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Sur, paredón, y después
Por Rolando Lazarte - Tuesday, May. 14, 2002 at 4:49 AM
lazarte@sobral.org

Entre los años 1974 y 1983, la Argentina fué sometida a una "guerra de baja intensidad", destinada a amedrentar a la población y permitir la super-explotación del capitalismo salvaje (el mal llamado "neolioberalismo"). A pesar de los golpes recibidos, los argentinos renacen, resisten, se reorganizan.

Sur, Paredón, y Después

Rolando Lazarte
Traducción: Gita Lazarte y María de Oliveira Ferreira Filha.

Octubre. En Octubre de 1997, la ADUFPB lanzaba el número 2 de la Revista ADUFPB en João Pessoa. Entre las páginas 28 y 32, un artículo firmado rememora las luchas y los sueños de un pueblo de un país que un acuerdo comercial, Me®cosur, trajo más cerca de Brasil: Argentina.

Memoria, Historia, Zanahoria es el título del artículo. El autor, un sobreviviente de una de las tantas masacres con que la vida cotidiana de los argentinos fue moldeada: la escalada de violencia desatada en el país del sur entre los años 1973 y 1983, entre grupos guerrilleros, bandas parapoliciales/paramilitares, grupos de extermínio financiados por empresas, y las Fuerzas Armadas encabezadas por el Ejercito nacional. “Guerra sucia” es el nombre dado por la camarilla presidida por el general Jorge (Pantera Rosa) Rafael Videla al Proceso de Reorganización Nacional inaugurado en 1976 por el golpe de estado que derribó el gobierno de María Estela (Isabelita ) Martínez de Perón, concluído en 1983 después de la fracasada tentativa de recuperación de las Malvinas por el entonces tambaleante gobierno militar de Leopoldo Fortunato Galtieri.

Videla, un cadáver ambulante ya en el dia 24 de marzo de 1976, dia en que es lanzado en la encena política mundial lo que parecia ser “otro” golpe militar al estilo Banana Republic, de aquellos que empezaba con la salida a los empujones del presidente civil de la Casa Rosada al sonido de la música del Himno Nacional Argentino, ejecutada por alguna banda militar en cadena nacional de radio y televisión mientras una voz solemne decía cualquier cosa a respecto de cosas como la civilización occidental y cristiana, la ley y el orden, y sutilezas de ese tipo. Lo que, explicado detalladamente, significaba la quiebra del orden legal por elementos que, como el general Juan Carlos (La Morsa) Onganía, se destacaron mas por la contribución al desenvolvimiento del humorismo político nacional que por el eventual éxito obtenido en la vana intención de redimir al País del Sur de eventuales actores sociales tenidos como enemigos de alguna cosa.

Después de algunos asesinatos espectaculares, la desnacionalización de varios sectores claves de la economia, algunas prohibiciones de películas o nombres en las escuelas y en la prensa, los gloriosos generales volvian a su tranquila vidita de cuartel después de la realización de elecciones fraudulentas desde 1955, cuando la modalidad es inaugurada por la “Revolución Libertadora”. Parecia terminar la era marcada por los rostros sonrientes del general Juan Domingo Perón y la primera dama Evita, marcada por el poderio de un aparato sindical oficial sin precedentes convocando multitudes de descamisados en la Plaza de Mayo. Los bombardeos de esa multitud en el referido paseo público por aviones de la entonces gloriosa Fuerza Aérea Argentina fueron retratados en la película La Hora de Los Hornos, un testimonio de los valores occidentales y cristianos custodiados por los guardianes de la ley y el orden.

Otra película, La Historia Oficial, muchos años después, retrata las contribuciones de la camarilla del Proceso a la cultura del miedo focalizada en el artículo de la Revista ADUFPB en su número 2, de outubre de 1997. El general Videla, héroe de la película, descansa hoy en prisión domiciliaria en Buenos Aires, impuesta por los hijos de los desaparecidos, una categoria resignificada en la literatura de la insanidad mental mundial por la tecnologia del terror por él ejecutada, y que dejó el saldo de una población traumatizada, objeto de los estudios de la Organización Panamericana de la Salud. El brillante intelecto de la Pantera Rosa definió mejor que cualquier intelectual clásico o contemporaneo el nuevo personaje de la cultura argentina del terror analizada por el equipo encabezado por Robert Desjarlais, autor de otra publicación de 1997, La salud mental en el mundo-Problemas y prioridades en poblaciones de bajos ingresos (Washington: Organización Mundial de la Salud-Oficina Panamericana de la Salud).

