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“Día de la raza”: 524 años de exterminio, discriminación y resistencia
Por Herman Schiller / La Izquierda Diario - Tuesday, Oct. 11, 2016 at 6:42 PM

En este feriado largo con que el sistema racista celebra el 12 de octubre, nosotros recordamos los 524 años de genocidio y discriminación que sufrieron los indígenas de estas tierras.

“Día de la raza...
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Domingo 9 de octubre

Antes de que el gobierno radical de Hiplito Yrigoyen cometiera tres de los hechos ms aberrantes de las primeras dcadas del siglo XX: la Semana Trgica en el Buenos Aires de 1919, las matanzas de la Patagonia trgica de 1921 y las masacres perpetradas, tambin en 1921, en el norte de Santa Fe por impulso de la empresa britnica La Forestal, ocurri que las autoridades, en un sbito rapto de exacerbada hispanofilia, decidieron en 1917 imponer el 12 de octubre como feriado nacional en Argentina, rotulndolo al mismo tiempo con el pomposo ttulo de Da de la raza.

(93 aos despus, ante la presin popular y la creciente toma de conciencia de la tragedia indgena, el Poder Ejecutivo, en uno de sus habituales giros oportunistas, decidi cambiarle el nombre por Da de la diversidad cultural americana. Pero, eso s, igual que en los das de Yrigoyen, manteniendo el carcter de feriado oficial).

El 12 de octubre de 1492, cuando los europeos llegaron a estas playas para descubrir y expoliar aquello que denominaban frvolamente nuevas tierras, lo que se inici en realidad fue una poltica sistemtica de exterminio de las civilizaciones que estaban en estas latitudes desde siempre. Con lenguaje actual diramos que lo que comenz en esa fecha trgica y emblemtica fue un gigantesco operativo de terrorismo de Estado. Cuyo punto de partida se dio con los pueblos originarios del siglo XV, sigui con los afrodescendientes norteamericanos explotados y reducidos furiosamente a la servidumbre, y contina en nuestros das con las preciosas vidas suprimidas por el gatillo fcil y la tortura en el conurbano bonaerense, o con los secuestros y desapariciones de estudiantes en Ayotzinapa, estado de Guerrero, Mxico, o con la criminalizacin de las organizaciones sociales de Honduras y buena parte de los dems pases de Amrica latina y el Caribe, o con los prolongados encarcelamientos de mapuches en Chile o con la persecucin y el asesinato de los qom, pilag, wich, guaranes y otras naciones del norte argentino que reclaman legtimamente contra el saqueo de lo que es suyo.

Y, como siempre, las vctimas de este suelo fueron convertidas en victimarios y denominadas salvajes, abriendo la eterna historia que se viene desarrollando desde el poder para blanquear a los genocidas.

Amrica

Amrica es el nombre que los asesinos conquistadores le colocaron al continente. Pero el lder aymara Constantino Lima Chvez, ms conocido como Takir Mamani (1933) impuso el nombre de Abya-Yala, difundido antes que nadie por el pueblo kuna de Panam.

El nombre, que significa tierra en plena madurez o tierra de sangre vital, ya es utilizado por los indgenas en sus documentos y declaraciones juradas, porque colocar nombres forneos a nuestras villas, ciudades y continentes es equivalente a someter nuestra identidad a la voluntad de nuestros invasores y sus herederos.

Takir, que es el nombre de guerra empleado en sus luchas y acciones polticas, fue perseguido y enviado al exilio por la dictadura de Hugo Banzer (1971-78). A su retorno a Bolivia fund el movimiento Tupaj Katari en 1978.

Las cifras difieren segn la fuente, pero el exterminio cost la vida de no menos de setenta millones de seres humanos. Civilizaciones enteras, que haban desarrollado su cultura durante siglos y sus formas de apreciar la naturaleza y la relacin humana, fueron destruidas.

El imperio de los incas, para citar simplemente un caso emblemtico. El imperio de los incas, que el francs Louis Baudin (1887-1964) denomin El imperio socialista de los incas, en su libro publicado en 1940, fue avasallado por la voracidad de los colonialistas, insaciables de riquezas e insaciables de sangre indgena.

Exterminio

A fines del siglo XV, segn lo plante el antroplogo brasileo Darcy Ribeiro (Montes Claros, Minas Girais, 26 de octubre de 1922 - Brasilia, 17 de febrero de 1997), en el momento en que los conquistadores europeos arribaban a estas playas, existan en el continente aproximadamente setenta millones de indgenas.

