos específicos de los demás, en pie de igualdad. Porque,
idealmente, nadie está en condiciones de reclamar prioridad para sus propias demandas por sobre las
demandas de los demás. ¿Podría un asambleísta haber dicho que su lucha es más importante que la de los
ahorristas? ¿Podría un piquetero haber argumentado que su lucha contra la explotación capitalista del
trabajo es más importante que la lucha de los ambientalistas contra la devastación capitalista del planteta?
En un ámbito como el del PU, sólo podrían haberlo hecho al costo de socavar la oportunidad de trabajar
juntos.

Peligros durante la organización: la batalla por los "programas", el "consignismo", el
"aparateo", y el "opinionismo".

Pero claro, el proceso de construcción del PU no fue fácil ni mucho menos. De hecho fue complicadísimo, y
estuvo a punto de naufragar varias veces (especialmente al principio). Creo que es útil reflexionar sobre los
peligros que enfrentó el espacio del PU.

El primer peligro que enfrentamos fue el de la batalla por el "programa" de la acción. Desde las primeras
reuniones, algunos de los participantes –especialmente los que pertenecían a partidos políticos–
argumentaron que era necesario discutir primero si estábamos de acuerdo en cuáles eran los problemas
fundamentales del país, y cómo deberían resolverse, antes de decidir si queríamos realizar la acción
propuesta. Para decirlo más claramente, ellos querían que discutiéramos "programas" políticos primero, y
luego acciones concretas. Hubo incluso quien exigió que debatiéramos una postura frente a la posible
guerra contra Irak antes de seguir avanzando en la organización del PU.

En ese momento los que estábamos más comprometidos con la idea del PU tuvimos que hacer una
intervención muy enérgica para trabajar en el orden inverso: empezar por lo que teníamos en común (la
voluntad de realizar una acción directa concreta contra el poder económico) y dejar las discusiones más
abstractas para después. Si hubiéramos comenzado por el "programa", todavía estaríamos discutiendo, y
ninguna acción habría sido llevada a cabo. Podría pensarse una hipótesis relacionada con este problema.
Los "programas" externos a los grupos que están en lucha, diseñados fuera de la realidad específica de sus
luchas concretas, y que intentan fijar las respuestas a todas las preguntas de antemano, no son útiles para
la articulación del campo popular (y uno podría agregar: sólo son útiles para luchar por hegemonizar
espacios, y no para intervenir sobre la realidad). Por el contrario, sirven para generar divisiones artificiales
entre los oprimidos, y para impedirles articular sus luchas múltiples. Los "programas" cerrados y externos,
tal como se los conoce, interrumpen el proceso del escucharse y la negociación de las diferencias, que son
fundamentales para la articulación en la multiplicidad. También dificultan el diseño de luchas específicas
para situaciones específicas.

Un segundo peligro relacionado con el anterior fue el del "consignismo". El espacio del PU empleó dos
reuniones enteras debatiendo qué consignas llevaríamos a la acción, de una lista de dos decenas. El vocero
de una asamblea propuso definir la cuestión por consenso, es decir, no pelearse por establecer cuál es la
consigna correcta, sino llevar todas aquellas que permitieran que todos y cada uno nos sintiéramos
cómodos. Para ello era necesario que los que habían propuesto consignas imposibles de negociar (por
ejemplo, las que obviamente reflejaban la posición de un partido, o las que iban explícitamente en contra
de los intereses de alguno de los grupos), las retiraran. Lamentablemente, prácticamente nadie estuvo
dispuesto a retirar sus consignas, y la discusión tuvo que resolverse dejando solamente la consigna "Que se
vayan todos, que no quede ni uno solo". Se perdió así la oportunidad de llevar una o dos consignas más,
referidas específicamente a los que detentan el poder económico. Podría pensarse, de todos modos, que la
acción llevaba implícita su propia consigna y sus propios contenidos, y que por ello no era indispensable
hacerlos explícitos bajo la forma de una "consigna" tradicional. Creo que esto lo percibieron muy bien los
medios masivos de comunicación: el mensaje fuertemente anticapitalista de la acción del PU apareció
claramente en casi todos los diarios, y en algunos de los canales de TV que informaron sobre el PU.

Un tercer peligro que enfrentamos fue el "aparateo" liso y llano. Varios de los que participaron de las
discusiones pretendieron en algún momento hegemonizar el espacio o, peor aún, utilizarlo para otros fines.
Concretamente, uno de los partidos participantes intentó en repetidas oportunidades que el espacio del PU
hiciera un llamado también para el 20 de diciembre, o interviniera en las negociaciones de preparación del
acto que hubo ese día. Como es sabido, ese partido finalmente utilizó todos los "sellos" que pudo reunir,
para negociar con los organizadores (el Bloque Piquetero Nacional y compañía) un lugar para sus oradores
en el palco. También intentaron utilizar el espacio del PU en el mismo sentido, afortunadamente sin éxito.
Sin embargo, resistir esos intentos de manipulación nos llevó mucho tiempo y energía. Si hubiéramos
permitido ese aparateo, la construcción de una coalición múltiple se habría complicado enormemente, y
quizás todo habría fracasado.

