Se cumplen dos años de la masacre de Avellaneda, donde fueron asesinados Dario Santillán y Maximiliano Kosteki, militantes del MTD Anibal Verón. Los responsables políticos de la masacre todavía siguen impunes. Sin embargo, si durante estos años la impunidad tuvo algún contrapeso, éste fue la permanente movilización popular del día 26 de cada mes y el señalamiento público de los responsables a través de la denuncia y los escraches (a policías, políticos y fiscales) que se convirtieron en la forma en que l@s de abajo tenemos de exigir justicia.
Así también gracias al trabajo militante de muchos compañer@s quedó demostrado que no se trataba de un hecho aislado, de un comisario "zarpado", sino de una represión coordinada entre varias fuerzas (policías bonaerense y federal, gendarmería y prefectura), orquestadas por los gobiernos nacional y provincial durante las semanas previas y legitimada por los medios cómplices con titulares del estilo "La crisis se cobró dos muertos" (Clarin, 27/6). Es evidente también que se sigue tapando a los verdaderos responsables y hoy sigue existiendo una continuidad en la persecución, por parte del estado y los medios, a l@s luchador@s sociales aunque por ahora sin reprimir abiertamente, sino judicializando, abriendo causas para en un futuro próximo comenzar a enjuiciar por "disturbios e intimación en la vía pública". Un ejemplo en la región es el acoso que sufren l@s ex trabajador@s de YPF, procesad@s por reclamar por sus derechos. Así como la persecución judicial que llevan adelante fiscales como Marcelo Romero contra los movimientos de desocupados, pidiendo filmaciones de las columnas que se manifiestan por las calles de la ciudad. Es decir, que todo esto es parte de un claro objetivo: aislar a estos movimientos y crear un terreno propicio para iniciar procesos judiciales y represivos y así frenar la organización popular.
Pero más allá que se sigue persiguiendo a la pobreza y a los sectores que se organizan, las causas por las que peleaban los compañeros caídos, como el trabajo digno y el cambio social, siguen vigentes. Por eso, si el puente fue hecho para pasar rápido, para cruzar y no detenerse, el sábado 26 reconstruyámoslo como un lugar de encuentro. Como un sitio para detenerse. Para que los peatones, los de a pie, abramos nuevos caminos, caminemos la larga noche y detengamos la marcha -soberbia- del poder del capital.
¡Basta de criminalización de la protesta y desprocesamiento a l@s luchador@s!
Compañeros Dario y Maxi ¡Presentes ahora y siempre en cada lucha y en cada compañer@!
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