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“La Plata ciudad limpia” Censura previa y clausura de espacios públicos
Por Esteban Rodriguez - Wednesday, Oct. 31, 2007 at 7:24 AM

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“La Plata ciudad limpia”
Censura previa y clausura de espacios públicos

Por Esteban Rodríguez
(Abogado del CIAJ – Colectivo de Investigación y Acción Jurídica)

1. Una de las frases más escritas en las fachadas de la ciudad de La Plata en los últimos tiempos fue “La Plata ciudad limpia”. De un día para el otro, la ciudad empezó a llenarse de éstas pintadas. Eran pintadas paradójicas, pintadas que estaban para recordarnos que no había que pintar, pintadas que prohibían pintar.

Las pintadas están financiadas por el gasto público, coordinadas por la “patrulla municipal” y realizadas por las “cuadrillas municipales”. En algunos casos se recurría a los oficios de algún muralista o fileteador, pero la mayoría de las veces se hacía con brocha gorda. De modo que resultaron ser pintadas rápidas, sucias y desprolijas, que enchastraron la vereda de los vecinos.

En efecto, el consejo deliberante de la ciudad de La Plata, a fines del año 2006, aprobó una ordenanza municipal por la cual se sancionaría con multas a aquellas personas o grupos de personas o instituciones que pegaran afiches o realizaran graffitis, pintadas o pegatinas en la vía pública o en los frentes de los edificios públicos.

Al margen de que pueda haberse tratado de una táctica electoral –lo sabremos en breve-, se entendía que la utilización de aquellos medios de expresión, o las prácticas que suponían estas, constituían una manera de ensuciar y contaminar visualmente a la ciudad.

Sin embargo, esta regulación, en apariencia real y neutral, termina afectando de un modo especial a aquellos grupos de ciudadanos que carecen recursos para poder expresar sus ideas a través de otros medios de comunicación, es decir, lesiona de un modo directo a aquellas experiencias que no tienen el dinero suficiente para comprar un espacio en algún medio de comunicación masivo privado.

Es una medida que vuelve a perjudicar a los sectores desaventajados, aquellos que, por las por las particulares circunstancias en las que se encuentran, tienen que recurrir a estos medios de expresión como son las pintadas, los graffitis o las pegatinas, para suplir el costo de un spot publicitario para estar en la TV o en la radio; o el importe de una solicitada que les permita estar en alguna página de la prensa gráfica o en un cartel de la publicidad callejera explotada por empresas también privadas.

Esta prohibición, entonces, constituye una claro perjuicio para la libertad de expresión. No sólo menoscaba el derecho de petición a las autoridades sino el derecho a la identidad propia. Y, lo que es más importante, daña la vida colectiva cuando dificulta los encuentros, y entorpece la construcción de lazos sociales, es decir, la creación y recreación de la vida comunitaria en un marco pluralista o multicultural.

2. Sabemos que la democracia significa el “gobierno del pueblo”. Pero para que el pueblo pueda gobernarse, es decir, expresar los problemas que tiene, debatirlos, decidir alguna solución y luego controlar a los representantes que ejecutarán lo resuelto, tienen, no solo que comprometerse (activismo cívico) sino tienen que tener la posibilidad efectiva de expresarse. No hay democracia sin libertad de expresión. Esa libertad de expresión –se sostenido- se garantiza con las elecciones. Pero en una sociedad como la nuestra, con los problemas sociales que tiene, el pueblo no puede esperar dos o cuatro años para manifestar sus problemas. No puede postergar su petición, es decir, aguardar que lleguen las elecciones porque significaría morirse de hambre, porque implicaría que sus hijos tengan que desfallecer en la salita sanitaria que no tiene médicos, equipamiento o los insumos necesarios.

Cuando la democracia se acota al sufragio electoral se produce un déficit de representación que, además de continuar socavando el prestigio institucional, agravar los problemas sociales que se quieren hacer visibles.

Otra de las instituciones que tienen los ciudadanos para hacer pública las peticiones a las autoridades, de expresar los problemas que tienen, son los medios masivos de comunicación. En ese caso –se ha dicho también-, los ciudadanos tienen que acercarse a las puertas del canal o la radio, o de la redacción del diario y pedir una reunión con los periodistas, sensibilizarlos o convencerlos, para que estos le dediquen algunas líneas o le otorguen un espacio.

Sin embargo, sabido es que en la actualidad los medios masivos de comunicación resultan inaccesibles para la gran mayoría. Cuando la comunicación pública a través de los medios masivos se organiza a partir de la capacidad económica, es decir, a partir del dinero que tenemos o podemos reunir, las ideas populares sobre los problemas sociales van a tener dificultades para circular y hacerse conocer. Siempre van a tener más chances de llevar sus mensajes más lejos y a más personas, aquellos que cuentan con mayor respaldo económico detrás y no los que tienen ideas potencialmente más activas o creativas.