Una hipótesis que podría extraerse de lo anterior es que la dinámica de la multiplicidad tiene buenas
posibilidades de contrarrestar tales intentos hegemonistas y manipulativos, siempre y cuando pueda
expresarse en su "hábitat natural": los espacios horizontales. Pero estos espacios son muy vulnerables a los
ataques jerárquicos y homogeneizadores, tanto deliberados como inconscientes. Quizás sea conveniente, en
el futuro, poner reglas más claras de funcionamiento en espacios como los del PU (por ejemplo, sólo un
orador por grupo, para evitar que una opinión acapare el tiempo de debate, y quizás también algún tipo de
limitación para los oradores que vienen "a título personal", supuestamente sin mandato de ningún grupo).

Un último peligro que enfrentamos fue el del "opinionismo", un mal que creo afecta a la mayoría de los
espacios horizontales (y quizás también a los jerárquicos). El opinionismo es el abuso de la libertad de
expresar la opinión, por parte de personas que no están ni remotamente comprometidas a poner el cuerpo
en una acción, o a trabajar para hacer realidad sus opiniones. Concretamente, en el espacio del PU se
reflejaba del siguiente modo. Las reuniones se desarrollaban en el edificio que tomó el Cid Campeador,
donde siempre hay varias reuniones simultáneas y circula gente permanentemente. Muchas veces se
arrimaban a las reuniones personas que estaban de casualidad ese día, y que nunca más volverían, jamás
pondrían su trabajo personal en la construcción del PU, e incluso ni siquiera participarían de la acción. Sin
embargo, muchas veces se sentían con derecho a expresar opiniones fuertes, que nos obligaban a tener en
cuenta y discutir, e incluso reclamaban el derecho a decidir sobre los temas en discusión. Esto no sólo es
injusto, sino que además constituye una falta de respeto por el trabajo de los demás, y es una práctica
verdaderamente autoritaria. No se me ocurren soluciones fáciles para este problema: supongo que, con el
tiempo, comenzaremos a darnos cuenta de que las opiniones, y el derecho a decidir, deben ir acompañados
por un compromiso de trabajo personal. Es muy fácil opinar sobre cuestiones que afectan a otros, o tomar
decisiones que otros deberán convertir en realidad.



Pluralidad de tácticas: la experiencia del "grupo rosa".

Otro debate que amenazó con empantanar la construcción del PU fue acerca de las tácticas. Algunos
grupos, especialmente los ligados al arte y algunos estudiantes, proponían realizar acciones de estilo
festivo, alegre, e incluso carnavalesco durante el PU. Otros grupos, sin embargo, no se sentían cómodos
con el estilo festivo, y preferían un estilo, digamos, "guerrero". Esta discusión se resolvió aplicando el
principio de "pluralidad de tácticas", que sostiene que no hay ninguna necesidad de homogeneizar las
tácticas que cada grupo utiliza. Cada cual puede utilizar la táctica que prefiera, siempre y cuando no obligue
a los demás a participar a disgusto, directa o indirectamente. Y como las acciones de bloqueo requerían que
nos dividiéramos en cuatro grupos, eso permitió desplegar la "pluralidad de tácticas" sin problemas. Por
ejemplo, en una de las últimas reuniones de organización, algunos de los grupos más orientados al espíritu
festivo –Ardearte, Intergaláctika, GLTTTB, grupos de estudiantes de Sociales y Filosofía y Letras, y otros–
nos comunicaron que deseaban trabajar juntos en uno de los grupos, y pedían que tal grupo se llamara
"grupo rosa".

En los cinco días anteriores a la acción, muchos de los que participarían del grupo rosa mantuvieron largas
reuniones, en las que prepararon artefactos artísticos varios, pancartas con frases como "Amor o
Capitalismo", trajes especiales, un coro, etc. Entre las creaciones del grupo rosa estaban algunos
dispositivos de "frivolidad táctica", que suelen ser útiles para hacer que la posibilidad de la represión sea
más dificil. Un recurso clásico que utilizaron fue la distribución de flores a los policías.

Por supuesto, muchos de los que participaban en los otros "colores" habrían estado en desacuerdo con
tales recursos. Lo importante es que las acciones se organizaron de forma tal de que cada uno pudiera
manifestarse a gusto, sin "molestar" a los demás. El principio de pluralidad de tácticas es especialmente útil
para espacios múltiples, como el del PU.

