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Patrimonio arqueológico de La Matanza: un recorrido retrospectivo
Por Fuente: Junta de Estudios Históricos - Monday, Jul. 26, 2010 at 5:48 PM

Universidad Nacional de la Matanza
Secretaría de Extensión Universitaria
CARTA INFORMATIVA XVIII de la Junta de Estudios Históricos, Geográficos y Estadísticos del Partido de La Matanza - Septiembre de 2008
Dirección: Hilda Noemí Agostino PhD
Coordinadora: Lic. Analía Yael Artola

PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DE LA MATANZA: UN RECORRIDO RETROSPECTIVO

Pablo José Reid

Introducción

Hablar de la historia de La Matanza remite sin duda a la época transcurrida desde la llegada de los castellanos hasta el presente.

Este partido constituye un área neocultural, donde los límites político-administrativos han tendido siempre a ser arbitrarios, cambiantes según las necesidades estratégicas de los gobiernos, ignorados por amplias capas poblacionales (debido al desarraigo residencial que provoca la movilidad domiciliaria y el traslado laboral), y la ignorancia de las mismas debido a la poca difusión de los gobiernos y de los organismos culturales, científicos, educativos, públicos y privados.

Existe un abundante respaldo documental en diversos soportes, compuesto por un nada despreciable patrimonio cultural, tanto tangible como intangible, que permite rememorar y consolidar la existencia de una identidad histórica harto dificultosa cuando se reconstruye en un área neocultural como lo es La Matanza.

Este respaldo documental y una —si no rica por lo menos respetable—reserva bibliográfica permite la reconstrucción de esa historia.

En este sentido mucho más cuesta asumir la existencia de una historia que se remonta a épocas anteriores al siglo XVI. A esta historia se la puede denominar prehispánica, prehistórica, primigenia, indígena u originaria. Diversos factores llevan a consolidar esta dificultad, a pesar de que entre 1870 y la actualidad, aproximadamente, el territorio del antiguo y nuevo Matanza fue registrado por varios arqueólogos y antropólogos argentinos y extranjeros. Estos factores son:

1- Los escasos yacimientos arqueológicos existentes en la superficie del partido.

2- La distancia temporal entre las poblaciones primigenias y las actuales.

3- Lo limitado del registro arqueológico en cuanto a cantidad, complejidad, fragilidad y conservación.

4- La simplicidad de la cultura de los habitantes primigenios del área platense, desde el Delta del Río Paraná hasta la Bahía de Samborombón, que incluye el valle del Río Matanza.

5- La influencia perjudicial de la densidad urbanística-demográfica del partido.

6- Las condiciones bióticas, abióticas y culturales modificantes de los hipotéticos yacimientos arqueológicos y el ambiente en general.

En efecto, los yacimientos ubicados sobre el valle, ribera del Río Matanza (desde Villa Lugano hasta su nacimiento), son escasos. No hay poblaciones primigenias libres en el área de La Matanza desde principios del siglo XVII, por lo menos, si consideramos así a los indígenas con su cultura original incontaminada. Sí había reducidos, conchabados, o itinerantes, haciendo trueque del producto de sus cacerías de fauna originaria pampeana (pieles, cueros, plumas) por artículos occidentales (prendas, alimentos, cacharros), pero no sirven a los efectos de esta relación.

Asimismo, el registro arqueológico cuenta con un patrimonio artefactual escaso (comparado con otras zonas de la Argentina como Cuyo, La Patagonia austral, el Noroeste o la Sierra Cordobesa de Comechingones) consistente en artefactos líticos, cerámica, a veces huesos fosilizados (de animales integrantes de su dieta) y su patrimonio tecnológico. No hay enterramientos ni fósiles humanos abandonados aisladamente atribuidos a accidentes, violencia u otra causa. Esto empalma con el hecho de que al ser culturalmente paleoindios o ceramistas (según la periodización de la historia americana adoptada) cazadores-recolectores, su patrimonio cultural se limita al escaso material mencionado. Por ello también la urbanización acelerada sin control desde los años cincuenta actuó como un factor cultural perturbador, destruyendo yacimientos aún no hallados y/o hallados pero sin la difusión académica correspondiente, debido a la destrucción de la biomasa originaria, la remoción de tierras para la construcción de viviendas, la pavimentación y el de por si desconocimiento de los nuevos habitantes de la existencia de este patrimonio.

