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Pandillas juveniles en Centroamérica: “La Mara es mi familia”
Por Revista Lezama, especial para Causa Popular -
Sunday, Jun. 05, 2005 at 7:21 AM
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Por José Manuel Valenzuela Arce, gentileza de Revista Lezama (*), especial para Causa Popular.- Las Maras son las nuevas pandillas juveniles que ocupan los barrios fronterizos de Estados Unidos y México. Son miles de jóvenes, hijos de la marginación y la falta de futuro, que arrasan como la marabunta, con todo lo que encuentran a su paso. El gobierno norteamericano los acusa de drogadictos, asesinos y hasta de formar parte de una red con Al-Qaeda. Ante la masividad del fenómeno -que incluye a El Salvador, Honduras y Nicaragua- ya existen leyes antimaras y un plan policial de mano dura para combatirlos. El autor de esta nota, especialista en temas de frontera, demuestra que estos grupos son herederos de movimientos de resistencia como los chicanos, pachucos y cholos.
En los ltimos aos los medios de comunicacin centroamericanos y estadounidenses se han dedicado a registrar la presencia de pandillas juveniles bajo el nombre de mareros. La fuerza de esos grupos ha provocado la intervencin directa de los gobiernos de Estados Unidos, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Mxico.
No es para menos, solo basta con repasar las cifras que manejan las fuerzas policiales de esos pases: al finalizar el ao 2003 se registraron en Nicaragua unos 20.000 mareros pertenecientes a 1.058 pandillas, mientras que en El Salvador se contabilizaron 10.500 mareros divididos en cuatro grandes pandillas y en Guatemala 14 mil que actuaban en 434 grupos maras.
Ms all de los nmeros, modificados tanto por los problemas de conteo como por la alta movilidad de los jvenes, los datos muestran por si solos la amenaza que representan esos jvenes para los gobiernos. Un dato ms: en Estados Unidos, la polica de Los ngeles considera que en la actualidad la mara Salvatrucha (MS), uno de los grupos ms importantes, est compuesta por ms de 600 pandillas en esa ciudad y ms de 20.000 en Estados Unidos.
Ante el peso social de las maras algunos gobernantes optaron por establecer marcos jurdicos y mecanismos legaloides para combatir este fenmeno, tales como las leyes antimaras e el Plan Mano Dura (ver recuadro), que no son otra cosa que reacciones ciegas frente a un fenmeno que debera analizarse desde perspectivas socioculturales. Comprender este asunto que se extiende hacia toda Centroamrica exige una mirada que tenga en cuenta los movimientos juveniles como los pachuchos y los cholos.
Qu son las maras?
Las maras son agrupamientos al estilo de pandillas conformados por jvenes pobres y su nombre (asignado por la polica a partir de una pelcula de los aos sesenta), proviene de marabunta y alude a la condicin depredadora de las hormigas que arrasan cuanto encuentran a su paso.
Se distinguen por el nmero 13, treceava letra del abecedario, la M, que significa la vida loca (marihuana) y Mexicano. La condicin abarcadora del 13 tambin se ha expandido para integrar al conjunto de los barrios latinos, incluidas las maras.
En El Salvador, Guatemala, Honduras y Mxico, las maras crecieron en contextos sociales definidos por conflictos profundos y debido a la poca expectativa de desarrollo que tienen los jvenes frente a problemas urbanos como el desempleo, la explotacin del trabajo infantil, la violencia urbana y civil y la deportacin de muchos jvenes que haban emigrado al norte durante los aos de guerra civil.
Se considera que los potenciales integrantes de las maras son jvenes que crecieron en los contextos urbanos de los aos 80: los deportados de Estados Unidos; parte de los 100.000 hurfanos de la guerra civil; las vctimas de la represin de los 80 (ex policas y ex militares), y los jvenes que no encuentran opciones que les permitan acceder a una vida distinta a los precarios espacios latinoamericanos marcados por la pobreza y la miseria.
Las maras irrumpieron en los escenarios centroamericanos, generando una reaccin adversa en diversos sectores sociales, oficiales y policiales. Tambin los medios masivos de comunicacin participaron en la construccin de un estigma que los persigue.
Mediante una recurrente sincdoque meditica, las maras devinieron en violencia, asesinato, robo, violacin, delincuencia, secuestro y pandillerismo. Estos elementos existen y definen la conducta de un nmero significativo de mareros, pero resulta abusivo etiquetar a todo marero de delincuente. En la estigmatizacin de las maras tambin participaron figuras institucionales estadounidenses, en el marco de su estrategia de generar/ utilizar el miedo como recurso de legitimacin, limitacin de derechos ciudadanos y la continuacin de derechos jugosos a costa de muchas vidas inocentes.