Un siglo despus, de acuerdo a la misma fuente, solo quedaban unos tres millones y medio, es decir hombres y mujeres que, despus de haber sufrido la autodenominada conquista de Amrica, quedaron en la indigencia, ya que no pudieron usar ni gozar de las tierras que ellos haban ocupado desde siglos.

El exterminio de la poblacin lugarea fue casi total, tanto en las condiciones infrahumanas en las que fueron tratados los aborgenes -segn document el propio Ribeiro- como por el suicidio en masa que existi en muchas comunidades cuando visualizaban que la miseria y la esclavitud era su nico destino.

Nuestros padres, abuelos o bisabuelos vinieron a estas latitudes huyendo de la pobreza o de la persecucin. No saban que venan a asentarse en un lugar que antes haban pertenecido a los kollas, a los aztecas, a los pilag, a los guaranes, a los wich, a los qom, a los mapuches, a los tehuelches, a los totonacas, a los huarpes, a los matacos, a los diaguitas, a los calchaques, a los sioux, a los mayas y a tantos otros pueblos exterminados o alejados de su tierra natal.

Tampoco hay mucha conciencia en los hijos, nietos o bisnietos de los inmigrantes europeos sobre la injusticia cometida. Los regmenes explotadores siempre se las han arreglado para enfrentar a pobres contra pobres. De todos modos no puedo dejar de admitir que, al escribir este trabajo, me embarga un sentimiento dual, quizs esquizofrnico, porque esta nota, sin duda, est destinada a reivindicar a los pueblos originarios. Pero, por el otro lado, no me siento tan bien, porque pienso que a lo mejor este escrito pueda formar parte de la mala conciencia de los blancos por los crmenes cometidos por los indgenas.

De todos modos estoy aqu y tengan la ms absoluta seguridad de que el autor de estas lneas, hijos de inmigrantes que llegaron ac escapndole al genocidio de ultramar, est un milln de veces ms cerca de los hermanos indgenas que de los blancos explotadores y asesinos que han cometido tantos crmenes en nombre de sus pautas culturales que ellos consideraban superiores.

Educacin y cultura

La educacin escolar que exalta los exterminios y la cultura de los blancos, especialmente el cine de Hollywood, hicieron estragos.

Los indios, en esa percepcin maniquea, falsificada, eran los malos e incultos; y los blancos, muchas veces personificados por John Wayne, eran los sacrificados idealistas que venan a difundir aqu sus formas especficas de vidas.

Eso dice la cultura oficial. Eso dicen los historiadores del sistema. Eso dicen los educadores oficialistas. Eso dice el cine. Eso dice la televisin.

Pero nosotros sabemos muy bien quines fueron los verdaderos asesinos. Y quines los que cometiron los crmenes ms aberrantes.

Quiero detenerme especialmente en un episodio relativamente reciente, pero que es el smbolo de todos los genocidios, de antes y de ahora.

Me estoy refiriendo a lo que la historiografa oficial argentina conoce como conquista del desierto y que tuvo como jefe visible al general Julio A. Roca. En julio de 1878, al hacerse cargo del Ministerio de Guerra y Marina, Roca puso en marcha su plan de exterminio.

Roca estaba dispuesto a terminar con la poblacin indgena del sur (los infieles, como los denominaban, en esa poca), para afirmar lo que l llam la soberana nacional.

En ese mismo mes, en julio del 78, cada comandante de frontera recibi la orden de invadir las tierras de los indgenas.

Y Roca us una palabra que, medio siglo despus, utilizaran los nazis: hay que emprender rpidamente una campaa de limpieza. La higinica orden tena como objetivo avanzar con prontitud hasta la lnea del Ro Negro y, en lo posible, no dejar a nadie con vida.

En una carta que, en esos das, Roca le mand a Adolfo Alsina, su antecesor en el cargo, hablaba del xito de la campaa y se vanagloriaba de que lo que l denominaba fuerzas nacionales pudieron eliminar al grueso de los contingentes indios y a sus principales caciques.

Roca personalmente comand la matanza. Fueron asesinados miles de indgenas, entre ellos ancianos, mujeres y nios. Y el objetivo que perseguan lo lograron con creces, incorporando al dominio soberano y efectivo de la Nacin una superficie territorial de 15.000 leguas, contenida entre la antigua y nueva frontera que, en ese momento, alcanzaba la margen septentrional de los ros Negro y Neuqun.

