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El monumento de la eterna polémica
Por Diario Río Negro - Monday, Oct. 09, 2017 at 6:08 PM

BARILOCHE. La estatua de Roca no estaba prevista en el diseño original del Centro Cívico en Bariloche. Su inclusión se ha convertido en las últimas décadas en un símbolo de la grieta de la historia. ¿Conservarlo, trasladarlo, reemplazarlo? El debate está abierto.

El monumento de la e...
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DANIEL MARZAL

08 OCT 2017 - 11:09

FOTO: Pintadas y grafitis. Aparecen tras cada manifestación. Empezaron luego del regreso de la democracia, en los 80. (Foto: Fotos: Alfredo Leiva / Archivo)

Uniforme militar, el caballo casi incorporado a su cuerpo, un abrigo calzado al descuido, sin las mangas, y la vista en el horizonte. Así aparece retratado el general Julio Roca en la elocuente estatua de bronce que domina desde hace 77 años la plaza del Centro Cívico.

El escultor Emilio Sarniguet y quienes le encargaron la obra dejaron en claro que Roca está allí no tanto por haber sido presidente en dos períodos, sino por su rol como gestor y ejecutor de la llamada “campaña del desierto”: una arremetida militar que se propuso desapoderar a las comunidades aborígenes de sus tierras para sumarlas al “patrimonio nacional”. Aunque esto último no haya sido exactamente así, ya que las vastas regiones de la Norpatagonia que fueron despobladas a la fuerza quedaron en manos de un puñado de familias adineradas. El historiador y docente Daniel Fuentes subraya esto último como un rasgo particular y determinante de la conquista, “que en ningún momento benefició a las mayorías: ya que el reparto fue 70 mil hectáreas para una familia influyente, 50 mil hectáreas para otra, y así. Un plan que ya estaba en la concepción original, porque no en vano la campaña militar iba en simultáneo con el relevamiento de las tierras que eran aptas”.

La polémica sobre el monumento a Roca ubicado en la plaza central de Bariloche tomó vuelo en los años 80 y rebrota cíclicamente, al calor de los reclamos de las comunidades indígenas y también de determinadas fechas de fuerte significación. Entre ellas el 12 de octubre, en el que se recuerda la llegada de los primeros europeos a América y que los pueblos originarios identifican como el momento inicial del avasallamiento.

En los últimos años hubo numerosos reclamos para que el monumento sea retirado de la plaza. Pero también se alzaron voces en defensa de Roca y de su legado. Las expresiones públicas fueron desde las pintadas de “escrache” y protesta, las intervenciones artísticas, las marchas y junta de firmas, hasta una movilización realizada hace cinco años en la que la estatua fue atada con sogas para voltearla, pero (forcejeo y discusiones mediante) lo impidió la policía provincial.

Son varios los que creen que la forma de zanjar el diferendo sería reubicar la estatua de Roca en la escuela militar de montaña. Algunos proponen reemplazarla por una imagen del perito Moreno y otros colocar en el lugar un nuevo monumento que recuerde a “todas las víctimas de las guerras de conquista”.

El secretario de la comisión de Pueblos Indígenas del Senado, Darío Rodríguez Duch, sostiene que “si hay decisión política se lo podría sacar”, pero él preferiría que se genere “un agite, un gran debate que derive en un plebiscito”. Aclara que la estatua debería ser “trasladada, no destruida”.

Recuerda que “el único plebiscito que tuvo Bariloche fue por un supermercado”, y ahora que la ciudad se declaró “municipio intercultural” bien podría darle contenido con un plebiscito sobre el homenaje a Roca.

El candidato a diputado nacional por el PRO, Sergio Capozzi, opina también que deberían reinstalar a Roca “en la entrada al regimiento” y es de los que creen que ese lugar debería estar reservado a Moreno. A su juicio, Roca fue “uno de los presidentes más iluminados”, pero no le pasa desapercibido que en el monumento “está con uniforme militar”, lo cual “desde lo simbólico” resulta inapropiado parea ese lugar.

“Yo propuse también en su momento que en la rotonda de acceso haya un monumento a los descendientes de los pueblos originarios, los descendientes de europeos y todo lo que conforma la sociedad de Bariloche”, agrega Capozzi.

Un cambio de planes

En el diseño original del Centro Cívico, concebido en los años 30, no había espacio alguno reservado a Roca.

La estatua apareció después, por iniciativa de Ezequiel Bustillo (presidente de Parques Nacionales), como recurso para lograr el financiamiento necesario para la obra, ya que el hijo de Roca era en aquel momento ministro de Relaciones Exteriores.

El arquitecto Gonzalo de Estrada, cuyo padre fue el creador del complejo arquitectónico que rodea al monumento, recuerda cada vez que puede aquel equívoco y lo subraya como uno de los factores que justificarían cambiar la estatua de lugar.

El otro es que su presencia allí es y será motivo de “conflicto permanente”.

En contraposición, el concejal de PRO Daniel González señala que todo el complejo está “protegido por ley” y hay que ser “respetuoso de lo que ya está”. Dice sin rodeos que es partidario de mantener a Roca en su lugar y recuerda que “hay otro sitio creado por ordenanza como ‘plaza de la memoria’ y que está pensado para contener todas las expresiones que no tengan lugar en el Centro Cívico. La idea es que cada uno pueda rendir tributos de acuerdo a su pensar”.

Identidad e inclusión

Daniel Fuentes evita los simplismos y propone darle otro espesor a la controversia. Considera que “vale la pena cuestionar” la presencia de Roca en el Centro Cívico y llegado el caso “sacarlo de ahí”. Pero entiende que lo más importante es ir un poco más allá, “discutir sobre la discusión” y reflexionar más bien “sobre la restricción de derechos”. Según el historiador, “en la región existe una visión histórica que se remonta al mitrismo, es decir a una fabulación que lleva a pensar que la historia escrita en el siglo XIX es la única válida”. Mientras que su postura es “más cercana a la línea que después lleva a fundar el concepto de genocidio”.