Por ello las maras fueron asociadas al eje del mal, destacndose, sin ninguna evidencia, que haba una supuesta alianza entre mareros y Al Qaeda.
El funcionamiento interno
A mediados de los 80, las maras expresaron la metamorfosis de las pandillas, integrando a jvenes pobres y recuperando diversos smbolos y elementos derivados del cholismo, situacin en la cual influy la experiencia de los migrantes a Estados Unidos que se familiarizaron con las rutinas de vida, simbologa, lenguaje, vestuario y cdigos estticos de los barrios chicanos y mexicanos.
El origen de las maras es compeljo y escapa a la receta monocausal. Entre los elementos que los definen se encuentran los de orden estructural, econmico y social que marcan las condiciones de vida de una poblacin caracterizada por la depauperacin de amplios sectores sociales en Amrica Latina: la desarticulacin de las relaciones agrcolas tradicionales y de las formas de relacin indgena y popular; el desalojo violento de grandes grupos indgenas, las polticas represivas impulsadas por Centroamrica; la descomposicin de los centros de habitabilidad urbana a partir de la violencia oficial, militar y paramilitar en las ciudades; la ausencia de empleos que propicia la migracin internacional; las transformaciones familiares que incluyen a decenas de miles de hurfanos de guerra y la fragmentacin familiar derivada de la migracin de padres, madres y hermanos.
Un segundo factor es la definicin de redes transfronterizas creadas a partir de los procesos migratorios a Estados Unidos y, en menor medida, a Mxico; y Estados Unidos; la deportacin de muchos jvenes centroamericanos o estadounidenses de origen centroamericano a partir de la segunda mitad de los 80 como parte de una redefinicin de las polticas migratorias estadounidenses, y las transformaciones de las crceles que implicaron la deportacin de presos, as como la firma del Acuerdo de Paz en El Salvador que dej librados a la buena de Dios a los ex combatientes.
Como tercer punto se destaca la recreacin de elementos culturales y simblicos recuperados del repertorio de pachuchos y cholos, a travs de la experiencia directa en los barrios y mediante la recepcin activa de pelculas que recrean el tramado de las pandillas, con lo cual las maras presentan una fuerte influencia cultural mexicana y chicana, (re)apropiada y (re)significada por los mareros.
El barrio o el Fuerte Apache
No se puede entender el fenmeno de las maras sin relacionarlo con el del pachuquismo y de los cholos. El principal elemento que las maras recuperan y recrean de esos movimientos juveniles es el barrio. La organizacin barrial se presenta de manera clara dentro de las maras, como una condicin de espacio, lmite y limitante de experiencias comunes.
Como ya se dijo, las maras siguieron en el contexto estadounidense como parte de una relacin de encuentro/ desencuentro con las comunidades mexicanas y chicanas. Los jvenes maras se apropiaron de elementos distintivos de aquellas pandillas y hasta llegaron a ocupar espacios que antes eran habilitados y controlados por cholos, chicanos y mexicanos, tal el caso del antiguo Barrio 18, hoy la M18, perteneciente a una de las dos maras salvadoreas ms importantes.
Los jvenes mareros tambin recuperaron formas del barrio chuco y cholo donde destaca la formulacin de consignas como: Eme a morir, Hasta Morir, Eme ese a morir; la MS siempre, La MS se respeta, La MS controla; La mara es mi familia.
El barrio controla las lealtades y potencia los anclajes de pertenencia, por ello la mara, al igual que el barrio cholo, define diversas formas de integracin, como son los ritos de iniciacin, entre los cuales se encuentra la pelea entre nuevos habitantes y viejos miembros del barrio. El objetivo: conocer las habilidades y evaluar el respaldo que se dar en caso de lucha con otros barrios o personas. La iniciacin de las mujeres en los barrios tambin vara, existiendo algunos donde deben tener relaciones sexuales (trencito) con los hombres.
Sin embargo, hay otros en los cuales no existen ritos de iniciacin, sino que la aceptacin deriva de la confianza, la socializacin compartida y las experiencias comunes.
Entre las maras, existen liderazgos que ejercen las personas con mayor fuerza o capacidad para pelear, aunque en ocasiones estos liderazgos recaen en los veteranos. Sin embargo los jvenes establecen un discurso de igualdad donde en el barrio todos son iguales, todos son jefes. El barrio define diversas estrategias.