Los locos son ustedes, muchachos. El equipo de autores se completa com los nombres de Leon Eisenberg, Byron Good y Arthur Kelinam. Se focalizan aquí los análisis desarrollados en el Capitulo 5, brevemente titulado “Violencia”. Entre un capitulo y un artículo en una revista sindical docente, una trayectoria de vida que retorna. El fin del exílio interior, una de las modalidades de desaparición de personas descriptas en el estudio de la OPAS. Al ser interrogado por los jueces civiles que – en un acto inédito en la história mundial—juzgaron los crímenes de lesa humanidad ejecutados por la dictadura militar de 1976-1983, el aprisionado general simplemente dijo: “Los desaparecidos no son, no están”. Ya era mucho, para quien simplemente hacía decir a sus abogados frente a qualquier pregunta sobre la prisión ilegal (secuestro) o tortura de personas –negadas durante la “guerra sucia”, lo que les valió a las Madres de Plaza de Mayo el mote de Locas-- “Nada a declarar”.

La negación de lo ocurrido –aqui no pasó nada— se repetía cada vez que las madres salían a buscar sus hijos por las comisarías, ministerios, prisiones. No son, no están. En 1973, el dictador de turno en la Casa Rosada salió insultado por la multitud al son de la frase: “Se van, se van, y nunca volverán”. Volvieron mas rápido de lo que se pensaba. En junio de ese mismo año, rumores de muertes misteriosas, cadáveres dinamitados en terrenos baldíos, prohibiciones de mencionar grupos políticos y armados en la prensa periódica, iniciaban en la juventud las marcas del terror negado. El terror que no es, que no está. El muerto que no es, que no está. Pues la negación de lo ocurrido es un de los síntomas sociales de la enfermedad analizada por el informe de la OPAS, que no solamente certifica lo ocurrido (hubo, sí, desapariciones), como describe con detalles los modos y los tipos de secuelas que la práctica del terror deja en las poblaciones.

Ellas no estaban locas. Ellas tenían razón. La cultura de la violencia dejó en la Argentina un saldo de más de 30.000 desaparecidos, segun un informe del Comitê Interamericano de Derechos Humanos de la OEA. “Somos Derechos y Humanos”, estampaba el adhesivo en los autos en 1978, en el auge de los reclamos de las madres frente a las autoridades militares sobre el destino de sus hijos. En fosas clandestinas, fondo de lagos, rios y mares, en terrenos baldios, osamentas de cadáveres sin nombre estaban, eran. Fue comprobada su existencia por antropólogos criminalistas posteriormente requeridos por parientes de desaparecidos brasileros cuando los cadáveres sin nombre, los N.N., comenzaron a aparecer de este lado de la frontera, en Brasil. La Folha de São Paulo anunciaba en medio de las noticias sobre el Mundial de Futbol, las atrocidades cometidas por los militares financiados por el capital sin patria ni ética. La Central de los Trabajadores Argentinos documenta los hechos negados. La Ford Motors Company y el Ingenio Ledesma (de Tucumán, área azucarera del noroeste argentino) equiparon los grupos de exterminio y los campos de concentración en las Províncias de Córdoba, Tucumán, Buenos Aires. Flotas de Ford Falcon, los temibles “Falcon grises” fueron donadas para los cazadores de gente.

Eran, sí, estaban. No eran locos los que los temían. Locos eran los otros. Los que los conducían. Los que los compraban y usaban para ejecutar la mayor operación de intimidación colectiva conocida en la historia del país de Maradona, Gardel y Cortázar. Atar a las Ratas. Satarsa.

