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Cómo espía Google, los riesgos de ingresar al buscador mas utilizado en el mundo
Por (reenvio) Jorge Cicuttin - Thursday, Dec. 31, 2009 at 7:29 AM

Googlear no es tan inofensivo. Al utilizar el buscador más famoso, este se apropia de los datos, preferencias e historial de cada usuario. Las claves de El engaño Google, un libro que alerta sobre los riesgos del monopolio informativo.

"Yo afirmo que la Biblioteca es interminable (...), existe ab aeterno. De esa verdad, cuyo corolario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar.” Así describe Jorge Luis Borges su Biblioteca de Babel –escrito en 1941–. Y así de eternos e infinitos parecen los conocimientos de Google, una Babel moderna, una versión siglo XXI de la Biblioteca de Alejandría.

Todo –parece ser– se sabe a partir de escribir unas palabras en el rectángulo mágico y hacer un clic. Tal es el poder de este buscador que ya se acepta “googlear” como sinónimo de buscar información en Internet y diccionarios de lengua inglesa admiten el vocablo “to google” en sus páginas.

Pero la magia esconde sus trucos. Y no todo es tan inofensivo. El simple “googlear” oculta peligros que la amplia mayoría de quienes utilizan el buscador más famoso desconoce.

“Desde el momento en que nos conectamos, dejamos un rastro de datos susceptible de ser utilizado, en mayor o menor medida, por terceros. A diferencia de Facebook, donde los usuarios introducen voluntariamente la información que ellos desean, Google recopila los datos que dejamos involuntariamente. Esta es la gran diferencia y el origen del peligro.”

La advertencia la hace el periodista austríaco Gerald Reischl, autor del libro El engaño Google, una potencia mundial sin control en Internet, que acaba de llegar a la Argentina y que rápidamente se convirtió en best seller en varios países de Europa. Reischl (ver reportaje aparte), ofrece una investigación sobre cómo trabaja la compañía más poderosa de Internet, cómo ingresa en la esfera privada de los usuarios y qué métodos utiliza para convertirse en una suerte de Gran Hermano.

“Google ofrece gratuitamente la función de búsqueda, amén de otros programas, y a cambio recoge información sin pedirla realmente. Te dejan usar una multitud de herramientas sin pagar mientras estás revelando datos que ayudan a un consorcio a aumentar sus ingresos por publicidad y sus beneficios”, explica en su libro, que responde a las críticas que se levantaon desde distintos lugares avisando sobre los peligros de Google. “Partiendo de hechos concretos –agrega–, se demuestra que Google es el más eficiente registrador de datos del mundo; que existe un gran número de patentes y métodos que permiten rastrear, analizar y clasificar a los internautas; que las promesas de no utilizar los datos y borrarlos son meras palabras y que la clave del éxito está en la información de los usuarios.”

Los resultados de esta investigación son un alerta para todo aquel que utiliza Google. En los párrafos que siguen se intentará reflejar qué sucede realmente cuando se realiza una consulta en el buscador o se utiliza cualquiera de sus servicios.

El pulpo de Mountain View. Aquel emprendimiento de los universitarios Larry Page y Sergey Brin que comenzó funcionando en un garaje californiano, es hoy un imperio que factura miles de millones de dólares. Unos 17.000 empleados procedentes de todo el mundo trabajan en la sede central de Mountain View y, si bien la empresa no da cifras exactas, se cree que se registran 300 millones de búsquedas diarias.

“Don’t be evil” (no seas malo), es el lema de Google. Pero esta página web que se ha convertido en sinónimo de búsqueda en la Red, tiene su lado oscuro.

Una de las razones del éxito de Google es el método llamado PageRank –en honor a su inventor, Larry Page–, algoritmo que mide la popularidad de una página web y utiliza esta medición para clasificar la página en una lista de resultados. Este algoritmo es uno de los secretos mejor guardados de Google, pero a criterio del autor del libro, no es tan objetivo como dice serlo.

“El breve recorrido por la estructura básica de Google demuestra que es perfectamente posible manipular los resultados de búsqueda y que cualquiera puede hacerlo”, señala Reischl. Por el resultado de la investigación se puede suponer que Google influye en el ranking.