En su libro “El descuartizador de San Carlos de Bariloche” (2013, Ediciones de los Cuatro Vientos), Fuentes reflexiona sobre la construcción de identidad en la sociedad local y señala que “la discusión sobre la estatua puso en el tapete los proyectos exclusivos que signaron a la ciudad durante décadas y las nuevas reivindicaciones inclusivas.

El problema no está solamente en sacar o no la estatua, sino en los ‘sentidos’ que adquiere este monumento a la luz del pasado y del presente; en los significados que encierra, los silencios que guarda y los gritos desgarrados que ahoga”.

Escribe también que “la erradicación de la estatua de Roca de su lugar actual significará algo saludable: desplazar el sentido del genocidio vinculado al Estado. Roca no defendió la soberanía nacional ni la nacionalidad. Defendió, eso sí, los intereses de una clase social privilegiada, minoritaria y excluyente de las mayorías populares”.

En defensa del general

El historiador Luis Alberto Romero sobre Roca: “Jefe de las tropas de un incipiente Estado que buscaba definir sus fronteras, ejecutó una acción bastante lógica en términos del Estado: consolidar la soberanía territorial y definir las fronteras. Probablemente le preocupaba mucho más la disputa con Chile que la lucha con los aborígenes del sur (...)

Es cierto que encabezó la acción militar en contra de los imperios del desierto. ¿Había otra posibilidad? Quizá sí, pero incierta. Tal como estaban las cosas a fines del siglo XIX, había un territorio y dos organizaciones políticas que aspiraban a controlarlo y a establecer una soberanía (...)

El Estado argentino, como cualquier otro de su época, estableció su soberanía por la fuerza. Ciertamente, eso no significa que los vencidos debían ser exterminados, pero me parece que las acciones conducidas por Roca estuvieron muy lejos del exterminio y muy cerca de lo que en la época era habitual: controlar posibles insurrecciones disolviendo los grupos potencialmente peligrosos y procurar diferentes caminos de inserción en el nuevo Estado.

Si el Estado argentino hiciera esto hoy sería condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se invocarían con razón los tratados internacionales y Roca sería acusado ante el Tribunal de La Haya. Pero eso es lo que ocurriría hoy, con nuestros valores actuales”.

“Una investigación exhaustiva sobre el despojo”

Mauro Millán es el lonko de la comunidad Pillan Mahuiza, una recuperación de tierras que tiene ya 18 años, en cercanías de Carrileufu y Corcovado, en el centro oeste de Chubut.

En su opinión, si la imagen de Roca se transforma en una discusión “porque hay un sector de la sociedad que lo justifica y lo avala”, aunque “el trasfondo histórico es desconocido para la mayoría, salvo para los que tienen intereses muy específicos”.

Millán estuvo días atrás en Bariloche para presentar su libro “Pangui ñi pünon. Las huellas del puma” y relató su experiencia de lucha en las reivindicaciones territoriales y culturales de su pueblo. Consultado por este diario dijo que retirar o reemplazar la estatua de Roca “tiene sentido si no es por demagogia”. Para él, la prioridad es realizar y difundir “una investigación exhaustiva sobre el despojo”, que pongan en crisis “las teorías sobre el chilenismo mapuche” y que incluyan “una autocrítica colectiva y profunda” sobre el tema. Otra mirada es la que aporta Luis Pilquimán, coordinador para la Zona Andina del Parlamento Mapuche de Río Negro. Considera que “hubo distintas etapas” en el debate sobre la figura de Roca y la sucesión de repudios “en alguna medida ha logrado que la sociedad los asuma”, aunque no está seguro de que lo mejor sea sacarlo de la plaza.

“El monumento se deconstruye de otra forma –señala Pilquimán–. Por ejemplo, al lograr una mirada indígena en todo el proceso de educación, de formación, en lo social. Saber qué fue realmente la Conquista del Desierto”.

Dice también que la estatua bien podría tener un destino parecido a la ESMA, que fue “resignificado”, sin demolerlo ni reemplazarlo por otra cosa.

“El proceso violento que se ha generado con nosotros no hay que repetirlo con el resto de la sociedad –asegura el dirigente–. Y la estatua se sacará cuando llegue el tiempo, no es urgente. Mientras esté allí servirá para profundizar el debate, como no se ha dado hasta el momento”.

Fechas, datos y nombres

1979. El general Roca dirigió la llamada Campaña del Desierto, una avanzada militar que mató o desplazó a la fuerza miles de indígenas y los despojó de sus tierras.
1880/1886. Primera presidencia de Roca.
1898/1904. Segunda presidencia de Roca.
3 de mayo de 1902. Roca firmó el decreto que creó la colonia agrícola Nahuel Huapi, tomada luego como fundación oficial de la ciudad.
17 de marzo de 1939. Se inaugura el Centro Cívico, sin estatua alguna. La autoría: el arquitecto Santiago de Estrada. Desde entonces alberga a las principales instituciones de gobierno.
14 de enero de 1940. Queda inaugurado el monumento a Roca en el centro de la plaza. Fue modelado en bronce por el escultor Emilio Sarniguet, a pedido de Exequiel Bustillo.
1987. El Centro Cívico fue declarado monumento histórico nacional.
1999. Por ley de la Nación el Centro Cívico fue transferido a jurisdicción municipal.

“Todo el complejo está protegido por ley y hay que ser respetuoso de lo que ya está (...) Hay otro sitio creado como ordenanza: la Plaza de la Memoria”.
Daniel González, concejal del Pro en Bariloche.

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