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Semana de mayo en Andalgalá
Por Ayelen ((i)) - Tuesday, Jun. 01, 2010 at 4:25 PM

la semana de mayo pasada, la Asamble El algarrobo organizó una serie de actividades para contrarrestar las organizadas por el intendente, y para seguir organizando la resistencia a la mineria contaminante

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Desde la ruta, al acercarse a la entrada a la ciudad, se puede divisar ya el mensaje claro, contundente, de un pueblo que organiza la resistencia. En el monumento que simboliza la silueta del mapa geográfico de Andalgalá, una frase, pintada con letras grandes en aerosol: “Andalgalá no se vende”. Apenas metros mas adelante, como contracara de la resistencia, el control policial, reflejo de la situación del estado de –según caracterizan los vecinos- militarización que sufre la ciudad desde aquella brutal represión y pueblada del 15 de febrero. Siguiendo el camino, entrando a la ciudad, se alzan imponentes, luminosos, los nevados del Aconquija, tesoro al que cada andalgalense al que se le pregunte por su tierra, nombra con orgullo.

El colectivo frena en la terminal de ómnibus. Las expresiones callejeras, continúan reflejando la tensión, el conflicto de discursos contrapuestos. En el muro que se divisa cruzando la calle, frente a la terminal, las consignas pugnan por imponerse, superponiéndose, unas sobre otras. Las pro-mineras, abogando por el “desarrollo” y la “minería como política de estado”, intentan ocultar a las de oposición a la minería contaminante, y viceversa. A un costado de este muro, en una rotonda, el monumento que simboliza al antiguo trabajador minero, con carretilla en mano, tampoco queda exento de esta pugna de mensajes: el si y el no a la mina se mezclan en su espalda.

El discurso de La Alumbrera y de Agua Rica genera sensación de omnipresencia. Trasciende los límites propagandísticos tradicionales, para inmiscuirse en las más inesperadas cotidianeidades e idiosincrasia de la población. Utilizan desde los recursos publicitarios más explícitos hasta los más implícitos. Entre los explícitos (y hasta grotescos), las publicidades que difunden las radios, por ejemplo, donde –según cuenta una asambleísta- una voz pregunta: “-¿Agua Rica alterará las montañas?”, a lo que otra le contesta: “–¡¡¡noooo!!!”. Y algo más perverso aun: emprenden una campaña para “generar conciencia” en cuanto al cuidado del agua, en los cuales dan diversos consejos a la población para no derrochar agua. Por supuesto que olvidan mencionar los–aproximadamente- 90 millones de litros de agua que consumen a diario en la mina. Difícil seria pensar que los medios locales –a excepción de una de las radios, que se opone a esta minería- no difundieran el discurso de las mineras, si se tiene en cuenta que La Alumbrera brinda cursos de “capacitación” en cuanto a minería a los periodistas locales. Y por otro lado, los recursos que actúan a un nivel implícito, indirecto. Desde la presencia del logo de la empresa en la señalización de las calles, en la ambulancia del hospital, y en cada uno de las lapiceras que donan en la escuela, hasta en las mismísimas medallas que entregan a los alumnos de cuarto grado que prometen a la bandera. De un lado de la medalla, la promesa a la bandera, y del otro, el logotipo de La Alumbrera. Toda una metáfora.

Entrando por las calles profundas de la ciudad, entre los distritos Chaquiago y El Potrero, la Asamblea El Algarrobo mantiene su puesto, firme, paciente, como su resistencia. Allí van recibiendo a todos aquellos que van a asistir a las actividades que organizaron para la semana de mayo, como contradiscurso al oficial, bajo el nombre de “Consenso de los pueblos en defensa del agua y la autodeterminación”. Entre los asistentes, están los integrantes del curso “Impactos sociales y ambientales de la megaminería en la región de Andalgalá: el caso minera La Alumbrera” que dictara Raúl Montenegro en la Facultad de Psicología de la UNC y que tuviera como corolario del curso, el viaje a la ciudad. También irán llegando, durante el transcurso del fin de semana, integrantes de otras asambleas, como por ejemplo de Gualeguaychú o Tucumán. Al mediodía, un locro reúne a asambleístas y miembros de la Universidad Nacional de Córdoba, como primer encuentro. En el lugar del corte, conviven la imagen de la virgen, la de un santo y una foto del Che Guevara. Pero esta virgen tiene una particularidad: en su costado izquierdo, tiene un impacto de bala, recibido en la represión. Había sido sumada al sitio una semana antes. El día de la represión, la gente la interpuso entre ellos y la policía. Pero no se salvó de la brutalidad policial.