Un protagonismo diferente para un mundo diferente

Creo que el aspecto más importante del PU es que generó las posibilidades para un protagonismo diferente,
o mejor dicho, para un verdadero protagonismo. En la reunión de balance que realizamos luego de la
acción, tanto entre los grupos organizadores como dentro de mi propia Asamblea, podía percibirse la
alegría de haber participado verdaderamente en la gestación de un acontecimiento político. Pequeño, sí,
pero no por ello menos importante. Por el contrario, y para establecer una comparación, muchos sentimos
que participamos en el acto del 20 de diciembre como meros espectadores pasivos o, como dijo una
compañera de mi Asamblea, "fuimos como invitados al acto de otros". En el PU no fuimos al "acto" de
nadie, sino que realizamos una acción colectiva de la que todos fuimos protagonistas. Casi ninguno de los
que estuvimos en la Plaza el 20 de diciembre tuvimos la oportunidad de decidir cómo sería el acto, o si
habría un acto. Ni siquiera los miembros de los partidos convocantes al acto tuvieron esa posibilidad: todas
las decisiones estuvieron en manos de un puñado de dirigentes, que pactaron en reuniones cerradas e
inconsultas. Por el contrario, las reuniones del PU fueron públicas y abiertas a la participación activa de
todos: fue una verdadera construcción colectiva.

Podría pensarse, como hipótesis, que la construcción del PU contribuyó a generar entre los participantes
una nueva subjetividad; fue en cierto modo una anticipación del mundo que deseamos construir:
igualitario, múltiple, participativo. En el proceso de construcción del PU muchos aprendimos muchas cosas:
cómo organizar una acción directa, qué necesidades tienen otros grupos, cómo respetar la diversidad, cómo
organizar la seguridad, cómo lidiar con la prensa, etc. Por el contrario, el acto del 20 fomentó mas bien en
los participantes una subjetividad contraria a los objetivos que supuestamente tienen los organizadores, y
que es propia del mundo actual: pasividad, delegación, obediencia. Otros deciden, nosotros sólo
obedecemos. Y sólo el puñado de organizadores del acto del 20 tuvieron la oportunidad de acumular
(todavía más) experiencia. El resto de nosotros sólo tuvo la oportunidad de esperar el día, concurrir a la
Plaza, ocupar el lugar prefijado para cada uno, escuchar, aplaudir, y volver a nuestras casas. El acto del 20,
organizado según las formas de lo viejo, nos prometía la llegada de un mundo nuevo. El PU fue el mundo
nuevo, en pequeño.

En este sentido, creo que ya el día 18 de diciembre había valido la pena haber organizado el PU. Su valor
reside no sólo en su resultado final y visible, sino en los valores y subjetividades que contribuyó a
transmitir durante los dos meses de su construcción. Valió como proceso, y no sólo como resultado.



El gran día

Dicho esto, creo que el resultado del PU también fue bastante bueno. A pesar del desorden y el aspecto
algo caótico de la acción (una periodista describió cosas que vio como "una escena de los Monty Python"),
creo que el 19 de diciembre cumplimos nuestros objetivos. Por supuesto que hubo muchas fallas en la
organización, seguramente por la inexperiencia de la mayoría de nosotros. Pero estuvimos allí, y logramos
interferir el funcionamiento de los objetivos que nos propusimos. El PU fue uno de los cuatro eventos más
representativos de lo que fue el 19 y 20, junto con la Marcha Federal a Plaza de Mayo, el cacerolazo y
acampe cultural del 19 a la noche, y las marchas de la FTV/CCC. Más importante, logramos transmitir el
mensaje que queríamos en forma bastante efectiva: de hecho, si comparamos los informes de la prensa
sobre esos cuatro eventos, el PU es el único que aparece con un mensaje anticapitalista claro. Pero quizás
lo más importante del PU es que fue la primera experiencia de un nuevo tipo de coordinación. Ofrezco a
continuación algunas reflexiones al respecto.


Hipótesis sobre la coordinación de movimientos autónomos y horizontales

Existe dentro del movimiento asambleario un debate intenso acerca de las formas de coordinación de las
acciones, especialmente luego del fracaso de la experiencia de la Interbarrial de Parque Centenario. Creo
que todos acordamos en que la coordinación es fundamental, pero no todos estamos de acuerdo (o
sabemos) cómo hacer para que sea efectiva. Creo que la experiencia del PU puede ofrecer algunas claves
para resolver este dilema.