Debe considerarse que durante mucho tiempo este tipo de culturas fueron menospreciadas en los campos político, educativo, histórico, cultural y hasta científico y, por influencia de ellos, por el resto de la comunidad nacional, por razones que no es el caso explicar aquí. En efecto, solo se consideraban culturas indígenas dignas de ser tenidas en cuenta a aquellas que habían dejado un complejo patrimonio, ya fuese arquitectónico, metalúrgico, cerámico, etc.

Teniendo en cuenta la limitada existencia patrimonial arqueológica del municipio, la mención de algunos arqueólogos sobre esta temática, más la existencia de una importante historiografía testimonial sobre este capítulo tan importante de la historia Argentina, y por lo tanto del partido de La Matanza, es que se considera implementar las medidas tendientes a su mayor preservación posible.

Para ello se proponen distintas acciones a seguir.

1. Acopiar bibliografía referencial mediante la construcción de una carpeta guía que contenga las publicaciones existentes al respecto del tema que interesa aquí, y que se encuentre a disposición de la Secretaría de Cultura Municipal, Universidades y otras entidades culturales, gubernamentales o civiles que se considere.

2. Realizar una lista de los científicos que han estudiado este tema en La Matanza, ya sea en trabajo de campo o en obras de puesta a punto de los ya realizados.

3. Ubicar en mapas accesibles o textualmente los sitios arqueológicos del municipio.

4. Hacer un índice bibliográfico alusivo accesible en las bibliotecas públicas y universitarias nacionales de la Argentina.

5. Hacer un resumen de lo investigado, las conclusiones, fortalezas, debilidades y valores de lo conocido hasta ahora de la “prehistoria” de La Matanza.

De lo recién propuesto este ensayo hará referencia a algunos ítems.

La importancia de esta propuesta es demostrar que la historia de La Matanza se remonta a tiempos lejanos y que los hombres han dejado testimonio de su presencia desde los más remotos tiempos de poblamiento del continente americano.

¿Una matanza indígena?

Si se resumen los escritos de Ulrico Schmidel, Gonzalo Fernández de Oviedo, Diego García, Luís Ramírez, Martín del Barco Centenera y el Repartimiento de Indios de Juan de Garay de 1582(1), se podrá acordar que el espacio geográfico cuyo eje es el Partido de La Matanza estuvo ocupado por parcialidades querandíes, carayhet o mbeguaes, a los que los españoles llamaron genéricamente “indios pampa magdalenistas o matanceros”2.

Descubiertos por los hombres de don Pedro de Mendoza en 1536, al principio fueron amistosos, pero pronto vino la violencia y la guerra, al parecer en la abusiva prepotencia castellana en busca de “pan llevar”, “tierras”, “indios reducidos” y “oro”.

En 1540 finalmente, junto con sus aliados charrúas y guaraníes, obligaron a los hombres de Pedro de Mendoza (para entonces ya sepultado en el mar) al mando de Juan de Salazar y Juan de Irala a despoblar la primera Buenos Aires y a trasladarse a la recién fundada Asunción del Paraguay.

Reaparecieron en las crónicas ibéricas en 1580 cuando producida la fundación definitiva de Buenos Aires por Juan de Garay, en 1582, este procede a repartirlos entre sus acompañantes, junto con el territorio3. La zona del Río Matanza quedó asignada a Don Juan Ruiz de Ocaña4
quien enfrentó y derrotó a los querandíes matanceros del cacique Telomiac Condí ( o Telomonian Condie) aparentemente a orillas del Río Matanza en las cercanías del sitio “Ezeiza”5.

Tras la muerte de Garay a manos de estos indios (aunque no necesariamente la misma parcialidad), la situación se definió en 1587 con su total derrota en los alrededores de la ciudad dirigida por el gobernador Zárate, desapareciendo desde entonces de las crónicas españolas.