La Central de los Trabajadores Argentinos, en ocasión de los procesos del juez español Baltazar Garzón contra los genocidas Videla-Massera-Agosti, divulgó por la Agencia Informativa Pulsar de Ecuador, informaciones que, como el sonido de una melodía que se insinúa y en seguida se convierte en una canción, trajo de vuelta la sensación de un luto inacabado certificada por la OPAS como una de las consecuencias en los sobrevivientes. Cadáveres insepultos. ¿Se puede matar sueños? Aún con familia constituída, trabajo legitimamente en marcha, la vida cotidiana se quebró, por la destrucción sistemática y deliberada de todos los parámetros de consistencia, solidez e integración. Fe en la vida. Confianza en las personas. Vivir en paz. Construir un futuro. Las metas comunes –y esto seria saludable si algún sociológo encumbrado en la burocracia de la investigación y de la enseñanza tratase de comprender—de la vida humana, fueron dinamitadas por la estrategia del terror de Estado detallada en el informe de la Oficina Panamericana de la Salud, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La sigla en inglês :WHO.

Nos enseñaron a vivir con miedo.
Nos enseñaron a temer la vida .
A sentirnos culpables por existir.

“Todavía cantamos, todavía reímos, todavía soñamos, todavía esperamos, a pesar de los golpes que asestó a nuestras vidas el ingenio del odio...” cantaba Mercedes Sosa al volver del exilio.

Los valores básicos de la vida, la creencia básica en que cada amanecer trae un nuevo dia con el canto de los pajaritos, la risa de los niños, la compañia al lado de la persona amada, sufrieron un golpe irreversible, incrustandose en lo cotidiano una sombra imperceptible, mas tangible, un frío no climático, un terror cósmico, una dificultad para alimentarse, una indecisión para hacer cualquier cosa. “Todo es peligroso”, fue el mensaje subliminal dejado por los cultores de la muerte que, entre los años 1973 y 1983, practicaban contra la población civil desarmada actos inhumanos de los cuales ninguna amnistia, ninguna manganeta jurídico-legal los podrá librar. Ellos también duermen. ¿Duermen? Nosotros quedamos con trastornos de sueño. ¿Ellos no? Una canción de Navidad, la fiesta máxima de la familia, todo un símbolo de paz y de reencuentro, fue dinamitada por los ángeles del terror que, como el corajudo capitán Astiz (El Angel rubio), se vanagloriaban publicamente de ser “la persona más preparada en la Argentina para matar periodistas o políticos”. Olvidé de citar: madres de personas desaparecidas. Se infiltró el rubio espía entre las Madres de Plaza de Mayo haciéndose pasar por pariente de un desaparecido y, como un Judas, señaló cual de las mujeres heridas por el dolor deberia ser secuestrada, torturada y asesinada, engrosando las estadísticas de las entidades de derechos humanos con otro crimen impune. Otra agresión irreversible. ¿Irreversible? El tiempo pasa. Llega un dia... ¿qué? ¿Justicia? ¿Qué justicia? La Guerra de las Malvinas, el final de juego bélico que marcó el fin de la dictadura militar mas atroz de la “Operación ConDor” largamente anunciada en ocasión del caso Pinocho (Augusto Pinochet Ugarte), el Judas trasandino, el mundo conoció la fibra del valiente Astiz, que se entregó sin disparar un tiro a las tropas de Su Majestad Británica.

No tira contra soldados armados. Tira contra personas indefensas que él mismo engañó fingiéndose una de ellas. ¿Qué valores anidaban en el pecho de una cosa así? Cosa y no persona, porque hay que acabar con esa manía de considerar que todo bicho bípedo es un ser humano. Hay algunos que no lo son. Ese no es humano. Puede estar, pero no es. Y no quiero saber como está, aunque seria útil para el estudio de la patologia de la normalidad, invirtiendo el concepto sociológico de anomia, resignificado después de las consecuencias cotidianas personales y sociales constatadas por el informe de la OPAS. Ciertamente, el capitán Astiz, degradado o no, no está en el mismo nivel de humanidad de quien, de buena fe, algun dia creyó que la vida militar sería una vocación escogida para defender la patria. El general San Martín debe haber tenido otra concepción de la cosa.