Empecemos por los hechos, y aclaro que hablo aquí de mi percepción personal. La Interbarrial comenzó a
funcionar en Parque Centenario casi al mismo tiempo en que se formaron, por primera vez en la historia de
nuestro país, las Asambleas. En nuestra Asamblea nunca tuvimos la oportunidad de discutir cómo debía ser
esa Interbarrial, porque ya estaba convocada apenas empezamos a existir, ¡y nuestra Asamblea nació el 11
de enero! Recuerdo que en febrero de 2002, mientras todavía no conseguíamos aprender bien cuál era el
botón del megáfono que había que apretar para hacerse oir bajo el monumento al Cid Campeador, la
Interbarrial ya había votado un "programa" de casi cien puntos, y había convocado a una "Interbarrial
Nacional", que efectivamente se reunió poco después, y refrendó las decenas de puntos votados por la
Interbarrial porteña. Y aunque concurríamos a la Interbarrial, jamás en mi Asamblea tuvimos tiempo de
debatir y votar los puntos del famoso "programa": sencillamente eran demasiados, y no nos daba el tiempo
para ocuparnos de eso en medio de otras cosas no menos urgentes, como por ejemplo intentar voltear a la
Corte Suprema o al nuevo gobierno. Quizás los vecinos de la zona del Cid seamos medio lentos, pero no
creo que la realidad de otras Asambleas haya sido demasiado diferente.

¿Quién debatió cómo debía ser la coordinación de asambleas? ¿Quién llamó a la primera reunión de la
Interbarrial? No tengo idea, y tampoco es lo importante. Algunos dicen que fue una "ayudita" que nos
dieron los partidos, pero francamente no sé si fue así. Lo que sí está claro es que no surgió naturalmente
de un debate interno de las asambleas. Sucedió demasiado rápido como para que alguien haya tenido
tiempo de pensar seriamente en la cuestión, consultar con los vecinos, con otras asambleas, consensuar,
etc. Mientras la Interbarrial votaba un programa de gobierno, muchos de los vecinos de mi Asamblea
todavía estaban en la etapa de catarsis, contándose mutuamente los problemas que tenían, y aprendiendo a
escucharse. Pero se creó una Interbarrial, sea. Para muchos, pronto empezó a ser evidente que en las
decisiones de Parque Centenario tenían injerencia los partidos políticos. Antes del acto del 1ro. de Mayo,
sucedió lo que todos sabemos: trompadas entre militantes de partidos, intentos de cambiar decisiones de la
Interbarrial por la fuerza, etc, etc. Luego de eso, cada vez más Asambleas empezaron a abandonar la
Interbarrial, hartos de los aparateos. Algunas Asambleas lo hicieron silenciosamente, otras enviaron
comunicados; fue un éxodo, una fuga. Lo cierto es que en noviembre sólo asistían 6 o 7 Asambleas a la
Interbarrial, y era vox populi que Izquierda Unida controlaba el asunto. Luego vino un intento de
resucitarla para usarla en la disputa entre Izquierda Unida y el PO por ver quién ponía oradores en el acto
del 20 de diciembre. Mediante una maniobra poco clara (aunque muy evidente), los que manejaban la
Interbarrial consiguieron hacer que un domingo aparecieran 55 asambleas (dos tercios de las cuales
concurrieron sólo como "observadoras"). A la semana siguiente, pocos días antes del 20 de diciembre,
volvieron a huir en estampida. En la reunión anterior al 20 asistieron 15 Asambleas, y en la posterior sólo
quedaban en la Interbarrial 5 Asambleas. Nuevamente el éxodo.¿Qué motivos tuvimos para escaparnos?
¿Por qué no armamos alguna otra "Interbarrial", si las Interbarriales son tan importantes? A veces sólo
entendemos mucho tiempo después por qué hacemos las cosas, pero eso no quiere decir que no tengamos
buenos motivos para hacerlas. Para entender por qué fracasó la Interbarrial hay que analizar la naturaleza
de ese éxodo.

Mi hipótesis es que, además del hartazgo por los aparateos, nos escapamos de la Interbarrial porque es un
tipo de coordinación que no corresponde con la lógica de funcionamiento de las Asambleas. La
coordinación de las asambleas es fundamental, pero no ese tipo de coordinación.

El proyecto de la Interbarrial partía de una serie de premisas que habría que revisar detenidamente: 1) Que
"coordinación" significa que las Asambleas deben coordinarse con otras Asambleas; 2) Que "coordinación"
significa la creación de una instancia centralizada y única, en la que participen todas las Asambleas; 3) Que
"coordinación" significa que esa instancia centralizada y única representa al movimiento asambleario, y que,
por ello, es superior a las Asambleas de base, por cuanto representa la voz del conjunto del movimiento
asambleario. 4) Que a través de ese órgano de coordinación las Asambleas deben aspirar a dotarse de un
"programa" unificado. La idea es que, una vez que las Asambleas tengan su voz unificada y su programa,
podrán entonces coordinarse con los demás sectores (piqueteros, partidos, sindicatos, etc.), que también
deberían tener una voz y un programa. La política que está detrás de esta concepción, imagina que
entonces todo el movimiento social elegiría el mejor "programa", junto con el mejor "instrumento" para
llevarlo a cabo: el partido X.