En otras palabras, cuando los medios de comunicación se encuentran distribuidos en función de la capacidad económica, expresar los problemas supondrá –a veces- ganarse la atención de los periodistas que siempre persiguen los acontecimientos extraordinarios, y otras veces, pagar un precio para contar con ese espacio en el medio (sea para pagar una publicidad o una solicitada). De modo que aquellos que no cuentan con el dinero suficiente, o no controlan la radio o la televisión, no tienen demasiadas posibilidades para expresar sus ideas. Solo aquellos que cuenten con mayores recursos tendrán mayores capacidades expresivas.

En este contexto, otra de las posibilidades que tienen los sectores desaventajados para expresar los problemas que tienen será a través de los “foros públicos”, es decir, a través de manifestaciones colectivas hechas en las calles, plazas o parques u ocupaciones de edificios públicos, o manifestaciones simbólicas realizadas en las fachadas de la ciudad. Se trata, por otro lado, de formas de expresión que tienen una larga trayectoria en la historia de la argentina, medios de expresión que sectores importantes de la sociedad argentina escogieron en determinado momento para expresar sus críticas o sus reclamos de justicia y verdad.

En ese sentido, pintar las paredes o realizar un graffitis, es una de expresar lo que pasa, echar luz sobre un problema concreto, manifestar públicamente los problemas que se tienen, problemas que no son vistos por las autoridades o el resto de la sociedad, o no son tomados con la debida atención y urgencia.

3. Por otro lado, en una ciudad estudiantil como La Plata, prohibir el uso de estos medios de expresión, con el pretexto de que la ciudad debe estar limpia, atenta de un modo directo contra las expresiones culturales de cientos de grupos de estudiantes que tienen una banda de rock o música popular; un fanzine o una revista; un programa de radio; o una compañía de teatro, danza, títeres; una cuerda de tambores o una murga. Y atenta también de manera indirecta cuando les impide convocar a una actividad recreativa (una fiesta o festival) que les permita no sólo compartir con los vecinos de la ciudad lo que vienen ensayando cotidianamente, sino muñirse de los recursos económicos suficientes para continuar con sus búsquedas artísticas que, en su gran mayoría, se realizan de modo independiente o autogestionada.

No se puede perder de vista que estamos pensando también en prácticas realizadas en su mayoría por estudiantes, es decir, son prácticas que se van ensayando al mismo tiempo que van cursando sus estudios secundarios, terciarios o universitarios. Con lo cual, prohibir las pintadas o las pegatinas en general, será impedir a aquellos jóvenes que pongan en práctica lo que están aprendiendo o imaginando a partir de lo que se construye en aquellos o desde aquellos ámbitos.

Al mismo tiempo, sabido es que las pintadas suelen constituir una de las estrategias que desarrollan algunas tribus juveniles para generar pertenencia. En un contexto de fragmentación social y desinstitucionalización, cuando el Estado no aporta sentido a la vida de relación de los jóvenes, el uso de graffiti, tags, murales o el sténcil, suelen ser algunas de las maneras para generar una marca de identidad. Por eso, la prohibición de realizar pintadas supone privarles a estas “tribus” de la posibilidad de ir modelando una identidad.

Pero hay algo más, porque “La Plata ciudad limpia” en la medida que impide manifestar los eventos, afecta también la libertad de reunión. En una ciudad como la nuestra, con la historia que nos tocó, quiero decir, en una sociedad donde se rompieron vínculos sociales, una ciudad que se fue enjaulando, atrincherando frente al televisor, clausurar estos espacios públicos significa impedir que se recreen aquellos vínculos rotos que se pueden ir reconstruyendo a partir de los encuentros publicitados a través de aquellos medios de expresión.

4. Con todo, “La Plata ciudad limpia” funciona, por un lado, clausurando el espacio público para aquellos sectores desaventajados que no cuentan con recursos para financiar la puesta de manifiesto de sus experiencias o reclamos a través de la comunicación pública privatizada.

Por el otro, funciona como un mecanismo de censura previa puesto que les impide expresar libremente las ideas. En una sociedad como la nuestra, no todos tienen la misma oportunidad (los mismos recursos) para compartir con el otro sus ideas o para peticionar a las autoridades. En este contexto particular, la prohibición será vivida como una pérdida de la palabra, como un paso más en la afasia cívica que se viene gestionando desde bastante tiempo con el Estado de Malestar.

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