Se han incorporado distintos cdigos de mafia, son cdigos gangsteriles que definen la forma de relacin, entre las cuales resulta significativa la prctica (no en todos los casos), de matar al homie que niega a su barrio y a quienes deciden abandonarlo.
Un elemento asociado a los barrios es la llamada vida loca: violencia, drogas, crcel y muerte. Muchas de las formas expresivas de la vida loca se recuperan de manera puntual en las maras, como ocurre con el uso de armas diversas, el driving by shooting, los rasgos agresivos, el uso del cuete, la filera y armas mayores.
Al mismo tiempo, se presenta una particular forma de articulacin con el mundo de las drogas, condicin que afecta y potencia las formas de violencia y define un patrn similar de consumo. La muerte, especialmente la muerte artera, resulta compaera inseparable en los barrios, donde participa en forma magnificada en las rutinas cotidianas. La vida loca conlleva la crcel como marca y destino presente, cercano.
Vestuarios y murales
La singular esttica del pachuco dio paso al vestuario de los cholos que combinaron al zoot suit con las marcas laborales en el atuendo. Los cholos de la tercera generacin introdujeron nuevos elementos en el vestuario hacia los aos 80, entre los cuales destacaban el abandono de las cabelleras peinadas hacia atrs de forma impecable (al estilo Rodolfo Valentino), por cabezas con cabellos muy cortos, casi rapadas.
En muchos casos conservan el bigote corto y la barba candado. Pantalones baggies (diez centmetros debajo de las rodillas, o shorts largos), camisetas blancas de tirantes o anchas al estilo de las utilizadas en el ftbol americano. Las maras tambin recuperaron la gestualidad del cholo, su andar cadencioso, su actitud desafiante, la conformacin cintica de las iniciales del barrio, o su representacin con las manos y los brazos que (de forma personal o colectiva), se convierten en trazos figuran las letras de su barrio o de su mara.
El arte mara se refleja en murales, graffitis y tatuajes. Los murales de las maras no compiten en su calidad con los murales elaborados por los artistas chicanos vinculados al Movimiento y al trabajo sociocultural comunitario.
Tampoco poseen en nivel de elaboracin de gran parte de los murales cholos en los barrios populares mexicanos; no obstante, algunas imgenes persisten entre los mareros como la figura de la madre y la virgen, la mujer, la vida loca y el dolor por la muerte artera, el compa baleado, las mscaras griegas de la risa y la tragedia o la crcel como destino premonitorio.
Varios de los smbolos que aparecen en las paredes de los barrio maras se transmutan en tatuajes, al igual que el cholismo: el hombre de barrio, el nmero 13, el nombre del homie, de la haina o de los seres queridos, alusiones al pas de origen y aspectos relacionados con el entramado de la vida, donde destacan las telaraas que simbolizan sus avatares, vicisitudes y problemas.
El tatuaje (tats, tats, tacs o tintas) son como una currcula de vida, que explican la vida emocional de los mareros. Pero para la polica estadounidense solo son fuente de informacin: sobre la filiacin de la banda, su historia personal, el origen del sujeto y el tipo de actividad criminal en el que el/ ella ha participado
Hace 25 aos, cuando estudiaba el fenmeno de los cholos mexicanos y estadounidenses, cuestion la imagen estereotipada del cholo y la chola a quienes se les defina como analfabetos, producto de familias desintegradas, desinteresados por el trabajo, drogadictos y delincuentes, mientras que a las mujeres se las reduca a prostitutas. El estudio arroj como resultados que casi todos los cholos y cholas saban leer y escribir, que posean un nivel de escolaridad superior a los promedios nacionales, y que la desercin escolar estaba relacionada con el cumplimiento de los requisitos mnimos para ingresar al mercado de trabajo, pues a diferencia de lo que se pensaba, los cholos y cholas trabajan en promedios superiores a los de otros jvenes de su edad de clases medias o altas y que, muchos de los cholos desempleados buscaban trabajo.
La constante en condicin laboral eran trabajos mal pagados, sin prestaciones ni seguridad en al empleo.
Lo anterior, dibujaba un cuadro de la difcil insercin social de los jvenes pobres de las colonias populares frente a las ofertas precarias o a la falta de opciones y de atencin a sus demandas, expectativas y aspiraciones. La apropiacin que hacen las maras de la cultura de los barrios mexicanos y chicanos en Estados Unidos y en la frontera norte mexicana, resulta un tanto paradjica, pues la relacin entre cholos chicano - mexicanos y los salvadoreos, guatemaltecos, hondureos, nicaragenses, es contradictoria.