El problema con este esquema de coordinación es que anula la multiplicidad, es centralista, y jerárquico,
exactamente lo contrario a lo que son las Asambleas. Creo que, desde una perspectiva asamblearia, hay
que cuestionar todos estos supuestos. Vayamos punto por punto: 1) ¿Quién dijo que las Asambleas deben
coordinarse prioritariamente y primero con otras Asambleas? ¿Por qué no pensar en espacios de
coordinación con otros grupos y sectores también (quiero decir antes, y no recién después de haber
entrado en coordinación todas las asambleas)? ¿Por qué no mezclarse de entrada con organizaciones de
piqueteros, obreros, mujeres, artistas, estudiantes, jóvenes, etc? Ninguna ley dice que las Asambleas sólo
deban coordinarse con Asambleas, ni que deban hacerlo primero entre ellas para sólo luego coordinarse
con los demás. Quienes piensan que "coordinación" significa necesariamente coordinación entre Asambleas
parten de una idea homogeneizadora de la política; piensan que es necesario dotar a las Asambleas de una
sola voz. O, como dicen a veces los que están acostumbrados a la política jerárquica, "golpear con un
mismo puño". Y eso nos lleva al punto 4). ¿Por qué habrían de tener las Asambleas una sola voz, o un solo
programa, cuando pueden tener muchas voces e ideas diferentes acerca de cómo cambiar el mundo? ¿Por
qué uniformizar, homogeneizar, aniquilar la multiplicidad y las diferencias entre las Asambleas? Ninguna ley
dispone que para lograr la unidad en la lucha haya que pensar igual, tener el mismo programa, o hablar
todos con la misma voz. Y así llegamos al punto 3) ¿Necesitamos verdaderamente que un órgano superior
nos represente? ¿No estamos buscando, precisamente, dejar de ser representados por otros? ¿Quién dijo
que para lograr la coordinación hay que delegar en otras instancias?. Y finalmente el punto 2) ¿Por qué
habría de haber una sola instancia de coordinación centralizada? ¿Por qué no dos, o tres, o varias
descentralizadas? ¿Por qué habríamos de golpear con un solo puño, cuando podemos golpear con muchos?
¿Quién dijo que las Asambleas deben tener una voz, cuando tienen miles de voces? ¿Por qué habrían de
trabajar todas obligatoriamente juntas?

Un ejemplo. Existe hoy un puñado de Asambleas que se identifican con el PO, y decidieron ingresar a la
Asamblea Nacional de Trabajadores (ANT). La ANT es un espacio de coordinación, y esas Asambleas
decidieron participar allí, y no hay nada de malo en ello. Otro puñado de Asambleas se identifica con
Izquierda Unida, que a su vez es tiene su propio espacio de coordinación, y tampoco hay nada malo en esa
decisión. Finalmente, otro puñado de Asambleas, que no le gusta ni lo uno ni lo otro, y que tienen otras
ideas, prefirieron coordinarse en el espacio de la Clínica Portuguesa. ¿Por qué habríamos de pedirles que
abandonen esas formas de coordinación para sumarse a una única coordinación de Asambleas? ¿Por qué
obligar a las Asambleas PO a trabajar con las Asambleas MST, si obviamente no es lo que desean, y mas
bien compiten entre ellas? Todas estas Asambleas eligieron otras formas de coordinación, con otros grupos,
y no tiene sentido que las forcemos a juntarse en una sola instancia de coordinación. Sería absurdo. No es
que no se pueda participar en varios espacios de coordinación al mismo tiempo. Pero no tiene demasiado
sentido participar en dos espacios que reclaman, ambos, centralizar la coordinación de Asambleas.

Otro ejemplo: algunos grupos de desocupados se organizan mediante asambleas barriales horizontales
desde hace años (de hecho, los piqueteros "inventaron" las Asambleas). Tomemos por ejemplo el MTD
Solano. ¿Esos vecinos de Solano tendrían que venir también a la Interbarrial? ¿Son piqueteros o
asambleístas? La pregunta es innecesaria ¿A quién le importa qué rótulo les ponemos? Lo que importa es
que las personas de Solano y las de Palermo puedan coordinar sus acciones, cada uno de la manera que
quiera, y respetando su diversidad. Pero si pretendiéramos que los vecinos de Solano se coordinaran
mediante la Interbarrial… bueno, eso no funcionaría, y sería tan injusto como que los piqueteros pusieran
como condición para coordinarse, que los vecinos de la Asamblea de Palermo entren a la Anibal Verón.

A lo que quiero llegar es que existen formas de coordinación que no significan centralización,
homogeneización, negación de las diferencias, representación, en definitiva jerarquía. Para coordinar no es
indispensable ninguna de estas cosas. Existen otras formas, más efectivas y menos nocivas. Pero para
repensar la cuestión de la coordinación, es preciso "desaprender" muchas cosas que nos inculcaron siglos
de política jerárquica y centralista. Desde las Asambleas ya empezamos a avanzar en ese sentido.