En síntesis, la reducción y sometimiento había fracasado, los indios querandíes migraron, como era su costumbre ancestral, a lejanas distancias, como el sur de Córdoba y el centro de la actual provincia de Buenos Aires, o murieron como resultado de la guerra, la viruela o la fatiga. Con resignación, los mismos españoles le decían a Garay6:

“…señor general, si la matanza es tan grande (¿) quien dará para nuestro
servicio(?)…”

Esta sería la historia final de los querandíes matanceros remitida exclusivamente a las fuentes documentales españolas. Pero existe una historia anterior testimoniada de la cual solo quedan los registros artefactuales de los yacimientos arqueológicos que permiten, mediante la comparación con culturas de patrimonio material similar, establecer cuál fue su historia.

La retrospección de la ribera del Río Matanza por W. Reid, F. P. Moreno y E. S. Zeballos en 1876, y posteriormente con una rigurosidad científica del siglo XX por C. Rusconi, F. Villegas Basavilbaso, M. Pastore, D. Conlazo, M. Kusch, etc, permite decir que los habitantes primigenios del espacio matancero eran cazadores, pescadores, organizados en bandas nómades.

Querandí es Matanceros

Se define “Querandí” como “un sistema antroponatural configurado sobre la base de una utilización del hábitat extendido entre las costas del Paraná inferior, el Río de la Plata y el pie de las Sierras Centrales, con diferencias biomáticas resultantes de variables, tales como agua, topografía, mediterraneidad, biomasa, interesando el litoral fluvial platense y sus afluentes que fue estable hasta la conquista que, produjo su quiebre con la irrupción del hombre blanco en el siglo XVI”7.

Este hábitat se extiende desde el Cabo Blanco hasta el Río de Las Conchas (hoy Reconquista), esto es cinco leguas sobre la costa platense y otras sesenta leguas castellanas tierra adentro hasta la Cordillera, según Ruiz Díaz de Guzmán8.

En el litoral platense y sus afluentes el quiebre fue inmediato (50 años), hacia el interior pampeano se produjo progresivamente en los siguientes 300. La población pampeana se remonta a 9000 años antes del presente. Para el área metropolitana bonaerense el antropólogo Antonio Austral propone la siguiente periodización:

1. Estadio Lítico Inferior: Caracterizado por la existencia de puntas, sin cerámica ni piedra pulida con una paleofauna final de la edad mamífera lujanense.

2. Estadio Lítico Superior: Relevado con puntas líticas, piedra pulida, pero sin cerámica, aún con fauna moderna americana (mesofauna).

3. Estadio Ceramolítico: Caracterizado por la existencia de puntas dediversas factura, o piedra pulida y la aparición de cerámica donde además se produce el encuentro con los castellanos. Por ello la fauna combina especies americanas y europeas denominadas en conjunto neofauna9.

El registro arqueológico, valga la redundancia, es una continuidad en el área metropolitana que ocupa la rivera de los ríos de La Plata, De las Conchas, Luján, Matanzas10, Salado y los arroyos Sarandí, Morón, Morales, Maldonado, Las Víboras; encontrándose yacimientos en lugares puntuales de las riveras de estos cauces de agua; no en el interior de la llanura en donde la vida del hombre hasta el siglo XIX inclusive era complicada por la dificultad para proveerse de recursos económicos y agua.

El Espacio

El hábitat biomásico de estos primigenios era muy distinto al que hoy encuentran los modernos habitantes de la cuenca del Río Matanza.

En cuanto al relieve, la rivera del río en el área específica que interesa existe un gran bajo. La base de las barrancas que lo flanquean se constituye con la formación pampeana, con trechos donde surge un terreno de loes con aspecto de ensenada con bancos calcáreos, formando “aleros” que servían de guarida a vizcachas, lechuzas e iguanas. En resumen pertenece a la llamada pampa ondulada y la constante erosión del mismo río hace que el lecho se ahonde cada vez más y se aleje igualmente la orilla, dejando un paisaje de terrazas y barrancas donde se encuentran los yacimientos arqueológicos. El sedimento sobre el que se encuentran depositados se divide en tres estratos: humus, arcilla arenosa y arcilla blancuzca12.