Existen entre ellos diversas rivalidades que llevan a algunos mareros a hablar de los cholos como chavalas mexicanas. Ilustrando esta apropiacin cultural, Elena Zilberg define al lenguaje de las maras como una mezcla del ingls de las calles y el espanglish de las pandillas chicanas, al mismo tiempo que uno de los mareros con quienes trabaj, se autodefine como un salvadoreo viviendo un estilo de vida chicano en Estados Unidos
Los pachucas al ritmo del bambo
En las fronteras Mxico - Estados Unidos y las centroamericanas, ocurren procesos culturales intensos de recreacin, resistencia y disputas que participan en la (re)creacin de los imaginarios sociales, entre los cuales estn los movimientos juveniles que, desde finales de los aos 30 del siglo pasado, han dado vida y estilo a las calles y barrios mexicanos y chicanos tanto en Mxico como en Estados Unidos.
La primera figura emblemtica de las culturas juveniles transnacionales y transfronterizadas fue el pachuco, el cual surgi en contextos definidos por el crecimiento de la poblacin de origen mexicano en Estados Unidos y los procesos de urbanizacin que vivi como consecuencia de la demanda de trabajadores ante la aceleracin econmica estadounidense luego de las dos guerras mundiales. As, la poblacin mexicana que antes trabaj en sectores rurales y agrcolas pas luego a estar vinculada al trabajo industrial y de servicios.
Sin embargo, el racismo institucionalizado estableci trayectorias sociales diferenciadas a partir de la condicin tnica, por ello el pachuco incorpor de manera conspicua smbolos propios como recurso de resistencia social, poltica y cultural frente a la condicin de subordinacin social y a la desacreditacin cultural. El , pachuco marc las calles con sus graffitis, incorpor sus lealtades mediante tatuajes visibles y ostentosos, recre sus recursos discursivos ampliando la transformacin lingstica de palabras en ingls, espaol y espanglish, adopt un vestuario y una esttica que le permiti el movimiento gil al ritmo del bambo, de swing o de booguie.
Junto al pachuco, la chuca tambin delimit nuevos territorios y conquist espacios que haban estado reservados para los hombres. La pachuca patrull y defendi sus territorios, le dio gusto al cuerpo con la bailada, sac sus navajas elaboradas con limas de uas y particip en las broncas y aventuras del barrio.
El chuco y la chuca, se definieron desde los lmites identificatorios de su comunidad y rescataron sus races tnicas y redefinieron sus campos de lealtades y sus adscripciones. En los 60 el pachuco, como el axlotl, se transform en el cholo, una nueva figura transfronterizada que creci masivamente entre los jvenes mexicanos y chicanos en ambos lados de la frontera. La irrupcin del cholo result contundente desde inicios de los aos 70 y, por ms de cuatro dcadas, se ha expandido por las ciudades de la frontera y luego en ciudades no fronterizas del centro de Mxico y de la frontera sur.
El Cholismo: Mi barrio es mi cantn; es mi homeboy
El pachuco dio paso a una nueva y poderosa expresin entre los jvenes urbanos de origen mexicano de los barrios de Los ngeles: el cholismo; concepto de lejanos orgenes, organizado de manera fundamental en redes informales definidas por la similitud de carencias econmicas; gustos; ausencia de poderes; importantes procesos de resocializacin.
El cholismo tambin vive una fuerte segregacin derivada de la pertenencia tnica; redefinicin de formas tradicionales de organizacin familiar; la droga que aparece en todos los sectores sociales; la violencia como eje definitorio de la delimitacin de poderes y segregacin barrial.
En el cholismo se destaca la utilizacin de elementos simblicos como marca decantada de recuperacin vivencial del pasado y recurso de resistencia por parte del Movimiento Chicano. En este movimiento los murales, dibujos y tatuajes fueron elementos a travs de los cuales se exhiban las lealtades y se delimitaban las marcas de adscripcin. Entre los referentes simblicos del cholismo han prevalecido las imgenes sacras (la virgen de Guadalupe) los smbolos patrios (la imagen indgena, la charra, la madre, etc.) y las experiencias cotidianas del mundo de vida marcado por la violencia, la droga, el carnalismo y la muerte.
Su vestuario no posee la connotacin extravagante de los punks, ni la rebelda domesticada de los New Wave, sino la apropiacin descontextualizada de smbolos cotidianos y laborales. A los cholos estadounidenses los homogeneiza la pobreza y su pertenencia tnica y encuentran identidad a partir de lo mexicano.