Muerta la Interbarrial, muchos se quejan hoy de la falta de una instancia de coordinación. Quisiera
proponer, como hipótesis, que ya existe una forma de coordinación de las asambleas y otros sectores,
aunque sea todavía incipiente. Está delante de nuestras narices, pero nos cuesta verla porque tenemos los
ojos educados en esquemas jerárquicos: sólo percibimos la coordinación si es centralizada, uniformizada,
jerarquizada.

En el año que pasó desde la rebelión del 19/20 de diciembre de 2001, la infinidad de grupos que luchan
por la emancipación hemos sabido ir tejiendo redes de contactos entre nosotros. Asambleas están en
contacto con otras Asambleas, pero también con fábricas tomadas, movimientos piqueteros, sindicatos,
partidos, grupos de arte, de derechos humanos, de comunicación alternativa, etc. etc. Aunque cueste
percibirlo, estamos todo el tiempo coordinando acciones con otros grupos. También hemos creado espacios
de coordinación para temas específicos, como Intersalud, Intertomas, Privatizadas, etc, y las Interzonales.
Allí donde hay un trabajo concreto, que valga la pena ser realizado, nos las hemos ingeniado para
coordinar acciones con otros. Es cierto, esta coordinación es deficiente, pero existe. También hemos tejido
redes de intercambio de opiniones e información, a través de Internet, y también de contactos personales
entre asambleístas de diferentes Asambleas. En nuestra Asamblea, por ejemplo, recibimos toneladas de
información todos los días, acerca de las actividades de otras Asambleas y movimientos, invitaciones a
actividades, pedidos de ayuda, etc. Incluso, sin darnos cuenta, también hemos creado redes de contacto
para generar respuestas rápidas. Un ejemplo personal. Cuando fue la amenaza de desalojo de Brukman, yo
no estaba en mi casa. Cuando regresé, tenía cinco mensajes en el contestador, provenientes de personas de
tres Asambleas diferentes (una de ellas ni siquiera la conocía, y no tengo idea de dónde saco mi número),
pidiéndome que fuera urgente a defender la fábrica. Lo cierto es que en pocos minutos se movilizó un
número importante de personas de Asambleas para proteger a Brukman, sin que ninguna institución, ni
instancia centralizada hubiera dado la "orden". Este es un ejemplo de coordinación en red, muy efectivo, y
que sin embargo no percibimos. ¿Podrían las formas de coordinación centralizadas haber respondido tan
bien, y tan rápidamente? Supongan cómo habría sido el trámite: Brukman llama por teléfono a la comisión
de prensa de la Interbarrial, que luego llama una a una a las Asambleas, que a su vez llaman cada una a
sus miembros. El resultado final no habría sido mucho más rápido (probablemente lo contrario). Pero
además ¿qué pasaba si nadie respondía en los teléfonos de la comisión de prensa de la Interbarrial?: si el
"centro" fallaba, toda la "coordinación" colapsaba, y Brukman era desalojada. Por suerte, la coordinación de
esa acción fue en red: los que se enteraron primero de la amenaza de desalojo llamaron a los contactos que
tenían, y en pocos minutos la información se expandió como una mancha de aceite por toda la red de
vínculos que los movimientos sociales hemos tejido este año.

Con esto quiero decir que, sin darnos cuenta, y mientras nos escapábamos de las formas de coordinación
centralistas, uniformizadoras y jerárquicas, hemos ido construyendo una estructura de coordinación en red.
Por supuesto, esta red todavía es muy tenue, y queda mucho por hacer para que funcione más
aceitadamente. Pero creo que es la coordinación en red la que corresponde a organizaciones asamblearias,
autónomas, y horizontales: nos organizamos en Asamblea si estamos cerca, y en red si estamos lejos o
somos muchos, esa es la hipótesis. Pero antes de avanzar conviene aclarar un poco más qué son las redes.

Las estructuras en red

Existen dos enemigos de la autonomía y la horizontalidad: los grandes números y las grandes distancias. Es
muy difícil mantener una dinámica asamblearia efectiva si participan cientos de personas, o si éstas no viven
lo suficientemente cerca como para reunirse regularmente. Siempre que ese es el caso, surge alguien que
propone jerarquizar y centralizar la conducción del movimiento, es decir, abandonar la horizontalidad para
ganar en efectividad.

Para solucionar este dilema, los movimientos sociales horizontales están desarrollándose en todo el mundo
en estructuras de coordinación y organización en red. Una red es una trama de vínculos voluntarios y laxos
entre personas u organizaciones autónomas. Como dijo el Subcomandante Marcos: "Una red no tiene
centro rector ni decisorio, no tiene mando central ni jerarquías. La red somos todos los que hablamos y
escuchamos"

Una red habitualmente se establece cuando los grupos participantes (o "nodos") encuentran que tienen
algún interés en común, y que pueden intercambiar información o recursos, y actuar coordinadamente. Los
nodos pueden debatir a la distancia, y llegar a consensos que les permitan tomar decisiones unificadas.
Pero esto no implica que cada uno pierda o delegue su capacidad de decidir por sí mismo: la horizontalidad
y la autonomía se mantienen.