Por ejemplo, el autor refiere a experimentos en la Universidad Tecnológica de Graz, en el otoño de 2007, que demostraron que Google favorece a Wikipedia para que aparezca en la primera página de las búsquedas. “Google ha demostrado en varias ocasiones que el índice de búsquedas a través del cual se encuentran productos, empresas, etc., es totalmente manipulable y que se puede tachar de él a cualquiera”, dice el autor, quien recuerda que a principios de 2006, BMW y el fabricante de fotocopiadoras Ricoh fueron eliminados del índice de búsquedas durante un tiempo.

“El 91,63 por ciento de los usuarios de Internet se conforma con la primera página de resultados”, explican los alemanes Christoph Pichler y Herwig Seitz, expertos en motores de búsqueda, “y cuanto más arriba mejor”. El trabajo señala que casi la mitad de los visitantes hace clic en la primera posición, mientras que sólo un 3 por ciento lo hace en la décima.

El gran hermano. “Todos los operadores de motores de búsqueda tienen claro que su actividad sólo se puede perfeccionar a base de saber mucho sobre el usuario –dice Reischl–, conocer sus preferencias y prever hacia dónde quiere ir para poder proporcionarle los resultados adecuados. En el año 2006, Google inscribió en el registro de patentes de Estados Unidos por lo menos ocho ideas encasillables en el ámbito del user tracking (relacionadas con el seguimiento del usuario). La finalidad no sólo es analizar la conducta de navegación del internauta en función de sus búsquedas pasadas y su historial web, sino también pronosticar lo que podría hacer. En resumen, Google espía a sus usuarios aplicando todos los trucos que ofrecen los métodos y las herramientas de análisis más novedosas.”

Un lugar protagónico en este espionaje lo ocupan los pequeños programas llamados cookies, que protocolizan y graban la conducta del internauta, y son un elemento muy importante para crear perfiles de usuarios.

Oficialmente, los datos de las consultas permanecen almacenados durante nueve meses y la información más relevante incluye, sobre todo, la dirección IP del ordenador desde el que se ha realizado la búsqueda, día y hora de la consulta y el concepto introducido.

Para el autor del libro, “Google persigue a los usuarios, tanto a los que inician una sesión con nombre y contraseña como al resto, y también recopila y utiliza una gran cantidad de información a partir de la conducta de navegación del internauta, las páginas visitadas y otros muchos parámetros no revelados (en Google se escudan en los algoritmos para hablar de todo esto). Además, hay otro motivo para pensar que el acuerdo de los nueve meses es una contradicción: como estamos continuamente buscando en Google, el plazo de los nueve meses se renueva cada día”.

Los conocimientos sobre el usuario son el verdadero capital de la empresa y la base para futuros proyectos. Y es un secreto que defienden con los dientes apretados.

Tienes un e-mail. Uno de los productos más utilizados de la oferta global de Google es sin duda Gmail. Esta nota, incluso, tuvo un recorrido de ida y vuelta a través del servicio gratuito de mensajería electrónica ofrecido por la empresa californiana. Y como los demás servicios, también tiene sus “peros”.

Reischl lo explica así. “Para abrir una cuenta en Gmail hay que registrarse, y esto significa proporcionar a Google una serie de datos personales como el nombre, residencia, edad, etc. A su vez, estos datos se pueden combinar con la información que proporciona la dirección IP, es decir, con las búsquedas realizadas, como mínimo, en los últimos nueve meses. Lo que la mayoría desconoce, aunque se explique detalladamente en las condiciones de uso de Gmail, es que el correo se analiza y, además, se completa con una publicidad adecuada al contenido de los mensajes. En Estados Unidos, el escaneado del correo electrónico ya es una práctica extendida, y en Europa también funciona.”

El servicio de Gmail tiene un inconveniente más, aunque los usuarios lo consideren una ventaja: los propietarios de una cuenta Gmail disponen de tres gigabytes de memoria, es decir, pueden utilizar su correo electrónico como un disco duro online. “El problema –advierte Reischl– es que la información almacenada en la cuenta es propiedad de Google y no está incluida en el acuerdo de supresión de datos pasados los nueve meses.”