Octubre. 1967. 1977. 1997. Retorno del Exílio Interior. En el informe de la OPAS leemos, en la página 178: “Entre los problemas más comunes se encuentran los asociados con el temor, la pena, las pérdidas de diversa naturaleza, y los sentimientos de culpa, ansiedad, odio y tristeza, a los que se suman la desintegración de las formas cotidianas de la vida social, el lenguage y la experiencia.” La Desintegración de las Formas Cotidianas de la Vida Social, el Lenguaje y la Experiencia.

LA DESINTEGRACIÓN DE LAS FORMAS COTIDIANAS DE LA VIDA SOCIAL, EL LENGUAJE Y LA EXPERIENCIA. Ciertamente Simmel, Weber y Durkheim tenian algo que decir al respecto. Esto se llama anomia institucionalmente generada, programada y ejecutada. AI. Guarde esa sigla. AI. Lamentablemente, los grandes pensadores no bajan de las estanterias de la colección de la editora Abril. Lamentablemente, también, el sentido de humanidad también parece haberse obnubilado en los corazones y en las vidas de los que podrían haber sido sus continuadores, con pocas y honrosisímas excepciones. La excepción es la regla. Las reglas del método. El Extranjero. La ciencia como vocación. Los textos incansablemente repetidos en salas de clase, congresos y artículos, son como una cantinela masacrante derramada sobre los corazones de los aprendices de sociólogo desde una sociologia viciada en y por los privilegios (¿Privilégios? ¿Qué privilégios son esos? ¿Son buenos? ¿Son verdaderos? ¿Deseables?) Eso es Sociología criminal. Sociología asesina. AS. AS. Atar a las Ratas. Satarsa. Cortázar.

“El objetivo de la guerra de baja intensidad—prosigue el estudio de la OPAS—es ganar o mantener el control sobre una población, no sobre un territorio, mediante el terror y la destrucción. En esos encuentros los civiles son frecuentemente el blanco, y no víctimas casuales, de la lucha entre los combatientes; generalmente las víctimas son aldeanos que no pertenecen a ningún organismo o partido político, que mueren como consecuencia directa de acciones de guerra o del hambre inducida por el conflicto. Los que sobreviven son frecuentemente víctimas de desplazamientos involuntarios, hambre, conmoción social, violencia civil y sufrimientos exacerbados” (p. 179).
El artículo en la Revista ADUFPB fue gestado en Paraíba, Nordeste del Brasil, por un sobreviviente argentino de Mendoza que, aunque no hablase alemán, hubiera tenido “disonancias cognitivas” en la época de su defensa de tesis doctoral, elaboró un consistente retrato de Max Weber que fue enriquecido por observaciones de intelectuales del mundo entero presentes en la conferencia internacional realizada en Graz (Áustria), donde se habla alemán y donde –lo que es mas importante--, tal retrato de Weber fue comprendido por estudiantes de graduación. ¿Lenguaje distorcionado? ¿Quién habla? ¿Quién está dicendo eso? ¿Cuáles son los valores humanos de quien deliberadamente confunde para no ser comprendido?

Tales maniobras linguísticas que dificultan la comprensión para aparentar erudición son denunciadas lucidamente por Carl Wright Mills en La imaginación Sociológica (Cap.: el artesanado intelectual), denunciadas también por Martin Nikolaus en su “Advertencia a la reunión de la ASA-American Sociological Association”. No es necesario saber inglés o cualquier otra lengua para comprender lo que dicen esos textos. Es necesario ser gente. Y gente, como sabemos, no es qualquier bípedo still alive biológicamente sino interiormente... ¿quê? ¿muerto? ¿desaparecido? Otro informe de la OPAS algún dia se ocupará de la normalidad patológica de los que difundem anomia en los jóvenes con conocimiento cientificamente “correcto, legitimado, rotulado, registrado.”

