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驴Todos quieren ser Goebbels? Infiltraciones ideol贸gicas colonizantes
Por Fernando Buen Abad -
Saturday, Jun. 30, 2018 at 11:14 AM
29 de junio de 2018 | Una ilusi贸n manipuladora -no confesada- se desliza como si fuese el non plus ultra de toda Comunicaci贸n y Cultura. Se trata de un estereotipo ideol贸gico que anhela controlar conciencias y conductas, al estilo nazi-fascista, como si se tratase de un logro t谩ctico y estrat茅gico para dirigir a las masas, milim茅tricamente, en lo objetivo y en lo subjetivo. Una especie de poder鈥渋luminado鈥 por el 鈥淧oder鈥 para acarrear al 鈥渞eba帽o鈥 por el camino de la subordinaci贸n placentera. Deseo perverso empe帽ado en comerciar con las conductas de los pueblos. Si lo saben, mal鈥 si no lo saben peor.
Algunos anhelan que 搖na frase, 搖na imagen, 搖n mensaje攨 tengan el poder, por s, para de convencer a los destinatarios de ser y hacer lo que quieren los genios de la comunicaci髇 fabricantes de publicidad o propaganda, as se disfrace de periodismo, cine, televisi髇, radio o 搃nfluencers en internet con sus 搑edes sociales. El fetichismo de la comunicaci髇 individualista y mercantilizada.
Desde su perspectiva, la ideolog韆 de la clase dominante se las ingenia para imponer su reduccionismo satanizador contra la clase trabajadora como el enemigo del 揵ienestar. En los trabajadores forjan un enemigo 鷑ico. Contra los trabajadores se re鷑e a todas las fuerzas disponibles para constituirse en un sector acosado por la rebeld韆 de la clase subordinada. Entonces cargan sobre los pueblos los errores y defectos propios mientras se victiman y emprenden ataques inventando amenazas. Inventan su concepto de lo 損opular bajo el supuesto de que el pueblo no es inteligente y los mensajes han de ser ideados para no exigir esfuerzo intelectual y siempre sea f醕il de olvidar. Tal como indicaba Goebbels: 揝i no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Para los Goebbels de gabinete no hay l韒ite a la exageraci髇 y la desfiguraci髇. Todo acontecimiento es susceptible de ser convertido en 揳menaza grave. Es el viejo negocio de asustar al burgu閟 propio para que financie ciegamente toda represi髇. Se educa los mass media con la idea peregrina de que 搮debe limitarse a un n鷐ero peque駉 de ideas y repetirlas incansablemente攨 揝i una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad. Incluso de la repetici髇 hasta la n醬sea, pretenden hacer su renovaci髇. Para eso se empe馻n en imponer 搃nformaci髇 y silogismos ef韒eros dichos como si fuesen verdades eternas. Eso se logra s髄o con el desarrollo de un modelo de indiferencia tozuda ante todo lo que los pueblos denuncian y repudian. Y todo eso a condici髇 de que parezca verdad. No importa cu醤tas fuentes haya que silenciar o cu醤tas falacias haya que infiltrar para garantizar el reino del enga駉. Cultura 揻ake.
Tal filosof韆 de la manipulaci髇 s髄o funciona al precio de silenciar a los pueblos. Cortarles toda posibilidad de comunicaci髇 independiente al discurso hegem髇ico a su l骻ica y su est閠ica. Y, principalmente, tal filosof韆 de la comunicaci髇 hegem髇ica ha de operar sobre las bases de su propia tradici髇 dominante y de la necesidad de trascender los planos de lo material para convertirlos en cultura y en arte que los pueblos subordinados deben aprender a disfrutar. Eso incluye amar a toda la parafernalia alienante, sus 韉olos y sus h閞oes, sus fiestas y sus ritos como si fuesen propios. Gozar la subordinaci髇, disfrutar la esclavitud y principalmente ense馻r a los pueblos a agradecerla con aplausos y con raiting. Dicho de otro modo, consolidar una cultura de la subordinaci髇 que se divierte sumiso con cualquier chatarra material e ideol骻ica que le imponga el aparato de comunicaci髇 y cultura dominante. Y convencerse de que es lo mejor que la humanidad ha conseguido, que debe defenderlo con su vida y ha de heredar a su descendencia.
Tal paradigma de la dominaci髇 cultural y medi醫ica, con su ilusionismo de genios goebbelianos, es un un dispositivo ideol骻ico amasado, larga y corporativamente, en la progresi髇, hasta hoy imparable que implica acumulaci髇 de las herramientas de producci髇 de sentido y la dominaci髇 de los campos sem醤ticos que reducen los contenidos de casi todo pensamiento a sofismas de mercado dogmatizados. Al servicio de esto compiten desaforadamente personas y empresas para convencernos (y convencer a sus clientes) de que sus 揷ampa馻s y sus 搃deas son la soluci髇 m醙ica a la crisis de sobreproducci髇 que ahoga al capitalismo y a los focos de rebeld韆 y revoluci髇 que proliferan, por todo el planeta, como signos claros de hartazgo ante los estragos del capitalismo contra la humanidad y contra el planeta todo.
Pero el ilusionismo de los disc韕ulos de Goebbels termina cuando la realidad toma la palabra. No pocos de sus feligreses desesperan si las f髍mulas de la dominaci髇 no funcionan como dicen sus manuales. Y es que olvidan la inteligencia din醡ica del pueblo trabajador que es infatigable en su resistencia simb髄ica aunque luche en condiciones asim閠ricas. Incluso las 搗ictorias comunicacionales hegem髇icas se diluyen en lo ef韒ero de sus intereses y sus fundamentos convertidas en fuente de creatividad para que los pueblos produzcan humor, sarcasmos, iron韆s, cancioneros, dramaturgias y todo tipo de guerrilla semi髏ica que, m醩 temprano que tarde, ayudan a conjurar los efectos de las ofensivas hegem髇icas a condici髇 de que medie una lucha (o un conjunto de luchas) desde el campo laboral, el campo de las ciencias, el campo de las artes o de cualquier g閚ero desigual y combinadamente.
El mito del genio goebbeliano en Comunicaci髇 y Cultura es una mercanc韆 m醩 que el sistema se vende a s mismo -y a sus v韈timas- para hacerse pasar por invencible. Eso no implica que sea inocuo ni implica que sus maquinarias sean f醕iles de vencer. Lo que implica es que, adem醩 de mostrarnos muchas de nuestras debilidades, evidencia la urgencia de trabajar para desmontar todas sus parafernalias y dejar en claro que el 鷑ico verdadero genio creador de las estrategias m醩 efectivas, a largo plazo, es el pueblo en lucha emancipadora. De esa lucha emergen y han emergido siempre las estrategias y las herramientas m醩 poderosas que, en todas sus variables, constituyen un patrimonio extraordinario al tiempo que un desaf韔 permanente. Acaso, una de nuestras mayores derrotas y deudas, consiste en no haber sabido compendiar todas esas victorias en un mapa general que nos permita reconocernos victoriosos en semejante lucha. Tambi閚 nos han balcanizado en conocimiento sobre nuestras propias fortalezas y victorias. El colmo.
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