Todo deja huellas. ¿Qué ocurre con los otros servicios? ¿Qué sucede cuando los utilizamos? Esto es lo que explica la investigación:

- Al buscar Google Maps para buscar poblaciones y visualizar rutas, estamos facilitando a Google la tarea de elaborar un perfil de nuestros movimientos, ya que, en teoría, las direcciones introducidas también se pueden grabar y utilizar.

- Con el Historial Web de Google el usuario puede grabar en línea su historial de navegación y recuperarlo posteriormente. Google protocoliza todas las páginas web, imágenes, videos o incluso noticias que el internauta ha utilizado. Para utilizar esta función es necesario tener una cuenta Google, con lo que volvemos otra vez a lo mismo. En cuanto estamos registrados, nuestros hábitos de navegación se pueden guardar con nombre y apellido y permitirnos la creación de perfiles.

- Si utilizamos Google Earth para colgar nuestras fotografías a través, por ejemplo, del popular portal de imágenes Flickr, estamos sirviendo a domicilio una serie de impresiones visuales que permiten a Google descubrir dónde hemos ido de vacaciones o dónde hemos estado de viaje de negocios.

- Si activamos las Alertas de noticias, revelaremos nuestros intereses informativos.

- Con la Búsqueda de Desktop nos convertimos en un libro abierto para Google, porque este programa protocoliza prácticamente cada tecla que pulsamos y revela todo lo que hemos guardado y ejecutado en el ordenador.

- En mayo de 2007 entró en funcionamiento iGoogle, un servicio con el que los internautas pueden configurar una página de inicio personalizada para utilizarla como portal de navegación en la Red. En la página de iGoogle se pueden incluir, por ejemplo, webs de noticias preferidas, servicios meteorológicos, listas de tareas o videos de YouTube. Si utilizamos esta página personalizada también estamos proporcionando a Google información sobre nuestros campos de interés. Lo mismo ocurre con la búsqueda de libros de Google.

A estos alertas se suman los acuerdos que la empresa ha hecho con algunos gobiernos para modificar el contenido de sus páginas. El que generó más revuelo internacional es el alcanzado con el gobierno chino. En este país Google ha tenido que someterse a la censura oficial para que su página http://www.google.cn pueda funcionar. “La empresa permite que un gobierno censure contenidos sólo por consolidarse en el país”, critica Reischl. Entre los temas prohibidos figuran las discusiones sobre Taiwán, Tíbet y la represión en la Plaza de Tiananmen.

Un gigante todopoderoso. Como bien recuerda el autor de la investigación, Google ha dejado de ser aquella empresa de garaje que fabricaba las carcasas de sus ordenadores con piezas de lego (de ahí los colores azul, amarillo, rojo y verde del logo) para ahorrarse dinero. En apenas diez años, Google se ha convertido en un consorcio mundial cuyo valor de marca es comparable al de Coca Cola, Microsoft o IBM. “Este consorcio mundial ha crecido y ahora es un poderoso gigante con una peligrosa hegemonía en los sectores de la información, la búsqueda y la publicidad. Google se ha convertido en una potencia mundial sin control”, advierte Reischl.

“La supremacía de Google en el mercado –agrega– es peligrosa para la sociedad. Cualquier empresa con mucho poder se convierte en una amenaza, porque los monopolios no sólo crean dependencia, sino que abren las puertas a la manipulación, ya sea de datos, información u opinión.”
La personalización y la explotación de los datos de los usuarios es un proceso clave para el crecimiento de la empresa. Y no es algo que se oculte. “Nuestros algoritmos son cada vez mejores y también estamos mejorando en cuanto a la personalización”, declaró el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, al Financial Times en mayo de 2007.

Como explica el investigador austríaco, para que esta personalización funcione, es necesario conocer al usuario, y esto se consigue con los distintos servicios que ofrecen la información en bandeja a Google. En resumen, la personalización no es más que un sistema de programas y ordenadores que sabe quiénes somos y qué hacemos. Y Google decidirá cómo utilizar esa información.

http://www.elargentino.com/nota-70158-Como-espia-Google.html

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