En este paisaje es que se encuentra el yacimiento “Ezeiza” sobre la barranca del río Matanza, separada de éste 200 metros. El terreno, además, asciende desde el curso del río hasta una primera barranca a 150 metros de altura, rematando finalmente en la barranca de 6 metros de altura, donde se halla el yacimiento, teniendo en cuenta la base de la misma13.

La denominación “Ezeiza”, correspondiente a una excavación en trinchera, fue dada por el doctor Marcelo Bérmida, cuyos resultados nunca se publicaron 14.

Ubicación

En la rivera del curso inferior del Río Matanza. Toma como referencia la Estación Querandí (Km. 15 de la línea ferroviaria Belgrano Sur, ramal González Catan-Estación Buenos Aires) a 1,5 kilómetros al sudoeste de la mencionada estación y a 16 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en la orilla izquierda del río, sobre una barranca a una distancia de 200 metros del mismo. Allí el terreno asciende suavemente desde el curso fluvial hasta una primera barrera de escasa altura ubicada a 150 metros, rematando finalmente en la barranca de 6 metros de altura teniendo en cuanta la base de la misma, mediando entre ambos un amplio valle de inundación15.

Estudios Realizados:

Como se informó renglones arriba, los primeros estudios científicamente desarrollados se remontan a los últimos años del siglo XIX cuando los “científicos” W. Reid, F. Moreno y E. Zeballos, hicieron la primera retrospección del Río Matanza en general, localizando algún material artefactual, como parte de una tarea similar que además abarcó a los ríos Luján, Las Conchas, Salado y el arroyo Sarandi.

En forma específica, el tramo matancero del río homónimo fue estudiado por Carlos Rusconi (1940), que relevó el sur de la estación Querandí, haciendo un minucioso inventario del registro cerámico en cuanto a su forma y antigüedad. También Florencio Villegas Basavilbaso registro el material de la zona por los años de 1935 a 1940. Más hacia el presente, en los años setenta, los sitios fueron recorridos por Marta Pastore (1970), que registró tanto artefactos cerámicos como líticos. Seguidamente, desde 1970 Daniel Conlazo (1982) ha trabajado como una continuidad de su predecesora, investigando especialmente el sitio Ezeiza registrando material cerámico, lítico y óseo, que expediciones anteriores no mostraron con el mismo detenimiento16.

Reseña Descriptiva Del Registro Arqueológico Encontrado

El mismo hallado en superficie ha sido escaso, y cuando ocurría siempre esta al pie de la barranca tantas veces mencionada o sobre sus laderas por acciones de deslizamiento del mismo o de la tierra.

Los sondeos realizados por Daniel Conlazo en sus investigaciones en el yacimiento ubicó tres estratos distintos: Superior, humus de 40 centímetros de espesor. Medio, capa natural arcillosa de 1 metro de profundidad. Inferior, gris blanquecina de 1,50 metros de profundidad. A estos estratos los denominó sucesivamente Niveles I, II, III de arriba hacia abajo. Por cierto las mayores detecciones se hicieron en el nivel I(17).

El principal registro artefactual corresponde a cerámica. Todos los especialistas citados aquí encuentran cuatro clases fundamentales de ella.

Tipo A: Alfarería —cerámica— sin ornamentación, de bordes y formas sencillas.

Tipo B: Cerámica con perforaciones o bordes dentados, de los que todos hallaron pocas piezas.

Tipo C: Dividida en subtipo b de ornamentos estriados, subtipo c de ornamentos o trazos continuos, y subtipo d que son vasos con impresión discontinua e interrumpida.

Tipo D: Cerámica, subtipo a lisa, pintada de color rojo18.

