Olelé, olalá, de la Alameda no nos vamos nunca más
La votación fue nominal. Unx por unx, lxs diputadxs eran llamadxs por sus nombres para votar por sí o por no a la expropiación de la Alameda. El recinto desbordaba; la asamblea 20 de diciembre de Parque Avellaneda, en pleno, había seguido el debate desde las gradas y ahora contaba los votos que convalidarían una lucha tenaz iniciada dos años antes, cuando en pleno auge asambleario, los vecinos de Parque Avellaneda decidieron darle vida al local abandonado en Directorio y Lacarra. Y cuando el recuento hizo evidente que habíamos ganado (23 a 20), la sala estalló en vítores y aplausos. Atrás quedaban las duras guardias de las últimas semanas, el desalojo brutal (y la recuperación posterior), las detenciones y los golpes. Atrás las intimidaciones de la siempre atenta comisaría del barrio, las ollas populares frente a la Corporación de Rematadores, las entrevistas con jueces y funcionarios.
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