1977. 1997. 1976. 1976. “Vida cotidiana.” Era una moda en la sociología en los tiempos en que llegué, como tantos otros latinoamericanos, a Brasil. “Migración” era un tema de moda, también. Migración forzada. Eso tiene un nombre. Expulsión. “Nicarágua” también estaba de moda. Prosigue el informe de la OPAS: “Un aspecto destacado de los ‘conflictos de baja intensidad’ es la considerable y permanente tensión a que está sujeta la vida diaria de la población en Nicaragua, la intimidación en masa de los civiles, la amenaza permanente de su vida y bienestar, el trauma provocado por la ‘desaparición’ de familiares y amigos, los actos de violencia sin precedentes y el desplazamiento de masas de población, crearon una atmosfera de estresse, temor, luto e incertidumbre. Las investigaciones realizadas en Nicaragua y Mozambique revelan que los sobrevivientes sufren todo tipo de enfermedades somáticas y transtornos emocionales (p. 179)”.

Enfermedades somáticas y todo tipo de transtornos emocionales.

Poóngale transtorno nomás.

Aquél ruido allá abajo. Esa llamada telefónica incompleta. Ese gestito, ese tonito. Esa cartita. El artículo de la Revista ADUFPB nos ayudó a volver. Izquierda, derecha, volver. Estamos siempre volviendo, de una forma o de otra. El relato allí publicado es una recomposición de memoria, una recuperación de historia, una reconstrucción personal y social de un lugar al sol. Un lugar en el mundo, en la vida, no importan los golpes recibidos. Las cicatrices quedan, como cuando caes de algún lugar y te golpeas. Pero, ¿no cicatriza? Cicatriza. Algunos de los sobrevivientes fueron contactados. Algunos de los que estuvieron también en la lista de “alumnos que, por las actividades que desenvolvieron, son elementos real o potencialmente subversivos”. Los echados, como nos llamaban. Uno de ellos fue llevado atrás del Cerro de La Gloria –monumento de la Patria al Ejército de los Andes—y sometido a simulacros de fusilamiento. Apunten, fuego ... ¡nadaaaaa ...! Otra vez. Otra vez. Presentaba disonancia cognitiva y aun así compareció al congreso de la ALAS-Asociación Latino Americana de Sociología realizado en Rio de Janeiro. Tiene hijos y una familia. Trabaja y ... lo que es más importante, no perdió su sonrisa. No se mata lo que no puede morir.

Otra sobreviviente mendocina, “desparecida” en una comisaría de policía y torturada sexualmente para decir dónde estaba un pariente envuelto en actividades subversivas, fue arrojada a una acequia después de diez dias de “tratamiento”. Muchos de esos tratamientos, se sabe, contaban con médicos, psicólogos y dentistas que intervenían, no para preservar la vida de la víctima, sino para prolongar su sufrimiento y garantizar el éxito de la operación de búsqueda de información. Ella apareció en San Pablo y fue asistida por profesionales del arte de curar, entre ellos psicólogos que cuidaron de su vida no para hacerla sufrir, sino para preservarla en toda su integridad. Cantaba, sonreía. Una vez andaba por la avenida Paulista y escuchó una sirena aproximándose. Se desmayó. ¿Epilepsia? ¿Cuál es el diagnóstico, Dr.? Operación ConDor. Se va al dolor y de él se vuelve. Continuaba cantando, sonriendo, confiando en la vida con su sonrisa ingenua y juvenil de quien había descubierto algo muy precioso. Los sueños, la fe, no se matan. Esto sabemos. Y quien sepa alemán que vaya a Alemania. Talvez encuentre también memorias y sueños y con certeza también podrá volver.