En todos los casos, según los especialistas, la cocción es deficiente, tienen un espesor de 3 a 10 milímetros, algunas piezas aparecen con agujeros de suspensión realizados antes de la cocción de afuera hacia adentro19, además de que todas corresponden a la tecnología cerámica por indicación20.

Es de destacar que todos son fragmentos y no se encontraron piezas completas o con pocos faltantes.

El segundo registro, en cantidad de artefactos, corresponde a artefactos líticos, ciertamente escasos según los antropólogos y arqueólogos.

El tipo de material corresponde a puntas, raspadores, bolas con surco ecuatorial (componentes de las famosas “bolas” pampas) y otros artefactos y fragmentos. Los materiales usados fueron cuarcita, calcedonia y sílice, ninguno de los cuales es originario de la región. Se estima que provenían de las Sierras de Tandilia-Ventana o de las Sierras Centrales (Córdoba), excepto el sílice (la minoría de ellos) provenientes de la Patagonia Central o de la Mesopotamia21.

También se halló una hoja arrollada de cobre (único hallazgo), que sería proveniente del noroeste argentino actual.

Las puntas, por cierto, tienen forma de triángulo isósceles de lados rectos, apedunculares.

Mostrando las más pequeñas que los “querandíes” y los “pampas” en general usaron flechas antes de la incorporación del complejo cultural ecuestre que las hizo abandonar a favor de la lanza larga típicamente descriptas en las crónicas españolas y argentinas de los malones.

El número de artefactos encontrados desde la década del treinta se estima superaría los 5.000.

La materia prima de esta industria probaría que los querandíes matanceros, en realidad, tenían un amplio territorio de nomadismo que llegaría hasta las Sierras antedichas, siendo el río Matanza un asentamiento estacional en su continua movilización tras los recursos económicos y tecnológicos. Por lo cual, esa denominación circunstancial dada por los castellanos, se debió al hecho de haberlos encontrado allí y de ignorar sus ciclos vitales de subsistencia. Además demostraría que convivían con culturas de otro tipo, como los guaraníes provenientes de la Mesopotamia e instalados en el delta del Paraná. También que por extensas redes de intercambio y trueque conocían la poderosa cultura existente al norte (incaica o incaizados).

En cuanto al material óseo, este se limita a unos pocos huesos o fragmentos de los mismos provenientes de animales, sin duda relacionados con sus dietas e industrias.

Finalmente puede decirse que la arqueología del Río Matanza, está relacionada con la cultura Querandí de tipo cerámico pampeano o ceramolítico, que no remontaría más allá de los 1.300 años antes del presente. Aunque, por cierto, de los científicos consultados ninguno fija para el mismo una datación relativa o absoluta máxima de ocupación22. Una de sus parcialidades se asentó en el río homónimo bajo el mando del cacique Telomiac Condí, (o Tolomonian –Condie ) vencido en 1583 por el lugarteniente de Juan de Garay, sargento mayor Juan Ruiz de Ocaña. Teniendo en cuenta esta última datación absoluta se puede decir que el sitio habría tenido población indígena solo más allá del siglo XVI.

Conclusión

La Matanza hoy tiene casi 2.000.000 de habitantes, más de la tres cuartas partes de su territorio esta urbanizado. El paisaje industrial comercial ha desplazado casi completamente al paisaje ganadero-agrario en escasos 50 años, cuando así lo había sido durante los 350 años anteriores, y ha modificado sustancialmente su biosfera original.

La población dependiente de la industria y el comercio local, pero también de buena parte del de sus iguales de las localidades vecinas y la ciudad autónoma de Buenos Aires, estable en su mayoría, residente de paso como viajera o simple transeúnte, circula por el territorio desconociendo toda información o noción de lo relatado, cuya credibilidad se hace además difícil de asumir. El origen de estos “nuevos” pobladores debe buscarse en la diversidad de la inmigración europea desde el mismo siglo XVI, de los países limítrofes o de las provincias vecinas. Sin embargo, sería dificultoso por no decir imposible hallar un vecino matancero descendiente directo o mestizado de aquellos querandíes primigenios, por lo cual el lazo sanguíneo con aquel pasado está roto, y por lo tanto el vínculo histórico-nemónico también, debiendo entonces reconstruirlo desde la nada con el trabajo de historiadores, arqueólogos, docentes y agentes culturales diversos.