A diferencia de las redes, las organizaciones jerárquicas y centralizadas típicas de la izquierda tradicional se
parecen a la estructura de los árboles: un "tronco central" único, del que salen "ramas principales", de las
que, a su vez, salen "ramas menores". La organización en red tiene una serie de ventajas respecto de las
estructuras tipo "árbol". Una de las más importantes es que las redes permiten una comunicación más libre
y fluida, ya que cada nodo puede establecer vínculos "horizontales" con cualquier otro a voluntad. Por el
contrario, las ramas de un árbol sólo pueden comunicarse "verticalmente" entre sí pasando primero por el
tronco. Y si, por ejemplo, el centro de decisiones y comunicaciones de un partido o cualquier otra forma de
coordinación centralizada decide "bloquear" una propuesta de un comité regional, o simplemente falla, el
flujo de la comunicación se interrumpe.

Las redes también facilitan la creatividad y la innovación. Cada nodo tiene la autonomía para explorar e
inventar localmente nuevos caminos. Es probable que, entre miles de nodos, alguno se tropiece cada tanto
con un gran hallazgo, incluso por casualidad. Si un "descubrimiento" es útil, muchos otros puntos de la red
pueden aprovecharlo, adaptarlo, y transformarlo en una innovación global. Nadie puede prever cómo
actuará una red en cada momento,y esa es una de sus grandes virtudes. Las estructuras centralizadas
desincentivan la creatividad y las innovaciones locales, que siempre se espera que vengan "de arriba".

Las redes también son más sensibles a las realidades y necesidades locales o específicas, que cada nodo
conoce (y puede transmitir) mucho mejor que cualquier "comité central". Por ejemplo, las autoridades de
un Partido pueden decidir que no quieren establecer contactos con otro grupo político. Pero quizás en
alguna región, por motivos particulares, tales relaciones sean indispensables. En ese caso, un nodo no
dudaría en entrar en red, mientras que la "rama" de un árbol debe esperar que el "tronco" comprenda y
apruebe el vínculo. Las estructuras en red facilitan el establecimiento de alianzas puntuales, flexibles y
pluralistas. Pero además, al contrario de lo que suele pensarse, las estructuras centralizadas y jerárquicas
son mucho más vulnerables que las redes. Decían Félix Guattari y Gilles Deleuze que, como cada nodo de
una red puede funcionar como un todo autónomo, la red puede seguir en pié incluso si una o varias partes
fueran destruidas. Dado que ningún nodo es indispensable para que los otros puedan seguir vinculándose
entre sí, es muy difícil destruir la red completa. Esto es lo que ellos llamaron una "estructura rizomática".
Por el contrario, una estructura tipo "árbol" entra toda ella en colapso si el centro falla o es destruido. Esto
vale no sólo para el caso de un "ataque", sino sobre todo para los numerosos casos en que un dirigente
toma decisiones equivocadas, se corrompe, o decide "negociar" a espaldas de sus representados. Los anales
de las organizaciones sindicales y de izquierda están llenos de historias de "burocratización", "errores
trágicos", o "traiciones" de dirigentes, que han comprometido a movimientos enteros. Para los movimientos
asamblearios y horizontales, sencillamente no hay necesidad de que la suerte de toda una lucha quede en
manos de un "centro", un puñado de personas que puede fácilmente equivocarse, corromperse, o ser
destruido.

Otra diferencia entre las redes y las estructuras jerárquicas y centralizadas, como dice mi amigo Franco
Ingrassia, es la forma en que crecen. Los partidos políticos, por ejemplo, crecen por "acumulación",
tratando de sumar cada vez más adherentes, militantes y recursos. Las estructuras en red se comportan
como la vida, que se expande creando cada vez más y nuevos organismos autónomos. Como las células, las
redes crecen por "multiplicación", no tanto aumentando el número de personas y la cantidad de recursos de
un grupo en particular, sino impulsando la creación de nuevos nodos. Cuanto más nodos hay, y más
variados son, la red es más fuerte. No hay nada mejor para un asambleísta que ver nuevas Asambleas
surgiendo en cada esquina.

Este tipo de crecimiento por multiplicación facilita el establecimiento de relaciones de cooperación y
solidaridad, ya que ningún nodo tiene por qué recelar de la creación de otro nodo, mientras que la mayor
"acumulación" de un partido siempre es percibida por los otros como una amenaza. En parte es por eso que
las organizaciones asamblearias suelen no exigir pertenencia exclusiva a sus miembros. Cada persona
puede elegir participar en uno o más colectivos, sin que esto constituya un problema. Pero nadie puede
estar afiliado a dos partidos al mismo tiempo.