A la tarde, en el cine de la ciudad, tiene lugar la primera de las actividades en torno al curso dictado por Montenegro y la interacción del mismo con la asamblea. Tanto de parte de los estudiantes, como de los profesores que dieron el curso y los asambleístas y vecinos, se intercambian ideas, reflexiones y puntos de vista sobre la minería contaminante, sobre los aportes que se necesitan de técnicos, sobre el rol que podría tener la universidad en la lucha contra estas mineras a cielo abierto, el estrepitoso aumento de los casos de cáncer en la ciudad, entre otros temas.

Al caer el sol, en una de las calles laterales a la plaza principal, comienza el “Festival del primer grito de libertad”. Tocan Rubén Patagonia, Raly Barrionuevo y otros grupos de la zona. En el corte entre bandas, se proyectan videos en una pantalla: pueden verse videos realizados por la propia asamblea, donde, intercalado con canciones de denuncia, se muestran las distintas dimensiones que abarca la minería a cielo abierto: las roturas del mineraloducto, la represión del 15 de febrero, la destrucción que implica la actividad, los funcionarios cómplices, etcétera. En uno de los intervalos, anuncian que van a proyectar un video hecho por Agua Rica, donde promocionan la “eficiencia” que implica su emprendimiento. Acto seguido, la gente, que estaba dispersa entre la calle y la plaza, se acerca a la pantalla gigante, expectante. Durante el transcurso y hacia el final de la proyección, los abucheos y cantitos en rechazo colman el aire.
En cada ocasión en que los asambleístas hacen referencia a lo vivido el día de la represión, se percibe la impotencia y el dolor con el que describen aquella brutalidad. Y la bronca de las acusaciones falsas: ellos sostienen, con toda seguridad, que no fue la población la que quemó la municipalidad, sino que fue provocado desde afuera. No por casualidad la parte del edificio que habría de quemarse es aquella en la cual se hallaba la documentación de una investigación acerca del uso que el intendente Perea dió al dinero proveniente de las regalías mineras.

En la fisonomía de la ciudad, los contrastes son tajantes. Entre la dejadez que se observa en el mantenimiento de algunos lugares públicos, y aquellos que son mantenidos por La Alumbrera, hay un abismo. Frente a una de las esquinas de la plaza, la biblioteca, en un edificio derruido por el tiempo. En otra de las esquinas, la iglesia, reluciente, recientemente pintada con fondos mineros. Las calles están llenas de baches. La falta de mantenimiento público se percibe en un primer vistazo. Las rutas de acceso a la ciudad también carecen de buenas condiciones. El tramo que los distancia de la riojana ciudad de Belén, pese a figurar en los papeles como ya pavimentada, aun no lo está. Las trabas que les presentan a los productores agrícolas locales para desarrollar sus actividades les hacen recordar a algunos pobladores el caso de Vis-Vis, una población cercana, ahora casi un pueblo fantasma, que está a 3 kilómetros de La Alumbrera, que sufrió el mismo plan macabro que ahora intentan aplicar en Andalgalá. Desfavorecer las formas de sustento de la economía local, no hacer mejoras, mostrar un mal funcionamiento de los entes públicos, para ir dejando a la población en una situación desesperante, sin más opciones que aceptar la instalación de la minera.

El día domingo continuaron las actividades programadas, bajo el nombre de “Asamblea de asambleas, levantando la bandera de la autodeterminación de los pueblos”, donde participaron en los debates integrantes de organizaciones de otras partes del país. El lunes se realizó la denominada “caravana audiovisual”, partiendo desde la asamblea El Algarrobo, recorriendo Andalgalá. Y el martes, se llevó a cabo un acto, que llamaron “Acto de los pueblos por la emancipación”, en oposición al organizado por el intendente. Los dos actos se realizaban en simultáneo, en esquinas opuestas de la plaza, cuando los concurrentes al contra-acto se enteraron de que el Juez Rodolfo Cecenarro, responsable de la represión de febrero, se hallaba en el bar que se ubica frente a la plaza. Entonces se dirigieron de modo espontáneo hacia el lugar, para repudiarlo. Según los mismos concurrentes, se lo acusó de “corrupto”, “represor” y “violento”, pero jamás la amenaza de muerte de la que luego el juez acusaría a uno de los asambleístas. Al día siguiente, el juez presenta una denuncia por esta supuesta amenaza recibida. Una vez mas, la criminalización de la protesta, de un pueblo que se resiste a ser sometido y devastado por estas trasnacionales en connivencia de los gobernantes.

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