Un dia Videla, Astiz, Pinocho, Masserati, un dia también volverán. Todo vuelve. Izquierda, derecha, volver. Hasta Perón volvió. Porqué usted y yo no volveríamos también. Volver a la vida, sí. Con alegría. Con certeza, con la misma fe y alegría anterior a la carta. Los carteros se atrasan, algunas veces. Podría ser una dirección errada, o no. ¿Cuál seria la dirección correcta? Lotería de los sueños. La vida es un sueño. Somos sueños. Lo que parecía haberse incrustado perversamente en el cuerpo, en el alma y en el corazón, un dia se empieza a evaporar. Lo vemos de otros modos. Un dia percibimos que somos nuevamente nosotros. Nada cambió. La misma alegría, la misma fe, la misma inocencia. No hay operación sin dolor, y aún con dolor, la vida es y será bonita. Siempre fue y siempre será. Y no hay maniobra de nada ni de nadie que pueda distorcerla. Es perenne como la hierba de los campos. Como la yerba mate argentina paraguaya brasilera. Pare y tómese un mate. Pare. Ya pasó. Tome un mate. No se mate. No se violente. El cielo no es de los violentos, pero sí el infierno.

Del Terrorismo de Estado al Terrorismo Económico. Poco tiempo atrás, Mempo Giardinelli, comentando la literatura argentina, decía que nuestros escritos se han vuelto menos sentenciosos, menos moralistas. ¿Señal de los tiempos? Hace apenas 24 años, ondas de emigrantes argentinos atravesaban las fronteiras de Brasil en busca de algo que era muy precario en aquellos tiempos: la vida. Con todo, esta empresa se mostró asaz dificultosa, como lo demuestran diversos estudios acerca de sobrevivientes no solo del genocidio de los generales Videla, Massera y Agosti, como los de sus predecesores en otros países latino-americanos: Garrastazú Médici, Pinocho, Stroessner, Somoza... la lista es larga, como todos saben. Allá y acá, los esfuerzos por castigar a los tiranos y torturadores, son pintados por la prensa venal como “revanchismo”, “venganza”, “elementos desestabilizadores de la democracia,” y cosas por ele stilo.

Las luchas de nuestros pueblos por justicia no se limitan a conocer el destino de los seres queridos desaparecidos en las manos de los terroristas de Estado autoamnistiados por los crímenes de lesa humanidad que no prescriben com el tiempo, como Don Pinocho está teniendo oportunidad de constatar.

El informe de la Organização Pan Americana de la Salud de 1997 investiga sobrevivientes del terror politico y económico en todas las latitudes del mundo, en um estudio sin par ni partidismos, que empieza con el rastreamiento de la categoria de “desaparecido”, inaugurada en las luchas civiles de Guatemala de los años 60. Queda claro, después de la lectura del voluminoso libro, que tortura fisica y psiquica, violencia política y económica, son estrategias que persiguen un único fin: destruir la humanidad del adversario. Quebrarlo psicológicamente.

El adversario, queda claro en las páginas del estudio citado, no son solamente figurones académicos anémicos amnésicos anestesiantes que piden que se olvide lo que escribieron cuando la moda era ser “antiautoritario” para así alcanzar grados académicos (Doctorados, Conferencias Internacionales, status de “competencia”). Estos son facilmente comprables.

El blanco del terror de Estado de los años 64 en Brasil, 73 en Chile, 76 en Argentina, es la vasta población civil amedrentada ayer por las matanzas clandestinas de escuadrones de la muerte y semejantes, hoy por el desempleo globalizado flexibilizado modernizante (“costo social inevitable”).

Formas distintas de aterrorizar y mantener controlada a la mayoria de la población. A los regímenes militares sucedieron, como todos sabemos, las “democraduras,” regímenes formalmente democráticos, que en la práctica funcionan por decreto o medida provisoria. Altamente corruptos internamente, con control total del funcionamento del poder Judicial y del Legislativo, cuentan aún con la preciosa colaboración de intelectuales vendidos del alto al bajo clero universitario, mandarines que desde la cátedra y la TV, desde la tecnocracia burocrático-financeira cortan y recortan “gastos sociales” que significan para usted y para todos, menos salud y más enfermedad, menos techo y más miseria, menos libros y más analfabetismo.

Más miedo y menos vida. Más incertidumbre sobre el futuro y más inseguridad personal, familiar y colectiva. Cambian las armas, permanecen los objetivos. Es preciso estar atento y fuerte. No tenemos tiempo de temer la muerte.

















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