Alguien podría preguntarse "Muy bien, tenemos redes de contactos y comunicación informales y voluntarios
¿Pero cómo hacemos para coordinar acciones de gran escala, donde participen muchos de los grupos de la
red, sin una jerarquía que decida?" Preferir las etructuras en red no quiere decir que nunca deban utilizarse
estructuras con algún grado de centralización. Éstas pueden ser necesarias o convenientes para algún caso
puntual. Lo importante es no subordinar las redes a ningún centro o autoridad permanentes.


De vuelta al Piquete Urbano

Aquí es cuando el ejemplo del Piquete Urbano puede resultar de utilidad, ya que permitió coordinar a un
número importante de grupos extremadamente diversos, y realizar una acción relativamente complicada de
forma efectiva, y en poco tiempo. El ejemplo del PU muestra el momento en que las redes que nos venían
comunicando, vinculando y coordinando en pequeña escala, se materializaron en un agrupamiento, un foco
de convergencia temporario para realizar una acción específica. En el PU es un ejemplo de cómo pueden
converger un número importante de "nodos" de la red en la formación de una coalición para realizar una
tarea puntual. La formación de coaliciones temporarias como la del PU permite que la red múltiple y diversa
cristalice en agrupamientos que pueden ser un poco menos múltiples y diversos que el total de la red, y por
ello pueden llegar a definiciones más fuertes sobre tal o cual tema (por ejemplo, que es prioritario atacar al
poder económico). De este modo, se combina la extrema multiplicidad de las redes, con la formación de
espacios temporarios un poco más "uniformes", en los que haya coincidencias más fuertes. Cumplida su
función específica, la coalición se disuelve –como sucedió con el PU-- y cada uno vuelve a la "vida
cotidiana" de las redes, hasta el momento en que sea necesario armar otra coalición, quizás con los mismos
grupos, o tal vez con otros, para resolver otro tema u organizar otra acción.

¿Habría podido la Interbarrial organizar una acción como la del PU? Creo que no (de hecho mi Asamblea
llevó la propuesta a la Interbarrial, donde fue ignorada), entre otras cosas porque la Interbarrial, al
coordinar solamente a Asambleas, interrumpe la posibilidad de establecer contactos con otros grupos más
libremente. ¿Cómo debería haberse planteado el PU si se hubiera organizado desde la Interbarrial? Primero
las Asambleas deberían haberse puesto de acuerdo entre sí, para sólo luego invitar a participar a gays,
piqueteros, artistas, trabajadores, partidos, etc. El problema es que, para entonces, la idea del PU ya no
sería una construcción colectiva de todos, sino una invitación que las Asambleas habrían hecho a los otros
grupos… Y otra vez aquí, no es lo mismo ser protagonista que ser invitado.

Pero quizás lo más importante a tener en cuenta es que el PU construyó una instancia de coordinación para
que sirviera para un propósito concreto. Es decir, el "órgano" se adaptó a la tarea. Por el contrario, las
estructuras centrales, fijas y representativas como lo era la Interbarrial hacen el camino inverso: primero
existe la estructura, y luego vemos para qué la usamos. El problema es que, entonces, se da lugar a la
lucha por el control de la institución u organismo: todos quieren controlarlo para utilizarlo para las tareas
que cada uno quiere. Otra hipótesis pensable es, entonces, que a las organizaciones autónomas y
horizontales no les conviene agruparse porque sí, siguiendo el imperativo "deberás agruparte", para recién
luego ver qué hacer. Conviene pensar primero qué es lo que uno quiere hacer, y luego agruparse
puntualmente con los que piensan o sienten la misma necesidad. Y, sobre todo, adaptar el "órgano" a la
tarea, y no poner el carro delante del caballo.

Por supuesto, el propósito de estas reflexiones es contribuir a repensar la cuestión de la coordinación del
movimiento asambleario, y no prentenden ser una "receta". Tampoco pretenden sobreestimar los alcances
del PU, que fue sólo una pequeña acción, un inicio que, sin embargo, puede ofrecernos claves para resolver
el problema de la "coordinación". Creo sí que el camino de la coordinación efectiva de las organizaciones
autónomas y horizontales pasa por el fortalecimiento de las redes, y por explorar la manera de construir
coaliciones cada vez que sea necesario (o quizás incluso permanentes), pero que no pretendan representar
a la totalidad de un movimiento.

Es probable, por último, que el funcionamiento en red no sirva para unificar las luchas bajo un "programa"
y una "herramienta" en común. Pero eso es problema de los que piensan que tales cosas son necesarias…


Buenos Aires, 7 de enero de 2003.

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