Los cholos canalizan en el barrio necesidades afectivas, sentimientos de pertenencia, referentes de poder. Los barrios sustituyen la funcin que correspondera a diversas instituciones sociales, proporciona satisfactores que la sociedad debera de dar a los jvenes tales como seguridad, espacios de interaccin, sexualidad, entre otros.
Los cholos actan mediante cdigos de honor y orgullo a travs de los cuales se definen a s mismos; el cholo y la chola viven un constante proceso de prueba que se inicia en los ritos iniciatrios para ingresar al barrio. La muerte no es futuro ni probabilidad, sino certeza cotidiana y artera. Los smbolos del cholismo son las canciones antiguas, rockanroleras y hiphoperas.
El cholo esgrime una imagen estoica de seguridad que le proporciona su adscripcin al barrio, pero carece de poder social, de capacidad econmica, de defensa frente a la extorsin policial y las redadas.
Su expresin es bajita como su status, el lenguaje empobrecido y gestual. La vida es azarosa, impredecible, por eso el 13 es eco de la incertidumbre. El mbito de interaccin es pequeo, estrecho, por eso las lealtades se reducen al barrio, a la familia: mi barrio es mi cantn; es mi homeboy, porque aqu estn todos mis compas.
Plan mano dura
El 10 de octubre de 2003 se aprob en Centroamrica una ley antimaras que inclua el nombramiento de jueces que deban juzgar a personas etiquetadas como mareros por la polica. Esta ley fue reformada el 12 de noviembre de ese mismo ao, manteniendo la identificacin entre marero y delincuente. Las sanciones tipificadas por este delito, fueron de dos a cinco aos de crcel. Recientemente, el presidente de Honduras, propuso una ley para encarcelar hasta por 12 aos a jvenes que, a juicio de la polica, pudieran pertenecer a grupos maras.
Esta iniciativa fue rechazada, y aunque no es la primera vez que se manipula al fenmeno del cholismo para impulsar medias restrictivas, est demostrando la fuerza de un fenmeno juvenil originado hace ms de 35 aos.
Hoy la polica tiene poder y atribuciones para encarcelar a los jvenes que, segn sus criterios, aparenten ser maras, independientemente de su conducta, su pertenencia (o no) a una mara y haber cometido (o no) un delito.
Actualmente se penaliza con dos a seis aos de crcel al pandillero que se sorprenda armado, sea que porte una AKR15 (de fuego), una navaja, una cachiporra, una paloma explosiva, o una botella de gasolina inflamable.
La derecha salvadorea y la polica apoyan estas medidas e impulsan el Plan Mano Dura, que implica la detencin de mareros durante redadas o por simple sospecha, lo que ha propiciado la detencin de ms de 5.000 jvenes.
En junio de 2003 se registraron ms de 11.000 detenidos con ese mismo procedimiento. A pesar de esta ofensiva (similar a las emprendidas en Honduras), solo el 5% de los detenidos pudieron ser procesados y condenados, no obstante un alto margen de violacin de los Derechos Humanos.
En tanto, la polica de Los ngeles ha impulsado medidas especficas contra los mareros, sentando graves precedentes. As, en marzo de 2004 present una orden de restriccin contra 600 miembros de MS, de las zonas de Pico Urin y Hollywood, prohibindoles reunirse en la calle, viajar en el mismo vehculo y comunicarse por telfono entre ellos mientras estn en esta zona.
En mayo la polica migratoria estadounidense alert a la mexicana de Nuevo Len, sealando que en el municipio de San Nicols, se identificaron miembros de la texana Mexican Mafia (MM, Mexikanemi, o la Emi), de la tambin texana Hermandad de Pistoleros Latinos (HPL, 16 / 14: letras P y L) y del Sindicato Texano.
Siempre precavida, la migra texana solicit a la polica mexicana detenerlos y deportarlos antes de que cruzaran a Estados Unidos, afirmando que, adems de los salvadoreos, estas maras se encuentran formadas por personas de Ecuador, Guatemala, Honduras y Mxico.
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(*) "Lezama, es una revista cultural de aparicin mensual. Naci en abril de 2004.
Su director es Luis Bruschtein, Eduardo Blaustein su secretario de redaccin.
En su Consejo Editorial participan entre otros Horacio Gonzlez, Nicols Casullo, Anbal Ford. Horacio Tarcus, Jorge Boccanera, Laura Bonaparte".