Sus preocupaciones se centran en las exigencias del vivir diario, la salud, la familia, la vivienda, la supervivencia. Poco tiempo queda para pensar en los habitantes de un remoto pasado para ellos con el cual reiterase, además, no tienen ninguna relación de descendencia o territorialidad personal.

Aunque exista una estación ferroviaria bautizada Querandí, es dudoso que tenga un significado para quienes viven en su entorno o pasan por allí rumbo a sus ocupaciones.

Entonces ¿Para qué rememorar este pasado patrimonial histórico? Se supone que la forma de crear conciencia de pertenencia a la localidad por parte de sus habitantes no solo pasa por las contribuciones al bienestar de sus vidas, sino al conocimiento del pasado que les da coherencia lógica a sus existencias y pertenencia a un lugar en el mundo.

En esto la historia juega un papel primordial, no como información congelada en la frialdad de un monumento, la dureza de una placa o las páginas solemnes de los textos, sino como una presencia viva que golpea al ciudadano de hoy permanentemente, a través de la visión de los lugares y el contacto físico con las huellas del pasado que dan la noción de conexión y profundidad en el tiempo. Se trata de adquirir conciencia, independencia y soberanía, y en ello el saber que la historia de los habitantes de estos pagos es anterior la llegada de los
castellanos es una herramienta vital.

Los querandíes poblaron el lugar, hicieron uso de sus recursos, lucharon por la conservación de su cultura, su independencia y su dignidad como hombres libres, por que tenían clara conciencia de su lugar en el mundo, su ser, y su relación con el medio que les daba la vida y su ser.

Los habitantes de La Matanza de hoy ¿Son capaces de luchar por su cultura, su independencia y su dignidad? Y ¿Tienen conciencia de su lugar en el mundo y su relación con el medio que les da vida? Quizás ahí esté el enlace entre los matanceros argentinos de hoy y sus primigenios habitantes.

La Junta de Estudios Históricos de La Matanza es un espacio destinado a la memoria y está al servicio de la comunidad. Se puede solicitar información por e-mail a juntahis@unlam.edu.ar o consultar nuestro archivo personalmente de Lunes a Viernes en el horario de 10 a 18 hs en la Universidad Nacional de La Matanza, Florencio Varela 1903, San Justo. El teléfono es 4480-8967.

NOTAS AL PIE

1 Austral Antonio, “ La Prehistoria Reciente del Área Metropolitana y del Norte de la Provincia de Buenos Aires”, VI Congreso Internacional de Historia Americana de Buenos Aires, Tomo 3, Buenos Aires, 1982, pp 357. Conlazo Daniel, Los Indios de Buenos Aires (siglos XVI-XVII), Ed. Búsqueda Yuchan, Buenos Aires, 1990, pp 73.

2 Ottonello Maria y Lorandi Ana, Introducción a la Arqueología y Etnología, 10
años de Historia Argentina, Ed.- EUDEBA, Buenos Aires, 1987, pp 126.

3 El texto completo puede leerse en varias fuentes. Garay repartió entre sus hombres caciques a los que correspondían sus poblaciones, sin mencionar territorios específicos de ocupación de estos. Los querandíes eran 17 y se menciona al encomendero de ellos. Ver: Canals Frau Salvador, Los Indios del Distrito de Buenos Aires Según Repartimiento de 1582, pp 17 y 33.

4 A Juan Ruiz de Ocaña le toco “la nación caltis con todos los indios sujetos a ella” del cacique Cubozote. Ver: Canals Frau Salvador, Ob. cit., pp 11 y 17.

5 Conlazo Daniel, “Sitio de Contacto Hispano Indígena de los Alrededores de Buenos Aires” en Revista Historia Bonaerense del Instituto Histórico del Partido de Morrón Año II Nº 6, Buenos Aires, Junio de 1995, pp 15.

