Julio López
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NUESTRO PODER ES LA CALLE
Por Indio Medio - Saturday, Dec. 06, 2003 at 11:02 AM

Debemos romper la cultura delatora y pusilánime construida por regímenes totalitarios durante años. Ello por medio de la solidaridad, el reconocimiento de nuestras coincidencias como pueblo, uniendo nuestras esperanzas en las calles.



La cloaca en el poder

Al sindicalista que fue vicegobernador de Juárez durante el período 73-76, le decían "Muestra Gratis". Porque le encantaba mostrar el pito a las chicas. Para las misas de 11 solía ponerse en la última fila de la Catedral -según se cuenta-, rodeado de guardaespaldas, y comenzaba a chistar despacito. Si alguna chica se daba vuelta (allí iban las más emperifolladas de la pacata aristocracia local), esbozaba una sonrisa y con rápido movimiento se abría un poco el sobretodo para que se viera fugazmente el oscuro pene y sus flacuchas piernas peludas.
Por lo demás el entonces Presidente de la Honorable Cámara de Diputados era "buen tipo" (según se comentaba). Amigo de sus amigos, no negaba favores a la gente humilde, presentaba a toda hora un carácter jovial. Más o menos semejante al que se le atribuía -en sus buenos tiempos- a Musa Azar. Mas no se trata aquí de ensayar caracterologías de uno u otro. Sólo señalar cómo esta clase de personajes -enfermos, pues no son otra cosa- fueron una constante, desde sus orígenes, en el régimen juarista. Una característica esencial que Carlos Arturo Juárez tuvo en cuenta siempre para elegir sus colaboradores fue que tuviesen alguna "debilidad" (o varias). Adictos al dinero, acomplejados, alcohólicos, cocainómanos, sensuales hasta el paroxismo, los "colaboradores" son empujados a comprometerse más y más con sus vicios, de tal manera que en los pocos momentos de conciencia puedan sentirse abrumados ante la magnitud del descenso. Y aterrorizados, por la sola posibilidad de que sus innumerables transgresiones se den a conocer.
Precisamente en el manejo de tales "debilidades" consiste la clave de la humillante "lealtad" guardada por diputados, jueces, autoridades policiales, quienes en otros ámbitos se muestran prepotentes y soberbios, pero en presencia del "primer gobernador obrero"* gimen como gatitos. El registro minucioso de los "errores" cometidos por sus funcionarios (y los ajenos) consiste pues en razón de estado para el juarismo. Ello sustentó que personajes como Musa Azar tuviesen tanta importancia para el sistema. Y también -inexplicablemente desde una perspectiva clásica- que todo el poderosísimo aparato del espionaje local estuviese volcado a recolectar minucias: como el detectar los amantes de una diputada, o descubrir que cierto abogado se dedicaba a "bailar con hombres disfrazados de mujer".

Una sociedad policíaca

Las prácticas delatorias germinaron como hierba mala en esta sociedad, hasta alcanzar proporciones gigantescas. Todo empleadillo público -la única "fuente de trabajo" en Santiago- sabe que denunciando a un compañero por "hablar mal de la señora Nina" puede acrecentar en pequeño grado su mísera remuneración -o lograr que su puesto se transforme en "efectivo".
La prolongada cultura juarista, unida a una compleja tradición del sometimiento, con el remate de la dictadura criminal padecida entre 1976-1983, ha logrado que la nuestra se convierta en una sociedad policíaca. En ella los cinco o seis personajes inescrupulosos y crueles que gobiernan reciben información incluso sin requerirla, constantemente, de cada pequeña cosa que ocurre, hasta en los más alejados barrios o localidades del interior provincial.
Se comentó que la primera medida de Xavier Ferrera Peña al ser designado Secretario de Prensa, hacia el 2002, fue instalar un sofisticado y costoso mecanismo de espionaje cibernético en la casa de gobierno. Una especie de "Echelon santiagueño", pues, controlaría cada mail que sale y entra aquí, y tiene capacidad de hackeo -como quedó demostrado con algunas publicaciones electrónicas locales que se atrevieron a investigar al poder.

Corruptos en su salsa

Dentro de ese contexto, no resulta nada asombroso el reciente oficio judicial obtenido por la Anses contra Musa Azar, el Comisario General Antonio Orpi (ex jefe de policía y secretario de Seguridad), Miriam Argibay de Bilik (integrante del Superior Tribunal de Justicia), Dora Angélica González (camarista en lo Criminal y Correccional), Mario Roberto Ábalos (camarista penal), Antonio José Uñates (juez en lo criminal, y de quien se dijo que "prestó" la casa donde se asesinó a Leyla); Román Remigio Cano (diputado provincial), Eva Leila Peralta, Cristina Luna, Mariza Zavaleta (diputadas), José Guido Gigli, director del Boletín Oficial de la Provincia... la lista es larga y siguen sumándose nombres... De acuerdo con ello estas personas deberán devolver un promedio de 400.000 pesos por cabeza, ya que los cobraron indebidamente, por medio de jubilaciones superpuestas o sueldos ilegítimos.
Sí resulta aterrador contemplar que los alrededor de 800.000 habitantes de la provincia estuvimos durante tantos años (aún lo estamos) en manos de personas como estas... que debemos resolver cuestiones vitales, relacionadas con nuestras modestas propiedades o nuestra salud, sometiéndolas a su arbitrio inapelable. Inapelable pues hasta las "Cámaras de Justicia" están integradas por individuos que, por ejemplo, concurren a visitar presos condenados por acciones criminales, a altas horas de la noche, para celebrar quién sabe qué clase de "acuerdos".
Resulta deprimente que el "defensor del pueblo", David Beltrán, sea alguien que se vio obligado a renunciar como juez para evitar su juzgamiento (privilegio, por otra parte inaceptable para una sociedad civilizada). Y siendo abogado del Banco (privado) de Santiago y otras empresas monopólicas, se le otorgue la regulación de conflictos a que la mayoría de los pobladores humildes se ven empujados, precisamente, por esas grandes empresas... Literalmente poner al zorro (mejor dicho, uno de sus criados) para cuidar el gallinero.

Hoy se decide el futuro en las calles

La cloaca del poder recién empieza a removerse y esto por una sola razón: la fuerte presencia de una multitud en las calles.
No permitamos al pequeño grupo de peligrosos alienados que controla el sistema político y económico de Santiago, encontrar la manera de reagruparse y parir una nueva generación de reptiles para establecer su dominio feroz, otra vez. No abandonemos las calles, tomadas pacíficamente y con la sola fuerza de nuestra voluntad de bien. Sí trabajemos, con generosidad y tolerancia, en la conformación de un amplio movimiento popular, representativo de lo más sano de nuestra sociedad, que aporte proyectos alternativos de verdadero desarrollo, controlados estrictamente por el pueblo movilizado.
La vida de nuestros hijos y nuestros nietos depende de ello. Hay que continuar la lucha, en las calles, en los barrios, en las oficinas, en los medios de comunicación a nuestro alcance: POR UN SANTIAGO DIGNO, LIMPIO Y DESARROLLADO, DONDE HAYA JUSTICIA Y VERDADERA TRANQUILIDAD PARA TODOS. Este es un momento decisivo para nuestra historia provincial.

* Esto de "gobernador obrero" es un reciente invento de los burócratas sindicales Corbalán y Segienowicz (este último también diputado) para adular a Juárez durante la celebración del cincuentenario de la CGT. Juárez no sólo jamás trabajó en nada productivo, sino fue el causante, además, de la inexistencia de una genuina clase trabajadora en Santiago del Estero.

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