En 8 y 50 comenzó la concentración que incluyó a integrantes de la Casa de la Mujer Azucena Villaflor, Amnesty, secretaría de la mujer y de DD.HH de ATE, familiares de víctimas de la violencia contra la mujer entre los que se encontraba el padre de Natalia Melmann, militantes de diferentes organizaciones políticas y sociales e independientes.

A través de cruces y afiches con sus nombres, se recordó y homenajeó a todas las mujeres víctimas de la violencia, desde las desaparecidas y asesinadas en diferentes represiones hasta las muertas en lo que la sociedad denomina comúnmente “crímenes pasionales”, además de exigir la libertad de todas las presas políticas.

Luego de un acto donde hablaron las organizaciones y familiares, se marchó por el centro de la ciudad y luego la movilización se dirigió a la casa de Ricardo Barreda para expresar que se trata de un asesino que no se arrepintió de sus crímenes y cuyo caso es un ejemplo de cómo la sociedad patriarcal consiente este tipo de asesinatos que en la mayoría de los casos quedan impunes.