31 de julio

"Increíble" titulaba Clarín en su edición web "un jefe antisecuestros sería parte de banda de secuestradores". Lo que ya era un secreto a voces no pudo sostenerse mas y aterrizó en los medios. El "shock mediático" de los últimos meses tendiente a crear un situación de miedo generalizado y con ello legitimar el discurso que pide "mas policía" avanzando sobre los derechos individuales y criminalizando la pobreza comienza a tambalear al comprobarse una vez mas que son los mismos policías quienes están implicados en la organización del delito.

Hace unas semanas se descubrió al jefe de la Policía Bonaerense Alberto Sobrado con una abultada cuenta en el exterior, también el otrora "comisario estrella" de la Departamental de Investigaciones de Quilmes, Anibal Degastaldi , fue separado bajo sospechas de "enriquecimiento ilícito".

En estos días se comprobó la participación policial en la banda que secuestro a Rubén Astrada. A las pocas horas salió a la luz la actuación del jefe de la división antisecuestros de Lomas de Zamora José Hernández implicado directamente en casos de secuestros, el mismo que estuvo a cargo de investigar los casos de Antonio Echarri y de Diego Peralta, el adolescente hallado muerto en la localidad de El Jaguel.

Quedan atrás las parodias de los efectivos "descubriendo" desarmaderos de autos frente a las cámaras de TV, difícil imaginar este accionar con desconocimiento policial. Predios que por su propia extensión y su naturaleza se hacen inocultables. Queda por delante , a partir de agosto cuando entre en vigencia la ley seca en la Capital Federal, observar como además de crearse nuevas cajas para la policía, las sospechas se extenderán a los jóvenes que se reúnen en las esquinas a tomar cerveza discriminando como bien señala Alexis Latendorf entre "una persona de clase media o clase alta a quien le gusta beber no forma parte de la ola de inseguridad, no es peligroso ni violento. Y jamás se le ocurriría conducir un vehículo o correr una picada en ese estado." frente a "un pobre al que también le gusta beber, es un borracho, roza la delincuencia y es peligroso para la sociedad."

Mientras tanto se siguen repitiendo los casos de gatillo fácil, como el asesinato del murguero Rodrigo Corzo y el de Victor Balbuena en Entre Ríos y se siguen develando las entonces primicias del discurso oficial-mediático. Ayer se comprobó que la florista que murió en Avellaneda en abril causa de la "inseguridad" fue acribillada por un oficial de la Policía Bonaerense. Del mismo modo crecen las denuncias de persecuciones al interior de barriadas populares y villas.

Todo esto echa por la borda la hipótesis de los sectores mas reaccionarios que desde los medios agitan la consigna de "mas policías" y "mas poder a la policía" como solución a la inseguridad y deja en claro que son las propias fuerzas las que conviven y muchas veces lideran los hechos delictivos. Pero también el discurso mas moderado que separa a los policías buenos de los malos, cuando el sentido común indica que en una institución ultrajerárquica donde los grandes jefes están implicados en hechos delictivos y conducen organizaciones mafiosas poco es el margen que les queda a los supuestos "honestos".

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