La libertad es un virus. Se transmite por contagio. A veces, cuando la epidemia ya está desencadenada, nadie recuerda el origen del azote. Tampoco importa. ¿Alguien sabe, acaso, quién fue el primero que en la noche del 19 de diciembre, ignoró el estado de sitio y salió a la calle, cacerola en mano? De las asambleas-okupas, en cambio, podemos llevar un registro algo más detallado. Desde aquel día de marzo en que los vecinos de Villa Urquiza dijeron "Coto, no nos conocés" y le arrebataron el espacio público en el que el supermercado pretendía construir una playa de estacionamiento, hasta hoy, las okupaciones se sucedieron, primero tímidamente y, en los últimos días, con la seguridad de una epidemia. En la última semana, cinco asambleas más okuparon espacios abandonados e improductivos para desarrollar diversas actividades comunitarias.
La nuevas asambleas okupas son : Corrientes y Medrano, okupó un predio abandonado en Medrano al 400, Palermo Viejoo , okupó una ex-feria municipal en Gurruchaga y Nicaragua ; Florida Este , okupó lo que alguna vez fue un complejo de canchas de paddle, Villa Pueyrredón-Plaza del Nunca Más , okupó un lavadero de autos abandonado en Artigas al 5000 y Cid Campeador que okupó un local abandonado del ex Banco Mayo en Angel Gallardo al 700.

Las necesidades suelen ser las mismas: un comedor, una huerta, un centro cultural. Las asambleas precisan espacios físicos para desarrollar sus actividades y proyectos y en todos los barrios hay espacios abandonados, basurales, rateríos. Los vecinos no tienen mucho que pensar. Siempre hay un abogado a mano para ayudar en la cuestión legal. El resto es cuestión de decisión.

Cuando a las pocas horas (a veces minutos) de la okupación llega la policía y pide hablar con el responsable, la respuesta de los veinte, treinta o cincuenta asambleístas-okupas es invariable: somos todos responsables. La epidemia avanza.