El gobierno avanza con uno de sus objetivos principales: bajar “el costo argentino”.
Con Macri el poder adquisitivo de los trabajadores sufrió una caída brusca. Del 2015 al 2017, el salario mínimo cayó 6,1% en la Argentina, convirtiéndose así en el país donde más se deterioró en la región.
Entre dólar y tarifazos el gobierno insiste en un argumento que no por absurdo es menos repetido: para bajar la inflación hay que “contener” los aumentos salariales.
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