Yannet Ruiz, mujer boliviana, indocumentada, explotada catorce horas por día en un taller textil del barrio de Flores, dejaba a sus hijas al cuidado de familiares cercanos a cambio de algo de dinero y comida. Su hija menor de dos años fue muerta por asfixia mientras ella trabajaba. El marido de su prima esta detenido por homicidio. El poder judicial luego del fallecimiento, nunca la escuchó. No le entregó el cuerpo para que pueda darle sepultura. Y un mes después de la muerte, decide detenerla por el absurdo delito de "abandono de persona seguida de muerte", por entender que debió haberse dado cuenta que su hija era maltratada en el lugar donde depositaba la confianza para el cuidado de su niña Karina.

Que el sistema de administración de justicia está tuerto desde que nuestra memoria tenga recuerdo no es ninguna novedad. Que sea arbitrario y que siempre aplica todo el rigor de la ley a los más vulnerables, tampoco.

El 31 de marzo, como todos los días menos los domingos, Yannet dejó a sus hijas al cuidado de en quienes depositaba su confianza y se fue a trabajar. En el transcurso de la tarde la llaman por teléfono a fin de comunicarle que su hija se había caído de la cama y que estaba en el hospital. Concurrió inmediatamente al mismo cuando le informan la terrible noticia de que su niña había fallecido.