6 Conlazo Daniel, Ob. Cit, Ed. Búsqueda Yuchan, pp 74.

7 Austral Antonio, Ob. Cit., pp 359.

8 Canals Frau Salvador, Ob. Cit., pp 36.

9 Austral Antonio, Ob. Cit., pp 353 a 354.

10 La Bibliografía consultada no acuerda en designar al río en cuestión “Matanzas” o “Matanza”, incluso en obras del mismo autor. Aquí por ello se designará convencionalmente “Matanza”. (N de A)

11 Provincia fitogeográfica paranaense de la región neotropical abarcatoria desde el Delta del Río Paraná hasta Punta Lara (selva ribereña palústica, acuática, juncal, pajonal), clima templado sin estación seca con verano cálido. (N de A)

12 A decir de los geólogos los estratos arianense, aymarense y platense sucesivamente y hacia abajo. (N de A)

13 Conlazo Daniel, “Resultados de una Retrospección en el Curso Inferior del Río Matanzas”, en ADEHAN Nº 1, Ed. Asociación Estudios Históricos Arqueológicos Región Pampeana, Buenos Aires, 1982, pp 8.

14 Conlazo Daniel, Ob. Cit., ADEHAN Nº 1, pp 1.Marcelo Bórmida llegó a la Argentina en los años veinte, alcanzando luego gran prestigio en la comunidad arqueológica argentina. De origen italiano había tenido que dejar su país a causa de la persecución del fascismo de que fue víctima (N de A)

15 Conlazo Daniel, Ob. Cit, ADEHAN Nº 1, pap 8.Conlazo Daniel, Ob. Cit., Búsqueda Yuchan, pp 228. Rusconi Carlos, Alfarería Querandí de la Capital Federal y Alrededores” en Sociedad Científica Argentina, Anales Tomo 129, Buenos Aires, 1940, pp 259

16 Entre otros: Reid, Moreno, Zeballos, “Una Excursión Orillando el Río Matanza”, en Sociedad Científica Argentina, Volumen 1, Buenos Aires, 1876. Villegas Basavilbaso Florencio, “Un Paradero Indígena en la Margen Izquierda del Río Matanza, en Relaciones de la Sociedad Argentina Antropológica, Tomo 1, Buenos Aires, 1937.
Rusconi Carlos, Ob. Cit.
Pastore Marta, “Yacimientos Arqueológicos de la Cuenca – Río Salado y del Río Matanzas” en Actas, IV Congreso de la Cuenca del Plata, R. O. del Uruguay, 1974.
Conlazo Daniel, OB. Cit, ADEHAN Nº 1
La lista de jefes de campañas arqueológicas sin embargo es más extensa y no se consignan todas aquí, como tampoco los especialistas que en obras generalistas han abordado el tema en cuestión. Por esa razón este informe incluye un glosario de obras, comentadas algunas de ellas referidas a esta temática. (N de A).

17 Conlazo Daniel, Ob. Cit., ADEHAN Nº 1, pp 9 y 10.

18 Rusconi Carlos, Ob. Cit., pp 262 a 2964.

19 Conlazo Daniel, Ob. Cit., Búsqueda Yuchan, pp 49.

20 El método consiste en superponer filamentos de adobe en forma de chorizos hasta lograr la figura deseada, ya que en América era desconocido el torno alfarero. (N de A).

21 Conlazo Daniel, Ob. Cit., ADEHAN Nº1, pp 22 y 23.

22 Conlazo Daniel, Ob. Cit., ADEHAN Nº1, pp 22 y 23.Para la datación de estos sitios Daniel Conlazo cita a E. M. Cigliano, autor de “Arqueología del N. E. de la Provincia de Buenos Aires”, en Anales de la Comisión de Investigación Científica de la Provincia de Buenos Aires, 4, La Plata, 1963. También Antonio Austral en “La Prehistoria Reciente del Área Metropolitana y del Norte de la Provincia de Buenos Aires” en VI Congreso de Historia Americana, Tomo 3, Octubre de 1982, realiza consideraciones similares. (N de A).

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