Roca, sin embargo, no qued satisfecho con este primer avance y cuando asumi la presidencia de la Repblica en 1880, emprendi nuevas operaciones de exterminio. El objetivo, nuevamente, era limpiar la regin. Y para eso facult a su Ministro de Guerra, general Benjamn Victorica, a seguir matando indgenas sin miramientos. La etapa final de la cacera se desarroll en el corazn de la Patagonia. La heroica resistencia indgena no fue suficiente y la desproporcin de fuerzas y de organizacin militar coadyuvaron en el resultado final.

En 1883, cinco aos despus de que Roca iniciara su sangriento periplo, todava vagaban por ese territorio algunas tribus rebeldes reunidas bajo el mando del cacique Sayhueque. Para acabar definitivamente con ellos, el gobernador de la Patagonia y su guarnicin, general Lorenzo Wintter, emprendi otra campaa de aniquilamiento que se desarroll entre 1883 y comienzos de 1885.

En esta ltima campaa dieron muerte a unos 3.700 indgenas combatientes y a un nmero muy alto y no determinado de integrantes de las tribus. El general Wintter (1842-1915, de origen alemn), en su informe al general Roca, anunci: "Me es altamente satisfactorio y cbeme el honor de manifestar al Superior Gobierno y al pas, que ha desaparecido para siempre en el Sud de la Repblica toda limitacin fronteriza contra el salvaje.

El rgimen expoliador estaba eufrico por la sangre derramada. Y se refregaron las manos los terratenientes que incorporaron a sus posesiones aquellos suelos arrancados a los indgenas.

(Nuestro querido Osvaldo Bayer estudi in extenso de qu modos esos despojos originaron la Sociedad Rural encabezada por la familia Martnez de Hoz).

Genocidas de Roca a Videla

Roca y los suyos respiraron tranquilos. La oligarqua comenz a hacer grandes negocios, catapultando a la Argentina ganadera y agroexportadora. Y entonces fue cuando decidieron abrir la inmigracin, suponiendo que los pobres de Europa iban a convertirse aqu en una mano de obra mucho ms dcil que la de los indios y gauchos indmitos.

Pero se equivocaron, porque aquellos inmigrantes europeos, que traan las ideas revolucionarias de sus pases de origen, se inclinaron tambin por la desobediencia y la bsqueda de justicia.

Entonces empezaron otras luchas y otras confrontaciones, la del proletariado anarquista y socialista, que gener otros instrumentos represivos como la Ley de Residencia, que en 1902 impuls el presidente Roca bajo inspiracin del novelista y senador Miguel Can (1851-1915).

Cien aos despus, en 1978, otra dictadura genocida, la del general Jorge Rafael Videla, resolvi celebrar el centenario de aquella matanza que volvi a ser denominada como Campaa del desierto

Videla celebrando a Roca es un poco el smbolo de la unidad de los genocidas de distintas pocas en una Argentina que, parafraseando al escritor peruano Ciro Alegra (1909-1967), siempre fue ancha y ajena.

Boleslao Lewin (Lodz, Polonia, 1909 - Buenos Aires, 1988), escritor e investigador judo que se radic en la Argentina huyendo de los pogromos de su tierra natal, rpidamente se identific con la tragedia indgena y, a principios de la dcada del 40 (cuando sus familiares y compaeros eran exterminados por los nazis en Europa), public aqu su monumental biografa de Tpac Amaru, en la que document de qu modo el imperio socialista de los incas fue avasallado por la criminalidad de los godos, vidos de riquezas y de sangre india.

Por eso levantamos las banderas de los dos rebeldes que se llamaron Tpac Amaru, el del siglo XVI, que fuera asesinado en la Plaza del Cuzco por las huestes del virrey Toledo. Y el del siglo XVIII, que naci con el nombre de Jos Gabriel Condorcanquui y que, despus de liderar uno de los levantamientos ms sublimes de la historia de la humanidad, fue asesinado tambin en El Cuzco junto a su fanilia. Las banderas revolucionarias de Tpac Amaru son las nuestras.

Recuerdo

Hoy, en este feriado largo con que el sistema racista celebra el 12 de octubre, nosotros recordamos los 524 aos de genocidio y discriminacin que sufrieron los indgenas de estas tierras.

Sus luchas actuales, por la memoria de lo que pas y por las humillaciones y exterminios que siguen sufriendo hoy, son tambin de los luchadores actuales que estn enfrentando el terrorismo neoliberal macrista.

Hermanos aborgenes. Hermanos de los pueblos originarios. Este hermano, este hijo de inmigrantes judos que escaparon aqu por otros exterminios, los saluda.

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