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El huracán 'Katrina' descubre las injusticias y la impotencia de un modelo de sociedad
Por DRAMA GLOBAL EN LA 'BIG EASY' - Sunday, Sep. 04, 2005 at 6:17 AM

Las imágenes del caos de Nueva Orleans han llegado hasta el último rincón del planeta. La censura oficial y la autocensura del 11-S no han aguantado la realidad del Katrina.


DRAMA GLOBAL EN LA 'BIG EASY'

• El huracán 'Katrina' descubre las injusticias y la impotencia de un modelo de sociedad

ALBERT Montagut
Director adjunto de EL PERIÓDICO

Esta vez ni George Bush ni el autocontrol social y mediático de Estados Unidos lo han podido evitar. Las imágenes del caos de Nueva Orleans han llegado hasta el último rincón del planeta. La censura oficial y la autocensura del 11-S no han aguantado la realidad del Katrina. Si existían dudas de que en país más rico del mundo hay tanta injusticia social, desequilibrio y pobreza como en el Tercer Mundo, esas dudas han quedado disipadas y han sido arrastradas o cubiertas por las aguas oscuras y aceitosas del golfo de México.
Cualquier aproximación a lo que sería el día del fin del mundo ha cobrado realidad entre las gentes de la zona desgarrada por el huracán y ha quedado registrado en nuestras pupilas a través de la imparable avalancha de imágenes que nos llegan desde Luisiana, Alabama, Misisipí, Florida y Tejas.

El caos de Nueva Orleans es el vivo ejemplo de una sociedad convertida en cuestión de horas en un infierno de aguas turbulentas donde se mezclan la muerte y los peores instintos de la naturaleza humana. También es un ejemplo de que ni los países más avanzados están preparados para remediar una situación como la que está viviendo EEUU.
El saqueo, la violencia, la falta de atención, el desorden en las evacuaciones, los cortes de suministro eléctrico, la falta de agua potable y medicamentos y el sufrimiento de la población, especialmente la población negra, se suman a la arrogancia del emperador, el patricio Bush, cuando declaró poco después de sobrevolar las zonas afectadas por el huracán en el Air Force One que no necesitaba ayuda exterior y que su país saldría adelante. Ayer su Gobierno y el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, pusieron los pies en el suelo y aceptaron la realidad al lanzar un SOS desesperado: toda ayuda va ser necesaria. España ya ha anunciado su apoyo.

El mundo se horrorizó con el tsunami que azotó Asia las pasadas Navidades. Pese a que muchos de los muertos en esa catástrofe eran ciudadanos del Primer Mundo, se justificaron el caos y la desgracia que se cobró centenares de miles de víctimas como una consecuencia directa de la globalización y el desequilibrio económico. El Katrina ha demostrado que el mundo es injusto incluso en las sociedades más avanzadas, donde las diferencias económicas y sociales también marcan a sus ciudadanos en personas de primera, segunda o tercera categoría.

UNA DE LAS fotografías más desgarradoras de cuantas se han recibido en las redacciones aparece hoy en la primera página de este diario. Es la imagen captada por James Eric Gay, un reportero de Associated Press, en la que se ve a un anciano de Nueva Orleans muerto en una silla de cámping. Nadie le atendió pese a estar refugiado en el Centro de Convenciones, uno de los lugares aparentemente seguros de la dañada ciudad de Luisiana. El anciano, cuya identidad se desconoce, huyó de las aguas hasta encontrar su propia muerte sin que nadie pudiera ayudarle. La misma suerte corrió la persona que aparece en esta página, fotografiada por James Nielsen, de France Presse, cuyo cadáver yace junto a una botella de Coca-Cola. Y como ellos, hay miles de víctimas que también han encontrado la muerte y cuyos cadáveres serán devorados por las hormigas rojas o rescatados de entre los escombros, el lodo y las casas de madera de la que había sido una de las ciudades más admiradas de América.
Big Easy, así llaman los norteamericanos a la crèole y afrancesada Nueva Orleans. O así la llamaban, porque aquella ciudad amada por su ambiente relajado, por su pasión por el jazz, el bourbon, el cosmopolitismo y el pecado carnal ya no existe. La tonadilla popular --"no sabes lo que es extrañar a Nueva Orleans"-- adquiere hoy más que nunca un significado más que justificado.

No habrá fecha para la desgracia del Katrina. A diferencia del 11-S, el huracán se formó durante varios días en el calor del golfo de México, se aproximó a la costa, la azotó y con los primeros rayos de sol se descubrió el daño irreparable. Nueva Orleans no aguantó.
El Katrina, como ocurrió con las caóticas elecciones presidenciales del 2000, los fallos de seguridad del 11-S y las pésimas decisiones en materia de política exterior que se atribuyen al reelegido Bush, ha servido para que veamos al país más potente de nuestra civilización desnudo y desvalido.
Si en el 2000 vimos que el modelo democrático de EEUU era endeble y la pesadilla del 11-S se convirtió en el principio del nuevo siglo, el mensaje lanzado por el Katrina y el sufrimiento de las gentes de Nueva Orleans deberían abrir debates sobre si este modelo de sociedad está preparado para aguantar los envites de esta nueva era. Una era en la que los humanos más privilegiados son capaces de predecir el cambio climático pero a la vez se muestran impotentes para remediar la catástrofe. Esta sociedad tecnológica, que es capaz de detectar el primer coletazo del huracán y salvar la vida de miles de personas que tienen capacidad económica y física propias para evacuar una zona en peligro, es incapaz de ayudar a quienes voluntaria o involuntariamente, por falta de medios, no han podido abandonar sus casas.

EL 'KATRINA' ha destruido Nueva Orleans, ha provocado muchísimo daño material, ha vuelto a minar la moral de los estadounidenses, pero también lanza un mensaje inequívoco a los europeos. Nosotros tampoco estamos a salvo y también nosotros somos víctimas latentes de una sociedad desajustada, somos miembros de una sociedad que necesita una revisión total antes de que la naturaleza o la propia maldad del hombre nos hagan un daño irreparable.

P.D:
Nosotros los Latinoamericanos también somos víctimas latentes de una sociedad desajustada.

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